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martes, 13 de noviembre de 2012

Análisis post electoral

Guillermo Descalzi. EL NUEVO HERALD

Hemos reelegido a Obama, lo cual dice que la rabia y el rechazo fracasaron como armas para quitarse de encima a este presidente al que algunos odiaron desde un inicio sin entender cabalmente por qué. ¿Cambiará algo tras su reelección? ¿Cambiarán nuestros políticos su forma de hacer política?

La extrema derecha republicana ha sido víctima de su propio odio, su rabia, y la falsedad genérica de su candidato. El partido necesita ahora abandonar su odio y su rabia, y es de esperar que ausente Romney se ausente también su falsedad. Sería deseable que el partido volviese a la cordura, pero ya está atrincherándose nuevamente para evitar que se toque a sus protegidos. Su monoteísmo político de una sola verdad divide al país. Es esa verdad según la cual de lo que les sobre a los de arriba les caerá algo a los de abajo. No es así, no necesariamente, porque no hay una sino muchas verdades. Todos tenemos nuestra verdad, y toda verdad necesita ser respetada.

Obama se dejó arrollar en la Casa Blanca. No tuvo el valor de su verdad. La verdad es guía y con su signo se vence, pero bajo Obama la Casa Blanca arrió sus signos y cedió. Ese fue su problema, que bajó sus estandartes y enrolló sus verdades “para llevarse bien”. Obama confunde pelea con tenacidad. No tiene por qué pelear, pero debe ser tenaz. Obama no lo fue. Hay una explicación psico-racial para esto. Él quisiera, como primer presidente negro en la historia americana, dejar una imagen conciliadora de su raza en la Oficina Oval. Le importa mucho la decencia de su comportamiento, y quizás eso permitió la enorme brecha que la extrema derecha creó en el gobierno. Quiso evitar la imagen –y lo digo con todo respeto– de un ‘negro peleón’. Sus motivos podrán ser encomiables pero su producto fue fatal. Ser tenaz le es tan difícil que en la Casa Blanca están ahora acostumbrados a izar banderas blancas. Necesitamos cambio, y lo necesitan tanto demócratas como republicanos. Necesitamos dejar de lado la animosidad en la derecha, con todo y su miedo y rabia, y que la Casa Blanca deje de lado su necesidad de complacer y ceder en busca de aceptación.

Debemos ser conscientes de nuestra responsabilidad en la rabia que mató el discurso civilizado en la política nacional. Todos participamos en eso, y también en la prevaricación que dejó inepto al gobierno. Es necesario trabajar por el bien común, pero los líderes republicanos ven que la elección ha confirmado su dominio en la cámara baja y creen que la pelota sigue siendo suya. En el encuentro sobre el precipicio fiscal están repitiendo su mantra de no elevar impuestos. Es más, se contentan con juegos de palabras que hacen pasar por soluciones. Ejemplo: No alzar impuestos pero sí eliminar deducciones. Dicen que por ambos caminos se llega a lo mismo, aumentar la recaudación fiscal, y están dispuestos a pelear por esas palabras, ‘alzar impuestos’ y ‘eliminar deducciones’. ¿A quienes se les eliminarían? ¿Habrá suficientes deducciones por eliminarse para reducir significativamente el déficit? ¿No sería más simple, si da lo mismo, que acepten alzar impuestos?

El país ha llegado al límite del desgobierno, y nadie ni nada nos salvará si no empezamos por aceptarnos y trabajar juntos. Es inútil pedir cooperación si somos incapaces de aceptarnos honradamente. Dios quiera que el Partido Republicano deje de escuchar el rechazo vestido de puritanismo político de Glenn Beck, Rush Limbaugh y demás. ¿Se preguntarán qué le pasó al partido en esta elección? Miren a quienes siguió la derecha civilizada. Dios quiera también que Obama muestre más temple en su segunda administración. En breve se tendrán que tomar decisiones trascendentales, subir impuestos, recortar servicios y pasar penurias para evitar sacrificios aun mayores. Necesitamos recortar nuestra presencia en el mundo. El casus belli, el caso para la guerra, no puede seguir llevándonos a conflictos en serie, uno tras otro, porque ya sencillamente no tenemos los recursos para ello. Si no hacemos todo esto, Estados Unidos, tal y como lo conocemos, dejará de existir. Nos guste o no, el país debe replegarse y el gobierno tiene que establecer reglas y condiciones precisas para la banca, Wall Street, el comercio y la reindustrialización indispensable para salir del hueco en el que estamos. Necesitamos salvar el momento, pero ya se escuchan cánticos del liderazgo republicano, cánticos de exactamente lo mismo de ayer, cánticos de no, no y no. Ojalá en la Casa Blanca no estén preparando más banderas blancas. La historia juzgará duramente a los causantes de la obstrucción en este momento crítico donde aún estamos a tiempo para devolverle la vida a nuestro capitalismo democrático. Necesitamos trabajar todos en conjunto para resucitar su casi cadáver.

