miércoles, 31 de octubre de 2012

¿Resistir? ¡Por Dios, hasta cuando?


Mario J. Viera
Sandy atravesó el oriente cubano. A su paso dejó desolación en Santiago de Cuba, Songo La Maya, Palma Soriano y San Luis.  Según reportes oficiales, 132 mil 700 viviendas fueron afectadas con  15 392 derrumbes totales y la muerte de 11 personas. Santiago de Cuba se cubrió de escombros, y seis días luego del paso del huracán la ciudad permanece sin  luz y sin agua.

La AP cita el comentario del médico Enrique Bordión en Santiago de Cuba: “Esto fue lo nunca visto, algo extremadamente intenso, que dejo a nuestra ciudad destrozada, la mayoría de las casas están sin techo, los vientos arrasaron con los parques, tumbaron todos los árboles". Se reportaron 36 544 derrumbes parciales, la mayor parte fueron esas casas que quedaron sin techos. Más de 15 mil familias se quedaron sin vivienda y miles no tienen un techo para cobijarse en sus viviendas parcialmente derrumbadas.

La débil producción agrícola de la región oriental sufrió serios daños y los orientales tienen que enfrentar ahora un mayor desabastecimiento de alimentos y un aumento desmesurado de los precios en el mercado negro. Las perspectivas son alucinantes. Sin embargo la prensa oficialista asegura que entre la población santiaguera predomina “el optimismo, la firmeza y la decisión de vencer (…) en particular aquellos que perdieron total o parcialmente su vivienda”. La realidad es que ya no queda esperanza. Los afectados saben que no recibirán ayuda del gobierno; los afectados conocen que no solo el ímpetu de los vientos huracanados fueron los causantes de la pérdida de sus viviendas, sino la desidia y el abandono oficial en la atención a las viviendas durante cinco amargas décadas.

Entonces se va a Oriente el pequeño Castro, el nuevo tirano de reformas pacotilleras, y se va a Santiago en compañía de ese decrépito halcón comunista José Ramón Machado Ventura ¿y qué ocurre? ¡Ah maravillas! Pues, según el Granma los santiagueros con tan solo ver de pasada la caravana del tiranuelo ya se sienten seguros, confiados, esperanzados como si la mano divina del Todopoderoso encarnada en la figura del general de oficina viniera a producir el milagro de la recuperación y exclaman, no lo aseguro yo, lo dice el Granma:  “¡Ahí va Raúl!", "¡está mirándolo todo, compay!", "¡sabía que vendría, no estamos solos!", "¡qué alegría que están con nosotros!", "aquí estamos, ¡fajaos!", "¡vamos palante, luchando!", "¡firmes aquí!"; "¡Vivan Fidel y Raúl!".

¿Kafkiano? ¡No! Cinismo asqueroso, adulonería miserable de un periódico vil y de un reportero falaz. ¡Quién coño  va a creer que con solo mirarlo todo Raúl Castro va a darle solución al drama que hoy viven los orientales y que la gente agobiada por el desastre se pueda sentir alegre contemplando a un impostor sin presencia ni carisma!

Castro el pequeño no va a resolver nada o cree resolverlo todo pronunciando consignas y exigiendo soluciones que su propio gobierno no es capaz de dar. Si él mismo lo dijo: “Las cosas no se pueden resolver de hoy para mañana, hay que trabajar (…) la solución definitiva requiere años de trabajo”, o dicho con palabras más simples y crudas como tomadas del Infierno de Dante: “Abandonen toda esperanza”.

Y dice el general: “Ha sido duro, pero Santiago es Santiago, ha resistido vendavales y guerras de todo tipo, también vencerá este, ¡hay que resistir!”.

¿Resistir? ¿Resistir ante la adversidad, ante la pérdida del hogar humilde, ante el desconcierto?” ¡Por Dios! ¿Hasta cuando?

La inútil muerte de Menoyo


Aleaga Pesant. CUBANET

Hubo poca gente en su velorio, tan poca que daba pena.  Eloy Gutiérrez Menoyo, el más cubano de los españoles o el más español de los cubanos, nos dijo adiós el viernes 26 de octubre, en medio de una soledad que atribulaba.

Gutiérrez Menoyo nació en España en época revuelta y violenta.  La participación de su familia en la guerra civil española, en el bando republicano como Rolando Masferrer y otros violentos cubanos, fue la seña de su simplificación de la realidad cubana. Si su hermano Carlos fue el líder del asalto al Palacio Presidencial el 13 de marzo de 1957, donde murió, él se alzó en armas en las montañas del centro de la isla y creo el Segundo Frente Nacional del Escambray.

Con el grado de Comandante, llegó a La Habana en 1959.  No contento con el giro comunista del gobierno y, según dicen algunos, enfrentado desde antes del triunfo con Ernesto Guevara  y Raúl Castro, decidió salir hacia los Estados Unidos de donde regresó armado en 1964.  Detenido en enero de 1965, cumplió 22 años de prisión de los 30 a los que fue condenado, supuestamente gracias a la mediación del  Presidente del Gobierno Español Felipe González. Marchó nuevamente al exilio.

En 1993 creó en los Estados Unidos la organización política Cambio Cubano, que intentaba participar en la democratización de la isla.  También crea una editorial para publicar autores de la isla, pero casualmente el primer libro que editaría fue el de Raúl Capote, un intelectual que servía como agente a la policía política y que condenó el proyecto.

Desde la plataforma de “Cambio” atacó a la política norteamericana, principal sostén exterior  de la lucha del pueblo cubano por la democracia.  También atacó al embargo comercial norteamericano, aunque el entonces presidente Bill Clinton fue uno de los presidentes que más trató de flexibilizar esa ley tras su llegada al poder.

En la segunda mitad de la terrible década del 90 del siglo XX, el gobierno militar y Fidel Castro en particular le dio audiencia en dos o tres oportunidades.  Era el momento de la gran crisis, el llamado Periodo especial en tiempo de paz, momento difícil para el gobierno, que buscaba cualquier salvavidas.

Regresó a La Habana, para quedarse, poco después de la Primavera Negra del año 2003, insultando con su actuación a muchos demócratas cubanos.  Creyó que Fidel Castro le permitiría a él abrir una oficina de Cambio Cubano, justo después de haber enviado a prisión a 75 opositores. Su ilusión le valió hasta su muerte el desprecio de los que se sintieron ultrajados. De nada valió que en entrevistas posteriores concedidas a la prensa independiente tratara de cambiar esa imagen.  Su aura negativa, nunca lo abandonó.

