miércoles, 28 de julio de 2021

AMLO, ¡Qué casualidad!

 

Mario J. Viera

 


Sí, ¡Qué casualidad!, que al siguiente día de haberse producido en Cuba un estallido de protestas que se extendió hasta 40 ciudades y pueblos de Cuba, el distinguido ─ es un decir ─ presidente de México, López Obrador haya expresado su “solidaridad con el pueblo cubano”, ¡con el pueblo cubano! ¿Cuál pueblo cubano?, ¿el que alzó su grito de rechazo en contra de la dictadura impuesta por el Partido Comunista de Cuba (PCC) o el representado en las tropas especiales de las avispas negras, en las brigadas de respuesta rápida y en los destacamentos de la Seguridad del Estado? Modestamente, muy al estilo de un estadista ─ también es un decir ─ pidió que "resuelvan los cubanos estos asuntos por la vía pacífica". ¿Vía pacífica, vía pacífica? Los manifestantes del 11 J no llevaban armas, no se armaron con estacas para agredir a las fuerzas del orden ─ es otro decir ─. Estaban armados solamente con teléfonos móviles y con su decisión de gritar su enojo. Estaban actuando de manera pacífica.

 

El gobierno cubano ─ ¡Caramba, es otro un decir! ─ muy al estilo de como interpreta la vía pacífica, acusando de mercenarios y antisociales a todos los que se atrevieron a manifestarse públicamente, arremetió dando golpes, bastonazos ─ hasta disparando a un opositor en el interior de su domicilio ─ y deteniendo hasta 600 ciudadanos, participantes o no en las protestas, para procesarles en juicios sumarísimos sin las requeridas garantías procesales, resolvió el problema. Quizá a AMLO le gustaría practicar el mismo modelo de solución para las manifestaciones públicas; al menos él respeta las manifestaciones de los narcocarteles, si hasta le da trato especial a la madre del Chapo Guzmán.

 

AMLO tiene un gran corazón, es un hombre muy humanitario y hasta lagrimea por las miserias a las que están sometidos los cubanos comunes, no por el gobierno del PCC, sino por el embargo comercial impuesto a Cuba. Y quiere ayudar a Cuba, sí, darle una ayuda humanitaria que deberá administrar su distribución el gobierno de Díaz-Canel. Dice entonces López Obrador: "Frente a esta situación de bloqueo, queriendo someter políticamente al pueblo de Cuba ─ ¿será un es decir de AMLO? ─, al gobierno de Cuba, tomamos la decisión de ayudar, de ser solidarios". Fíjense que AMLO dice “bloqueo” en lugar de “embargo”, y lo repite cuando expone: “No basta con votar cada año en la ONU en contra del bloqueo”, que "se convierta ahora en hechos y se ayude al pueblo de Cuba”.

 

¡Ay, AMLO, AMLO, hay que ayudar al pueblo de Cuba! Pero la ayuda a un pueblo oprimido por una continuada dictadura de más de seis décadas, no es la de enviarle la limosna de una “asistencia humanitaria” como la denomina López Obrador, sino de apoyarle firmemente en sus esfuerzos para liberarse de un régimen que se impone por fuerza, al estilo del despotismo medieval, exigiendo leal obediencia, y sometiendo a sus detractores a juicios inquisitoriales. Ayudar al pueblo de Cuba debe ser la condena pública e internacional de ese régimen usurpador que le amordaza y oprime.

 

Para el mañanero López Obrador, Cuba es un “caso especial” ─ aunque confunde Gobierno del PCC con Cuba ─. Sí, porque en sus mañanitas diarias dijo: "Solo existe un caso especial, el de Cuba, el país que durante más de medio siglo ha hecho valer su independencia, enfrentando políticamente a los Estados Unidos (…). Creo que, por su lucha en defensa de su soberanía, de su país, el pueblo de Cuba merece el premio de la dignidad". ¿El país que ha hecho valer su independencia durante medio siglo? ¿Verdad? ¿El pueblo de Cuba lucha en defensa de su soberanía? ¡No me digas! Todo, la misma falacia que avienta la dictadura; porque el castrismo entregó la independencia de Cuba, desde 1960 a 1990, a favor de la Unión Soviética, un imperio extracontinental. La soberanía nacional la ha usurpado una élite política parasitaria que se mantiene en el poder por la fuerza, por la represión y por la mentira. Es más, AMLO considera que Cuba “es la nueva Numancia por su ejemplo de resistencia y por esa misma razón Cuba debería ser declarada Patrimonio de la Humanidad. Pero también sostengo que ya es momento de una nueva convivencia porque el modelo impuesto por más de dos siglos por Estados Unidos está agotado y no beneficia a nadie” La Cuba del PCC la “nueva Numancia”; la Cuba del PCC “Patrimonio de la Humanidad”.

 

Muy feliz se muestra el encargado de las relaciones exteriores del gobierno usurpador del PCC, Bruno Rodríguez, con la perorata demagógica de López Obrador, y agradece, al que muy pronto será el sustituto de Venezuela para los suministros de petróleo y agradece ─ quizá hasta se le saltaron las lágrimas de emoción ─: “Gracias presidente Andrés Manuel López Obrador por su trascendental discurso. Gracias, México, por su liderazgo y solidaridad”. Y bien contento tiene que sentirse, cuando pudo reunirse con Marcelo Ebrard, su homólogo mexicano quien le expresó su solidaridad. Encuentro este al que el director para las Américas de la organización Human Rights Watch (HRW), José Miguel Vivanco calificó de “infame”: "Mientras el régimen cubano reprime brutalmente a los manifestantes, el canciller de México se reúne con su par cubano para expresarle su "solidaridad". Infame"

 

¡México, abre tus ojos!

  

Mejor hiciera AMLO en preocuparse por los graves problemas que afectan al México de hoy, porque para eso fue electo por los mexicanos ─ algo que no puede hacer los cubanos, elegir libremente a sus gobernantes ─ y no tratar de ser el salvador de un régimen parasitario.

 

México, donde existe un nivel de pobreza que afecta al 56.7% de la población de acuerdo con los estimados del organismo público Coneval y, según estos mismos estimados un 25.3% de la población se encuentra con un ingreso inferior a la línea de pobreza extrema. En febrero de este año, México acumulaba más de 1.93 millones de casos confirmados de Covid-19 y casi 167,000 muertes, por lo que es el tercer país del mundo en números absolutos con más decesos por la pandemia; y sin embargo, en México no se sufre embargo alguno.

 

México, donde de enero a mayo de 2021, 423 mujeres han sido asesinadas por razón de su género. Otros delitos como las violaciones todavía han crecido más: un 30% en comparación con los mismos meses de 2020, cuando el número de feminicidio alcanzó un número de 969 mujeres víctimas. México es el país donde 10 mujeres al día son asesinadas y el 97% de los feminicidios quedan sin resolverse ante la justicia. ¿Qué ha hecho López Obrador para ponerle coto a este mal que sufren las mexicanas?

 

México, donde desde el 1 de diciembre de 2018 hasta el 22 de julio de 2021, se produjo el asesinato de 21 periodista, solo durante el periodo de gobierno de López Obrador, en tanto que, durante el gobierno de Enrique Peña Nieto, la cifra de periodistas asesinados fue de solo 9. Crímenes todos que han quedado impunes, mientras AMLO se preocupa por el futuro de la dictadura de Cuba.

 

Qué decir de la violencia del narcotráfico en varios estados mexicanos. ¿Qué hace correcto López Labrado para frenar ese flagelo? El analista de seguridad y columnista en el diario El Universal Alejandro Hope, lo dice claramente, que la estrategia de seguridad López Obrador ha sido negligente: "No se dan cuenta del tamaño del monstruo que tienen enfrente y no han querido ir más allá de construir cuarteles y poner botas de la Guardia Nacional en el terreno, sin poner en marcha una estrategia más amplia".