miércoles, 7 de noviembre de 2012

El burro pateó al elefante


Mario J. Viera

Estaban confiados los republicanos que arrasarían en las elecciones; creían que se harían con los votos electorales de la Florida y de Ohio. Rugía el Tea Party, ellos barrerían a Obama. Cuatro años estuvieron fraguando la derrota de Barack Obama, así lo había asegurado John Boehner, presidente de la Cámara de Representantes Federal y desde el primer día del mandato de Obama se unieron unánimemente para bloquear cualquier iniciativa del presidente.

En febrero los republicanos celebraron la 39 Conferencia Conservadora de Acción Política con el propósito de denostar a Obama y allí habló la estrella del Tea Party, el Senador Marcos Rubio diciendo: “El presidente de Estados Unidos parece muy buen padre, parece muy buen esposo, pero es un presidente terrible...”. Y no solo para los republicanos Obama es un “presidente terrible”, también intentaron presentarle como nacido en Nigeria, que era de credo musulmán y hasta de alentar ideas filo-comunistas.

Manejaron conceptos de carácter ideológico que les abocaba a la ultra derecha y esgrimieron planteamientos decimonónicos del Estado reducido y del laissez faire. Olvidaron un concepto fundamental dentro de la sociedad americana, la diversidad. Idealizaron un Estados Unidos que ya no es, que mucho ha transcurrido desde 1776; que ya apenas hay vínculo con la época de la Guerra Civil; que ya no es el mismo país de finales de la Segunda Guerra Mundial ni tampoco del fin de la Guerra Fría. Es que ni el resto del mundo posterior al fin de la confrontación Unión Soviética-Occidente es igual.

Intentaron los republicanos sacar partido de las dificultades para la recuperación de la economía y del índice de desempleo que supera el 7 porciento. Dos temas que serían su caballo de Troya y despreciaron el surgimiento de los indignados de Occupy Wall Street como reacción ante la actitud del Congreso y las diferencias colosales entre el 1 porciento de la población y el resto de la sociedad. Olvidaron que Estados Unidos es reacio a aceptar posiciones políticas al extremo para conducir a la nación.

Y llegó el 6 de Noviembre y su larga noche. Obama ganaría ampliamente los votos electorales (303 contra 206) y se llevaría la victoria con los votos populares con una diferencia a su favor de más de 2 millones 600 mil votos y ganando en más de la mitad de los Estados.

Una creciente fuerza política comienza a manifestarse representada por el voto hispano que fue favorable a Obama con el 72 porciento contra el 28 porciento que recibiría Romney.

Lograron los republicanos mantener la mayoría en la Cámara y los demócratas conservaron su mayoría senatorial.

La Florida dejó de ser el bastión seguro de los republicanos, aunque Obama la ganó por estrecho margen. Miami-Dade se tiñe de azul y hasta en la comunidad cubano-americana que siempre fue bloque de votos republicanos ahora está dividida casi a la mitad, 50 a 47 según El Miami Herald.

Las cosas cambian desfavorablemente para el Partido Republicano, perdió en estas, que seguramente serán, históricas elecciones; perdió Romney a pesar del gran esfuerzo que desplegara su campaña; pero el gran perdedor, el gran derrotado ha sido el Tea Party y, es posible que el Partido Republicano luego de la derrota replantee sus vínculos con este ultra-reaccionario movimiento.

Definitivamente, ayer el burro demócrata pateó al elefante republicano.

lunes, 5 de noviembre de 2012

¿Obama?, ¿Romney?


