lunes, 23 de marzo de 2020

LA PANDEMIA ECONOMICA DEL CORONAVIRUS


Mario J. Viera



El Covid-19 nos está llevando ante una crisis económica de grandes proporciones. La mano invisible del mercado para corregir la economía ha quedado impotente ante uns situación, no generada propiamente por deficiencias del sistema capitalista, sino por el no previsible ataque de un agente invisible y letal, como es el nuevo coronavirus. El neoliberalismo económico demuestra su incompetencia, no solo por el hecho de generar un alto grado de diferenciación social, sino por su incapacidad para resolver a tiempo una crisis económica ─ originada por la pandemia viral ─ que puede también convertirse en una verdadera pandemia económica  

Tal como lo presenta Amanda Mars en un artículo que apareció en la edición de el diario español, El País:

“Al final, siempre emerge la figura de John M. Keynes, que defendía que los mercados no se corregían solos ante una crisis severa, que ni siquiera la política monetaria bastaba y que hacía falta el brazo fiscal del Gobierno, el gasto público y los estímulos para reactivar un país

La frase representativa, marca fundamental de la ideología del republicanismo, pronunciada por Ronald Reagan al tomar la presidencia, “El Gobierno no soluciona problemas, el Gobierno es el problema”, no siempre puede mostrarse como dogma infalible. La desregulación de los sistemas financieros no siempre soluciona problemas, las desregulaciones, la política de bajos impuestos a las grandes corporaciones, es el problema.  Esto quedó demostrado por la política del New Deal que impulsó Franklin Delano Roosevelt entre 1933 y 1930 basándose en un amplio programa social que amparaba a las capas más pobres de la población, amparaba el sindicalismo y creo la Ley de Seguridad Social; y en las propuestas del economista John M. Keynes para reformar los mercados financieros y darle un nuevo impulso a la economía que había estado afectada por el crac de 1929. Roosevelt había salvado al sistema de economía capitalista.

La crisis del Covid-19 ha asaltado a toda la política neomonetarista de Milton Friedman, impuesta en el país desde la era de Ronald Reagan, con numerosas desregulaciones, con un sistema sanitario costosísimo que más que sistema de salud es mercado económico y, junto a ello, un elevadísimo déficit presupuestario incrementado con la nueva política fiscal impuesta por Donald Trump. Esta crisis demuestra la falsedad de la mano invisible del mercado. y pone en evidencia las grandes diferenciaciones sociales a tal punto que florecen políticas reformistas de gran radicalismo, como las impulsadas por Bernie Sanders. Y como bien expone la articulista de El País: “No se puede calcular aún la duración (de esta crisis del Conavid-19), pero sí va a resultar más abrupta que la de 2008 y la recesión global se da por descontada. Washington advierte de que la tasa de paro puede alcanzar el 20%, una aberración en un país con escasa red social acostumbrado a casi el pleno empleo”.

Es necesario hacer un alto, y emprender las reformas económicas que requiere el país, de lo contrario, jamás se saldrá de los conflictos sociales, cada vez más agudos, y de las negativas consecuencias de un sistema económico que se comprueba más discordante, al funcionar solo para las grandes corporaciones y en perjuicio de la clase media y de las clases trabajadoras; tenemos que volver al momento en que nos encontrábamos antes de la llegada de Ronald Reagan al gobierno. Renovar el New Deal de Roosevelt y tomando como partida el gobierno obamista, profundizar en la necesidad de ampliar el Obamacare, reformarlo, hacerle más inclusive. No dudar, ni por un minuto en implantar las necesarias regulaciones al sistema financiero, y codificarlas, tal como se hiciera con la Ley Helms Burton, para que un presidente, de manera festinada y en concurrencia con los intereses creados, no pudiera levantarlas.  

