viernes, 29 de noviembre de 2013

Las hondas razones de Honduras


Fernando Mires. Blog POLIS

Ya no es como antes. Antes podía pasar cualquier cosa en Honduras y a nadie le importaba. Podía ser elegido un candidato del Partido Nacional o del Partido Liberal y a nadie le importaba. Podía haber un golpe de Estado y a nadie le importaba.

Las cosas comenzaron a cambiar el 28 de Junio  de 2009 cuando un grupo de militares sacó al latifundista Manuel Zelaya Rosales de su apacible lecho para introducirlo en un avión. Entonces el nombre de ese país apareció en los titulares de todos los diarios del mundo. Como si en Honduras hubiera tenido lugar un golpe de Estado por primera vez en su historia. Un golpe de Estado que, además, no fue ni tan golpe ni tan de Estado.

Por una parte, los militares del 2009 no actuaron por su cuenta sino por encargo del Parlamento y del Poder Judicial. Por otra, el realizado fue un golpe de gobierno más que de Estado. El lugar de Zelaya lo ocupó no un militar sino un civil, el liberal Roberto Micheletti. ¿Por qué causó entonces tanto revuelo el golpe de 2011 a diferencias de otros que habían tenido lugar en el país centroamericano? Las razones son hoy evidentes.

Manuel Zelaya (MEL) era una pieza en el tablero de una estrategia internacional fraguada por Chávez y los Castro. De acuerdo a esa estrategia, La Habana y Caracas constituían un eje en torno al cual se agrupaban otros gobiernos "revolucionarios", vale decir, autoritarios, militaristas, populistas y caudillistas. El ALBA estaba destinada a fungir, según los delirios de Chávez, como la Internacional del socialismo del Siglo XXl.

La incorporación de MEL al ALBA parecía confirmar el avance de la imaginaria revolución continental. De ahí que la destitución de Zelaya fue percibida por Chávez y los Castro como una batalla perdida en el marco de una gran guerra política internacional.

¿Cómo olvidarnos de Nicolás Maduro cuando en 2009  viajó a Nicaragua con el propósito de traspasar el límite con Honduras junto a MEL a fin de  que todo el pueblo hondureño se levantara en nombre del presidente depuesto? Algo que, por cierto, no ocurrió. Todo lo contrario: Micheletti cumplió un breve periodo de transición y las elecciones de 2009 fueron ganadas con comodidad por el conservador Porfirio Lobo. Honduras parecía volver a su lúgubre normalidad.

A pesar de todo, las elecciones de Noviembre de 2013 fueron vistas por diversos opinólogos como un "test". De acuerdo a ese "test" si ganaba Xiomara, significaba que el proyecto continental castro-chavista todavía era válido. Si perdía, significaba que ese proyecto había comenzado a languidecer definitivamente.

Escribo "definitivamente" con intención. Porque antes de las elecciones de 2013 en Honduras, ya había síntomas del declive del proyecto castro-chavista a nivel continental. En términos más rigurosos, ese declive comenzó en las elecciones peruanas de 2011 que dieron como vencedor a Ollanta Humala. 

Mientras que en las elecciones de 2006 Humala fue presentado como "el Chávez peruano", en las de 2011 hizo todo lo posible para distanciarse del finado venezolano. Humala, político al fin, había entendido que la marca Chávez ya no era rentable. En cierto modo lo mismo hizo MEL quien, gracias a su instinto de poder, entendió que unir la candidatura de Xiomara con el nombre de Maduro ─ sobre todo ahora, cuando Venezuela está sumida en una catástrofe ─ habría sido una locura sin nombre.

No obstante, habiendo perdido las elecciones (Conservadores 34,08%. LIBRE 28,9%) MEL intentó emular no a Maduro sino ─ ¡qué ironía! ─ a Henrique Capriles, anunciando a los cuatro vientos un fraude electoral. Algo absolutamente imposible pues se puede cantar fraude a partir de una diferencia mínima, como ocurrió el 14A en Venezuela, pero no de una de 5 a 6%, como en Honduras. Por lo mismo, hay razones para pensar que el plan de MEL era otro, a saber: que las naciones del ALBA levantaran una protesta a través de la OEA, CELAC (¿existe todavía?) y MERCOSUR a fin de aislar internacionalmente al conservador Juan Orlando Hernández (JOL). 

El inefable Maduro aceptó el juego anunciando que el triunfo de JOL había sido producto de una conspiración de EE UU (¿no tendrá otra idea en su cabeza?) Vano intento. El vecino de MEL, Daniel Ortega ─ de quien se dice que no tiene principios, pero sí, fines ─ fue uno de los primeros gobernantes del mundo en reconocer el triunfo de JOL. Los otros socios del ALBA miraron hacia otro lado, como si hubieran sentido vergüenza. Como si Honduras nunca hubiera existido.