Mario J. Viera

Vísperas de las elecciones en Estados Unidos; elecciones que por más de una razón serán históricas. ¿Quién ganará la presidencia? ¿Obama? ¿Romney? ¡Quién sabe! Está el país tan polarizado que no se puede emitir con certeza un pronóstico. Ni siquiera se puede prever si el abstencionismo sea el ganador en el conteo de votos por estados.

Hay un hecho cierto, Romney predomina entre los americanos blancos y cuenta con el apoyo irrestricto del Tea Party. Obama está asegurado con el voto de las minorías, fundamentalmente entre los negros y los latinos. No obstante, el voto latino es una incógnita: ¿Saldrán masivamente los latinos a votar?

El tema álgido en estas elecciones es la economía. Obama heredó una economía al borde del descalabro y aunque ha tenido logros deteniendo la crisis impidiendo la depresión, todavía no ha podido encauzar la locomotora de la economía. El caballo de batalla de Romney es precisamente el tema de la economía; él dice saber como resolver la crisis, aunque no ha dicho como lo logrará. Dice tener experiencia empresarial y por tanto ser el más apto para sacar adelante la economía; pero se conoce como logró sus éxitos empresariales, con métodos que no pueden considerarse óptimos para la conducción del gobierno nacional. Un Estado no es una empresa.

Pero también están en juego otros aspectos importantes. El primero, la seguridad nacional frente al terrorismo islamista, la amenaza de Irán, la consolidación de gobiernos populistas en América Latina enemigos de Estados Unidos, el peligro de los carteles del narcotráfico que crecen al otro lado de la frontera sur. El líder de Al Qaida fue eliminado, pero sus militantes comienzan a recuperar terreno en Irak, Libia y Siria.

Se requiere un comandante en jefe que sea capaz de detener la amenaza que se cierne sobre el país. ¿Obama?, ¿Romney? Se conoce lo que ha hecho la administración demócrata en el tema; no se conoce a ciencia cierta lo que al respecto pudiera garantizar una administración republicana, salvo su anunciado redoble de tambores bélicos.

En segundo lugar, la Seguridad Social, el Medicare, el Medicaid y el acceso a los seguros médicos para la mayoría de la población. Obama pretende salvaguardar la protección de los grupos más vulnerables de la sociedad y fortalecer el Medicare mediante los presupuestos de su reforma de asistencia médica, que despectivamente se ha denominado Obamacare. La dupla Romney-Ryan proponen hacer recortes en la Seguridad Social y su privatización y “salvar” el Medicare mediante la fórmula de los vouchers para que las personas de la tercera edad puedan pagar a las aseguradoras para sus cuidados de salud.

En tercer lugar, la reforma inmigratoria y el conflicto de una inmigración ilegal que sobrepasa los once millones de indocumentados y la suerte y destino de los “dreamers”. ¿Cuál fórmula será ganadora, la de una reforma integral de Inmigración por la que se decanta Obama aunque hasta hora no ha presentado ningún proyecto, o aquella de la “deportación voluntaria” que preconiza Romney y enarbola como modelo legislativo para la nación la ley antinmigrante SB1070 de Arizona?

En cuarto lugar, aunque no menos importante es lo concerniente a la igualdad salarial de las mujeres con los hombres, un tema en el que parecen coincidir ambos candidatos aunque con diferencia de matices.

Mañana se definirá si Estados Unidos se decidirá por la ultraderecha en el gobierno de sus destinos o si continuará en la línea del centrismo de izquierda del presidente Barack Obama.

Mañana sabremos quién será el presidente de Estados Unidos: ¿Obama?, ¿Romney?

¿Latinos con Obama, o contra Romney?


Andrés Oppenheimer
No es de extrañar que, según las encuestas, un 70 por ciento de los votantes latinos apoyarán al presidente Barack Obama, mientras que sólo un 25 por ciento respaldarán al gobernador Mitt Romney en las elecciones de Estados Unidos. Hay diez grandes razones por las que a una inmensa mayoría de hispanos le resulta muy difícil votar por Romney.

Aquí van, sin ningún orden en particular:

Primero: en temas económicos que tocan el bolsillo de los votantes, Romney ha dado la imagen de ser el candidato de los ricos, que quiere bajar los impuestos a los millonarios y desregular a Wall Street. El comentario de Romney filmado secretamente durante un evento privado en el que dijo que el 47 por ciento de los votantes dependen de subsidios del gobierno, y que por lo tanto “mi tarea no es preocuparme de esa gente”, reforzó la idea de que a Romney no le interesan los pobres.