Lo conocí  el 17 de mayo de 2005, tres días antes de la realización de la Asamblea para Promover la Sociedad Civil.  Fue en una recepción que daba la Embajada del Reino de Noruega por su día nacional, cuando el reino nórdico tenía un compromiso con la democracia y los demócratas en la isla.  Allí estaba invitada la mayoría de las personalidades influyentes del sector prodemocrático, la sociedad civil, e intelectuales y artistas independientes. Y entre ellos él, que estaba sentado completamente solo, al final del jardín.

Estuvo tan solo durante aquella calurosa tarde, como el día de su muerte.  Nadie lo miró, ni le dirigió la palabra, excepto el embajador español ─ otro paria en aquella reunión ─ y el socialdemócrata Manuel Cuesta.  Un poeta y escritor, uno de los 75 prisioneros de la Primavera Negra, de los primeros liberados con licencia extrapenal, lo sentenció con su verbo agudo y  forma personal de pronunciar el castellano: Ese es un comemierda.

Pero ¿por qué?, un hombre que tuvo vida de leyenda, tiene una despedida tan solitaria y tan lejana al reconocimiento que mereció por su amor a nuestra patria.

Ante todo, por la campaña del gobierno comunista por desacreditarlo. Ecured, la enciclopedia digital cubana desarrollada por el centro regional de la UCI en Holguín, lo define como “cabecilla contrarrevolucionario” e hilvana un grupo de mentiras y medias verdades, para confundir al lector con la calumnia.  Encontrar información sobre él en la prensa oficial, es tarea imposible.

Luego hay que considerar los desaciertos de su visión sobre el drama cubano. Se suma la confianza que depositó en los últimos quince años en un personaje tan pérfido como Fidel Castro.  Su falta de humildad, que le impidió comprender que en la lucha por la libertad de Cuba, él era solo uno de los tantos luchadores dispuestos a dar su vida.  Por último, su visión romántica y heroica del destino, casi ingenua, que hizo que muchos lo consideraran leal para los enemigos y para los amigos, traidor.

Descanse en paz Eloy Gutiérrez Menoyo.

¿Y a mí qué?


Los exiliados cubanos tomamos demasiado a pecho quién va a ocupar próximamente la Casa Blanca. En mi caso, no tanto. Más allá de cifras siempre manipulables, estados emocionales y promesas inciertas, hay dos cosas que me interesan que haga quien dirija este país desde la Oficina Oval: la libertad de Cuba y que Washington extienda una mano real a América Latina con una política de buen vecino al estilo de la que instituyó Franklin Delano Roosevelt.

Nicolás Pérez Díaz-Argüelles. EL NUEVO HERALD

Debía haber escrito hoy sobre la muerte de Eloy, siempre me tuvo una consideración especial. Discutimos enormemente, lo ataqué ácidamente en una de estas columnas, pero hasta poco, antes de irse para Cuba, me visitaba regularmente en las oficinas de mi laboratorio. No le critico, como este exilio, que haya tratado de dialogar con Castro y regresar a Cuba, allí es donde todos como él y yo deberíamos estar. Solo espero que descanse en paz.

Hoy voy a tratar dos temas. El primero, no escribo más sobre política norteamericana hasta después de las elecciones presidenciales y el balance del evento lo voy a hacer pichando al flojo, por debajo del brazo y con una pelota de trapo. Y es que opinar en este exilio sobre un tema tan emocional es caminar sin zapatos sobre afilados vidrios.

En mi último artículo sobre el sándwich cubano y estas elecciones presidenciales, ni el alfa ni el omega de esta comunidad quedó satisfecho”. Se disgustaron los de derecha porque les di duro a los fanáticos del Tea Party, y lo que más me duele, una de las amigas que más quiero se sintió ofendida cuando hablé metafóricamente (en periodismo existen licencias poéticas) del mordisco que le dio Ann Romney a un sándwich cubano en un restaurante de Fort Lauderdale. La izquierda también le dio un terepe cuando opiné, y hoy reafirmo, que para muchos de los partidarios de Obama ser capitalista es como algo feo, un estigma, cuando a este país lo ha hecho grande la libre empresa, que no solo carga en su vientre materno la libertad individual y la dignidad humana, sino que también las pare con dolor continuamente.

Sin embargo, a ambos extremos, de todo corazón, les pido excusas públicamente, no fue mi intención ofender. Solo ejercía mi derecho a opinar sobre cualquier tema político, algo que me he ganado, muy modestamente.

¿Me molestó lo que me dijo la derecha? Sí. ¿Respiro por la herida con las críticas de la izquierda? Naturalmente. Mi abuelo era un gallego de Verín que amaba el capitalismo, también lo amaba mi padre, ex presidente de la Asociación Nacional de Destiladores de Cuba, y yo, tres cuartas lo mismo. He trabajado como un esclavo no por avaricia ni soberbia, sino respondiendo a un reflejo condicionado de mis genes. Finalmente, mis hijos mayores, Nick y David, dedican sus vidas a un negocio de vitaminas naturales que fundé hace 26 años creando decenas de nuevos empleos y ayudando a incrementar el comercio de Estados Unidos.

No obstante, es preciso aclarar que tanto mis hijos mayores como mi hijo menor, el doctor Ernesto Pérez Bestard, que se acaba de graduar de abogado hace un mes, los tres, votarán por Barack Obama. Asunto de ellos, no mío. Hablo continuamente con los tres de todos los temas humanos y divinos pero no pretendo dirigir sus vidas.

Segundo tema, los exiliados cubanos tomamos demasiado a pecho quién va a ocupar próximamente la Casa Blanca. En mi caso, no tanto. Más allá de cifras siempre manipulables, estados emocionales y promesas inciertas, hay dos cosas que me interesan que haga quien dirija este país desde la Oficina Oval: la libertad de Cuba y que Washington extienda una mano real a América Latina con una política de buen vecino al estilo de la que instituyó Franklin Delano Roosevelt. Por desgracia, el tema no lo discutieron ni Obama ni Romney en el último debate.

Y tengo otra opinión controversial: gane quien gane nada crucial va a pasar. Esa historia de que estas elecciones van a cambiar el rumbo de Estados Unidos es un cuento de Grimm. Washington seguirá equivocándose apoyando a millas de distancia guerritas de ocupación en territorios árabes donde los ciudadanos de esos países no nos pueden ver en pintura, y proseguirá el derroche de miles de millones de dólares de nuestros impuestos que irán a parar a los bolsillos de gobernantes corruptos del Medio Oriente que nos desprecian. ¿La economía? Mejorará, es una tendencia visible, con Juana o con su hermana, porque este país es único en el mundo.