Pero en política nada está escrito. Si bien Xiomara no triunfó, el zelayismo ya es la segunda fuerza política del país. Puede ser, por lo tanto, que alguna vez alcance el gobierno. Pero si así ocurre, lo hará solo en el marco de una lucha nacional, sin grandes incidencias internacionales.

El chavismo en su forma nacional (madurista) comienza a declinar en Venezuela. El chavismo internacional terminó, al parecer para siempre, en Honduras.

Hay, además, otro par de buenas noticias. El bi-partidismo decimonónico de la Honduras rural (un duopolio político) ha llegado a su fin. Gracias al LIBRE de MEL, pero también al nuevo partido PAC de Salvador Nasralla (un nada despreciable 15,86%) ha surgido un espacio donde pueden ser ensayadas diversas alianzas. Si los liberales (20,49%) se recuperan en la oposición, nadie puede saberlo todavía.

Destacable fue el hecho de que las elecciones tuvieron lugar en un ambiente relativamente pacífico. También fue saldo positivo la exigua abstención electoral. Mucho menos que la de países que se consideran políticamente desarrollados, como Chile. 

En fin, poco a poco, paso a paso, con sus terribles problemas sociales a cuestas, Honduras está atravesando el umbral que separa a las naciones pre-políticas (para no decir bárbaras) de las políticas (para no decir civilizadas). En buena hora.

Honduras: Lógica de los resultados


Juan Ramón Martínez. LA TRIBUNA

Los que se sorprenden de los resultados electorales, no entienden la lógica que los productos obtenidos son el fruto de las acciones realizadas; o de las cuestiones dejadas de hacer. De la resistencia de los adversarios. Y en el fondo del rechazo o la simpatía de los electores. El Partido Nacional es ganador porque era el partido que exhibió mayor voluntad de poder, con un candidato emprendedor, dedicado con pasión a la búsqueda de la Presidencia de la República. Y respaldado por un partido dispuesto a la lucha, definido en representación de una derecha atemorizada por el reto socialista, mezclado con su voluntad de atender a los sectores más pobres del país. Pero posiblemente  el concepto estratégico fundamental, es que el Partido Nacional y sus líderes, no dudaron de la legitimidad de sus posturas, no quisieron parecerse a sus adversarios; y plantándose al frente de la amenaza socialista vengativa,  arrastraron a la opinión publica más débil que creía que no había fuerza sobre la tierra que pudiera derrotar a LIBRE, a votar en las urnas a su favor.

El Partido Liberal, en cambio, cometió el error de negarse a reconocer que LIBRE es su enemigo, que lo tenía que enfrentar; y que, lo conveniente tácticamente, era ubicarse en la penumbra, dejando que la labor de rechazo a los vengativos seguidores de Zelaya la hicieran los nacionalistas, esperando que una vez que los liberales entendieran que este no era una víctima, sino que un frustrado golpista que pretendió destruir la democracia, regresarían a casa. Pero sin ubicarse en la centro izquierda; y sin representar a los liberales que sentían el peligro de la revancha zelayista. Por ello es que los electores no vieron al Partido Liberal con fuerza y decisión para enfrentar al más grande enemigo suyo en toda su historia. Por eso no le explicaron a sus seguidores que los acontecimientos del 28 de junio del 2009, fueron  un contragolpe para detener a Zelaya que no solo quería destruir el sistema democrático, sino que enterrar al Partido Liberal. Al final, como resultado de esta opaca postura, el Partido Liberal no lució con la fuerza suficiente para detener a los vengativos e irracionales dirigentes de Libre, por lo que los más temerosos, prefirieron a JOH, porque le vieron más garra, fuerza y decisión para hacerlo. Les dio más confianza que Villeda Bermúdez.

Zelaya le sacó el jugo a las fuerzas latentes del caudillismo que están en el interior de la cultura política, especialmente entre los situados más abajo en la escala social. Aprovechó, disfrazado en una venganza que de repente es más cinematográfica que otra cosa, el resentimiento que priva entre el pueblo hondureño con respecto a la burocracia pública y la desesperación por el escaso desarrollo de las fuerzas económicas que no han mostrado capacidad de ofrecer empleo para los más jóvenes. Y levantando la bandera de hacerse justicia a sí mismo, provocó el sentimiento vengativo que vive agazapado en la mayoría de nuestros compatriotas. El resultado obtenido, mayor que el que se merece, le debe permitir ir más allá de sus instintos primarios, para crear un partido democrático de izquierda que pueda dinamizar la vida política al país, para que los hondureños puedan escoger entre la opción democrática y de derecha, frente a una izquierda furiosa y amenazante.

PAC, pese a la inexperiencia política de Nasralla, se posicionó muy bien ─ no frente a Zelaya, porque este espacio lo copaba JOH – sino contra la corrupción, representando a los sectores que están hasta la coronilla del comportamiento indecente de las clases políticas. No obtuvo mejores resultados porque cree muchísimo en sí mismo, ignora las virtudes de la organización política – que no tiene mucho que ver con sus altos conocimientos ingenieriles – y desconoce los méritos de sus seguidores a los que ve, como competidores; y no como sus aliados. El futuro, sino cambia y deja de quererse menos a sí  mismo, y da cariño a sus seguidores, no es bueno para PAC. Será un nuevo incordio, nada más.