Segundo: en temas macroeconómicos, los ataques de Romney contra Obama por el estado anémico de la economía son vistos por muchos latinos como un ejercicio de hipocresía. ¿Acaso no fue el partido republicano de Romney, durante la presidencia de George W. Bush, el que dejó el país con el mayor desastre económico desde la Gran Depresión?, preguntan muchos.

Tercero: en materia de salud pública, los virulentos ataques de Romney contra la ley Obamacare, que ofrece servicios de salud a todos los estadounidenses, alarmaron a la mayoría de los latinos. El hecho de que el mayor país industrializado del mundo no hubiera tenido servicios de salud para 45 millones de personas era visto por muchos como escandaloso.

Cuarto: en educación, Romney ha propuesto que el gobierno central juegue un rol menor, y — hasta que cambió de opinión en las últimas semanas — apoyó un presupuesto de su compañero de fórmula, Paul Ryan, que reduciría las Becas Grant a alrededor de 10 millones de jóvenes universitarios, muchos de ellos latinos.

Quinto: en materia del gasto militar, Romney ha pedido un aumento de 100,000 millones de dólares para el 2016, mientras se recorta el resto del gasto gubernamental. Muchos latinos temen que aumentar el gasto militar obligaría a realizar aún más cortes en los servicios sociales.

Sexto: en inmigración, el tono virulento de Romney contra los indocumentados durante las primarias molestó a muchos latinos, y su apoyo de la draconiana ley anti-inmigratoria de Arizona, y su promesa de vetar el Dream Act — que ofrecería legalizar a muchos universitarios indocumentados — indignó a muchos hispanos.

Séptimo: con respecto al control de armas, la mayoría de los hispanos —que están entre los más afectados por la violencia con armas de fuego— quieren leyes de control de armas más severas, para impedir hechos como la reciente masacre en un cine de Aurora, Colorado. Mientras que Romney se opone a nuevos controles a las armas, los latinos quieren leyes mas estrictas, según un estudio del Pew Research Center.

Octavo: en lo que hace a las guerras, a muchos latinos no les convence la propuesta de la plataforma republicana de lograr “la paz mediante la fuerza”, que temen podría llevar a nuevas aventuras bélicas. Muchos latinos están en el ejército, y son contrarios a las guerras no esenciales.

Noveno: en materia de terrorismo y política exterior, pese a que Romney acusa a Obma de haber sido complaciente con el fundamentalismo islámico, fue el gobierno de Obama el que eliminó al líder de Al Qaeda Osama bin Laden, y el que impuso duras sanciones económicas a Irán. Con respecto a Latinoamérica, pese a que Obama no ha hecho gran cosa, en general ha sido prudente.

Décimo: en general, el partido republicano de Romney ha virado tan a la extrema derecha en casi todos los temas — desde la desregulación de Wall Street hasta el calentamiento global —, que Romney, de ser elegido, difícilmente podría girar hacia el centro. Considerando su historia de cambios constantes, un nuevo cambio lo expondría a ser ridiculizado como un camaleón político que no puede ser tomado en serio.

Mi opinión: Si Romney logra solamente el 25 por ciento del voto hispano, como lo indica la última encuesta de NBC/ Wall Street Journal, será el menor porcentaje del voto hispano logrado por un candidato republicano en dos décadas.

Y se deberá a que Romney se ha alineado de lleno con la extrema derecha de su partido, incluyendo a los fanáticos anti-inmigración que apoyan las leyes de "muéstreme sus documentos” que podrían afectar a todos los hispanos.

Ahora, la gran pregunta será si el 70 por ciento de latinos que apoyan a Obama saldrán a votar el martes, o se quedarán en sus casas. Eso será el factor que podría decidir estas elecciones, y el futuro del poder político de los latinos.

domingo, 4 de noviembre de 2012

Y apareció el huracán


Obama merece ser reelecto. En el plano internacional, ha sabido hacer la difícil transición de un liderazgo global impuesto por las armas, a un liderazgo en esencia político, granjeándole de paso a su país reconocimientos donde antes los había perdido.  

