Mario J. Viera
“En
un mundo de metáforas gastadas, dominado por un canibalismo lingüístico zombi,
la idea de un significante abierto permite multiplicar las posibilidades y los
lenguajes. Un significante abierto se abre a todas las ideas por no estar,
precisamente, capturado aún. Los sucesos de San Isidro, el 27N Y el 27ENE
mostraron de nuevo la posibilidad o todas las posibilidades a la vez, no
definidas o capturadas aún”. (Yoandy Cabrera)
Todo movimiento social, como pudieran ser
esas convulsiones de fuerzas sísmicas o huracanadas, que son las revoluciones, tienen
sus antecedentes, presentes siempre como condición primicia, como ley de la
historia, si verdaderamente existiera el determinismo histórico, en un
movimiento intelectual que impulsa e ilumina. Eso fue el Iluminismo o la
Ilustración, fuente inspiradora de las revoluciones de las trece colonias de América
del Norte de 1776 y de Francia, 1779. Surgido a finales del siglo XVII y
mediados del XVIII. Sus principales impulsores fueron Voltaire, John Locke, Montesquieu y Jean Jacques
Rousseau.
Immanuel Kant
definió la Ilustración diciendo:
“La Ilustración significa el abandono del
hombre de una infancia mental de la que él mismo es culpable. Infancia es la
incapacidad de usar la propia razón sin la guía de otra persona. Esta puericia
es culpable cuando su causa no es la falta de inteligencia, sino la falta de
decisión o de valor para pensar sin ayuda ajena. Sapere aude «¡Atrévete a
saber!» He aquí la divisa de la Ilustración”.
Al igual que el antecedente de la
revolución bolchevique de 1917, se inspiró en antecedentes intelectuales, como
los trabajos de Henri de Saint Simon, las obras de Proudhon, Bakunin, y Karl
Marx.
En la década de los 70 surge en Cuba un
movimiento civilista, basado en la confrontación no violenta contra el régimen
del Partido Comunista de Cuba (PCC) y en la defensa de los derechos humanos. Su
fuente de inspiración se encontraba en la Declaración de los derechos del
hombre de la Revolución Francesa, la Declaración de Independencia de los
Estados Unidos, la Declaración Universal de los Derechos Humanos, la Carta 77
de Checoslovaquia, la Perestroika y el Glásnost de Gorbachov, y los trabajos de
Andrei Sajárov. Entre los iniciadores del movimiento civilista, un movimiento
sin antecedentes que lo convertía en un dolor de cabeza para el castrismo, “Un
nuevo tipo de contrarrevolución ─ lo denominó Fidel Castro ─ que escapan a la
vigilancia de los CDR”, se encontraban Ricardo Bofill, Ariel Hidalgo, la Dra. Marta
Frayde, Elizardo Sánchez, Adolfo Rivero Caro, Edmigio López Castillo, Félix
Fleitas, los periodistas, Rolando Cartaya y Tania Díaz Castro, Samuel Martínez
Lara, los hermanos Gustavo y Sebastián Arcos Bergnes, y Oscar Peña.
Ahora parece que, un nuevo movimiento
contestario de jóvenes artistas, agrupados dentro del todavía informe Movimiento 27 de Noviembre, estará retornando
a los inicios; ¿será así?