 

¿Y el reto de la violencia política que le lanza el narcotráfico a la democracia mexicana? AMLO de eso apenas habla. De acuerdo con el Cuarto Informe de Violencia Política en México publicado por el Etellekt Consultores, cubriendo el periodo que comprende del 7 de septiembre de 2020 (inicio del proceso electoral) al 30 de abril de 2021 se reportaron 476 hechos delictivos en contra de políticos y candidatos con un saldo de 443 víctimas, 79 políticos (12 eran mujeres), 28 familiares de políticos y 91 servidores públicos sin militancia: 198 víctimas mortales ligadas a la política y al servicio público durante el proceso electoral.  Hubo 25 víctimas de privación ilegal de la libertad (secuestro), una perdió la vida (el alcalde de Temósachic, Chihuahua), y otra más permanece desaparecida (el aspirante del PRI a la alcaldía de Mezquitic, en Jalisco. Las otras 23 víctimas fueron liberadas. 17 aspirantes y candidatos que renunciaron a sus aspiraciones o candidaturas, respectivamente, después de haber recibido amenazas en contra de su integridad y la de sus familias; el último caso fue el de la candidata del partido local Armonía por México, a la alcaldía de Xochitepec, Morelos, quien renunció a su candidatura, e incluso cambió de residencia, después de recibir amenazas de muerte vía telefónica y por redes sociales.

 

López Obrador, hoy la Nueva Numancia es el pueblo mexicano que resiste al asedio de la corrupción política, del terrorismo de los carteles del narcotráfico; del crimen impune, de la pobreza. ¡Cállate, ningún derecho tienes a dar opiniones cuando tu propio campo arde!

lunes, 26 de julio de 2021

Las lecciones del 11-J

 

Mario J. Viera

 


Son muchas las lecciones que nos ha dado la explosión del 11 J, y muchas las enseñanzas que, de ellas, pudiéramos extraer. La primera de todas, es que podemos alcanzar la liberación por nuestros propios medios, sin necesidad imperiosa de injerencias de poderes externos.

 

La principal característica de las multitudinarias manifestaciones del 11 J ha sido su carácter inusitado, al margen e independiente del concurso y la dirección de organizaciones internas, que no han podido superar su estadio de disidencia para convertirse en verdaderas organizaciones políticas de oposición; y este carácter inusitado significa que, existe y se manifiesta dentro de la gran masa de la población, la conciencia de la necesidad del cambio y la voluntad para producir el cambio. Estos dos factores son los que, necesariamente tienen que estar presentes en la conciencia social ─ necesidad del cambio y voluntad para producir el cambio ─ para producir una revolución.

 

Tiene razón la economista Rafaela Cruz cuando señala ─ en Diario de Cuba ─ que la debilidad de la oposición (yo preferiría decir “disidencia’) se hizo manifiesta en las protestas del 11 de julio, “cuando ningún movimiento o líder logró fusionar y encausar el descontento. Muchos, desde largo tiempo, hemos estado abogando para que los grupos disidentes se vuelvan más hacia lo interno que hacia el exterior, actuando dentro del pueblo, haciendo labor de proselitismo de manera directa, para darle cauce a la indignación popular. Se trata de ejercer el liderazgo para impulsar el cambio cuando existe “una masa lista, como propone Cruz, para estallar cuando el liderazgo correcto los invoque”. Es decir, enfocarse en el fortalecimiento, tal como aconseja Gene Sharp, de la “población oprimida en su determinación de luchar, en la confianza en sí misma y en sus aptitudes para resistir”. Esto quedó determinado en los sucesos del 11J, la existencia de una masa lista para producir el estallido, confiada en sí misma por la identificación del conjunto que eleva el grito de Patria y Vida. Pero faltó algo importante, por la desidia de los grupos disidentes al interior de la isla, la necesidad ─ que Sharp propone ─ de “desarrollar un amplio y concienzudo plan estratégico global para la liberación, y ejecutarlo con destreza”. Sin un plan, sin una estrategia elaborada sobre realidades, no existe un movimiento de resistencia que logre el éxito. Factor este, sobre el cual tantos hemos insistido.

 

En su espontaneidad, sin la presencia de líderes conductores, aparecieron, diversas personas actuando como verdaderos agitadores políticos, quienes proponían consignas y determinadas acciones; como ocurrió en San Antonio de los Baños, cuando, al inicio de la protesta en un punto de la ciudad, algunos propusieron desfilar hasta la sede del Comité Municipal del Partido Comunista, en una forma de liderazgo horizontal con iniciativas no limitadas por un liderazgo vertical.

 

Este estallido social, el profesor Fernando Mires, lo identifica como la expresión de “un colectivo deseo de vida, de un grito desesperado por ser, de una expresión masiva por la libertad”; un movimiento, más que político, “fue un movimiento existencial”. Mires rechaza catalogar el grito del 11 J como “espontáneo”. “Una cosaexplica Mireses que un movimiento no tenga líderes ni partido y otra es que sea espontáneo. Espontáneo, en el léxico político, significa un estallido anárquico y desorganizado”. Y esto para Mires no es lo que sucedió en Cuba., dado el hecho de que la protesta “se expandiera tan rápidamente desde los poblados más lejanos hacia las grandes ciudades y que en todos los lugares fueran coreadas las mismas consignas y que sus participantes hubiesen decidido poner término a todas las manifestaciones a la misma hora” evidencia que hubo “un alto grado de sincronía, de intensiva comunicación (digital) interna”. Esto, visto así, es cierto. Una coordinación que tuvo su antecedente en la sincronización comunicacional que estuvo presente para llevar a cabo la plantada frente al Ministerio de Cultura el 27 de noviembre del pasado año; una acción esta de desobediencia civil que tomó por sorpresa, igual que ahora, a los servicios de inteligencia de la dictadura.

 

Lo espontáneo, dentro de los hechos del 11 J, estuvo solo presente en la táctica empleada, sin ajustarla a una estrategia consensuada para impulsar una verdadera resistencia noviolenta; aunque, de modo instintivo, se pudo consolidar el número crítico de participantes que se requieren en un proceso de resistencia noviolenta, en una masa multigeneracional y de géneros. Fue significativa la participación de las mujeres lanzando el grito de “no tenemos miedo”. Hay pueblo, solo se requiere que los disidentes conviertan el movimiento en uno de tipo político, con demandas políticas, y, como propone, muy acertadamente, Rafaela Cruz, “haciendo propuestas mínimas, básicas, pocas, cortoplacistas y comprensibles, teniendo en cuenta que el pueblo no rechaza todo del castrismo — los sistemas de salud y educación estatales son intocables —, solo quiere vivir mejor. Hay que definir qué es "vivir mejor" y ofrecerlo ya, ahora”.

 

¿Qué se buscaba alcanzar con las manifestaciones del pasado 11 de julio? ¿La toma del poder político? Ese no era el objetivo de los manifestantes. Lo que se pretendía era lanzar un reto al poder y mostrar el descontento que existe en toda la sociedad cubana por las reformas económicas que últimamente ha venido implementando el PCC y el gobierno de Díaz-Canel; por los métodos incorrectos empleados por el gobierno para enfrentar la pandemia del COVID-19 que han provocado el colapso de las capacidades hospitalarias, especialmente en Matanzas; y por la crisis de desabastecimiento agudizada con la aparición de las tiendas que comercian en dólares y a sobreprecio de los productos esenciales.

 

He aquí donde fallan los grupos disidentes de Cuba, cuando solo se centran en problemas puntuales, en la elaboración de proyectos inocuos de reformas, como el tan mentado Proyecto Varela o la idílica Plataforma 18 de participación en el proceso electoral de Cuba; y en la búsqueda de apoyo externo, sin plantear como objetivo básico la toma del poder político a partir de un poderoso movimiento interno de resistencia. La disidencia descuidó el trabajo de captar pueblo; y pueblo había para impulsar ese movimiento de resistencia interna, como ha quedado demostrado en este accionar del 11 J.

 

Como bien se afirma en Los 50 puntos cruciales de la lucha no violenta de los autores Srdja Popovic, Andrej Milivojevic y Slobodan Djinovic, no se puede cambiar una sociedad si no se alcanza el poder político para la implementación de las reformas que esa sociedad requiere. No se trata solamente de plantear una lucha por ideales, por el respeto de los derechos políticos, civiles, sociales y humanos de los ciudadanos; sino la lucha por y para la toma del poder político. Solamente contando con el poder político se pueden implementar las necesarias reformas para la transición hacia un estado de derecho.