Henrique Salas-Römer. ABC DE LA SEMANA

El martes 6 de noviembre EE.UU. elegirá a su nuevo Presidente. La batalla ha tenido altibajos, tanto, que aun cuando Obama lleva más votos electorales acumulados (recordemos que cada estado tiene derecho solo a un número determinado de representantes), el momento parecía favorecer Mitt Romney… hasta que apareció el Huracán.

La devastadora tormenta, al paralizar la campaña presidencial e interrumpir también el intenso esfuerzo que venía haciendo el candidato republicano por superar al Presidente en los estados decisivos (Florida, Virginia y, especialmente, Ohio) ha catapultado ha Obama a primer plano, encabezando como Presidente los esfuerzos de rescate en los estados más afectados.

No todos los favoritos tuvieron en el pasado la misma suerte. Richard Nixon, luego de haber servido por dos períodos como vicepresidente del General Eisenhower, debía ganar las elecciones de 1960. Sin embargo, decayó cuando su nutrida barba, no bien maquillada, lo hizo ver marcadamente sombrío en un debate televisado frente al radiante John F. Kennedy.

Otro que se topó con la mala suerte fue George Bush, el viejo. Luego de presidir el fin de la Guerra Fría y cobrar dimensiones de héroe con la Operación Tormenta del Desierto que liberó a Kuwait, se le daba como ganador. Sin embargo, al desaparecer la Unión Soviética, cambiaron abruptamente las prioridades de su pueblo, se cuestionó su desempeño interno, y por allí se coló Bill Clinton, derrotándolo con facilidad. La misma suerte había acompañado antes a Winston Churchill, quien perdió su reelección luego de ser el genio que políticamente guío a los aliados en los meses que precedieron el desembarco decisivo de las tropas en Normandía.  En ocasiones, un buen desempeño trae consigo, en el plano electoral, la derrota del protagonista.

Obama merece ser reelecto. En el plano internacional, ha sabido hacer la difícil transición de un liderazgo global impuesto por las armas, a un liderazgo en esencia político, granjeándole de paso a su país reconocimientos donde antes los había perdido. Sin embargo, la recuperación de la economía norteamericana ha sido lenta, el endeudamiento fiscal es elevado, y ello, con el alza de los precios de la gasolina, abrió la brecha que Mitt Romney, un formidable contendor, venía aprovechando para surgir… hasta que apareció el Huracán.

jueves, 1 de noviembre de 2012

USA: Elecciones 2012


Un sector de los votantes cubano-americanos, obnubilados por la gastada retórica de determinados políticos del Partido Republicano, son propensos a votar por Mitt Romney. Se trata de personas que han sufrido y soportan la nostalgia del alejamiento de la Patria, pero no comprenden que son víctimas de una estrategia electoral reiterada, que en los hechos ha servido durante años de coartada al totalitarismo.

Oscar Espinosa Chepe. CUBAENCUENTRO

Con expectación en todo el mundo se esperan las elecciones de Estados Unidos a realizarse el próximo 6 de noviembre. En ellas se elegirá el nuevo presidente entre Barack Obama, luchando por su reelección por el Partido Demócrata, y Mitt Romney, aspirante republicano. Una contienda que promete ser muy reñida, según las encuestas. Asimismo se llevará a votación un número importante de escaños correspondientes a la Cámara y al Senado.

El presidente Obama durante todo su mandato tuvo que luchar contra el funesto legado económico de la Administración republicana precedente. Cuando asumió la presidencia en 2008, la mayoría de los especialistas pensaban que muy difícilmente podría evitarse que la crisis económica recibida se convirtiera en una catástrofe similar a la Gran Depresión iniciada en 1929, generada también por los republicanos con sus políticas equivocas de desregulación del mercado. A las dificultades apuntadas, se agrega la actividad obstruccionista republicana, que en los últimos cuatro años ha priorizado sus intereses políticos y de ataque a la Administración Obama por encima de los intereses nacionales, adoptando posiciones que incluso habrían escandalizado a políticos republicanos de otros tiempos. En la práctica, el GOP ha caído bajo la influencia de ultraconservadores, nucleados en el movimiento Tea Party.