En cuanto a la isla, si los cubanos no logramos la libertad por nuestros propios medios y esfuerzos y esperamos que Obama o Romney nos saquen las castañas del fuego, a echarle guindas al pavo, porque al castrismo le quedan en el poder 100 años más.

El tema de Cuba solo es útil para los políticos del patio, algunos bien intencionados, otros que producen repugnancia, y que no paran de hablar de bloqueos inexistentes, eliminación de los viajes de exiliados a Cuba y el envío de remesas, porque con esta estrategia, pretenden conseguir los votos de un segmento de exiliados de Miami, basados en una dolorosa tragedia que ellos ni sudaron, ni lloraron, ni sufrieron.

Y sin herir reales o falsas susceptibilidades, soy un exiliado político y lo seré hasta el último día de mi vida. La camisa que tengo puesta la compré con mi dinero en Ño que Barato, no me la regaló ni el actual presidente de Estados Unidos ni el ex gobernador de Massachusetts, por lo que sobre las próximas elecciones hoy digo lo mismo que Juana Tripita: ¿y a mí qué?

martes, 30 de octubre de 2012

De las Municipalidades chilenas a las Regionales venezolanas


Fernando Mires. Blog POLIS
En su viaje a América llamó la atención de Alexis de Tocqueville el interés de los ciudadanos por participar en elecciones locales, interés mantenido a lo largo de la historia. A diferencia de los países europeos, sobre todo Francia, advirtió el sagaz viajero que los norteamericanos daban más importancia a la política del lugar donde vivían que a la de la nación. La de los norteamericanos era, efectivamente, una política de la polis. Las distancias se han ido, por supuesto, acortando.

Las elecciones nacionales apasionan hoy a los norteamericanos tanto como las locales, sean comunales, regionales o federales. A su vez, en varios países de Europa, el interés por las regiones es cada vez más grande y suele suceder que los resultados obtenidos por los partidos en elecciones locales no corresponden con los que en la misma región obtienen en las nacionales.

No ocurre lo mismo en países latinoamericanos donde las elecciones locales son puestas casi siempre al servicio de las nacionales.

Quizás como resultado del centralismo geográfico heredado de la colonización española, o del pasado oligárquico y militar que siempre tendió al centralismo, lo cierto es que en la mayoría de nuestros países prima una política sin polis, es decir, una política para-estatal. Sólo así se explica por qué hasta las elecciones más locales están orientadas en función del objetivo central: la ocupación del Estado. Ahora bien, ese es el punto que une a dos países política y culturalmente tan diferentes como Chile y Venezuela. Pero no siempre fue así.

 Chile es uno de los países más centralizados de América Latina lo que se observa en su economía, en su cultura, y por cierto, en su política. Venezuela es (o fue) uno de los más descentralizados. La autonomía administrativa ejercida a través de las gobernaciones fue allí una conquista de las luchas democráticas en contra de dictaduras que intentaron imponer un centralismo de carácter militar. Hasta que apareció Hugo Chávez.

Desde que gobierna Chávez la oposición ha venido realizando un notable esfuerzo para evitar que las gobernaciones sean secuestradas por el Estado. De ahí que las elecciones del 16.12.2012 estarán marcadas, como otras, por la lucha entre el poder regional y el poder central. El hecho de que Chávez haya designado a dedo a candidatos desvinculados de las regiones (los “paracaidistas”) pero vinculados a su persona, obedece precisamente al objetivo de subordinar el poder de las gobernaciones ─ incluyendo las de los chavistas ─ al Estado.

Luego, las municipales de Octubre en Chile giraron, así como las regionales que tendrán lugar en Venezuela en Diciembre girarán alrededor de la lucha por el poder del Estado. ¿Fue esa desvinculación con la polis una de las razones del triunfo del abstencionismo en Chile? ¿Será esa también una de las razones por la cual muchos piensan que en las regionales de Venezuela ocurrirá un aumento del abstencionismo con respecto a las elecciones presidenciales? Veamos:

 En Chile el abstencionismo ganó por mayoría absoluta (cerca de un 60%). La Concertación y sus satélites ocuparon el segundo lugar (43,21% de la votación). El gran perdedor fue la Alianza (37,57%). No obstante no se puede decir que el abstencionismo lastimó más a la Alianza que a la Concertación pese a que esta última celebra el resultado como un triunfo. Y en algún modo lo fue.

La Concertación ganó en comunas emblemáticas (Cerrillos, Providencia, Recoleta, La Reina, Concepción, Ñuñoa y Santiago) y ahora se encuentra en buen pie para afrontar las presidenciales. No obstante, el fantasma de la abstención seguirá penando. La razón es la siguiente: Los chilenos saben que muchos “eligieron no votar” no por desidia sino como protesta en contra de toda la clase política. Protesta en contra de la utilización de las comunas como escalones estatales. Protesta en contra de la ausencia de proyectos y de ideas. Protesta en contra de la conversión de la actividad política en un simple medio para el reparto de cuotas de poder. La gran abstención ha demostrado, en fin, que la que está viviendo Chile no es una crisis política sino algo mucho más grave: una crisis de la política.

 Una crisis de la política vive también Venezuela, aunque de modo diferente. Mientras en Chile las municipales fueron un ensayo para las presidenciales, en Venezuela las regionales son esperadas, después del triunfo de Chávez en las presidenciales, como la gran oportunidad del gobierno para estatizar a las gobernaciones. Para nadie es un misterio que en nombre del estado-comunal el chavismo intentará apoderarse del poder total. 

Los observadores venezolanos esperan, al igual que lo que ocurrió en Chile, un aumento considerable de la abstención. Mas, esa abstención ─ y los chavistas lo saben ─ perjudicará más a la oposición que al gobierno. Este último, además del clásico ventajismo electoral, contará con un aliado adicional: el infinito cretinismo de los abstencionistas opositores. Eso significa que la oposición deberá luchar en contra de dos enemigos: uno interno y otro externo. Sólo si derrota al primero podrá enfrentar con ciertas opciones al segundo.

En Chile por su lado, la oposición espera derrotar al abstencionismo y superar la crisis general mediante el regreso de la gran dama de la política chilena.

