martes, 16 de octubre de 2012

¿Cuándo le tocará a Machado Ventura?


Orlando Freire Santana. CUBANET

En días recientes se han celebrado varios Plenos  del Partido Comunista en algunas provincias, así como en organizaciones políticas que agrupan a las mujeres y los campesinos. En todos los casos esas reuniones fueron presididas por José Ramón Machado Ventura, segundo secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, y primer vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros, y el objetivo de los cónclaves no era otro que el de sustituir a los dirigentes supremos a esas instancias.

No es difícil imaginar el escalofrío que sienten los dirigentes provinciales del Partido, sobre todo si su gestión no ha sido muy positiva, cada vez que Machadito sale de la capital e inicia un recorrido por el interior del país, pues no hay momento fijo para que aterrice en determinado territorio y organice el temido Pleno del Comité Provincial del Partido, con el casi seguro relevo de las jefaturas. De igual forma, aquellos dirigentes de los organismos políticos apéndices del Partido, que lleven un tiempo considerable en el cargo, y exhiban visos de anquilosamiento en su trabajo, no han de dormir tranquilos ante el afán renovador representado por el segundo hombre de la actual nomenclatura castrista. En ese contexto acontecieron las últimas sustituciones en la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) y la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP).

En las sociedades abiertas, por lo general, la sustitución o renuncia de ministros u otros funcionarios transcurren con transparencia, ya que la prensa suele informar del hecho con lujo de detalles y al momento de producirse. Mas, si no fuese así, cualquier periodista se acerca al sustituido o renunciante, lo entrevista, y la opinión pública obtiene toda la información. En las sociedades cerradas, por el contrario, es preciso leer entre líneas el contenido de la comunicación oficial — la única que se brinda — para imaginar cuál será el destino del dirigente depuesto. Y cuando se comprueba que el “ex” cayó en desgracia y fue “tronado”, es muy probable que ese hombre (o mujer) se lleve sus secretos a la tumba, pues ningún periodista o medio de prensa — oficialistas, claro — osarán averiguar ni media palabra más.

Entonces, si la nota oficial indica que el Pleno del Comité Provincial del Partido acordó liberar de sus funciones a su primer secretario, pero que el funcionario será promovido a otras responsabilidades, es una señal de que el dirigente “va para arriba”. Ese fue el caso de Teresa Amarelle Boué, liberada de la jefatura del Partido en Las Tunas, y ahora nombrada secretaria general de la FMC, en sustitución de la veterana Yolanda Ferrer.

Si el comunicado oficial donde se informa el relevo no habla de promoción, pero aclara que se reconocen el esfuerzo y la dedicación del sustituido en el desempeño de sus funciones, es casi seguro que se trate de un cuadro afectado de salud, o un veterano que vio pasar sus mejores momentos. Pero casi siempre califican así a los dirigentes que conservan la confianza de la cúpula del poder. De estos casos, por ejemplo, se nutre el consejo de asesores del gobernante Raúl Castro.

Y cuando la nota oficial no expresa nada positivo acerca del sustituido, y solo agrega que pasa a realizar otras tareas, enseguida pensamos que al dirigente “se lo echaron”. Es posible que, en lo adelante, lo veamos administrar un cementerio, dirigir una granja de pollos en un apartado paraje guantanamero o, en el mejor de los escenarios, convertirse en un laborioso trabajador por cuenta propia.

Muchos cubanos, sin embargo, añoramos el día en que un comunicado oficial declare que el verdugo comienza a pagar sus culpas. La nota, a secas, podría aparecer así: “Un Pleno conjunto del Comité Central del Partido y el Consejo de Estado acordó liberar al compañero José Ramón Machado Ventura de sus funciones de segundo secretario y primer vicepresidente, respectivamente”. Tal vez en ese momento empiecen los verdaderos cambios en Cuba.

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