 

De hecho, el poder político en una sociedad proviene de la obediencia de las personas y el 11 J fue un desacato, un reto, una manifestación de desobediencia al poder político que usurpa en Cuba el PCC; y esto implica que el régimen actúe para reprimir la desobediencia. Este es el mérito histórico del 11 J, el primer acto multitudinario de desobediencia civil en 62 años de poder autoritario. Así como expone Mires: “La posibilidad de que la represión logre desmembrarlo, debe ser considerada. El aparato policial y militar cubano está hecho para reprimir a su propio pueblo. Pero que eso no suceda, depende también de las formas que asumirá en el movimiento en el futuro”.

 

La reacción primaria de la dictadura, ante un hecho considerado improbable, fue la indecisión, pero cuando las manifestaciones llegaron hasta la misma capital de la nación, centro de toda la atención internacional, tuvo que decidir y actuar. Movilizó a las fuerzas especiales del Ministerio del Interior, las “Avispas Negras”, a los efectivos de la Policía Nacional Revolucionaria y de la Seguridad del Estado, y, al mismo tiempo, demostrar que contaba con apoyo popular frete al reto de grupos calificados como marginales que quebraban el mito de “la unidad del pueblo en torno al partido comunista y al gobierno”. No se podía “admitir que ningún contrarrevolucionario, ningún mercenario, ningún vendido al gobierno de EE.UU., vendido al imperio, recibiendo dinero de las agencias, dejándose llevar por todas estrategias de subversión ideológica van a crear desestabilización en nuestro país", como clamó el sustituto de Raúl Castro al frente del gobierno. Entonces convoca: "a todos los revolucionarios del país, a todos los comunistas, a que salgan a las calles y vayan a los lugares donde vayan a ocurrir estas provocaciones".

 

El gobierno moviliza de inmediato a los esquiroles de la respuesta rápida que tan bien actuaron en la represión de las manifestaciones del 5 de agosto de 1994, conocidas popularmente como el “maleconazo”, junto a efectivos militares vestidos de civil y armados con garrotes; pero se cuida especialmente de no ametrallar a la población inerme; eso sería fatal para su imagen pública internacionalmente. No se reproducen los actos de violencia policial ocurridos en Chile y Colombia, ni el fusilamiento de manifestantes por efectivos militares como los ocurrido en Birmania, ni los asesinatos indiscriminados que el gobierno de Daniel Ortega cometió contra las manifestaciones de protestas en Nicaragua, no se lanzaron bombas de gases lacrimógenos para dispersar a las multitudes, como ocurriera en Estados Unidos durante las protestas del movimiento BLM.

 

Aunque muchos de la diáspora cubana vean la represión que, en Cuba, produjo cientos de detenidos, golpizas, asaltos a domicilios y hasta la muerte, reconocida oficialmente, de uno de los manifestantes, como una “represión bestial”, lo cierto es que no se llegó a tal extremo; lo que no implica, precisamente, que, en el futuro, ante un movimiento consolidado de resistencia no violenta, el régimen se inhiba de recurrir a la represión bestial indiscriminada.

 

Ante esta situación el periodista e historiador y exprofesor de la Facultad de Periodismo de la Universidad de La Habana, Roberto Álvarez Quiñones, en artículo para Diario de Cuba, conceptuó al movimiento del 11 de julio como “una monumental rebelión política”, aunque, erróneamente e inexactamente, consideró que los “manifestantes apuntaron al poder, la fuente primaria de la desgracia cubana y no a sus consecuencias sociales (hambre, escasez de todo, pobreza, etc.)”. Fue, precisamente esas condiciones sociales ─ hambre, escasez de todo, pobreza, etc. ─ la causa eficiente para la protesta, sin importar que se gritara reclamando libertad y la renuncia de Miguel Díaz-Canel a la presidencia del país.

 

El muy distinguido comentarista considera, también de modo incorrecto, que, “el derrumbe del comunismo en Cuba se logrará con la acción de fuerzas combinadas de una insoportable presión político-social interna y otra presión venida de fuera, para que ambas produzcan una fractura en la cúpula del poder que dé al traste con el régimen”. Aboga también por reclamarle al “presidente de la mayor potencia mundial” que le exija a la dictadura cubana que ponga “fin a la bestial represión, liberen a todos los detenidos y los presos políticos, que aparezcan los desaparecidos y se restauren las libertades ciudadanas, o ‘habrá consecuencias’". Y esas consecuencias, por supuesto, serían “echar abajo el mito de que solo hablar de una intervención humanitaria-militar favorece a la tiranía porque esta puede reavivar el nacionalismo ‘revolucionario’". Aparte de que estas declaraciones tienen el tinte propio de una mentalidad plattista, son también manifestación de la desconfianza de alguien en las capacidades de los cubanos de alcanzar su propia liberación.  

 

Sobre este aspecto, el Dr. Gene Sharp he expresado: “Muchas personas que actualmente están padeciendo bajo una dictadura, o que han tenido que exilarse para escapar de sus garras, no creen que los oprimidos puedan liberarse por sí mismos. Ellos no esperan que su pueblo pueda ser liberado sino por la acción de otros. Ponen su confianza en las fuerzas extranjeras. Creen que sólo una ayuda internacional puede ser lo bastante fuerte como para derribar a los dictadores.  (…) Esa confianza puede estar puesta en un factor totalmente errado. Por lo general, no van a llegar salvadores extranjeros”. Y agrega Sharp: “Los estados extranjeros podrían involucrarse activamente para fines positivos sólo cuando hubiere un movimiento interno que ya haya comenzado a sacudir la dictadura y logrado que la atención internacional se enfoque sobre la índole brutal del gobierno”.

 

Refiriéndose Sharp a las acciones internacionales, señala: “Aunque las acciones internacionales pueden beneficiar, o de alguna manera debilitar a las dictaduras, la continuación de éstas depende primordialmente de factores internos. (…) el boicot económico internacional, los embargos, la ruptura de relaciones diplomáticas, la expulsión del gobierno de organizaciones internacionales, la condena del mismo por alguno de los cuerpos de las Naciones Unidas y otros pasos semejantes, pueden contribuir grandemente. A pesar de todo, si no existe un fuerte movimiento de resistencia interna, tales acciones por parte de otros es poco probable que se den”.

 

Hoy en Estados Unidos, las manifestaciones de la diáspora cubana en apoyo al 11 J, parecen estar dirigidas más en contra de la administración demócrata que contra la dictadura del PCC. A impulsos del sector de la extrema derecha del Partido Republicano y de sus acólitos en algunas de las principales organizaciones del exilio, se alienta la mentalidad plattista que tanto daño ha hecho al crecimiento opositor al interior de la isla, con el reclamo y la exigencia de que Biden haga esto o no haga esto otro. Es legítima la intolerancia ante la intolerancia de la dictadura del PCC; pero ¿hasta dónde debe ser llevada?; hasta el punto dónde no perdamos la opinión pública internacional. ¿Se gana a la opinión internacional cuando se aboga por intervenciones militares de Estados Unidos y de la OTAN en Cuba, como la propuesta de un tal Léo Juvier-Hendrickx patrocinada además por Zoé Valdés y la suscripción de 50 mil firmas? Intervención militar que otros denominan eufemísticamente como “intervención humanitaria-militar”. Así no se gana el apoyo de la opinión pública internacional.

 

El 11 J debe convertirse en un movimiento consolidado, dejando a un lado todo el histerismo político miamense. La disidencia interna tiene ahora la oportunidad, el ejemplo lo dieron los miles de manifestantes que tomaron las calles de ciudades y pueblos en toda la isla. Ahora, lo que importa, como propone Mires, es preservar la existencia física del movimiento y a partir de ahí, asegurar su existencia política. “Por el momento, lo que más requiere es mantener continuidad. En otras palabras, que el régimen se vea obligado a reconocer al 11-J no solo como un enemigo externo sino como una oposición interna, y esto es en lo que se debe concentrar la resistencia interna, sin pensar en invasiones militares de una potencia externa con la misión de “rescatar la libertad de Cuba”, lo que conduce a una paralización de la voluntad de resistencia con la esperanza puesta en una invasión militar que nunca se producirá; debe concentrarse en la elaboración de una estrategia cohesionada de lucha política no violenta y en la elaboración de un proyecto de nación, sin fantasías. Unir en un mismo empeño a todos los cubanos, ¡A todos! Más que buscar apoyos de gobiernos extranjeros, se debe buscar el apoyo de la opinión internacional, la opinión de las masas latinoamericanas, de las masas europeas. Hay que ganar para la causa de la liberación nacional las simpatías populares y de intelectuales y artistas de América Latina, de Estados Unidos, ¡De todo el mundo! Y tener muy presente las opiniones de Mires cuando señala: “Sin disidencias, sin trizaduras internas [dentro del mismo régimen], ningún régimen se viene abajo. Eso significa, para el movimiento que recién nace, mantenerse atento a cualquiera posibilidad de comunicación con los personeros del régimen. Nunca cerrar todas las puertas. (…) En no pocas experiencias históricas hemos visto a miembros de regímenes dictatoriales que terminan por disentir. Nunca faltan los que se dan cuenta de que seguir manteniendo a gobiernos ilegítimos lleva a callejones sin salida. Hay quienes también no quieren pasar a la historia como verdugos de sus pueblos. No hay transiciones sin deserciones.

miércoles, 21 de julio de 2021

MAL DEBEMOS ESTAR

 

Mario J. Viera

 


Me indigna ver que, el despertar del pueblo cubano frente a la dictadura, le haya venido de provecho a unos cuantos para adelantar sus plataformas políticas y sus miserables aspiraciones de resalte personal. Mal andamos.