“Este es el triunfo de Michelle Bachelet”, dijo Carolina  Tohá, flamante vencedora por Santiago  De este modo la izquierda chilena ─ o lo que por ella se entienda ─ se apresta a convertir a un gobierno que de por sí ya era centralizado, fuerte y autoritario, en un “poder personalizado”.

El personalismo puede en algunas ocasiones facilitar la gobernancia. Pero ni en sus formas patriarcales, como ocurre en Venezuela, ni en sus formas  matriarcales, como probablemente ocurrirá en Chile, puede ser bueno para la democracia.

El milagro y la votación


En Cuba  votar no es obligatorio, pero casi, porque para no buscarse problemas con  los CDR, la gente acude cual manada a los colegios, se para frente a las urnas de cartón custodiadas por pioneros  y marcan de prisa y con desgano, para salir del paso, cualquiera de las  casillas

Luis Cino Alvarez.  CUBANET

No sé qué  asombra más por estos días, si la nueva resurrección del Comandante o los casi ocho millones de personas que dice el régimen que votaron en las elecciones municipales del Poder Popular.

Parece que solo tres o cuatro empleados vieron a Fidel Castro cuando estuvo hace unos días en el Hotel Nacional. Si fueron más, parece que estuvieron tan ocupados los milagreros-abducidos en atestiguar la aparición que a nadie se le ocurrió retratar al Comandante como prueba de vida. Hubiese sido mucho más convincente que las fotos de Fidel con sombrero (“como un cuadro del viejo Chagall”)  para demostrar que no se ha muerto.

Sabemos lo duro de pelar que es el Máximo Líder y la fe inconmovible de sus seguidores, siempre prestos a los  milagros, la taumaturgia y los efectos especiales. Eso lo explica todo.

Menos creíble es la masividad de la votación en las elecciones de delegados del Poder Popular del domingo 21 de octubre: más de un 90 %, según datos oficiales.

En el año 2007, según datos oficiales, el 10,62% de los cubanos con derecho al voto, no votaron, anularon sus boletas o las depositaron en blanco.  Cinco años después, con el empeoramiento de la situación económica y social y el evidente descontento de la población,  no hay por qué esperar que se haya revertido esa tendencia, sino todo lo contrario.

Los cubanos acuden a las elecciones de delegados del Poder Popular a sabiendas que son sólo una farsa, otra más: su asistencia o no a las urnas, nada cambiará.

En Cuba  votar no es obligatorio, pero casi, porque para no buscarse problemas con  los CDR, la gente acude cual manada a los colegios, se para frente a las urnas de cartón custodiadas por pioneros  y marcan de prisa y con desgano, para salir del paso, cualquiera de las  casillas. ¿Qué más da un candidato u otro? Se sabe que ninguno, por mucha voluntad que tenga, puede  resolver los más elementales problemas de sus electores: los baches, la recogida de la basura, los salideros o la calidad del pan.

Muchos preferirían anular la boleta, depositarla en blanco o sintetizar en una  palabrota lo que piensan del régimen, pero no se atreven por temor a que los descubran y tomen represalias. He escuchado a algunos decir cosas tan disparatadas como que dentro de los colegios hay cámaras, micrófonos y otros dispositivos electrónicos de vigilancia.

Pero es tanta la desesperación que cada vez son más los que pierden  el miedo.

En mi circunscripción, la número 126, en Parcelación Moderna,  Arroyo Naranjo, como en otras mil circunscripciones de todo el país,  tendrán que ir a segunda vuelta porque ninguno de los candidatos logró la cantidad de votos requeridos.  Muchas personas  no fueron a votar; incluso, muchos de los que habitualmente votan para no “marcarse” o porque dicen “no estar en nada”. Me cuentan que mucha gente aprovechó las boletas para exigir comida, agua, gas para cocinar y más guaguas. Y como siempre, muchos las dejaron en blanco.

Las boletas anuladas son  oficialmente atribuidas al “desconocimiento o el exceso de entusiasmo”: lo califican como  “deficiencias humanas”.

Respecto a las boletas en blanco, no importa que sean muchas. En las mesas electorales las marcan  y las contabilizan luego. De cualquier modo, el régimen siempre gana.

No será tanto como el 90%, pero no dudo que la mayoría de  los vecinos de mi barrio votaron disciplinadamente.  Aun los que se quejan y me preguntan desconsolados: “¿Cuánto tiempo tú crees que le quede a esta mierda, mi hermano?”

¿Potencia o desastre médico?


Susana Teresa Más Iglesias.  CUBA ACTUALIDAD (PD)
Consultorio médico en Alamar

A lo largo de muchos años se ha repetido que "Cuba es una potencia médica donde la atención a los ciudadanos está garantizada en todos los aspectos". Pero solamente hay que tener la desgracia de asistir a un hospital o una posta médica para darse cuenta de lo incierto de esa afirmación.

Millares de personas enfrentan dificultades para poder obtener la atención requerida, ya sea porque en la posta médica que les corresponde no hay médico asignado, o porque la misma se encuentra en total deterioro y entonces tienen que trasladarse hacia otros lugares más alejados de su domicilio.

Es peor cuando son personas de edad avanzada y con dificultad en la locomoción. Casi prefieren soportar la dolencia a tener que caminar largos tramos sólo para que les receten un medicamento.

Es lastimoso ver consultorios médicos en total decadencia, cuando su construcción fue concebida con la mejor intención, sin contar los recursos materiales y humanos utilizados en su fabricación.

Se percibe una indiferencia total en la supervisión y atención de esas edificaciones por parte de las autoridades estatales que dirigen el sector de la salud pública, uno de los más importantes en cualquier país.

 Si se decide a dar un recorrido por algunas zonas de Alamar, especialmente por la zona 14 y otras aledañas, podrá sin demasiado esfuerzo comprobar lo expuesto; ya que en este territorio abundan los ejemplos.

Inconcebible es la cantidad de médicos y enfermeras que carecen de hogar, o que viven en un núcleo familiar donde se agrupan tres generaciones, que no son beneficiados con el otorgamiento de al menos un medio básico ─ inmueble propiedad de un organismo dado en usufructo ─, para que resuelvan su situación habitacional, y a la vez la atención de los enfermos. Mientras, muchos locales abandonados por la desidia administrativa son pasto del vandalismo de una ciudadanía que ha perdido sus valores cívicos.