Yoandy Cabrera, en un artículo que titula “San
Isidro, el 27 N y el 27 ENE ante el canibalismo retórico oficial”, aparecido en
la revista digital Rialta, con fecha 28 de enero de 2021, cita lo que Luis
Manuel Otero Alcántara expresó en la directa de la periodista independiente Iliana
Hernández en CiberCuba Noticias,
en relación a los actos represivos que el Movimiento San Isidro (MSI) enfrenta:
“‘lo único que tenemos que verdaderamente nos salva es la poesía y el arte’, y
agregó que, ha estado más de 60 veces en un calabozo, ese tiempo estando
detenido podría dedicarlo a leer poesía, un acto que, reconoce, nos conecta con
las energías creativas y liberadoras”. Y agrega Cabrera: “[Katherine] Bisquet
lo interrumpe, llena de energía, y comienza a mencionar y a mostrar a algunos
de los poetas que irán leyendo: Quevedo, Dylan Thomas, Lorca, Vallejo, Rafael
Alcides, Whitman y Sor Juana entre ellos”. Y pienso yo, quizá Bisquet, cuando
menciona a Francisco de Quevedo estuviera pensando en aquellos versos del
poeta: “No he de callar, por más
que con el dedo, / ya tocando la boca
o ya la frente, / silencio avises o
amenaces miedo. / ¿No ha de haber un
espíritu valiente? / ¿Siempre se ha
de sentir lo que se dice? / ¿Nunca se ha de decir lo que se siente?”
“El divorcio entre poesía y disidencia,
entre intelectualidad y oposición en Cuba durante las últimas décadas ─ anota
Yoandy Cabrera ─ se ha ido resquebrajando cada vez más en los años recientes.
Que artistas, críticos, académicos y escritores cada vez con más frecuencia se
unan y se enfrenten al gobierno cubano, tanto dentro como fuera de la isla,
evidencia un cambio fundamental dentro de la conciencia cultural cubana”. ¿Es
esto exacto?
Y en ese cambio fundamental, Yoandy
Cabrera pone como ejemplo “la obra de
algunos jóvenes disidentes de los últimos años, como es el caso de Orlando Luis
Pardo Lazo”, un bloguero que actualmente reside en San Luis, Missouri, y
que sigue la tónica de la ultraderecha republicana y trumpera, cuando califica
al Partido Demócrata de Estados Unidos como un partido “que sufraga tiranías
totalitarias’ (“Barack Obama, el negrero en jefe y la muerte cubana”. Panam
Post, 4 enero, 2016) o cuando condena acremente a los cubanos que intentan
llegar a Estados Unidos “en fila india a
lo largo y estrecho de Centroamérica”, y luego agrega: “Pero el objetivo de esta nueva hégira no es
ya convertirse en emigrantes y mucho menos en exiliados. Estos forajidos del fidelismo se alejan de Fidel sólo de
mentiritas, para enseguida sumarse a la
sumisión de esa factoría castrista que se llama Miami” (Cubanos, un no-pueblo unido por
el castrismo en la isla y el exilio. Panam Post, 17 noviembre, 2015); o
cuando contesta a un artículo de Carlos Alberto Montaner bajo el título “¿Por
qué no me gusta Donald Trump?” con la riposta. “¿Por qué sí me gusta Donald
Trump?” (CiberCuba, 5 de octubre de 2020) donde enjuicia las opiniones
expresadas por Montaner, calificándolas como no ser exactamente las propias de
Montaner, “sino un copy-and-paste de la
trumpofobia infantil que la izquierda norteamericana se inventó tan
tarde como el martes 16 de junio de 2015, cuando Trump finalmente se lanzó en
serio como candidato presidencial Republicano, bajando las escaleras homónimas
de la Trump Tower neoyorkina”.
¿Por qué, sí le
gusta Trump a Orlando Luis Pardo Lazo?; porque para él, a pesar de los defectos
que él mismo le reconoce al expresidente, “Trump
entraña resistencia a esos buenos modales que prodigan no pocos caudillos
de cuello y corbata. Y, en este sentido, Trump es un presidente proletario
sin los paternalismos del proletariado, cuyos trompones de cheer-leader han
cortado de cuajo 16 o más años de monopartidismo Demócrata en los Estados
Unidos. Ese despertar popular los Demócratas no se lo perdonarán por el
resto del siglo XXI. Su legado, toda vez en manos de los académicos, habrá
de ser el lodo, pero a Trump le asiste constitucionalmente el derecho de
disfrutarlo por otros cuatro años, de ser esa la voluntad del electorado
nativo, no la mía ni la de Carlos Alberto Montaner (dos ciudadanos
naturalizados: es decir, extracomunitarios)”.