 

Y mal andamos cuándo desde un Subcomité de la Cámara de Representantes se trazan planes, no precisamente para desestabilizar al régimen brutal que impera en Cuba, sino para poner en crisis a la administración demócrata del presidente Biden. Aparentan condenar a la tiranía del PCC, pero en el fondo los dardos los lanzan contra Biden. Yo pudiera decir, qué me importa la oposición que los republicanos le hagan al residente de la Casa Blanca, quien seguro cuenta con sus asesores para contraponer los ataques. Así pudiera decir que, esa no es mi bronca.  Pero, lo que a mí si me importa es Cuba. Lo que a mí si me importa, es hablar de Cuba, pero hablar con la sinceridad de quien no la toma como negocio, como empresa que ofrezca réditos para una vida cómoda.

 

Mal andamos, cuando el presidente del Subcomité para el Hemisferio Occidental, Seguridad Civil, Migración y Política Económica Internacional de la Cámara de Representantes, no se da cuenta, que están tomando a ese subcomité como tribuna, no anticastrista, precisamente, sino como vehículo para atarles las manos a los demócratas, y qué mejor forma de hacerlo, sino utilizar la ira, el dolor y la indignación de la diáspora cubana por los atropellos del régimen contra los manifestantes del 11J para encauzar sus propósitos.

 

Mal andamos cuando en ese subcomité de la Cámara, sea figura representativa, para hablar a nombre de Cuba, una figurita sin trayectoria conocida en Cuba de oposición al régimen, salvo la de ser hija del reformista cubano Oswaldo Payá. Vive bien y viste caro la cubanita, no tuvo que correr la misma suerte de la gran mayoría de loe exiliados, de los refugiados políticos que enfrentaron a la seguridad del estado, que, para vivir honestamente, tuvieron que emplearse en duros trabajos y hasta mal remunerados, y adaptarse a la dura viva de todo emigrante a tierras extrañas.

 

La diva del momento, Rosa María Payá, que tanto se sacrifica haciendo viajes a numerosos países para promover un plebiscito vinculante en Cuba, que solo pudiera ser autorizado por el gobierno del PCC; la directora ejecutiva de la Fundación para la Democracia Panamericana; la que recibió el 6 de febrero de 2018 un reconocimiento del Condado de Miami-Dade de la mano de su mentor político José "Pepe" Díaz y del que fuera alcalde del condado y hoy representante republicano, Carlos Giménez; que entre sus logros políticos estuvo un “interesante y agradable encuentro” ─ según sus propias palabras ─ con Ivanka Trump el 7 de marzo de 2019; que el 11 de julio de 2020 participó en una mesa redonda televisada con Donald Trump; que el pasado 17 de julio fue invitada por Ron de Santis, junto a María Elvira Salazar y Carlos Giménez para participar en una denominada mesa redonda en el Museo Americano de la Diáspora Cubana. ¡Claro que tenía que ser invitada a hablar, en nombre de los republicanos, no de Cuba, en un subcomité donde toman asiento personajes como María Elvira Salazar y Mario Díaz-Balart! Hay que reconocer que la chica es una triunfadora y sus negocios le van bien.

 

Mal andamos cuando escuchamos a la activa ─ no activista ─ Rosa María Payá resaltando ─ así lo expresa Infobae ─ que los manifestantes que salieron a las calles de la isla el pasado domingo 11 “piden libertad y derechos humanos, ninguno mencionó el embargo, sino ‘Patria y vida’”. ¡Claro está que no tenían que mencionar para nada el embargo! La protesta se planteó por las carencias que en Cuba se vive, y se pidió, además, la renuncia de Díaz-Canel; y se gritó, junto al Patria y Vida, “No tenemos miedo”. Ninguno tampoco pidió “plebiscitos vinculantes”.

Véase lo que dijo la señorita Payá: “Levantar las sanciones contra el régimen cubano es dar fondos a la policía y a los militares, que oprimen a los pueblos obedeciendo a los generales”. Maravilla tanta profundidad de pensamiento. Para los órganos represivos, la dictadura siempre, con sanciones o sin sanciones, dispondrá de los fondos necesarios. Las sanciones no selectivas que impuso la pasada administración, poco daño le hacían al régimen de La Habana, y sí, mucho al pueblo. En los inicios de los 90 ocurrió lo mismo. El régimen se había quedado sin los subsidios soviéticos, y se mantuvo porque las penurias las cargó sobre el pueblo. Levantar hoy las sanciones impuestas por Trump, podría favorecer al cubano de a pie; sin embargo, políticamente, para la administración demócrata, sería, hoy, luego de las represiones por el despertar de 11J, un grave error político.

 

Luego agrega ─ obsérvese bien lo que resalto en negrita: “Urgimos al gobierno de Joe Biden que no haga concesiones unilaterales, sino que pida la liberación de todos los presos políticos, el fin de la represión y el respeto de las libertades fundamentales, incluyendo la legalización de los partidos políticos”. Un dardo emponzoñado dirigido al presidente Joe Biden.

 

Callen y no hablen en nombre de TODOS los cubanos, los que no han recibido esa encomienda de TODOS los cubanos. Callen que, como dijera José Martí ─ en carta abierta a Ricardo Rodríguez Otero, con fecha 18 de mayo de 1886 ─ “Azuzar es el oficio del demagogo y el del patriota es precaver”. Y pienso en cuantos hay como la Payá, nacidos en Cuba, y les digo, como dijo el Apóstol en esa Carta Abierta, “que a. la patria no se la ha de servir por el beneficio que se pueda sacar de ella, sea de gloria o de cualquier otro interés, sino por el placer desinteresado de serle útil”; que no hay “sujetos más despreciables que los que se valen de las convulsiones públicas para servir, como coquetas, su fama personal o adelantar, como jugadores, su interés privado. La patria necesita sacrificios. Es ara y no pedestal. Se la sirve, pero no se la toma para servirse de ella”.

 

Sí, mal debemos estar ¡Pobre Cuba!

martes, 20 de julio de 2021

LO QUE SI ME PREOCUPA


Mario J. Viera

 


¿Qué hay de nuevo sobre Cuba? Lo nuevo son las propuestas que se han filtrado de Joe Biden sobre las medidas que está analizando con respecto a Cuba. ¡Claro está, los duros del exilio cubano ya están expresando su inconformidad! ¡Quieren más!, diz que, los cubanos no están pidiendo comida, lo que piden es libertad. Aunque yo preferiría modificar ligeramente esas conclusiones. Sí, yo diría, los cubanos están pidiendo comida, exigiendo comida, porque sin comida no se puede vivir, y también piden y están exigiendo libertad, porque sin libertad no se merece vivir. En verdad ese apasionamiento de los duros, no me preocupa, que al fin de cuentas la comida y la libertad de y para Cuba, no hay que exigírsele al gobierno de Estados Unidos. Esos reclamos hay que hacerlos al gobierno de Cuba.

 

Tampoco me preocupa lo que diga la apasionada y estridente Alexandria Ocasio-Cortez pidiendo que ahora, en estos momentos, se levante el embargo a Cuba; y lo reclama Ocasio-Cortez porque ella comprende que “contribuye al sufrimiento del pueblo cubano”. Contribuir., ese es el verbo preciso para referirse al embargo estadounidense: “Ayudar y concurrir con otros al logro de algún fin”. El principal promotor del sufrimiento del pueblo cubano es el Partido Comunista de Cuba (PCC); es decir que, si se retira el embargo, como contribuyente, no por eso dejará de continuar el sufrimiento del pueblo cubano. ¿Una paradoja? ¿Quizá un oxímoron?