Hay que ponerle freno al ángel exterminador que hoy asume la forma de un virus agresivo y letal como es el Covid-19, y que ha asumido diferentes formas como el calentamiento global, en gran parte provocado por le emisión de gases contaminantes a la atmósfera, por la desregularizada industria de los combustibles fósiles, y sus secuelas de epidemias, sequías, inundaciones, oleadas de nevadas, y de huracanes y tornados siempre más intensos y destructores.

sábado, 21 de marzo de 2020

CUBA: DOS BARCOS, DOS DESTINOS Y DOS EPOCAS


Mario J. Viera
 
El SS St. Louis frente al Malecón Habanero
Los dos barcos: el primero fue el trasatlántico alemán MS Saint Louis que llegara al Puerto de La Habana el 27 de mayo de 1939; el segundo, el crucero británico MS Braemar que atracó en el Puerto del Mariel este 17 de marzo. Dos destinos diferentes tuvieron los pasajeros de ambas embarcaciones. En el Saint Louis llegaban 930 judíos con visas para desembarcar en Cuba en busca de refugio. En el MS Braemar, llegaban 682 pasajeros, en su mayoría turistas italianos, colombianos, australianos, canadienses, irlandeses, británicos, holandeses, noruegos, suecos y japoneses, ninguno con visas para desembarcar en Cuba; pero mientras que al primero no se le permitió que sus pasajeros desembarcaran en Cuba, el segundo recibió la buena acogida gubernamental. Dos épocas diferentes, en 1939 en Cuba regía un gobierno supuestamente democrático, en tanto que ahora, Cuba es regida por un gobierno totalitario.

Desde finales de febrero el MS Braemar de la Fred Olsen Cruise Lines, surcaba. las aguas del Caribe. Todo normal, hasta que arribó al Puerto de Cartagena en Colombia donde desembarcó una estadounidense que fue diagnosticada con el coronavirus. Ahí comenzó la odisea del crucero, cuando puso proa hacia el puerto colombiano de Barranquilla, ya abordo había cinco casos de contagios, cuatro pasajeros y el médico de la nave habían adquirido el Covadid-19. La nave impedida de entrar en Barranquilla, se dirigió a Curaçao intentando hacer puerto en Willemstad. Un nuevo rechazo. En el puerto de Bridgetown de Barbados se le niega la entrada al Braemar. Navegando bajo bandera de Bahamas, hacia allá se dirige, pero el 13 de marzo el gobierno de Nassau, considerando que lo hacía para proteger la salud y la seguridad de los habitantes de las Bahamas le prohibió tocar puerto. En aguas cercanas a Bahamas se mantuvo anclada la nave con sus 682 pasajeros, sus 381 miembros de la tripulación, los cinco contagiados y alrededor de 40 entre pasajeros y tripulantes aislado por presentar síntomas del coronavirus. Aguardando recibir suministros y asistencia sanitaria.


El 13 de marzo el gobierno británico le hace una solicitud de apoyo al gobierno de Cuba. En un comunicado el Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba expresó: "Ante la urgencia de la situación y el riesgo para la vida de las personas enfermas, el Gobierno de Cuba ha decidido permitir el atraque de esta embarcación y adoptará las medidas sanitarias establecidas para recibir a todos los ciudadanos a bordo".

Bastó solo esta declaración del gobierno cubano para que se levantaran voces críticas dentro de un importante sector del exilio cubano. Poco antes, ese mismo sector del exilio, movilizado por un ridículo y oportunista “influencer”, había realizado un desfile en automóviles reclamando del gobierno de Donald Trump más severas sanciones económicas en contra de Cuba; ahora ese mismo exilio se indignaba y rugía en contra de la irresponsabilidad del gobierno de La Habana exponiendo al pueblo a un contagio masivo del coronavirus. ¡Siempre estos parlanchines hacen el ridículo! Cuando el Braemar hizo puerto en Mariel, de inmediato el gobierno cubano, siguiendo “los protocolos establecidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Ministerio de Salud Pública de Cuba” ─ como afirmó el Ministerio de Salud Pública ─ fueron desembarcados todos los enfermos y los británicos a bordo y trasladados de inmediato desde el puerto del Mariel hasta la pista del Aeropuerto Internacional José Martí, donde el gobierno británico ya tenía dispuestos cuatro vuelos chárteres. para de inmediato llevarlos a Gran Bretaña.