Cabría preguntarse, ¿dónde están el control, la exigencia y el cumplimiento de la disciplina en el sector de la salud?

lunes, 29 de octubre de 2012

El fracaso del guerrero


Alejandro Armengol

Eloy Gutiérrez Menoyo no eludió mencionar el fracaso en su testamento. Lamentable que una vida termine de esa manera, en la anulación casi total, pero más lamentable aún es que ese sea el destino de una nación.

“Asumo la responsabilidad de esta batalla y no me amedrenta el hecho de que algunos puedan calificarla de fracaso”, escribió Menoyo.

En su caso, el fracaso es por partida doble. El primero estuvo en el resultado de una lucha violenta y triunfadora, que si bien puso fin a una dictadura, no sirvió para instaurar la democracia y traer el desarrollo económico al país. El segundo tiene que ver con una actividad opositora pacífica, primero en el exilio y luego en la isla, que al tiempo que desencadenó críticas mordaces y acusaciones injustas en Miami, fue incapaz de lograr adeptos y desarrollarse en Cuba.

La vida de Menoyo fue un rosario de resultados adversos y sucesos lastimosos. Si tras el triunfo del 1 de enero de 1959 demostró la incapacidad de derribar al régimen de La Habana con actividades subversivas y ataques desde el exterior, luego también sirvió de paradigma de la inutilidad de una oposición demasiado temerosa a destacarse más allá de alguna declaración de turno, en la cual primordialmente destacaba su independencia y el rechazo a los extremos. Esto no le resta valor a su dedicación a la tan manipulada causa cubana, tampoco quita méritos a su entereza como luchador contra las tiranías de cualquier ideología. Prisionero político por muchos años. Hombre de izquierdas consecuente en su rebelión en defensa de la libertad.

Cuando se pueda relatar con distancia y justicia el proceso de la revolución cubana, de alguna forma será necesario describir las trayectorias paralelas y entrecruzadas de Fidel Castro y Menoyo. Quizá un capítulo, es posible que basten algunos párrafos, deberá dedicarse a caracterizar dos formas de entender la ejecución política y el apego a la lucha por cambiar un país, donde las ambiciones personales, el protagonismo y la honestidad o su ausencia se mezclan en una historia de triunfos y fracasos.

En esta recopilación posible, a Menoyo siempre le tocó la peor parte. Esquemáticamente podría intentarse como un “tema del traidor y del héroe” en una sala de espejos, donde casi de inmediato Castro pierde su imagen de héroe y ocupa el puesto de traidor, mientras Menoyo va saltando de uno a otro polo hasta el final, sin temor al riesgo de la caída.

Negarle a Menoyo esta historia de cambios es una de las injusticias que con él cometió el exilio. Su regreso a Cuba la justificación de las peores sospechas. Los años de cárcel, los golpes y los maltratos dejaron de mencionarse.

Bajo este punto de vista, todo lo hizo mal el hombre que se anticipó a volver del destierro, por miedo de no llegar a tiempo. Castro era el guerrillero que había sacado provecho de todas las oportunidades, Menoyo el despilfarrador de ocasiones. Astucia en el primero, torpeza en el segundo. Enemigos por todas partes, que superaban sus diferencias ideológicas en el rechazo a Menoyo, un hombre que había ganado poco y perdido mucho para ser odiado tan profundamente. El ex guerrillero apareció entonces como un mal conspirador. Lo peor era que muchas veces parecía conspirar contra él mismo.

Los últimos años de su vida, transcurridos en Cuba, parecieron confirmar estos pronósticos. Puede decirse a su favor que demostró la intransigencia del régimen, pero este es un consuelo pobre.

El problema con Menoyo en Cuba fue que nunca llegó a representar oposición alguna, a los efectos de movilizar un movimiento de disidencia interna en favor del cambio que proclamaba su organización. No consiguió representar una alternativa con arraigo popular. Fue una figura con historia y proyección personal, pero sin peso político en la isla, ni entre los opositores y mucho menos en la población. Por un tiempo atrajo las cámaras y las libretas de los reporteros, pero no a los ciudadanos.

Durante esos años finales en La Habana, Menoyo no le hizo el juego a los Castro, simplemente se dedicó a ser un político con una alternativa que se puede resumir brevemente en la inacción que tanto condenaba. Por otra parte, no puede decirse que su ejecutoria fuera inocente o libre de controversia, y lanzó más de una declaración virulenta contra el resto de la oposición pacífica.

Entonces fue de nuevo el guerrillero solitario, y sin detenerse a pensar en el tiempo que conspiraba en su contra, siempre dio la impresión que creía que incluso un pequeño triunfo cambiaría por completo su historia o la de Cuba, marcadas ambas por más de un desengaño. Al escribir su testamento, Menoyo enfatizó la caída y ruina de una nación. Su vida no fue más que el reflejo de esa ilusión perdida. Logró entonces su definición mejor.

sábado, 27 de octubre de 2012

Una receta equivocada


Privatizar el Medicare y los devastadores recortes al Medicaid son la base del plan de salud de Romney y Ryan. Los adultos mayores se verían sometidos a un mercado privado de seguros para comprar seguro de salud con un bono que se mantiene fijo mientras suben los costos de salud.

Margie Forrest. EL NUEVO HERALD

(Enfermera registrada del Palms West Hospital del Condado de Palm Beach y afiliada del sindicato local 1199 SEIU United Health Workers East)

No sé los demás residentes de la Florida, pero yo estoy abrumada por los gurús políticos y los anuncios políticos vacíos que en esta elección presidencial en realidad no nos están dando la información que necesitamos los estadounidenses.

Los anuncios políticos no nos ofrecen detalles importantes del plan del gobernador Mitt Romney y el representante Paul Ryan para nuestro sistema de cuidado a largo plazo, en especial para el Medicare y el Medicaid. El cuidado a largo plazo es una de mis principales preocupaciones, así como la de tantos otros que tienen padres de edad avanzada.

Describir los planes de Medicare y Medicaid no encaja perfectamente en un eslogan de campaña ni una pegatina de parachoques. Pero no es poca cosa. Como enfermera del Palms West Hospital y como mujer que ha tenido a su cargo el cuidado de familiares de edad avanzada, puedo decirles que estos dos pilares de nuestro sistema de salud son esenciales.