 

¿Qué Biden haya ordenado crear un grupo de trabajo para revisar la política federal de remesas? Es que quiere garantizar que, esas remesas, lleguen directamente a las manos de aquellos a quienes se les remitan en Cuba, y “sin que el régimen se lleve su tajada”. ¡Por supuesto que no me preocupa, si es que hasta lo aplaudiría! Sin embargo, no sé como tal cosa pueda conseguirse; en fin, no me preocupa. Lo que sí sé es que ya comenzaron a ponerle piedras en el zapato a Biden los que, de antemano, anunciaron que torpedearían cualquier iniciativa que impulsara la nueva administración. La venenosa María Elvira Salazar ya lanzó la primera piedra: "Presidente Biden, no necesitamos ningún grupo de estudio. Necesitamos acción, ¡ahora!", y el inefable Marco Rubio opinó que la Administración Biden, con el grupo de trabajo sobre remesas, estaría facilitando "una trampa" que el Gobierno de Cuba aprovechará para engañar a EEUU.  

 

¿Qué el presidente de Estados Unidos quiera revisar la viabilidad de incrementar el personal de la embajada estadounidense en La Habana? ¡Pues, hombre! ¿Cómo puede esto generarme preocupación? ¿Los ataques sónicos? ¡No sé, quizá habría que tomar en cuenta esa posibilidad! Sin embargo, de este modo Estados Unidos pudiera facilitar la participación con la sociedad civil ¿Por qué no?

 

Ni a mí, ni a los duros del exilio, nos preocupará que Biden exhorte al gobierno a trabajar con el Congreso para identificar opciones, con el fin de obtener mayor acceso a internet en territorio cubano. Los duros no deben protestar por esta iniciativa, si es que esa propuesta partió de dos de los más altos representativos republicaos de Florida, Ron DeSantis y Marco Rubio. Por supuesto no hay que descartar que los duros comiencen a exigir que el acceso al internet sea ahora mismo y no la semana o el mes que viene.

 

Que la Casa Blanca procure colaborar con organizaciones internacionales para aumentar la asistencia humanitaria a Cuba, ¡De ningún modo me preocupa! Pienso que tampoco los duros tengan motivos para preocuparse o negarse a aceptar tal intención porque, al fin y al cabo, ¿No era precisamente lo que se pretendía con #SOSCUBA? esa iniciativa que se pronunciaba ante la crisis sanitaria debida al aumento de casos de Covid-19 y el colapso de hospitales en Cuba y más en especial en Matanzas.

 

Tampoco es tema preocupante para mí que la Oficina de Control de Activos Extranjeros del Departamento del Tesoro analice la posibilidad de aplicar sanciones a funcionarios cubanos que cometieron violaciones a los derechos humanos en contra de los manifestantes pacíficos en Cuba. Más efectos pueden causar sobre el régimen del PCC las sanciones selectivas, como estas que aquí se presentan, que las sanciones económicas indiscriminadas. Siempre he sido partidario de que se impongan sanciones, no solo económicas, sino también diplomáticas contra todo aquel que cometa actos violatorios de los derechos humanos, desde los matones de las fuerzas especiales, los miembros de la brigadas de respuesta rápida, de la policía, de la seguridad del Estado y de los altos cargos del Partido Comunista de Cuba; es más, que las misma se extiendan a los jueces y fiscales que condenen con penas de prisión en juicios sin las debidas garantías procesales a todo aquel que hubiera tomado parte en las manifestaciones de protestas del 11 de julio, y aún más, a los jueces y fiscales que hayan condenado a disidentes por desacato, propaganda enemiga, asociación ilícita y todas las figuras penales que criminalizan los derechos de expresión, de opinión y de libre asociación.

 

Ahora bien, sí hay algo que me preocupa, y me preocupa al máximo y es que Cedric Richmond, un alto asesor de Biden, y Juan González, alto funcionario del Consejo de Seguridad Nacional, se reunieron el lunes con supuestos líderes cubano-estadounidenses, para escuchar sus recomendaciones y preocupaciones tras las protestas. Y esta preocupación la he venido manifestando desde el 11 de marzo, cuando Antony Blinken, respondiendo a preguntas de la provocativa María Elvira Salazar, dijo: "Vamos a consultar y comprometernos con los cubano-estadounidenses en cualquier cosa que tenga que ver con Cuba". Es que hasta esta preocupación la compartí entonces en Facebook y con algunos de mis amigos virtuales: ¿Cuáles son esos líderes cubano-estadounidenses a quienes el Departamento de Estado consultaría sobre el caso cubano?  La nota de prensa de AP es escueta y no menciona por nombres a esos “consejeros” cubano-estadounidenses.

 

Definitivamente, “algo huele mal en Dinamarca”; y esto si es preocupante.

lunes, 19 de julio de 2021

POR CUBA, UNA SOLA VOZ, SIN DEMAGOGIAS

 

Mario J. Viera


 

Me cuesta trabajo ordenar mis ideas. La ira me enturbia el pensamiento. Quiero ser objetivo; pero no sé si es posible. El querer hacer y el no poder, es angustiante. Ver lo que acontece y guardar silencio, no es posible. Saltan a borbotones ideas que se enfrentan entre ellas expresándolas en palabras con distintos calibres, medidas unas, inapropiadas otras… ¡No es fácil!

 

Hay ocasiones, que a veces me asaltan, de cerrar los ojos, de voltear la página, de negarme leer los periódicos, de escuchar las noticias, y entretener mis ansiedades en juegos fútiles de internet o recreándome viendo una película tonta o una serie de Netflix. Pero no puedo evitarlo tengo que volver al tema como el perro vuelve a su vómito. Cuba duele.

 

Y pienso, y me cuestiono si yo, de haber estado en Cuba cuando estalló la revuelta, hubiera tenido el suficiente valor para unirme al gran tumulto de protestas del día 11. ¡Quizá sí, quizá me hubiera tragado el temor, el mismo que se tragaron los miles que desfilaron gritando, exigiendo “Patria y Vida”! Pero, ¡coño, qué puedo decir desde la distancia, desde la tranquilidad del exilio! Desde aquí, desde este tranquilo exilio ¿Qué me cuesta gritar libertad y patria y vida? ¿Salir a protestar en el Versalles para demostrar que soy cubano y que exijo libertad? Eso es fácil, si hasta pudiera verlo como una fiesta, o como un modo más de romper la rutina. Frente a mí no tendría una jauría de agresivos “boinas negras” y de sicarios mercenarios de la seguridad del estado, o de turbas furiosas de agresores, armados con bates y hasta con armas de fuego.

 

Por supuesto que es correcto, y más que correcto, necesario, demostrar públicamente que apoyamos a los que osan en Cuba alzar la voz; que en Cuba vean que estamos con ellos. Manifestemos nuestro apoyo; pero que nadie, aprovechando la revuelta popular en Cuba, nos manipule para adelantar intereses espurios o políticos.

 

Allá, en Cuba se desata la represión, respuesta lógica de un régimen tiránico en decadencia. ¿Cuántos dignos cubanos ya se encuentran desaparecidos o encerrados en celdas de Cien y Aldabó y en Villa Maristas? ¿Cuántos han sufrido golpizas propinada, a la par por varios rufianes de los órganos represivos? ¿Y los heridos con armas de fuego o heridos en sus viviendas luego de ser asaltados sus domicilios? No habrá piedad por parte de la tiranía. Así lo ha dejado bien claro. Como esa cosa con figura femenina  con grados de coronel de nombre Moraima Bravet Garófalo, jefa de la Dirección General de Investigación Criminal del Ministerio del Interior, declaró: “En este proceso desarrollamos un conjunto de acciones investigativas, de instrucción, periciales y operativas para demostrar que los actos del pasado domingo constituyen un delito (…) Estamos convencidos de que detrás de estos hechos está la mano del enemigo, y vamos a llegar hasta los instigadores y los organizadores”. El derecho de opinar, el derecho de manifestación es delito. Debemos considerar algo sobre lo que ha dicho esta señora coronel, que detrás de todos esos hechos, está la mano del enemigo, sí, el hambre, la miseria, el azote mal manejado de la pandemia, y la falta de derechos que sufre el pueblo cubano, esa es la mano detrás de las protestas y sus instigadores es el propio régimen del PCC.