Ahora desde el exilio no se menciona el “posible riesgo a la salud” de la población en Cuba. Ahora el alegato es diferente y falaz. CiberCuba habla de “una fuente de la Aviación Civil de Cuba” que dice que el gobierno de la isla “cobraría más de dos millones de dólares norteamericanos en concepto de servicios aeroportuarios para la evacuación de pasajeros y tripulantes”. La credibilidad de la anónima fuente, es la credibilidad que cualquiera le quiera dar. Pero hay algo más, según lo cita la página digital germana DW. John S. Kavulich, presidente del Consejo Económico y Comercial Estadounidense-Cubano, con sede en Nueva York, duda que la decisión del gobierno de Cuba “obedezca solo al altruismo”. Kavulich habla de que “años atrás” Rusia y China, por razones de salud, suspendieron la compra de carne de ave y cerdo de Estados Unidos, lo cual no hizo Cuba y "se ganó la gratitud" de quienes representan los intereses agropecuarios estadounidenses; entonces dice: "Lo que ha hecho Cuba al permitir la entrada al crucero de Gran Bretaña es similar; Cuba recibirá reconocimiento de la comunidad internacional, en especial del gobierno de Boris Johnson, de la Unión Europea y de la ONU. Genial de su parte”.  

¡Qué difícil es hablar de Cuba en estos tiempos de COVID-19! Todo se enreda en un mar de especulaciones, en la consabida desconfianza hacia el régimen que allí impera, y en el desprecio que muchos "exiliados" hacen gala del pueblo cubano. Yo creo en Cuba, eso en primer lugar. No creo en su gobierno, pero creo en Cuba y en los cubanos.

Quizá el malgobierno cometa errores en el manejo de la epidemia, no puedo asegurarlo, pero el médico cubano, el profesional de la salud cubano, son, por encima de ideologías, cubanos. Conozco a mi pueblo y sé que ningún cubano se negará a hacer el mayor de los sacrificios para evitar la propagación extensiva de la epidemia. Sé, lo conozco de primera mano, que todos los médicos, todos los investigadores en microbiología cubanos se dedicarán por entero a combatir la enfermedad, sin medir tiempo. El médico cubano ama a su profesión, la lleva en su pecho, no es médico por la paga es médico porque lo es.

En 1939 el buque MS Saint Louis, de la compañía naviera Hamburg-Amerika Line (HAPAG) había zarpado con destino a Cuba desde el puerto de Hamburgo; abordo iban 937 pasajeros, de los cuales 930 eran refugiados judíos y del total, 158 eran niños (la mayor parte eran ciudadanos alemanes, algunos eran de Europa oriental, unos pocos eran “apátridas”). Huían de la amenaza nazi y ansiaban encontrar asilo y refugio en Estados Unidos, Canadá y Cuba. La prensa derechista de Cuba, entre las que se destacaban el Diario de la Marina, propiedad de la influyente familia Rivero, y Avance, propiedad de la familia Zayas, que habían apoyado a Franco, ante la inminente llegada del barco a Cuba exigían al gobierno cubano que no continuara admitiendo más refugiados judíos, como los 2 500 que ya había recibido como refugiados.

En realidad, la negativa del gobierno de Laredo Bru de negar a darle asilo a los judíos del Saint Louis se debía a presiones del Secretario de Estado de Estados Unidos, Cordell Hull, y del Secretario del Tesoro, Henry Morgenthau, con el pretexto de que las cuotas para los potenciales emigrantes provenientes de Europa central estaban ya cubiertas en los Estados Unidos. El Saint Louis luego de viajar hacia Key West y más tarde a Canadá sin que fueran acogidos los refugiados volvió proa hacia Europa, hacia el puerto de Amberes, desde esa ciudad los 907 pasajeros judíos lograron refugio en Bélgica, Reino Unido, Francia y los Países Bajos, aunque más de 250 de ellos terminarían siendo asesinados en los campos de exterminio nazi.

Hoy, se está corrigiendo aquella falta de humanidad, al recibir a los pasajeros del MS Braemar, lástima que la rectificación la haya llevado a cabo un gobierno criminal como el que dirige el partido comunista de Cuba.