Del resto de los partidos, es poco lo que se puede decir. No entendieron el clima que privaba, los asuntos que interesaban a los electores; ni se posicionaron en donde correspondía. Por eso no tienen mucho que ofrecerle al futuro nacional.

Honduras derrota nuevamente al Socialismo del Siglo XXI


Carlos Sánchez Berzaín. DIARIO LAS AMERICAS

DERROTADOS
Las elecciones del pasado 24 de noviembre en Honduras han dado el triunfo incuestionable al candidato Juan Orlando Hernández eligiéndolo como Presidente de la República, con una clara ventaja sobre Xiomara Castro de Zelaya la candidata del socialismo del siglo XXI que había anunciado su intención de suplantar la Constitución Política de Honduras y aplicar en este país el mismo procedimiento de liquidación de la democracia que los gobiernos de Venezuela, Ecuador, Bolivia y Nicaragua, dirigidos desde La Habana y financiados desde Caracas, han ejecutado en el marco del proyecto del socialismo del siglo XXI.

El Tribunal Supremo Electoral de Honduras ha establecido que el triunfo de Hernández es un resultado contundente, que escrutados más del 70% de los votos las cifras no van a variar, que reflejan un tendencia que es irreversible.

Los observadores electorales de la Unión Europea y de la Organización de Estados Americanos han informado y reiterado que “la votación y el recuento de las elecciones fue transparente y que su resultados son confiables”.

Varios presidentes del mundo han felicitado al Presidente Electo de Honduras, pero sin duda la felicitación con la señal política más destacada es la de Nicaragua, por su connotado miembro del socialismo del siglo XXI, Daniel Ortega, quien ha reconocido como ganador de la elecciones y próximo Presidente de Honduras a Juan Orlando Hernández.

Esto representa que el pueblo hondureño ha rechazado nuevamente los planteamientos populistas y anti democráticos de la candidatura de Mel-Xiomara como la denomina la prensa. Es una ratificación por escrutinio popular de que la separación constitucional del ejercicio de la presidencia de Manuel (Mel) Zelaya que se produjo el 28 de junio de 2009 cuando el entonces presidente atentó contra la Constitución para llevar a Honduras por la senda del socialismo del siglo XXI, perpetuarse en el poder y terminar con la institucionalidad de su país.

Es la más clara indicación de que la mayoría del pueblo de Honduras no quiere seguir el penoso camino que hoy recorren los pueblos venezolano, ecuatoriano, boliviano y nicaragüense.

Los hondureños han dicho no a tener perseguidos, presos y exiliados políticos, han dicho no a ser un país intervenido que cumple una agenda transnacional neo comunista.

Este resultado electoral evidencia la declinación del socialismo del siglo XXI. Es una señal de que cuando existe institucionalidad democrática, los pueblos además de votar, pueden elegir y defender sus principios y valores. Es un indicador de que los hondureños no quieren que les pase lo que está sucediendo en los países del ALBA donde la incertidumbre, la crisis y la violación permanente de los derechos humanos son la regla. Los hondureños han defendido con éxito su Estado de derecho.

Es una gran derrota para Cuba y su gobierno dictatorial. El gran titiritero de la destrucción de las democracias en países americanos ha perdido por segunda vez la posibilidad de controlar Honduras, aunque no cesará en los procesos de desestabilización. El silencio de los dictadores Castro y Maduro en este asunto es elocuente. Respecto al rápido reconocimiento de Daniel Ortega, hay que ver la adecuada lectura de la realidad por un político con experiencia en política centroamericana, pero principalmente una señal importante frente a la reducción del apoyo económico del consocio del siglo XXI a su gobierno.

No es desconocido que Venezuela, por su crisis económica, ha reducido el flujo de ayuda al gobierno de Nicaragua y ha incrementado el porcentaje de pago al contado en las entregas de petróleo. Lo que Ortega está diciendo es que ante la reducción del apoyo del eje Caracas-La Habana, ejercerá más independencia política en el ámbito internacional. Es otra señal importante del declive de la pesadilla castro-chavista que hoy divide a las Américas en países con democracia y países bajo las dictaduras del socialismo del siglo XXI.

En las elecciones del domingo pasado, Honduras ha derrotado nuevamente al socialismo del siglo XXI y a los enemigos de la libertad y la democracia.

jueves, 28 de noviembre de 2013

Gracias, gracias


Vicente Echerri. EL NUEVO HERALD

El impulso a dar gracias – a Dios, a los dioses o a nuestros semejantes – es expresión del sentimiento de la gratitud que se deriva directamente de la humildad, del reconocimiento de haber recibido algo – un regalo, un don – sin costo alguno y ni siquiera sin haber hecho nada para merecerlo. Al decir “gracias”, estamos reconociendo explícitamente la gratuidad de lo que recibimos y nuestro regocijo por ello. Incluso cuando decimos “gracias” al final de una transacción por la que hemos pagado, nuestro agradecimiento responde a la parte inmaterial de ese trato: la buena voluntad, la eficacia y la simpatía de quien nos presta un servicio o nos vende un artículo. Las gracias siempre son espirituales.