 

Y ese muñeco de paja, con capacidad de dirección propia de cualquier empleadillo de oficina de correos, pero devenido presidente por su probada sumisión a los grandes, a los mayimbes y cuyo nombre, que preferiría omitir, pero no queda más remedio que señalar; ese tal Miguel Díaz-Canel, dijo: “Paz y tranquilidad ciudadana, respeto, solidaridad entre compatriotas y hacia los otros necesitados del mundo, salvando a Cuba para seguir construyendo, creciendo, soñando y alcanzando la mayor prosperidad posible. Ese es nuestro mensaje para nuestro pueblo”. La paz y la tranquilidad de los sepulcros, la solidaridad de los sicarios para soporte de la dictadura. Esto no se trata de pura demagogia, esto solo es cinismo.  

 

Y agrega, refiriéndose a los supuestos esfuerzos que su “gobierno” ha venido acometiendo en la extracción de petróleo y en el proceso inversionista en el sector turístico: “con el recrudecimiento del bloqueo y las 243 medidas, se cortan todas las fuentes de ingreso que propiciaban esas oportunidades y potencialidades que hemos ido desarrollando”. ¿Las 243 medidas de Donald Trump fueron la causa eficiente para el estallido de la protesta social en Cuba? Yunior García, del 27N podría rebatir lo dicho por el hombre de paja, cuando, luego de ser puesto en libertad, se refirió a su arresto en L y 23 en el Vedado: “…dejamos clarísima nuestra posición y nuestras ideas de cambio, en un país que no frena su caída al barranco, con una aguda crisis sanitaria, sin medicamentos ni comida, con una inflación galopante, una deuda impagable, tiendas en moneda extranjera que se expanden como pulpos, un país que se llena de hoteles mientras el fondo habitacional sufre un perenne peligro de derrumbe y los hospitales no dan abasto. Un pueblo donde crece el descontento, el desabastecimiento crónico, los apagones, los presos de conciencia”.

 

Habría que agregar también, un país donde la agricultura es un fracaso por los métodos burocráticos de su gestión, por las prácticas incorrectas de laboreo de las tierras, el regadío y el cultivo. Un país donde más del 75% de sus suelos agrícolas sufren profundas degradaciones, de erosión laminar y eólica, y de salinización. Un país donde su gobierno destruyó su antes poderosa industria azucarera; un país que arruinó su ganadería; un país cuyo gobierno se mantenía por los subsidios que le brindaba un imperio extranjero, que no supo capitalizar recursos; pero con recursos para levantar prisiones por todo el país, para invertir parte de su presupuesto en propaganda política y en la manutención de sus órganos de prensa y televisivos, y vive del producto de las remesas de los cubanos en el extranjero, y de los recursos que provienen del turismo.

 

Las medidas de Trump fueron un elemento, pero no el fundamental de la crisis económica por la que atraviesa el país, esa ruina viene desde los inicios del régimen.

 

¿Qué se supone debe hacer el presidente de una república democrática ante masivas manifestaciones de protestas populares? Buscar el diálogo sin recurrir a la represión, aunque esto no siempre se cumple, como ha sido el caso, en Colombia y en Chile, durante los pasados disturbios populares de protestas en esos países. No obstante, ni el presidente Iván Duque, ni el presidente Sebastián Piñera osaron hacer lo que el hombre de paja de Cuba, Miguel Díaz-Canel se atrevió, hacer un llamado para enfrentar al pueblo contra el pueblo: "Estamos convocando a todos los revolucionarios del país, a todos los comunistas, a que salgan a las calles y vayan a los lugares donde vayan a ocurrir estas provocaciones (…) La orden de combate está dada: a la calle los revolucionarios".

 

De inmediato, actuó. Puso en movimiento a las brigadas de respuesta rápida, movilizaron a los militantes del PCC de cada centro laboral, confeccionaron rápidamente bates de madera, y llevaron en ómnibus a toda esa gentuza para salir a la calle y agredir a sus propios hermanos. ¿Qué hubo de común en las protestas en Colombia y Chile? ¡La desigualdad social! En ambos casos, debida a las políticas económicas impuestas por el neoliberalismo. ¿Qué diferencia o similitud hubo entre las protestas chilenas y colombianas con el estallido de protestas en Cuba? Similitud, la desigualdad social debida al fracaso económico del sistema comunista; diferencias, ¡muchas! En Colombia y en Chile no existe un Estado policiaco, existe el derecho a la opinión, el derecho de manifestación, el derecho de libre organización política, existe el periodismo libre, existe una sociedad civil que puede expresarse libremente; ¡Nada de eso existe en Cuba! En Chile y en Colombia, los detenidos en movimientos de protestas son puestos en libertad de inmediato; en Cuba hay varios centenares de detenidos, muchos de ellos se desconoce su paradero y todos, están expuestos a la venganza de la tiranía; serán llevados a los tribunales y sometidos a juicios sin las debidas garantías procesales y sin el asesoramiento de abogados.

 

El New York Times, refiriéndose al caso chileno cita a John Polga-Hecimovich, experto en América Latina de la Academia Naval de Estados Unidos, cuando este dijo que los disturbios en Chile y las crisis similares que han sacudido a la región en los últimos meses deberían alertar a las élites políticas: “Esta podría ser la llamada de atención que algunos de estos gobiernos y partidos políticos necesitan para mejorar su representación y gobernanza”; algo de lo que absolutamente carece el régimen totalitario del PCC.

 

Ante la respuesta del régimen cubano de perseguir y criminalizar a los que osaron pedir cambios y libertad, la comunidad cubana en Estados Unidos respondió con manifestaciones de rechazo. Indignación e ira había entre los cubanos. Se repetía lo mismo en diferentes ciudades del mundo donde existen comunidades cubanas. En Washington, frente a la sede de la embajada cubana, amaneció una enorme pintada de CUBA LIBRE sobre la calle que da acceso a esa sede. ¿Una sola voz de repudio? Solo en apariencias, porque la comunidad cubana está dividida en cuanto a la respuesta que Estados Unidos debe darle al régimen de La Habana.

 

Están aquellos que exigen imponer medidas extremas contra la dictadura cubana, y están aquellos que rechazan tales propuestas y solicitan el levantamiento, no solo de las extremas sanciones económicas impuestas por Trump contra Cuba, sino también del embargo que Estados Unidos mantiene desde 1962. Los primeros, una abigarrada mayoría; los segundos, minoritarios. Y ambos grupos reclaman y le exigen a Joe Biden que acceda a sus peticiones. Los primeros, los más publicitados, como publicitados son los líderes inamovibles de las organizaciones de exiliados, que aparecen ante las cámaras de la televisión vistiendo de saco y corbata, acompañados de políticos de corte republicana y fuera de la multitud; no descienden de los estrados para fundirse con la gente que dicen representar. Detrás de sus propuestas se esconde un interés político, bien lejos de lo esencialmente cubano.

 

Así aparece Ron DeSantis, el gobernador de la Florida, con una propuesta interesante para bloquear el apagón de internet impuesto por el régimen del PCC para silenciar las denuncias durante los disturbios populares, y, de inmediato, la congresista republicana María Elvira Salazar suelta su gota de veneno: “Necesitamos la voluntad política del gobierno de Biden” ─ soltó, para luego agregar ─ “Y si el gobierno federal considera que no puede pagar los recursos, lo hará la comunidad cubana-estadounidense”. Biden responde entonces: "Cuba es, desafortunadamente, un estado fallido y está reprimiendo a sus ciudadanos. Han cortado el acceso a internet. Estamos evaluando si tenemos la capacidad tecnológica para restaurar ese acceso".

 

El sector moderado de la comunidad cubana le reclama a la Casa Blanca que cumpla sus promesas de aperturas hacia Cuba, aunque, en realidad este nunca dijo tal cosa, y hasta ahora no ha levantado las sanciones impuestas por su antecesor en el cargo; y declara: "Hay una serie de cosas que consideraríamos hacer para ayudar al pueblo de Cuba, pero requeriría una circunstancia diferente o una garantía de que el gobierno no se aprovecharía de ellos. Por ejemplo, la capacidad de enviar remesas a Cuba. No haríamos eso ahora porque es muy probable que el régimen confisque esas remesas o grandes porciones. (…) Estaría dispuesto a dar cantidades significativas de vacunas, si de hecho se me asegurara que una organización internacional administraría esas vacunas”. Claramente ha sido su respuesta; y esa respuestas la entiende bien el régimen del PCC.