Mi familia no habría podido velar por mi suegro Manny en la última década de su vida sin estos programas. Manny era una persona sociable y maravillosa que crió a dos hijos en Miami Springs, Florida. Creció durante la gran depresión y sirvió en el ejército durante la II Guerra Mundial. Cuando regresó a casa, usó las habilidades aprendidas en la guerra para ganarse la vida y mantener a su familia. Nunca se sintió como “víctima” ni “con derechos adquiridos” a nada, como el gobernador Romney hace poco etiquetó a casi la mitad de los estadounidenses. Cuando Manny cayó enfermo, entró en cuidados de enfermería, porque ya no podía vivir solo. Luego de cinco años, gastó todos sus ahorros. Su pensión y seguro social no le cubrían el costo de la atención, por lo que Medicaid intervino para permitirle entrar en un excelente hogar de ancianos. A un costo promedio de 70,000 dólares al año, no había manera de que nuestra familia hubiera podido brindarle esa atención. Si hubiéramos afrontado sus gastos, habríamos tenido que postergar la universidad de nuestras hijas y seguramente puesto en peligro nuestra propia seguridad financiera. Gracias a Medicaid y Medicare, mi familia no tuvo que hacer esa imposible elección.

Como enfermera, apoyo firmemente las grandes reformas del presidente Obama a Medicare y Medicaid de la Ley de Cuidado Asequible u Obamacare. Lamentablemente, este es un tema que Romney y Ryan siguen tergiversando ante el país. Dicen que los $716 mil millones que la ley deduce de los pagos a las aseguradoras para trasladar al programa y ampliar sus beneficios son un recorte. Eso es totalmente falso. De hecho, el jefe actuario de Medicare ha dicho que la reforma de salud del presidente Obama “mejora sustancialmente” las finanzas del programa ampliando la vida del Fondo fiduciario de Medicare por ocho años más.

Debido a la Ley de Cuidado Asequible, quienes sufrían para costear los precios de sus recetas médicas ahora ven bajar sus costos a medida que se cierra el “período sin cobertura”. Unos 48,000 floridanos hemos ahorrado casi $665 cada uno desde que se aprobó la ley. Los adultos mayores también están recibiendo cuidados preventivos regulares tales como despistajes de cáncer y chequeos anuales de salud sin copagos. Tan sólo en el primer semestre del 2012, más de 1.25 millones de adultos mayores de Florida recibieron servicios preventivos gratuitos. Este beneficio en particular permite detectar a tiempo los problemas de salud y le da al paciente muchas más opciones de tratamiento, lo que se traduce en mejores resultados.

Los comentarios de Romney sobre el 47 por ciento que se siente “con derechos adquiridos” a la atención médica ya no son noticia de primera página, pero me vienen a la mente cada vez que pienso en su mezquino enfoque a las políticas de salud.

Privatizar el Medicare y los devastadores recortes al Medicaid son la base del plan de salud de Romney y Ryan. Los adultos mayores se verían sometidos a un mercado privado de seguros para comprar seguro de salud con un bono que se mantiene fijo mientras suben los costos de salud. Este enfoque implica que las aseguradoras, no los médicos ni las enfermeras, tomarían las decisiones sobre los beneficios al paciente, y así sufrirá la atención de la salud. Además, el gobernador Romney ha abrazado el mezquino presupuesto del congresista Ryan que recortaría en más de 30 por ciento al Medicaid la próxima década y les trasladaría los costos a los estados y pacientes, lo que en la práctica garantiza que el adulto mayor tenga menos acceso a esa red de seguridad; ya que Medicaid paga casi la mitad del cuidado de salud de los adultos mayores.

Medicaid y Medicare son programas que no sólo vale la pena mantener sino fortalecer. El gobernador Romney ha estado hablando mucho de cómo él se preocupa por la clase media. Pero no basta hablar. Como enfermera, hija, esposa y madre quiero un presidente que me muestre que se preocupa por las familias como la mía y las de millones de personas de todo el país. Quiero ver propuestas de políticas que garanticen que los adultos mayores, como mi suegro Manny, tengan acceso a la atención médica que necesitan después de toda una vida de trabajo duro. Los estadounidenses no nos merecemos menos.

País de delincuentes


Francisco Rivero Valera. EL UNIVERSAL

Delincuente es:

-Toda persona capaz de robar y matar. Las víctimas.

-Toda persona que incurre en uno o varios patrones delictivos establecidos en la ley penal. Rengel. Los abogados.

-El ladrón, criminal y 22 sinónimos más. La Real Academia Española.

Para los abogados existen 3 clases de delincuentes: ocasionales, habituales y demenciales. Ferri. Con características anatómicas, fisiológicas y psicológicas. Y agregaría: y su propia patología social.

Para las víctimas existen ladrones y asesinos, pensando en sus acciones comunes de robo y hechos de sangre. Y agregaría: y criminales organizados en la venta de productos ilegales, estafas y extorsiones.

De todas maneras, mientras los expertos se ponen de acuerdo con sus teorías, a las víctimas les preocupa la delincuencia por los robos y violencia de la vida diaria, por la percepción de problema grave que amenaza la paz, la seguridad y el progreso de las naciones y porque está fuera de control en algunos países.

Según la OMS, por ejemplo, 5 países tienen alta tasa de homicidios por cada 100 mil habitantes: Honduras 82, Jamaica 52, Venezuela 49, Guatemala 41 y Colombia 33. Comparativamente: Iraq 12, a pesar de su inestabilidad política; Rusia 10 y Estados Unidos 5, como países desarrollados.

Y las regiones con mayor tasa de homicidios: Suramérica y Centroamérica. Con factores comunes de desigualdad social, pobreza, fallas en educación, erradas políticas de los gobiernos. Y alta corrupción.

La corrupción, en particular, es asombrosa: es la actividad más frecuente del ladrón habitual. Más frecuente que los robos diarios de autos, residencias, carteras y otras cosas más. Con alta impunidad. Y es robo efectivo que puede llevar a la ruina nacional.

La corrupción es el robo frío y calculado de las oportunidades de los hombres, mujeres y niños menos capaces de protegerse a sí mismos del abuso en los cargos públicos, en beneficio particular de los empleados. Nussbaum.

Es el principal factor de pobreza de los pueblos porque transforma la economía en un saco sin fondo, haciendo fracasar todos los proyectos para disminuir la miseria, según la experiencia de 19 países pobres y altamente endeudados que recibieron la condonación de sus deudas externas y, sin embargo, no lograron salir de la categoría de alta corrupción, según el Índice de Percepción de la Corrupción o IPC. Transparencia Internacional.

Y varios países del mundo tienen el IPC alto.

