Mario J. Viera
Leer lo que escribe desde Cuba, un hombre,
supuestamente defensor de los principios democráticos, escribiendo barrabasadas,
es desconsolador. En su último brillante, magistral, extraordinario artículo de
opinión, publicado en Diario Las Américas, bajo el titular “La inconstitucionalidad del impeachment a
Trump”, Oscar Elías Biscet expresó lo siguiente:
“El
45 Presidente de los EEUU, Donald Trump, es el Sócrates contemporáneo; quien
como un ciudadano particular es llevado a un
juicio político amañado e inconstitucional a la Cámara del Senado
(09/02/2021), después de haber sido acusado
e instruido de un cargo falso por la Cámara de Representantes de los EEUU,
el 28/01/2021”. (el resalte en negrita es mío)
¡Donald Trump el Sócrates contemporáneo!
¿Puede haber similitudes entre Donald Trump y Sócrates? Algo totalmente absurdo.
Sócrates veía a la filosofía como el camino que conduce, por la justicia y el amor,
a la virtud. ¿Conoce, en realidad, Biscet lo que virtud significa? Es que la
virtud se entiende, especialmente como la disposición de la persona para obrar
de acuerdo con determinados proyectos ideales como el bien, la verdad, la
justicia y la belleza; estos tres últimos conceptos abstractos tan lejos en la
personalidad de Donald Trump. En cuestiones de política a Trump, ni siquiera se
le puede calificar de neófito, su filosofía “política”, es la filosofía del empresario,
que no admite discrepancias en cuanto a cómo manejar sus negocios. Sócrates, en
cambio, ha sido considerado como el padre de la filosofía y de la ética. ¿Ética?
Sí, ética, esa parte de la filosofía que trata del bien y del fundamento de sus
valores.
Trump, un ególatra que, como el también
ególatra Fidel Castro, considera que lo sabe todo, que todo lo conoce, que es
infalible, que todo lo que hace es extraordinario, superior a cuanto antes haya
realizado algún presidente antecesor suyo, casi más grande que George
Washington, actitud en total contradicción con el filósofo ateniense, consciente,
tanto de la ignorancia generalizada como de la suya propia: “Solo sé que no sé
nada”. Sócrates tuvo enemigos y sus enemigos le condujeron a un juicio, sin
embargo, no rehusó presentarse ante aquel juicio, algo a lo que Trump no tuvo valor
de hacer. No gritó, no atacó a sus acusadores. Fue sentenciado a muerte; pudo
haber huido, como le aconsejaban sus amigos, pero prefirió acatar la sanción y
aceptar la muerte.
¿Juicio amañado, y acusado e instruido de un
cargo falso, como asegura Biscet? Entonces, el líder de la minoría republicana Mitch
McConnell estaba levantando cargos falsos contra Trump cuando el pasado 19 de
enero, aun representando la mayoría republicana, declaró: “La turba [que asaltó al Capitolio] fue alimentada con mentiras.
Los incitó el presidente y otras personas poderosas, y trataron de
usar el miedo y la violencia para
impedir un trámite específico del poder legislativo del gobierno federal al que
se oponían”. O cuando, luego de haber dado su voto absolutorio a Trump,
expresó: “No hay duda, ninguna, de que el
presidente Trump es moralmente
responsable, y de forma decisiva, de
provocar los eventos de aquel día. La gente que asaltó este Capitolio creía que actuaba siguiendo los deseos e
instrucciones de su presidente. Y tener esa creencia fue una consecuencia
previsible del creciente crescendo de declaraciones
falsas, teorías de conspiración e hipérbole imprudente que el presidente derrotado seguía gritando a
través del megáfono más grande del planeta Tierra".
Tal como se recoge en CNN, McConnell no
descartó que Trump pudiera ser juzgado en cortes penales y civiles: “El presidente Trump sigue siendo responsable
de todo lo que hizo mientras estuvo en el cargo como ciudadano común y, a menos que se ejecute el estatuto de
limitaciones, sigue siendo responsable de todo lo que hizo mientras estuvo en
el cargo. Todavía no se salió con la
suya. Sin embargo, tenemos un sistema de justicia penal en este país.