Y continúa
diciendo Yoandy Cabrera, que si “algo
diferencia a parte de la nueva intelectualidad cubana (de dentro y fuera de la
isla) que publica en espacios como
Diario de Cuba, Cubanet, Rialta Magazine, Hypermedia, El Estornudo, CiberCuba,
Árbol Invertido y demás espacios independientes es que han roto esa división
entre oposición e intelectualidad que tan bien ha aprovechado e impuesto el
gobierno cubano en los últimos 60 años”. Una conclusión errónea que hace
olvido del inicio del movimiento de derechos humanos de Cuba y principio de
todo el movimiento disidente/opositor que había crecido a partir de 1988.
Como ha señalado
el activista y expreso de conciencia Lázaro González Valdés, en su artículo “Cuántas
cosas viejas hay que no conocemos”, entre los activistas de los primeros grupos
de la sociedad civil, surgidos a impulsos del Comité Cubano Pro Derechos
Humanos, desplegado en las calles por Ricardo Boffil en 1977. hubo amplia
presencia de artistas e intelectuales. González Valdés cita varias de las
actividades de arte disidente que impulsó el CCPDH, una en 14 de febrero de
1988, con la participación de artistas como escultor Raúl Montesino, así como
otros artistas y poetas como Nicolás Guillén Landrián, Teodoro del Valle,
Roberto Bermúdez, Carlos Quintana y Santos Martínez y. además el escritor
Reinaldo Bragado y el periodista y traductor Rolando Cartaya.
En 1988,
recapitula González Valdés, el CCPDH publica un informe donde trata
específicamente la represión contra el disenso dentro del sector artístico y la
denuncia de “el cierre de la exposición del pintor Tomás Esson, en la galería
de 12 y 23, ordenado por el Ministro de Cultura (Armando Hart Dávalos), quien
consideró la muestra como no útil política y culturalmente, debido al
tratamiento inadecuado del artista en el empleo de los símbolos patrios”.
También Lázaro González trae a colación la “Declaración de los Intelectuales
Cubanos”, más conocida como la Carta de los Diez, que causó gran impacto en la
sociedad. Impulsada por la poetiza Marielena Cruz Varela y Roberto Luque
Escalona y del periodista y analista de radio y televisión Víctor M. Serpa
Riestra y cuya redacción estuvo a cargo del escritor y crítico literario
Fernando Velázquez Medina. Artistas que eran miembros de la UNEAC como el poeta
Manuel Díaz Martínez o que hasta entonces militaban en el Partido Comunista
como el escritor y traductor Jorge Pomar Montalvo. Otros de los firmantes de la
Declaración fueron, los novelistas y periodistas José Lorenzo Fuentes, Bernardo
Marqués Ravelo, Manuel Granados, y Raúl Rivero Castañeda, considerado el mejor
poeta de su generación
El surgimiento del
movimiento civilista pro derechos humanos en 1987 estuvo impulsado por
intelectuales, profesionales con títulos universitarios, escritores,
periodistas y artistas, todos de tendencia progresista y actuando con
independencia del exilio y de la poderosa Fundación Nacional Cubano Americana,
la que, en ocasiones, lanzaba fuertes críticas a los iniciadores del movimiento
civilista.
El sacrificio, de un grupo de miembros del
Movimiento San Isidro, empeñados en huelga de hambre, desde el 18 de noviembre,
y el acto desesperado de sus reclamos, anotó Yoandy Cabrera, le hizo recordar
el drama de Antígona: “Son Antígona, me
dije, condenados al encierro y la muerte por un tirano de su propia sangre.