La acción de gracias es la contraparte de la petición. Y así como a la primera la suscita el regocijo por lo recibido, a la segunda la motiva el desamparo y la carencia. El ser humano es un animal carente y precario por definición. La inteligencia que le ha llevado a crear un número casi infinito de cosas para su comodidad y mejor adecuación al medio, para el dominio de la naturaleza o, simplemente, para el consumo excesivo o lujoso, ha multiplicado, en la misma proporción, el número de sus necesidades. El monje más austero necesita más cosas que cualquier animal.

Si la inteligencia multiplica la necesidad de las cosas; la ignorancia acrecienta el temor. El humano pide porque carece y porque teme: a las fuerzas naturales, a la enfermedad, a la pobreza, al abandono, a la muerte… La fe es un acto de afirmación desesperado para sobreponerse al temor, y las fuerzas sobrenaturales son el obligado interlocutor de esa demanda. El hombre quiere creer que la Divinidad lo escucha y le responde; de ahí que la existencia de una deidad – en la tradición religiosa, con la posible excepción del budismo – implique que esa deidad está casi al servicio –como el genio de la lámpara de Aladino– de esa criatura desamparada que clama por ella. ¡Habrase visto insolencia mayor!

Los seres humanos no se conforman con proclamar la existencia de un ser divino, creador y sustentador del orden universal (una idea que, por demás, puede defenderse desde un punto de vista lógico y, sobre todo, estético), sino que aspiran a que ese ser divino los guarde, los proteja, los libre de las enfermedades y del hambre, de los desastres naturales y de las guerras y, por si fuera poco, les perdone los pecados y los salve para la eternidad. A cambio, basta cumplir con algunos ritos, sacrificar en el altar de la Deidad aves y rumiantes y, en algunos casos, a otras personas; o acatar algunas normas que los intérpretes de la divinidad, que nunca faltan, han codificado minuciosamente (sirvan de ejemplo el Pentateuco y el Corán). En el cristianismo la oblación es simbólica y algunas de sus denominaciones han enfatizado el don inapreciable de la gracia salvífica: lo que Dios nos otorga movido por un amor inexplicable hacia una criatura imperfecta, contumaz y cruel. Frente a esa acción de la Deidad no se espera más que una respuesta agradecida y jubilosa.

La alabanza es una de las manifestaciones más antiguas y tradicionales de la acción de gracias. El libro de los Salmos es, por ejemplo, una de sus expresiones más acabadas y notables. El cantor exalta a Dios por todo lo que da y lo que promete, por la maravilla de la creación y por la capacidad de los humanos para reconocerla y usufructuarla; al tiempo que reconoce su pequeñez y su insignificancia frente a la vastedad del cosmos y a la fuerza o la conciencia que lo genera.

No sabemos si Dios se solaza o escucha nuestras alabanzas. Sí podemos afirmar que, por ser enteramente autosuficiente, no las necesita (como no necesitó nunca de la carne quemada de los sacrificios propiciatorios), pero ennoblece a los seres humanos – y rebaja sabiamente nuestra soberbia – levantar la mirada y, por los dones que nos prodiga el mundo, por la enorme satisfacción de comprender, por la realización personal que conlleva la experiencia del amor y la generosidad, decir, hoy y todos los días… gracias, gracias.

miércoles, 27 de noviembre de 2013

Campanada de Honduras para todos


Editorial La Prensa de Managua

Caricatura Diario La Prensa, Nicaragua
Aunque el Tribunal Supremo Electoral de Honduras aún no da un ganador de las elecciones del domingo y el líder del partido Libertad y Refundación (Libre), el controversial expresidente expulsado del poder en 2009, Manuel Zelaya, esté gritando “fraude”, la victoria del candidato del Partido Nacional (en el poder), Juan Orlando Hernández, es prácticamente un hecho.

Según reportaron las agencias de noticias ayer, en el cuarto informe del TSE, Hernández suma el 34.19% (631,079 votos válidos), mientras que Castro 28.83% (532,198 votos) con el 58% de las actas escrutadas. En tercer puesto, con el 20.76% (383,283 votos) aparece el aspirante del opositor Partido Liberal, Mauricio Villeda, quien ayer dijo que aceptará los resultados oficiales.

Esa tendencia se ha mantenido desde el primer informe y el único argumento que tienen Zelaya y su esposa para declararse “ganadores” son sus propias encuestas a boca de urna.