Tenemos litigios civiles. Y los expresidentes no son inmunes a que rindan
cuentas en alguno de los dos”
¿Es falso lo dicho por el senador
republicano, Lindsey Graham, refiriéndose a Trump, “Su comportamiento después
de las elecciones fue indignante”? Esto
dicho, aunque diciendo que, en los escrutinios del 2022, le gustaría hacer
campaña junto a él
¿Amañado el juicio? Así no lo consideraron
los senadores republicanos Richard Burr, Bill Cassidy, Susan Collins, Lisa
Murkowski, Mitt Romney, Ben Sasse y Pat Toomey, los cuales votaron a favor de
la condena. ¿Carece de significado la llamada que, el líder de la minoría
republicana de la Cámara de representantes, Kevin McCarthy le hiciera a Trump
durante el asalto al Capitolio por una turba de trumpistas facinerosos?
McCarthy le pedía a Trump que hiciera un llamado a sus seguidores para que
abandonaran la sede del Congreso. La respuesta que recibió de Trump, fue la
siguiente: “Bueno, Kevin, supongo que
esta gente está más molesta por la elección que tú”. La riposta de McCarthy
a Trump, mientras observaba como los amotinados penetraban a sus oficinas
rompiendo ventanas, fue: “¿Con quién carajos crees que estás hablando?” El representante
republicano Jaime Herrera Beutler, le comentó a CNN sobre esta llamada: “Hay que mirar lo que hizo [Trump] durante la insurrección para confirmar dónde
estaba su mente. Estoy haciendo un gran esfuerzo por no decir la palabra fucked”.
Pero, ¿qué se puede esperar de alguien que
considere a la seguidora de QAnon Marjorie Taylor Greene como una heroína. Una
mujer que asegura, que los tiroteos producidos en las escuelas de Sandy Hook y Parland,
dejando un salto de víctimas inocentes, no eran más que un montaje para prohibir
el uso de las armas; incluso consideraba que algunos congresistas demócratas
deberían ser ejecutados por traidores, entre estos, principalmente Nancy Pelosi.
También, como informa France 24, había dicho que la matanza de 58 personas a
manos de un hombre que disparó desde la habitación de un hotel en Las Vegas, en
2017, era un complot secreto para generar apoyo a la legislación de control de
armas. ¿Acaso desconoce el patético Biscet, que el mismo Mitch McConnell, la
calificó como “un cáncer para el Partido Republicano”? Hasta Kevin McCarthy,
dijo sobre ella: “Déjenme ser claro, los
comentarios de Greene como ciudadana privada no representan los valores de mi partido. Como republicano, como
conservador y estadounidense, condeno esas visiones inequívocamente”.
Biscet la denomina heroína porque ella, un
día después del juramento de Biden como presidente, introdujo una propuesta de
impeachment contra él, bajo los supuestos cargos de corrupción, abuso de poder,
tráfico de influencias y nepotismo, algo que en Estados Unidos se puede proponer,
aunque sea estúpido. Y denomina a la activista de QAnon, Ashli Babbitt, muerta
mientras intentaba penetrar por una ventana al interior del Capitolio, de “patriota”,
“defensora de la América libre y constitucional”; ella como “resplandor perenne de libertad y resistencia
a las injerencias de las dictaduras globalistas del socialismo y sorosismo en EEUU”
(Podemos perdonarle la cursilería de aprendiz de escribiente). Ni en ella, ni en
el resto de los asaltantes, Biscet, desde la distancia, dijo, no pudo observar “la cólera enajenante de los múltiples y
desastrosos motines desencadenados por
Antifa y BLM”.