Antígona clamando desde Damas 955”. Cito yo a Antígona diciéndole a su
hermana Ismene: “…déjanos a mí y a mi
funesta resolución, que corramos este riesgo, convenida como estoy de que
ninguno puede ser tan grave como morir de modo innoble”. Es que esta
resolución a la Antígona ha estado presente a lo largo de toda la historia
moderna de Cuba, no un hecho del momento, presente en todos los luchadores por
los derechos humanos, desde 1988, sufriendo el ostracismo interno, la persecución,
el acoso constante, los golpes y las ofensas y la cárcel atroz de un presidio
político dentro de un sistema penal que iguala a los perseguidos de conciencia
con los criminales comunes. Por miles se contaron los y las Antígona en Cuba en
los años duros desde 1990 hasta el 2003.
Y cierto es que el 27N es como un nuevo
despertar, con el empleo de un diferente idioma al del gobierno, al que Cabrera
correctamente denomina “completamente
fosilizado (…) discurso caduco que se
basa en una serie de fórmulas que no se pueden transgredir”. Y ese idioma
diferente se puede expresar, como lo implica Cabrera, con lenguaje de símbolos,
que provocan la furia del régimen, como las sábanas blancas colgadas de un balcón
por Camila Ramírez Lobón y Katherine Bisquet, o el acto aislado y valiente del
joven “Luis Robles Elizástegui al caminar
por el bulevar de San Rafael en La Habana el 4 de diciembre de 2020 con un
cartel pidiendo libertad, no más represión y la excarcelación de Denis Solís”.
Pero, en el decurso histórico del movimiento de la resistencia democrática, no
basta con solo el empleo de un lenguaje diferente al de la dictadura del
Partido Comunista Cubano (PCC), ni solo “mirar lo poético como un fenómeno que
va más allá de lo metafórico y tropológico”; ni solo “oponerse a ese intento de
domesticar o atrapar lo poético”. Esto fue un reto de los iluministas del siglo
XVIII, el rescate del pensamiento libre, la negación al intento de domesticar o
atrapar, no solo lo poético sino también la labor intelectual, la filosofía y
el arte.
Hay que ir más allá de una revolución sola
de liberación intelectual y artística. Hay que ir a la captación de las masas
populares, de los estudiantes de los niveles medios y universitarios, de los
trabajadores, de los campesinos, incluso, hasta de las amas de casa. Una labor
civilista de inicio para impulsar el movimiento de acciones políticas sin
veleidades intelectuales. Y todavía algo más. No intentar sustituir un sistema
conservador de extrema izquierda por otro sistema conservador, pero de extrema
derecha. Hay que descartar desde ya la mentalidad plattista y sustituirla, por
un criterio estrictamente autóctono, así como descartar cualquier solución al
estilo Gorbachov. Actuar con criterio propio, sin dependencia de un exilio tóxico
organizado sobre las bases de un trumpismo a ultranza y de sus organizaciones
de extrema derecha, como el denominado Directorio Democrático Cubano.
Como se pregunta Lázaro González, “¿Podrán estos movimientos [el 27 N y el
MSI] romper el sitio militar desplegado
en torno a ellos, interactuar con un
pueblo atomizado, entrenar y movilizar amplios segmentos sociales, para
derribar el estado de opresivo y cambiarlo por otro democrático?
¿Será
este su propósito, o esos movimientos creen que conseguirán dialogar con la
jerarquía del PCC y convencerla para que los cambios se produzcan de arriba
hacia abajo como sucedió en la URSS?
¿Han
considerado los activistas abrir vías para relacionarse con otros segmentos de
la sociedad cubana como por ejemplo con activistas baby boomers (la mayoría
desterrados) quienes podrían compartir con los pinos nuevos conocimientos y
habilidades sobre cómo operar bajo condiciones de represión extrema sin
celulares, Internet ni redes sociales?
Si esto se logra, si, los jóvenes que se destacan dentro del 27N, saben anular los elementos tóxicos de influencers vinculados a la extrema derecha, entonces, sí, habrá un retorno a los inicios y un retomar de las experiencias de los fundadores.
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