Sin embargo, los resultados de las elecciones hondureñas más que un alivio deben representar una campanada de alerta. Que el Partido Libre, de Zelaya, con casi el 29% de los votos esté rompiendo el bipartidismo histórico que han mantenido en ese país el Partido Nacional y el Partido Liberal — hoy relegado al tercer lugar — es un claro mensaje de la ciudadanía, que está insatisfecha con el trabajo que han realizado los Gobiernos hondureños, sean nacionalistas o liberales.

Que surja una tercera opción no es el problema. Es parte del juego democrático. El problema es que esa tercera opción, el Partido Libre, de Zelaya, tiene sus raíces en el llamado socialismo del siglo XXI de Hugo Chávez, que aunque ha resultado ser un fracaso en la propia Venezuela, con sus cantos de sirena populistas, ofrece una alternativa tentadora para los millones de hondureños empobrecidos que no ven en los partidos tradicionales una respuesta.

El problema con los políticos que se inspiran en el socialismo del siglo XXI es que usan los mecanismos de la democracia para acceder al poder, y usan el populismo para atraer los votos, pero una vez en el poder empiezan a intimidar y a destruir el sistema democrático para garantizar su permanencia a perpetuidad, y para colmo no resuelven el problema de la pobreza. Eso ha ocurrido en Venezuela, Bolivia, Ecuador y Nicaragua. Sin duda ocurriría lo mismo en Honduras de tener los Zelaya una nueva oportunidad de sentarse en la silla presidencial.

De tal manera que si los hondureños quieren seguir construyendo su democracia no se pueden limitar a realizar elecciones cada cuatro años. La democracia es mucho más que eso, para conservar su legitimidad debe ser efectiva, con esto queremos decir que debe controlar la corrupción, debe asegurarse que las leyes son iguales para todos, que las libertades individuales sean respetadas, pero además debe resolver los problemas más urgentes de su población, y al menos mostrar algunos resultados rápido.

En el caso de Honduras esos problemas son la pobreza del 65% de sus habitantes y la increíble violencia que se expresa en 20 homicidios diarios. No es solo con el fomento a las inversiones que hay que esperar que maduren para que produzcan empleos, o solo con el control de las maras “manu militari” que se van a resolver estos problemas.

El presidente electo de Honduras debe implementar planes de asistencia social que sean un bálsamo para las necesidades de los más pobres, a la vez que trabajar en políticas que consoliden el desarrollo económico y social del país. Pero esto no es un problema que debe resolver solo Honduras, es un problema al que deben poner atención vecinos como El Salvador y Guatemala si no quieren terminar como Nicaragua. (La Prensa de Managua)

martes, 26 de noviembre de 2013

Elecciones en Honduras: De pie; pero en vilo


Juan Ramón Martínez. LA TRIBUNA

Concluidas las elecciones, con una votación masiva, se ha confirmado que el sistema democrático de partidos funciona, que el pueblo  rechaza las aventuras políticas extremas, que los partidos tradicionales ─ representados por el Partido Nacional  todavía tienen capacidad de convocatoria ─, que hay diferencias en la manera de ver las cosas; y que, es evidente que más de la mitad de la población electoral, está descontenta con lo que hasta ahora han hecho los políticos. Adicionalmente, hay que decir que el Partido Liberal, sigue postrado, afectado de sus propias debilidades, que Libre ─ pese a la derrota anunciada ─ sigue siendo una propuesta tentadora; y que fuera de Nasralla, que asume la voluntad de cambio de una fuerte cantidad de compatriotas que están a disgusto con la falta de ética de los que han gobernado al país, los nuevos partidos no tienen futuro alguno. Tanto los más garrudos, como los más recientes. Carecen de fuerza, no despiertan el imaginario popular y provocan poca esperanza. Hay que hacer algo.

Los hondureños votaron masivamente. Su concurrencia volvió a las tendencias observadas en las elecciones de 2005. Y su comportamiento, desde todas las “tiendas” políticas, fue ejemplar. Y el hecho que se haya decidido por un sector tradicional como el Partido Nacional, que levantó la bandera de la defensa del sistema democrático ante la embestida totalitaria de Libre, no disminuye el hecho que más de la mitad de los que votaron, tienen quejas e incomodidades con los partidos políticos, con el liderazgo poco comprometido con sus necesidades. Y  que rechaza una partidocracia irresponsable, inconsecuente, vendedora de dulces para niños de pecho, con una burocracia que no está al servicio de la ciudadanía, sino que bajo el caudillismo inmoral, que descuida sus deberes de  servir  a la población. Y que más bien, extrae la riqueza y se la apropia egoístamente.