Por ejemplo, si 0 es el peor IPC y 10 el mejor, 7 países ocupan los primeros lugares: Venezuela con 1.9. Guinea Occidental 1.9. Angola 2.0 Paraguay 2.2.Ucrania 2.3.Rusia 2.4 y Belarús con 2.4.TI. Y los 5 primeros de América Latina: Venezuela, Bolivia, Paraguay, Argentina y México. Mundo 14-6-12.

Y aunque los expertos se devanan los sesos investigando todas las causas, que se pueden resumir en 3: genéticas, psiquiátricas y sociopáticas, prefiero pensar en un triángulo de 3 factores interrelacionados: pobreza-desempleo-ignorancia. Sin olvidar la impunidad y el uso de la delincuencia como arma política. EU 23-8-12.

Al fin y al cabo, la delincuencia es el reflejo de pésimos gobiernos con pésimos programas de pura demagogia que, al ser ejecutados, terminan en reparto de limosnas que profundizan la pobreza, el desempleo, la ignorancia y la dependencia del Estado. Prefiero el proverbio chino: no le des un pez, enséñalo a pescar.

En consecuencia, conteste sin comodín la siguiente pregunta:

¿Cuántos delincuentes hay en Venezuela?

viernes, 26 de octubre de 2012

Constitución de 1940, ¿por qué no?


Mario J. Viera
He leído un artículo del periodista independiente Iván García titulado “Constitución cubana: ¿qué hacer con ella?” donde se recoge la opinión de la abogada independiente Laritza Diversent en torno al tema de la Constitución y más específicamente sobre la Constitución republicana de 1940.

Hablando de la vigente Constitución la abogada, citada en el artículo de Iván García, expresó:

Es cierto que la actual Constitución tiene innumerables deficiencias. No creo sea la adecuada en una Cuba democrática. Pero en cualquier proceso de reformas serio y profundo, en sus inicios se pudiera aplicar la letra de la Constitución enmendada en 1992. Luego, a corto plazo, convocar una Asamblea Constituyente y redactar una nueva Ley Fundamental, sobria y con buena factura jurídica, que cubra los derechos sociales y políticos de todos los cubanos”, y, respecto a la Constitución del 40 consideró, siempre citada por García, que la misma es “inapropiada, demasiado meticulosa y obsoleta para estos tiempos”.

En primer lugar hay que dejar asentado un principio básico dentro del Derecho constitucional, aquel que establece que la Constitución es la norma suprema de un país, por lo que prevalece sobre cualquier otra normativa o ley, y esto es válido tanto para el espíritu como para la letra de la Constitución.

La Constitución de 1976 y su enmienda de 1992, no es que tenga innumerables deficiencias, es que por sus postulados es absolutamente ineficiente para servir de base a un proceso de transición hacia la democracia y por tanto no es posible aplicar la letra de tal aberración jurídica ─ copia y calco de la Constitución Soviética y fundamento del poder personal de Fidel Castro ─ en ese proceso inicial de democratización.

Si se mantiene la letra de tal Constitución, habría que considerar que fuera el propio Partido Comunista el que dirigiera el proceso de transición ya que la letra de su artículo 5 establece: “El Partido Comunista de Cuba, vanguardia organizada marxista-leninista de la clase obrera, es la fuerza dirigente de la sociedad y del Estado, que organiza y orienta los esfuerzos comunes hacia los altos fines de la construcción del socialismo y el avance hacia la sociedad comunista”.

Por otra parte el artículo 3, de acuerdo con la reforma de 26 de junio de 2002 fija, en su letra que el “socialismo y el sistema político y social revolucionario establecido en esta Constitución (…)  es irrevocable, y Cuba no volverá jamás al capitalismo”.

El artículo 14 establece que en  Cuba rige el sistema de economía basado en la propiedad socialista de todo el pueblo sobre los medios fundamentales de producción”; además el  artículo 16 dictamina que el “Estado organiza, dirige y controla la actividad económica nacional conforme a un plan que garantice el desarrollo programado del país”, todo lo cual estaría reñido con una formulación para restructurar la economía nacional.

No puede aceptarse como conductora de la transición democrática una Constitución en cuya letra se postulan condicionantes como los recogidos en los incisos c, y ch del artículo 39, el primero propone promover “la formación comunista de las nuevas generaciones”, y el último que solo reconoce  “la creación artística (…) que su contenido no sea contrario a la Revolución”; o en el artículo 53 que solo legitima la libertad de palabra y prensa que sea conforme a los fines de la sociedad socialista.

No es posible aceptar la letra de una constitución que exige “la subordinación de la minoría a la mayoría” como se expone en el inciso f del artículo 68, en lugar de señalar el respeto de la minoría a la mayoría

En cualquier proceso de reformas serio y profundo ─ como dice la licenciada Diversent ─, en sus inicios hay que descartar absolutamente los postulados totalitarios de la Constitución de 1992, tanto en su espíritu como en su letra. Quien plantee lo contrario carece del necesario conocimiento que ofrece el Derecho Constitucional y la tradición constitucionalista de Cuba que  se inicia con las constituciones mambisas y se continúa con las diferentes constituciones y leyes constitucionales de la República.

Según el abogado y socialista alemán Ferdinand Lassalle, una Constitución no sería tal, si no refleja la realidad política de un Estado; es decir, mantener en vigor la letra de la Constitución de 1992, una vez derrocado el castrismo, sería un absurdo jurídico que de ninguna manera estaría reflejando la realidad política que existiría tras la desaparición del actual régimen que gobierna en Cuba. Por otra parte en la letra de toda Constitución quedan establecidos sus principios; para Ermo Quisbert un principio constitucional es “la regla básica que guía el funcionamiento coherente y equilibrado de la estructura de una Constitución formal de un Estado determinado” (Ver “Principios Constitucionales” http://ermoquisbert.tripod.com/dc/05.pdf)

Para iniciar un proceso transicional en Cuba solo cabe un documento constitucional apropiado para encaminar tal proceso: la Constitución de 1940.

La Constitución de 1940 no fue derogada de acuerdo a los preceptos que la misma establecía para su reforma parcial o total sino por un procedimiento espurio de desconstistucionalidad que rigió hasta 1976. Efectivamente el artículo 286 de la Constitución de 1940 reconocía que la reforma de la Constitución podría ser “específica, parcial o integral”.  En el caso que la reforma fuera integral se convocaría “a elecciones para Delegados a una Asamblea plebiscitaria, que tendrá lugar seis meses después de acordada, la que se limitará exclusivamente a aprobar o rechazar las reformas propuestas. Esta Asamblea cumplirá sus deberes con entera independencia del Congreso, dentro de los treinta días subsiguientes a su constitución definitiva”.

