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jueves, 26 de mayo de 2016

Palabras a los cristianos fundamentalistas


Mario J. Viera

Jesús (Yehshua) es la negación personal de la vieja ley. Se presenta ante las multitudes como un hombre común, semejante a aquellos que escuchaban su prédica, como un sencillo provinciano, sin rangos, sin estudios. No provenía del sacerdocio. Él era como Juan (Yojanán) el bautista, tal vez algunos le vieran como un hasidei, un esenio. Y, aunque sus seguidores le llamaban Rabbi, Maestro, no era propiamente un rabbi, es decir, no era un escribano maestro de la Ley.

Yehshua no sale a buscar a los sabios, a los bien vestidos, a los poderosos, sino a los humildes, a los desdichados, a los olvidados y marginados. Y cuando se reúne con los humildes les ve como son: “la sal de la tierra” y sin ellos, los humildes, los que doblan sus lomos sobre un arado, que sudan cavando la tierra, que levantan suntuosos edificios que no habitarán, si la sal pierde su sabor ¿qué será del mundo?

Jesús no estableció sacerdotes; él mismo no ejercía como sacerdote; no puso a ninguno de sus discípulos sobre los otros. No sacramentó a ninguno de sus discípulos como sacerdotes, sino como apóstoles, palabra que proviene del griego Απόστολος empleada en la redacción de los escritos del Nuevo Testamento que quiere decir “enviados”; enviados para propagar sus enseñanzas. Tampoco diferenció a sus discípulos por prominencias o categorías; todos eran iguales. En el libro de Marcos (9:35) se dice al respecto: “Yehshua se sentó, llamó a los doce discípulos y les dijo: ‘Si alguien desea ser el primero, será el último de todos y el servidor de todos’".

Es la sencillez, la humildad sincera. Ninguno de los mortales es superior a otro mortal. El que quiera ser el primero, que se haga el último. ¿Líderes? ¿Caudillos? No, el cristiano no se inclina ante líderes y caudillos, ante políticos carismáticos y de hablar florido. El cristiano elige, razona, no ofende al que difiera de su opinión y solo ha de buscar la Verdad; pero la verdad, “¿qué es la verdad?”, preguntó Pilato. En este mundo terrenal, cada cual tiene su propia verdad.

Yehshua nunca fue a adorar en el Templo; oraba en el desierto, oraba en un monte, pero asistía al Templo solo para predicar y enseñar. Ese es el Templo sagrado, la naturaleza entera; entonces cuando el hombre descuida el ambiente, cuando contamina los mares, destruye las especies silvestres y contamina la atmósfera sin que nada detenga su ambición, el hombre está mancillando el Templo, está contaminando el Templo, entonces es que hay que expulsar a los mercaderes del templo, a los que solo piensan en sí mismos.


Vivimos en sociedad y la sociedad impone inter relaciones entre sus miembros y entre unos y otros hay acuerdos y desencuentros, coincidencias de ideas o contradicciones y no necesariamente tienen que, ni deben ser, antagónicas. ¿Por qué has de imponer dentro del conjunto social donde habitas tus propios conceptos como si fueran válidos para todos como dogma de fe? Y la fe, ¿por qué quieres llevar tu fe, tus creencias religiosas a lo político? No mezcles religión y política, porque ambos conceptos tienen sus propias dimensiones, sus propios espacios. No por ello dejarás de ser menos cristianos; ¿acaso Yehshua (Jesús) no dejó dicho: “Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios” ?; ¿por qué quieres imponer tu ideología a toda la poli?; ¿por qué quieres juzgar a todos con tu propio rasero de fe religiosa? Jesús separó muy claramente lo político de lo religioso