Todo confirma que el país debe transformarse. Que la sociedad debe fortalecerse ─ más allá de las ONG que no pueden; ni deben, sustituir a los partidos políticos ─ que estos tienen que democratizarse y modernizarse científicamente, para que dejando de ser expresión caudillezca, se transformen en entidades democráticas, sometidas al estado de derecho; y colocadas bajo la mirada escrutadora de los electores, que deben recuperar el poder, la fuerza y la dirección de las cúpulas autoritarias que los dirigen. Los resultados alcanzados por Nasralla, que sin organización confiable ganó el departamento de Cortés, derrotando al Partido Liberal que nunca contó con el respaldo de los Rosenthal que no gozan del respaldo de los liberales; y que, aparentemente apoyan a Libre es una indicación que hay espacio para los outsaider, para los “predicadores” sin partido, sin ideología definida y sin propuestas. Porque gran parte del pueblo está cansado de las chapucerías, de la falta de responsabilidad; e incluso de la deshonestidad de los que solo buscan los cargos para robar y ofender. Amargándole la vida.

Libre, debe haber aprendido la lección. No se puede enfrentar a todos simultáneamente. Que la política es el arte de la negociación. Que el apoyo externo, inadmisible es complementario. Y que la agresividad, el culto al autoritarismo, no provocan el respaldo para creer que pueden asaltar al país. Y convertirlo en una hacienda particular, manejada por la esposa del caudillo, dueño de ese instituto político. Se impuso la moderación y se rechazó el revanchismo.

La primera conclusión, es que el país sigue cojeando de la pierna izquierda, que hay que hacer esfuerzos para reformar la institucionalidad vigente, que se debe cambiar la operación del Congreso Nacional – democratizándolo y colocando a los diputados al servicio de sus votantes ─  que el Poder Ejecutivo debe reducirse y descentralizarse; y que el Poder Judicial, está obligado a probar su capacidad para funcionar sin miedo; y sin que los jueces se entreguen al tilín tilín del narcotráfico internacional. El que Libre haya ganado en las zonas más afectadas por este delito, debe obligar a sus dirigentes a cambiar; y muchos, ser sustituidos por personas sanas que comprueben que, no son narcodependientes. Y la segunda, es que hay que cambiar de actitud, siendo más responsables con Honduras. Que seguimos de pie; pero en vilo. Podemos caernos. Empujados por el viento, por los aventureros, los locos; o por los narcotraficantes. ¡Ojo al Cristo¡

domingo, 24 de noviembre de 2013

Disparo letal de un cronista de La Florida


Tania Díaz Castro. CUBANET

¿Cuánto le deben los Castro a Rusia?
Confieso que de vez en cuando me disparo una crónica de Lázaro Fariñas, aunque se me revuelva el estómago. Es un cubano nacionalizado estadounidense que vive en La Florida y que se atreve a decirle bribones de marca mayor al gobierno de ese país, sin que las autoridades tomen represalias contra él.

Tal vez hasta le ha lanzado una trompetilla a Obama cuando lo ha visto pasar por Miami, y no pasa nada. A Fariñas ni siquiera le halan su barbita al estilo de Fidel Castro. Tiene suerte el colega, porque los periodistas independientes no podríamos decir lo mismo y mucho menos acusar de bribones de marca mayor al gobierno de Raúl.

Si un día Fariñas cambia de palo para rumba y se le ocurre escribir que el gobierno cubano está compuesto por bribones de marca mayor, va a saber lo que es candela de majá.

Fariñas es uno de esos raros especímenes del periodismo libre que defiende a una dictadura enemiga del país democrático donde vive. Ahora está preocupado, según su última crónica, por la cantidad de dinero que Estados Unidos ha empleado en tratar de derrocar la dictadura más larga de América Latina y darle la libertad a los cubanos, como hizo cuando los españoles no querían retirar sus tropas de la isla.

Dice este señor que se imagina que en algún lugar debe existir el dato de esa cantidad de dinero que brota de un manantial y que han empleado los diferentes gobiernos de Estados Unidos, para que Cuba vuelva a la prosperidad y sea de nuevo un país tan normal, como casi todos los que pueblan el planeta.

Por último, se pregunta cuánto en realidad será la suma total. Pero lo que sí no se pregunta es algo que nos preguntamos todos los cubanos a cada amanecer, cuando desayunamos con pan mal hecho y sin leche: ¿Dónde se metieron los 30 mil millones de dólares que aún el gobierno castrista le debe a la desmerengada URSS? ¿Qué organismo sabe en qué se malgastó esa tremebunda cifra? ¿Por qué Cuba dejó de ser un manantial, pese a tanta cantidad de dinero recibido?

En las tres décadas felices del horrible petróleo soviético, cuando para nada hablaba la prensa nacional de Embargo Comercial, que insisten en llamar “bloqueo”, esos 30 mil millones de dólares se malgastaron y nadie sabe en qué. Ni siquiera Lázaro Fariñas. Es más, ni escribe sobre eso.

El día que lo haga y nos explique lo que tantos cubanos están ansiosos por saber, voy a creer que sí tiene buenas intenciones.