Ciertamente a la Carta Magna del 40 se le puede criticar por ser, como expresa la licenciada Diversent, “demasiado meticulosa” y hasta se pueda considerar que en muchas de sus disposiciones sea “obsoleta para estos tiempos”; no obstante  es factible de ser reformada a corto plazo ─ como propone Diversent para la Constitución totalitaria ─ mediante el procedimiento de su artículo 286. De lo que no puede acusarse a la Constitución de 1940 es de ser inapropiada para conducir el proceso de transición hacia la democracia.

De seguir el consejo de Laritza Diversent, no se podría emprender una reforma del Poder Judicial, indispensable para la legalización de todo el proceso de transición. La Constitución de 1992 establece, en primer lugar, que los tribunales están subordinados jerárquicamente a la Asamblea Nacional del Poder Popular y al Consejo de Estado.

La Constitución de 1940 puede ser reformada y actualizada y enfocarle hacia los tiempos actuales. Por su carácter es la última elaboración del constitucionalismo cubano que para su formulación recogió toda la experiencia acumulada dentro del quehacer político de la sociedad cubana. La legitimación de la batalla por la democratización nacional transita por el acatamiento a la Constitución de 1940. No es necesario mantener la vigencia de la Constitución de 1992 ni buscar a priori nuevos documentos constitucionales cuando se cuenta con un texto constitucional legítimo y democrático, tanto en su letra como en su espíritu cual es la Constitución de 1940.

Para responder la pregunta de qué hacer con la Constitución castrista se puede decir categóricamente: Echarla al estercolero y olvidarnos que un día marcó los postulados de nuestra ruina nacional.

jueves, 25 de octubre de 2012

¡Que bien se nada fuera del agua!


Empecemos por aclarar que efectivamente la revolución destacó la importancia de la educación, pero no sobre las ideas de Martí, sino sobre las de Antón Makarenko, un pedagogo soviético nacido en Ucrania.

Frank Cosme Valdés Quintana. CUBA ACTUALIDAD (PD)
Escolares cubano en labores agrícolas

El título de este trabajo lo dice todo. Esa es la impresión que a cualquiera le causa cuando alguien da como cierto algo que es falso y no solo eso, sino que emite juicios donde afirma algo que desconoce.

Una noticia leída en el blog español Terra del 4 de octubre pasado, además de informar sobre ciertas realidades actuales referentes a las rebajas en el presupuesto que se dirige hacia la educación en Cuba, parece al mismo tiempo ─ por el rumbo que coge esta información en cuanto afirmaciones ─ que justifica la debacle social y educativa ocasionada por las llamadas escuelas en el campo.

Según el autor de este artículo: “La revolución destacó la importancia de la educación e incorporó las ideas de José Martí, padre intelectual de la nación”. Indica este “experto” que José Martí “defendió la norma de combinar el estudio con el trabajo”, una práctica que el gobierno revolucionario adoptó con la creación de las escuelas internas en el campo.

Ahora resulta que Martí, además de ser el autor intelectual del Moncada, según el máximo jefe, de acuerdo a este cubanólogo es también el autor intelectual de las escuelas en el campo.

Empecemos por aclarar que efectivamente la revolución destacó la importancia de la educación, pero no sobre las ideas de Martí, sino sobre las de Antón Makarenko, un pedagogo soviético nacido en Ucrania.

En los primeros años de la revolución, después de desactivar la Escuela Normal para Maestros, sita en la esquina de San Joaquín y Amenidad, en La Habana, esta fue suplantada por el Instituto Pedagógico “Antón Makarenko”.

 Las maestras makarenkos, como las llamaban, eran jóvenes traídas de provincias, que fueron preparadas para dar clases en un nuevo estilo, el estilo ruso de enseñanza, donde lo azul era rojo, justificado con la ya conocida dialéctica marxista.

 Hoy, ni siquiera en los medios oficiales casi se nombra a este fracasado experimento ─  uno de tantos, como la escuela al campo ─ en que se pretendió de la noche a la mañana convertir en pedagogas a un grupo numeroso de adolescentes (en años recientes volvió a ocurrir con los maestros emergentes).

En cuanto a que Martí defendía la norma de combinar el trabajo con el estudio, eso es más viejo que Matusalén. Hasta en la antigua Grecia hubo maestros que la aplicaban. Pero en ningún momento Martí se refirió a construir escuelas” en el campo e internar obligatoriamente a los educandos separándolos de los padres. Más bien habló sobre “un huerto escolar” en los terrenos aledaños a la escuela, algo que los que ya peinamos canas conocimos en los antiguos colegios. Pero con la revolución, el pequeño huerto se convirtió en las escuelas en el campo, situadas hasta a 100 kilómetros de distancia del lugar de residencia de los alumnos.

Para qué hablar de los 15 días obligatorios en Tarará, al este de La Habana, que tenían también que pasar los niños de primaria, que fueron suspendidos por el desastre de Chernóbil, en Ucrania, pues en aquel campamento alojaron a los niños accidentados que fueron atendidos en Cuba.

Aunque también en este artículo de Terra se nombra a un arquitecto que expresa que la educación universitaria era “casi segura”, en ese “casi” no explicó o no se atrevió a explicar este constructor, que muchos que les gustaba estudiar no pudieron, pues entre el Servicio Militar Obligatorio (SMO), el Servicio Militar General (SMG), la guerra de Angola y posteriormente las movilizaciones militares por cuanta cosa dijeran los presidentes de turno de Estados Unidos, lo cual acababa siempre en un estado de alerta en Cuba.

Algunos lograron escapar gracias a certificados médicos, amistades en el comité militar o simplemente porque tuvieron suerte. Las mujeres fueron las menos afectadas, pues aunque se intentó, no progresó el servicio militar obligatorio para ellas y es por eso que hay más mujeres profesionales que hombres en Cuba. No es una conquista de la revolución, como pregonan algunos voceros y repiten algunos medios foráneos: es una consecuencia fruto de una causa.

 El autor se despista aún más en este artículo de Terra, cuando también enfoca las quejas de muchas familias que no pueden pagar maestros particulares para sus hijos con la intención de que puedan conseguir carreras universitarias. Lo hace de una forma que desvía la atención hacia la esencia de esta anomalía, que es una simple pregunta: ¿Es entonces tan deficiente la educación en Cuba que hay que pagar maestros particulares para que los hijos aprueben? Habría que agregar que así sucede desde hace años y desde la primaria.