Antifa y BLM parecen ser obsesivos en las
visiones kafkianas de Biscet. Lean esto escrito por él: “El Partido Demócrata en la Cámara de Representantes acusó de insurrección al presidente Donald
Trump, cargo falso y amañado, pues en el momento de la acusación a Trump ya la Policía (FBI) había definido los
causantes, la hora de comienzo, su planificación de días antes por Antifaz y MLB y la no relación del
presidente Trump con los que causaron los disturbios en el Capitolio”; esto
es algo totalmente falso. Pero ¿qué conoce Biscet sobre Antifa, salvo lo que
aduce la derecha radical sobre ese grupo. Antifa, es un movimiento antifascista,
que declara oponerse a todas las formas de racismo y sexismo y a las
políticas que impulsaba el gobierno de Trump contra la inmigración y los
musulmanes. Aunque a menudo se le clasifica como una organización de izquierda o de
extrema izquierda, sus miembros se han focalizado en luchar contra la ideología
de extrema derecha, más que en promover iniciativas que representen a un sector
determinado del sistema político. Según BBC Mundo, son “grupos muy diversos en
distintos países, aunque aparentemente los más activos se encuentran en Estados
Unidos, Reino Unido y Alemania”.
Por otra parte,
Biscet, como los supremacistas blancos y la ultraderecha de Estados Unidos,
acusa a BLM este disperso movimiento como violento. Algo muy significativo. Biscet
es de la raza negra, mestizo, es un activista Pro Vida y, sin embargo, no siente empatía alguna por la
desesperada lucha de BLM, movimiento en contra del racismo sistemático presente
en muchos sectores de la sociedad estadounidense y, en protesta por la muerte
violenta que varios negros han sufrido a manos de policías blancos. Tal vez
para Biscet la vida de los negros, bajo el cuatrienio de Donald Trump, no
importe.
Antifa, no ha
tratado nunca de asaltar centros alguno de la democracia de Estados Unidos,
como sí han hecho los Proud Boys, los QAnon, las milicias armadas de trumpistas;
los neo-nazis y los neo-confederados, ondeando la bandera de la Confederación,
símbolo de la traición hacia los Estados Unidos y del racismo. Le preguntaría al
Dr. Oscar Elías Biscet ¿Qué hubiera ocurrido si, en lugar de los trumpistas
extremistas, hubieran sido los miembros del BLM, quienes asaltaran el Capitolio
federal de Estados Unidos?
Ahora, el médico
de profesión, se nos presenta como un experto en Derecho Constitucional de
Estados Unidos para darle a los estadounidenses, lecciones de interpretaciones
literales sobre la Constitución de este país, y lo hace reproduciendo los
postulados que tratan sobre el juicio político a altos funcionarios del
gobierno y del legislativo, postulados que aquí son conocidos por la gran
mayoría de sus ciudadanos, sin necesidad de que nos instruya el médico Biscet.
Mejor sería que
Biscet, que no es ciudadano de Estados Unidos, en lugar de intentar influir en
la política de este país, y de colocarse como si fuera un miembro del Partido
Republicano de Trump, se dedicara a criticar al gobierno de Miguel Díaz-Canel y
a la dictadura del PCC, y darse por entero a impulsar un movimiento de
resistencia noviolenta en Cuba o a su Proyecto Emilia, un “proyecto triunfador”,
según él mismo lo denomina. “Gracias a que hemos mantenido una vanguardia de
lucha no violenta en Cuba ─ declaró Biscet el 11 de enero de 2019 ─, este
pudiera ser el último año de la tiranía al frente de la nación”.
Desgraciadamente, ya estamos en el inicio de la segunda quincena de febrero de
2021 y la tiranía continúa al frente de la nación, quizá porque ese “triunfador
proyecto” solo sea conocido por cuatro gatos en Cuba y, si no me creen, pregúntenles
a sus familiares en Cuba, cuando se comuniquen con ellos, si conocen el tal
Proyecto Emilia.
Si alguien se
siente incómodo por este análisis que hago de los artículos de opinión de
Biscet, por aquello de que está en Cuba “enfrentando” a la dictadura, le diré:
Biscet ha dado su opinión públicamente y es mi derecho analizar públicamente
sus opiniones y exponer las mías.
Bien dicho!
ResponderBorrar