Mientras tanto, seguiré pensando que – en el mejor de los casos ─ es ciego, uno de esos que nunca vieron las diferencias de las dos Alemania y mucho menos de las dos Corea de hoy, un ciego que no ve la libertad que lo rodea, algo que añoramos tantos cubanos hace más de medio siglo.

viernes, 22 de noviembre de 2013

Respondiendo a un anexo-autonomista


Mario J. Viera

Quizá no tenga yo el refinamiento de un intelectual afrancesado, ni tenga la “plus grande finesse” propia de los grandes intelectos; pero de ahí a considerarme un ignorante que muestre “su desprecio por una idea que no comprende (autonomía y anexión son dos conceptos contrapuestos)” ya es algo que va más allá de la fina ironía. Permítame decirle al distinguido Fernando Núñez que conozco perfectamente  las diferencias existentes entre autonomía y anexionismo.

Dejemos que sea la Real Academia Española la que defina el concepto de autonomía. Según la que limpia, fija y da esplendor, autonomismo deriva de la palabra latina autonomĭa, y esta del gr. αὐτονομία. Y la define en su primera acepción como: “Potestad que dentro de un Estado tienen municipios, provincias, regiones u otras entidades, para regirse mediante normas y órganos de gobierno propios”. Es decir, la autonomía es una concesión del poder  central para que un determinado territorio bajo la soberanía de un Estado (incluida una colonia)  pueda “regirse mediante normas y órganos de gobierno propio”.

De esta definición se despende que ningún Estado pueda concederle autonomía a otro Estado soberano, algo, evidentemente absurdo.

Anexión es la unión de territorios realizada por un determinado Estado, absorbiendo bajo su soberanía aquellos territorios, ya sea una nación independiente, parte del territorio de otro Estado o una colonia.

Por tanto proclamar a Cuba como provincia autónoma de España, requiere, en primer lugar que Cuba renuncie su soberanía a favor de la soberanía del Reino de España; es decir, anexar a Cuba a España, y luego proceder a la declaración de provincia autónoma. Entonces, ¿dónde está la presunción, en este caso, de que anexión y autonomía sean conceptos contrapuestos? En fin de cuentas, la propuesta de Autonomía Concertada para Cuba plantea la “reincorporación de Cuba a España”. ¿Es o no es una propuesta de anexión bajo el eufemismo de “reincorporación”?

No sé a qué se refiere el distinguido anexo-autonomista cuando me espeta el trillado dicho de “Dime de lo que presumes y te diré lo que te falta”. No presumo de nada, salvo que tengo fe en la capacidad del cubano de, una vez haberse sacudido del castrismo, levantar a la isla hasta un alto desarrollo económico y social.

En su último artículo publicado bajo el sarcástico título de “La patria es de todos, también de los traidores”, poco le faltó a Monsieur Fernando para acusarme de castrista, ya que ve en mí una “adhesión intransigente a la línea política oficial”. Desde 1988 formé parte del movimiento de resistencia pacífica de Cuba; conocí las “mieles” del presidio político. En 1996 me incorporé al movimiento del periodismo independiente hasta junio del 2000 cuando me acogí al exilio en los Estados Unidos. Conocí en esa época prácticamente todos los nombres de los opositores y disidentes. Muchos personalmente, otros de oídas; pero no recuerdo nunca haber escuchado el nombre de un Fernando Núñez vinculado con la oposición interna, ni conocer ninguna denuncia suya a favor de los derechos de los cubanos para alcanzar la transición hacia la democracia.

Tal vez me excedí por pasión cuando en mi artículo “Respuesta a un integrista desfasadoexpresé: “Quédese Núñez practicando su malabarismo lingüístico en Francia soñando desde allí con la imposible devolución de Cuba a la corona española y no ocupe páginas donde opinan cubanos que se sienten orgullosos de ser cubanos y que honran y veneran al estandarte de la estrella solitaria”.

Realmente él tiene derecho a expresar sus opiniones por cualquier medio; pero yo, y muchos de los que escriben para Cubanet, incluidos los periodistas a los que Núñez les dedica el título de independientes enmarcado dentro de unas peyorativas entre comillas, también tenemos el derecho de criticar las ideas que consideremos viciosas o perjudiciales para la dignidad nacional, que por supuesto no se corresponde con el concepto castrista de “dignidad nacional”. Y sí, contrario a lo que opina el naturalizado francés que no vive en España, todos tenemos el derecho de discutir las ideas y hasta las creencias de cualquier otro ser humano. La tolerancia implica permitir expresar la opinión ajena aunque no se la comparta; pero tolerancia es también criticar y opinar en contra de esa opinión ajena.

Núñez reclama “quitarse de encima el santoral revolucionario, separando para siempre la Historia de la Política”. Esto del “santoral revolucionario” es una imagen recurrente del señor Núñez e insiste en que hay que separar “la Historia de la Política” cuando contradictoriamente él ha recurrido continuamente a sofismas históricos para justificar su ideario anexo-autonomista. Ejemplo de esto son sus artículos “Los cubanos no quieren libertad”, “Cuba y España, de un pájaro la dos alas”, publicados en Cubanet y otros como el titulado “Máximo Gómez no fue un genio militar, ni un buen político y ni siquiera era cubano”. Y hasta es partidario de cotejar los hechos históricos para darle soporte a su peregrino ideario; ¿acaso no dijo: “Revisar la Historia no es peligroso porque los hechos pasados son incontrovertibles”?