 

Todos aquellos que, como amigos virtuales, me siguen en Facebook, o en las páginas de este blog, me conocen como un pertinaz detractor de las sanciones económicas no selectivas que Donad Trump impusiera sobre Cuba, porque las consideraba como más perjudiciales para el pueblo raso de Cuba, que para el régimen dictatorial. Pero, en estos momentos, si Biden accede a cumplir los deseos de aquellos que le reclaman el levantamiento de todas las medidas impuestas por Donald Trump, sería el peor error político que cometiera; sería como darle carta blanca a la tiranía del PCC para acometer tranquilamente todos los actos de violencia represiva que ha estado empleando para ahogar las protestas.

 

Pretender que el movimiento de protestas generado en la isla es consecuencia del endurecimiento del embargo, simplemente es un intento de descalificar la razón de las protestas. Si bien las medidas implantadas por Trump son un factor más de la ecuación social en Cuba, no es el determinante, como he expuesto más arriba. El régimen, de un portazo, ha cerrado las puertas a un relajamiento de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba. Como en 1996, cuando Bill Clinton se planteaba vetar la Ley Helms-Burton, el régimen de la isla, ante el reto que le planteaba Concilio Cubano, para dar un escarmiento, derribó a dos avionetas no artilladas de Hermanos al Rescate, obligando a Clinton a firmar el proyecto aprobado por el Congreso; ahora hace lo mismo, ante el espanto que le causaron las protestas multitudinaria, prefirió actuar violentamente sin importarle para nada, que ese acto eliminaría la posibilidad de un nuevo relajamiento en las relaciones entre los dos estados, colocando a Biden en una encrucijada política. El régimen del PCC ha minado y hecho estallar los “puentes de amor” que algunos cándidos y timoratos pretendían erigir, supuestamente a favor del pueblo cubano.

 

Por estas razones, resulta insultante el comunicado que recientemente publicara el capítulo de Florida del Black Lives Matter (BLM), un movimiento en respuesta a la violencia policiaca y al racismo. "Esta cruel e inhumana política instituida con la explícita intención de desestabilizar el país y socavar el derecho de los cubanos a escoger su propio gobierno, está en el corazón de la actual crisis cubana” ─ se afirma en el comunicado del BLM. Sin embargo, BLM habla sin sentido, haciendo omisión del hecho de que, el derecho de los cubanos a escoger su propio gobierno ha sido conculcado por la rigidez de un partido único que se mantiene en el poder sin la legitimidad que confieren las elecciones libres, competitivas y transparentes.

 

Y continúa el comunicado de BLM afirmando: “Desde 1962, los EEUU han provocado dolor y sufrimiento al pueblo de Cuba cortando el suministro de comida y medicinas, costando a la pequeña Isla un estimado de 130 billones de dólares". Sin embargo, los redactores del comunicado pecan por ignorancia o por convergencia ideológica con el régimen implantado en Cuba. En primer lugar, aceptan como bueno, sin un análisis crítico, el cálculo de afectaciones que ofrece el gobierno del PCC; pasan por alto un detalle; precisamente en lo del suministro de comida y medicinas, cuando, en realidad, dentro de las líneas del embargo está permitido el envío de ayuda humanitaria, así como la exportación de alimentos, aunque, en este caso, se exige el pago previo; además, está autorizada la venta de medicamentos aunque cumpliendo con determinadas condiciones de transacción.

 

Parece que no han tomado nota de lo asegurado por Erika Guevara-Rosas, directora para las Américas de Amnistía Internacional a la BBC Mundo: "Ellos [el gobierno cubano] han generado una narrativa como si se tratara de un bloqueo completo y se trata de un embargo económico y financiero, con todas las implicaciones que eso tiene en la vida de las personas". Precisó que, en la actualidad Estados Unidos es el principal exportador de alimentos y medicamentos a Cuba; y destacó que el 80% del consumo de carne y pollo de la isla proviene de Estados Unidos, aunque omitió decir que estos productos solo son accesibles para los cubanos en las tiendas MLC que hacen sus ventas ─ luego de satisfacer las necesidades de los altos mandos del Partido Comunista, las Fuerzas Armadas y el Gobierno ─.. en divisas y a precios elevados. Este es uno de los factores que más incidieron en la revuelta nacional.

 

Para concluir, en el comunicado de BLM se declara: "Cuba ha demostrado solidaridad históricamente con pueblos oprimidos descendientes de africanos, protegido a revolucionarios negros [por ejemplo la militante del Black Panters, Assata Shakur, condenada en Estados Unidos condenada por matar a un policía en Nueva Jersey en 1973], garantizándole asilo, apoyado las luchas de liberación negras en Angola, Mozambique, Guinea Bissau y Sudáfrica". Los líderes de BLM no toman en cuenta que el PCC ha mantenido siempre una política de discriminación hacia los negros, se ha repetido en los descalificativos que ha hecho de los miembros del Movimiento San Isidro; y no solo discrimina a los negros, sino también a todo aquel que disienta de la línea oficial, sin importar que sea negro, mulato o blanco, Los únicos que son considerados como personas, para el partido comunista, son los partidarios de la dictadura, los “revolucionarios”, para los cuales son las calles y las universidades. Realmente, cuando BLM se alinea a favor de la dictadura del PCC, toda su labor, toda su lucha, como organización, queda descalificada.  

 

Del otro lado de los moderados de la diáspora cubana ─ no hay puntos medios ─, están los “duros”, los inclaudicables, los que reclaman con mayor fuerza, los que piden acciones radicales en contra de la dictadura y hasta proponen, en un documento dirigido a la Casa Blanca acompañado de una inusitada cantidad de firmas, bombardeos “humanitarios” sobre La Habana. Y se van a Washington a presionar al presidente de Estados Unidos, so pena de que, si este no cumple con lo exigido, no contará con sus votos en la próxima campaña electoral, algo que, por supuesto, no le impedirá a Biden conciliar el sueño; bien conoce que muchos, prácticamente la mayoría de los procedentes de Miami, firmantes del documento de marras y de aquellos concentrados ante la Casa Blanca, no votaron por él, que son ardientes seguidores de Donald Trump, que en Miami  hicieron actos de protesta alegando, como Trump, que se había cometido fraude electoral y que le acusaban de ser hasta comunista. Bien saben que Estados Unidos no invadirán a Cuba con sus tropas; así lo hicieron saber los senadores Bob Menéndez, demócrata y Marco Rubio, republicano.

 

Aunque Estados Unidos ha ejecutado operaciones militares sin el aprobado del Congreso, como fue la invasión a Panamá para derrocar al general Noriega y la invasión a Granada, también Estados Unidos se han inhibido de intervenir en otros países para restaurar “la justicia”. Trump, aparte de sus “todas las opciones sobre la mesa” no envió a los marines contra Venezuela a pesar de que durante las protestas populares del 2017 hubo entre 127 y 157 muertes; ni tampoco contra Nicaragua, donde en siete meses de protestas contra el régimen de Daniel Ortega se produjeron 535 muertos. En Birmania luego del golpe de estado propinado por el ejército, la soldadesca acribilló a los manifestantes no violentos con un saldo de 110 víctimas; Estados Unidos no intervino militarmente, como no intervino en Tailandia, como no intervino en Bielorrusia donde, durante las protestas populares, se hicieron 35 000 arrestos y miles fueron golpeados por los sicarios de Aleksandr Lukashenko. Ellos lo saben, pero están frente a la Casa Blanca siguiendo el libreto que otros les han trazado. Indigna ver que haya quienes se aprovechan del dolor y de la ira de la diáspora cubana en Estados Unidos para adelantar sus propias agendas políticas, o impulsar ruines intereses personales. Por Cuba se requiere una voz, fuerte, enérgica, independiente y sin la demagogia de algunos políticos. Una voz unitaria, no los clamores de los oportunistas de siempre. Una voz, en fin, que se pronuncie en cubano.

miércoles, 14 de julio de 2021

LAS PROTESTAS MASIVAS EN CUBA

 

Mario J. Viera

 


Cual un tornado que se precipitara inesperadamente sobre un territorio, así han sido las olas de protestas masivas que se han producido a todo lo largo y ancho de Cuba, tomando desprevenidos, no solo al régimen dictatorial del PCC sino, incluso, al propio movimiento opositor interno en la isla. El pueblo ha alzado su voz. La resistencia noviolenta crece imparable. El pueblo, al que muchos acusaban de indolente, se ha lanzado a las calles reclamando libertad y el cese del gobierno usurpador de Miguel Díaz-Canel.

