lunes, 8 de octubre de 2012

Hablaron las masas


Mario J. Viera

Ayer bullían dentro de mí dos sentimientos contrapuestos: la esperanza y la duda. Tenía la esperanza de que Henrique Capriles ganara las elecciones venezolanas y, al mismo tiempo, dudaba, dudaba de la reacción de la masa arrebañada que se mueve dentro de toda sociedad donde se impone el populismo y la demagogia; dudaba del miedo que corroe el alma de tantos que viven en una sociedad donde el totalitarismo asoma el rostro. Entonces, para anular mi esperanza y responder a mis dudas, hablaron las masas.

Las masas que no razonan, que se mueven siguiendo el cencerro del toro que les domina, le dieron la victoria a Hugo Chávez y Venezuela perdió la oportunidad que le ofreciera la historia de elevarse sobre todo el continente como ejemplo de madurez política y de apego a la libertad. Más de cincuenta porciento de los venezolanos que ejercieron el voto se decidió por la vulgaridad erigida en gobierno, por la renuncia a la libertad personal a cambio de pobres, de migajas, de beneficios que no satisfacen sus necesidades. Seguirán colocados por debajo de los niveles de pobreza; continuarán viviendo con temor a la violencia criminal que se agita en las barriadas y cantarán y bailarán como si ser indignos fuera motivo de orgullo.

No siempre la voz del pueblo es voz de Dios, a veces es solo eco de las voces de líderes ciegos e inescrupulosos que manipulan sus necesidades y sus conciencias. Los pueblos, cuando se transforman en masas no aprenden las experiencias de otros pueblos; los venezolanos de ese más de cincuenta porciento no han aprendido la lección de Cuba. Un día Castro le propuso al pueblo cubano, “Elecciones para qué” y el pueblo aceptó cegado por una esperanza que más tarde se disiparía en los calabozos o moriría de espaldas a un paredón de fusilamiento. Cuando las masas dicen Sí, cuando las masas acatan con su mentalidad de rebaño, los tiranos florecen.

Ese más del cincuenta porciento que votó por Hugo Chávez permitiéndole su relección cercenó el nervio viril de la sociedad venezolana. Difícil le resultará a la oposición democrática recuperarse de esta derrota, aunque Capriles le pida a sus partidarios que no se sientan derrotados y diga que “el pueblo contribuyó a abrir un camino y ese camino está allí”, donde “están mas de seis millones que están buscando un futuro”, el desaliento prevalecerá en todos los que por él votaron.

Aunque Capriles pida “a quien hoy se mantiene en el poder, respeto, consideración a casi la mitad del país, que no está de acuerdo con el gobierno”, la prepotencia del reelecto presidente se fortalecerá con el aval que le otorgara más de la mitad de los electores. Chávez no es el presidente de todos los venezolanos; es el que gobierna para él mismo y para sus ambiciones; no siente respeto ni consideración para aquellos que con él no comulgan, esos, en su concepción, son representantes de la oligarquía, son majunches, son pitiyanquis que no merecen consideración ni respeto.

La mayoría venezolana votó por el desastre; muy pronto se percatará cuan grave ha sido su error, para entonces quizá ya sea tarde.

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