¿Qué derecho tiene Ferrán Núñez a endilgarle a alguien un lenguaje oficialista cuando él se hace eco del decir del castrismo de que la República cubana era una “Pseudo república” y de referirse a las naciones hispanoamericanas con el mismo  argumento de los Castro, de Chávez y de toda la comparsa del izquierdismo bananero, de estar “desunidas y débiles frente a los Estados Unidos”?

Con esto pongo punto final al debate abierto con los integristas anexo-autonomistas, no es meritorio perder más tiempo en rebatirles. Solo quiero recomendarle al Sr. Núñez que para su ilustración sobre lo que fue el Partido Liberal Autonomista, ya que tanto le complace los histórico, que lea detenidamente el trabajo de la historiadora española Marta Bizcarrondo Albea, titulado “El autonomismo cubano 1878-1898: Las ideas y los hechos”. Allí verá que muchos de los mentores del autonomismo tenían como objetivo final alcanzar la independencia de Cuba a través de un proceso evolutivo partiendo de la declaración de la autonomía.

martes, 5 de noviembre de 2013

Elecciones libres y sin partido único


Juan González Febles. CUBA ACTUALIDAD (PD)

Habaneros votando en 1944
En 1948 tuvieron lugar en Cuba las últimas elecciones en las que el pueblo cubano eligió directamente a su presidente.

Han pasado sesenta y cinco años de aquel momento y han crecido varias generaciones de cubanos que no tienen idea de que es efectivamente elegir a un presidente que cumpla con un periodo y se marche para dar paso a otro mandatario.

La buena noticia es que un concepto tan elemental y palmariamente sencillo como la elección directa del presidente asciende desde las barbacoas, villas miseria y espacios marginales, como por arte de magia. Desde la entraña popular un consenso se corporiza y este consenso afirma que "esta gente", como llama el pueblo al partido-gobierno en el poder por imposición vitalicia, nunca hará cosa alguna que le beneficie y que ya es hora de salir de ellos.

La mejor entre las noticias es que son jóvenes muy lastimados moral y emocionalmente los portadores principales del nuevo discurso.

Por el momento, el miedo juega con éxito la partida. Pero hasta para el miedo, hoy aparecen fisuras. Quienes más han hecho por acentuarlas han sido las Damas de Blanco con sus gladiolos libertarios. Cada marcha dominical acelera el fin de un miedo sembrado desde hace más de cinco décadas. El centenar y más o menos personas que cada domingo demandan libertad –solo en la capital- y los que se suman cada domingo a lo largo de toda la Isla, erosionan el miedo y lo han convertido de un sentimiento compartido a otro vergonzoso y reprobable. Ya crece entre los hombres un sentimiento de vergüenza por sentir miedo. ¡Esta es una buena noticia!

Otra cosa que se destiñó definitivamente de la 'fe pública' es que alguien crea que los sindicatos oficiales responden o responderán a las aspiraciones reales de sus afiliados. Esto es algo que perdió toda la poca credibilidad que algún día tuvo, si es que la tuvo efectivamente. Los últimos choques con los inversionistas privados –mal llamados cuentapropistas- han marcado una diferencia y el resultado es lamentablemente irreversible. El pueblo de Cuba dejó de creer definitivamente en esta gente y sin decirlo de forma explícita, todos se vuelven irreversiblemente anti castristas.

Difícil es la reconciliación con quien esconde un palo para golpearte y se apresta a participar en el mitin de repudio en tu contra. ¿Cómo perdonar a quien no pide ni concede perdones? ¿Cómo, con nuestra deficiente educación machista, sería posible mirar en condición de igualdad al esbirro que golpea mujeres?

El gobierno militar del actual general-presidente defraudó al imaginario popular cubano. Aunque hayan logrado emputecer a la Isla, no lo lograron con todos los cubanos. Ni siquiera entre los militares, puede decirse que todos están en condición y disposición de golpear mujeres u opositores pacíficos desarmados.

La mejor de todas las noticias es que desde la más profunda entraña popular de la marginalidad y la miseria, el discurso popular aspira a elegir a un presidente y rechaza la exclusión y el privilegio impuestos por 'esta gente'. Lo mejor entre todo lo nuevo es que el sentimiento compartido ya oscila entre salir de Cuba o salir de 'esta gente'.

El doble discurso que alienta desde los medios controlados por el gobierno, manifestaciones fuera de Cuba, ya sea en Madrid, New York o Atenas, alienta dudas y estimula exigencias. Si por allá está bien salir a la calle a protestar, ¿por qué aquí no? La respuesta que flota en el ambiente, duele. Se acaban los paliativos y las medias verdades. El pueblo comenzó a confrontar el miedo y a reconocer nuevas identidades y necesidades. ¡Que para bien sea!