 

A lo largo de más de seis décadas el pueblo cubano ha estado a merced y al arbitrio de un régimen totalitario; régimen intransigente, represor e inepto en la conducción del Estado. Suprimidas las libertades fundamentales a las cuales todo ser humano tiene derecho, el disenso criminalizado y deshumanizado el disidente hasta presentarle como sabandija, gusano o cucaracha que hay que aplastar, destruir, eliminar. Y, para ello, en 1991, el régimen crea sus brigadas parapoliciales de respuesta rápida que no se inhiben ni siquiera ante el asesinato. El cubano se tragaba sus frustraciones, aguantaba. Sus agravios los liberaba huyendo del país, hasta arriesgando la vida en intentos de cruzar el Estrecho de la Florida en embarcaciones endebles. No había otro modo, Cuba se convirtió en una gigantesca cárcel donde todos era vigilados y acechados. Se produce el asalto a la embajada del Perú. Cientos de cubanos penetran en aquella sede en busca de un escape, llega el Mariel y luego la crisis de los balseros de 1994.

 

¿Qué quedaba de aquel cubano rebelde y arisco que se levantaba con furia frente a sus opresores? “Ni los palmacristazos del machadato, ni los ajusticiamientos extrajudiciales del batistato conducidos por verdugos con uniformes militares, como Ventura Novo, Masferrer o Carratalá representaron la merma total de los derechos como sucede en la Cuba de hoy”, como un día escribí comentando sobre la postergada rebelión cubana. Sorprendía la falta de energía que aquejaba al cubano, hasta tal punto que no concordaba con aquel levantisco que se rebeló contra los abusos del coloniaje español, que arma en mano, en manifestaciones públicas, en actos de desobediencia civil y de huelgas echó por tierra al gobierno tiránico de Machado y supo enfrentarse a los matarifes de Fulgencio Batista. Aquel cubano colectivo que apoyó la revolución auténtica de 1933 retando la amenaza de los barcos de guerra americanos fondeados frente a la bahía de La Habana. Aquel cubano ¿Dónde había quedado relegado? Sin embargo, todo tiene un límite, incluso hasta para el miedo. El miedo se pierde en el conjunto unido, unos a otros contagian el valor. Entonces se producen conatos de resistencia

 

El primero de julio de 1993 se produce el amotinamiento de Claro de Luna en Cojímar, donde, prácticamente todo el pueblo se levantó frente a la dictadura; el 5 de septiembre de 1994 con el "maleconazo"; la clarinada del 27 de noviembre de 2020 con la plantada frente al Ministerio de Cultura. Hechos estos que han marcado hitos históricos de la postergada rebelión cubana, para culminar con estas últimas manifestaciones de rebeldía nacional que se iniciaron el 11 de julio en la apacible ciudad de San Antonio de los Baños, para luego extenderse por contagio a otras localidades en todo el territorio nacional.

 

Manifestaciones estas que son excepcionales, gigantescas, aunque idénticas a las anteriores por su espontaneidad, no organizadas, no planeadas. Representan un despertar, una demostración de que el miedo se está perdiendo, pero la espontaneidad, si no se le conduce, a la larga se apaga. Ahí es donde hay que trabajar: ¡Hay pueblo! Solo se requiere organizar las protestas aplicando una estrategia inteligente de lucha y movilización.

 

Estas de ahora, son el rostro verdadero del cubano que ha perdido el miedo, que se busca a sí mismo y se une y levanta su voz, al grito de "Patria y Vida" y "No tenemos miedo". Pero la espontaneidad, en política, es frágil, por eso lo que se requiere es la organización y el plan estratégico de lucha noviolenta para que no se apaguen las protestas. Ahí está la masa para hacer la obra, solo se necesita la voluntad de trabajar en ese empeño.

 

La tiranía tomada inicialmente de sorpresa, de inmediato reacciona. El fantoche de Raúl Castro colocado si consenso nacional al frente del Gobierno, Miguel Díaz-Canel lanza un llamado desde la televisión a la violencia, a la guerra entre cubanos: Estamos convocando a todos los revolucionarios de nuestro país, a todos los comunistas, a que salgan a las calles en cualquiera de los lugares donde se vayan a producir estas provocaciones hoy, desde ahora y en todos estos días”; y ratifica que las calles son de los “revolucionarios”, de esos que han vendido sus almas a la mentira y al deshonor; de esos que son los únicos que la dictadura reconoce como cubanos. Y agrega el usurpador Díaz-Canel: “Somos muchos los revolucionarios en este pueblo que estamos dispuestos a dar la vida y eso no es por consigna, es por convicción. Tienen que pasar por encima de nuestros cadáveres si quieren enfrentar la Revolución, y estamos dispuestos a todo y estaremos en las calles combatiendo”. Magníficas declaraciones que hubiera querido pronunciar Augusto Pinochet.

 

Ya se ven los resultados. La represión brutal de una jauría de sicarios ─ que debieran considerarse como traidores a la patria donde nacieron ─ contra un pueblo que la única arma que blandía era su indignación y su coraje. Violencias desmedidas que dejan pequeñas las de la dictadura de Fulgencio Batista.

 

Entonces el exilio cubano en Miami reacciona. Un fuerte apoyo al pueblo que en las calles de Cuba se enfrenta a la tiranía. Bueno es apoyar al hermano que lucha en condiciones desiguales con sus opresores. Pero algunos, van más allá del simple apoyo moral, quizá para aplacar sus cobardías cuando vivían en Cuba, y reclaman una intervención del ejército de Estados Unidos en la isla, intervención militar que denominan “humanitaria” como si las bombas, los misiles, los cañonazos lanzados desde destructores atracados frente a la Bahía de La Habana pudieran tener carácter humanitario. Y se van en caravana a Washington D.C, para reclamar, para exigir al presidente de los estadounidenses, al mismo que muchos de los que van en la caravana han acusado de comunista y de haber cometido fraude electoral, que movilice al cuerpo de marines para lanzar la humanitaria intervención militar en Cuba. Se olvidan de algo esencial, que Estados Unidos, como lo declaró el senador demócrata Bob Menéndez y el senador republicano Marco Rubio, no invadirá militarmente a Cuba. Se olvidan de algo elemental, que la liberación cubana solo puede alcanzarse en cuba por los cubanos por medio de la resistencia armada o la resistencia noviolenta o por una mezcla de ambos métodos de resistencia.

 

El momento ahora, no es pedir cobardemente que otros nos conquisten la libertad con sus fuerzas armadas; el de ahora es momento de estricto apoyo al pueblo cubano, a su resistencia; el momento de ahora es denunciar en todos los foros internacionales; el momento de ahora es sentar al gobierno usurpador de Cuba en el banquillo de los acusados en el Consejo de Derechos Humanos. El momento de ahora es dejar a un lado las banderías que dividen al exilio, sin poses de libertadores. La explosión social está a las puertas y el régimen, asustado, como hacen las fieras, morderá y lanzará zarpazos. Ahora hay que mantener la vigilancia frente a las acciones represivas del gobierno usurpador. No es momento para aflojar las medidas económicas que acorralan al régimen, porque el pueblo está en las calles. La acción criminal de la tiranía en contra de los que reclaman libertad, ha anulado cualquier intento de mejorar relaciones diplomáticas y de tender esos supuestos "puentes de amor" que algunos ingenuos promueven.

 

Se requiere ahora reagrupar las fuerzas, elaborar una estrategia de lucha inteligentemente elaborada, formar comités cívicos de apoyo a la resistencia y organizar las movilizaciones, dirigirlas para alcanzar los objetivos que se persiguen. Hay que captar a los mandos intermedios de las fuerzas armadas cubanas y de la policía, para que apoyen al pueblo o para que no tomen parte en los actos represivos.