No obstante todos los pronósticos, lo peor no sucedió en la economía. La recesión fue superada a mitad de 2009 y desde esa fecha se creó una cadena de crecimientos trimestrales que, si bien modestos, en las actuales condiciones mundiales supera ampliamente el comportamiento económico de la mayoría de los países desarrollados. Proceso acompañado de una lenta reducción del desempleo, hoy ya del 7,8 %, mientras el Índice de Confianza del Consumidor aumenta. Todo unido al continuado desarrollo científico-técnico y tecnológico que ha mantenido a Estados Unidos — como nunca antes — a la vanguardia del mundo. Simultáneamente, Obama mantuvo sus concepciones de solidaridad y compasión hacia sus conciudadanos, con medidas entre las cuales puede citarse la Ley de Protección al Paciente y Cuidado de Salud Asequible, el llamado OBAMACARE; así como la aprobación de una reforma financiera mediante una nueva ley para limitar la banca con controles a fin de evitar los fenómenos que originaron la crisis de 2008, cuyos efectos aún se padecen.

Adicionalmente a los problemas económicos heredados de la anterior Administración, Obama recibió las dos grandes guerras en Iraq y Afganistán, ocasionadoras de considerables pérdidas de vidas humanas y colosales gastos que han sido una de las consecuencias del enorme déficit presupuestario actual. De Iraq sacó las tropas y para Afganistán existe un calendario de retirada para 2014. Debe puntualizarse que de ningún modo ha existido contemporización con los terroristas. La prueba está en la localización y muerte de Osama bin Laden, asi como la liquidación de cientos de cabecillas de forma inteligente a través de sofisticados métodos de inteligencia y tecnológicos, sin la pérdida de combatientes norteamericanos.

En política exterior, los éxitos de la Administración Obama son indiscutibles, a lo cual ha contribuido el eficiente trabajo de la secretaria de estado Hillary Clinton. Durante la anterior administración, la credibilidad de Estados Unidos había descendido notablemente. Actualmente, cuenta con un elevado prestigio en el mundo, especialmente en Europa y América Latina, donde Obama es el mandatario mejor valorado, según estudios realizados por la prestigiosa encuestadora Latinobarómetro. Entre el pueblo de Cuba también goza de gran simpatía — solo comparable a la alcanzada por Franklin D. Roosevelt en sus tres mandatos —, acrecentada por el cumplimiento de sus compromisos precampaña, mediante la autorización de los viajes de los cubano-americanos y la flexibilización para el envío de remesas, sin olvidar las facilidades brindadas a los artistas de la Isla para actuar en Estados Unidos. Su política ha dificultado al Gobierno cubano mantener el tradicional clima de confrontación para justificar la represión y la grave crisis económico-sociales existentes. También ha abierto espacios, todavía pequeños, para la estancia en Cuba de personas procedentes de distintas esferas de la sociedad estadounidense: cultura, deporte, religión, académicos y otros. Todo eso sin abandonar los principios democráticos y la defensa de los derechos humanos.

Hoy se calcula que el 70 % de los latinos votará por Obama. Está claro que si alguien puede contribuir al mejoramiento de las condiciones de la primera minoría en Estados Unidos, ese es Obama. Lamentablemente, un sector de los votantes cubano-americanos, obnubilados por la gastada retórica de determinados políticos del Partido Republicano, son propensos a votar por Mitt Romney. Se trata de personas que han sufrido y soportan la nostalgia del alejamiento de la Patria, pero no comprenden que son víctimas de una estrategia electoral reiterada, que en los hechos ha servido durante años de coartada al totalitarismo. La victoria del ex gobernador Romney podría significar la vuelta atrás de la política de apertura de Obama, perjudicando el reencuentro entre los cubanos y bloqueando las ayudas procedentes fundamentalmente de Florida, que son muy importantes para independizar a los cubanos de la Isla con respecto al Estado.

El ex gobernador de Massachusetts quizás en su fuero interno no desee separar a las familias cubanas ni hacerlas sufrir, pero indudablemente tiene muchos compromisos que seguramente, de ganar la presidencia, lo obligarán a restringir el puente que con muchas dificultades se ha estado erigiendo entre ambas costas del Estrecho de la Florida. De ahí la importancia que tiene para los cubanos el triunfo de Obama el próximo 6 de noviembre.

sábado, 27 de octubre de 2012

Una receta equivocada


Privatizar el Medicare y los devastadores recortes al Medicaid son la base del plan de salud de Romney y Ryan. Los adultos mayores se verían sometidos a un mercado privado de seguros para comprar seguro de salud con un bono que se mantiene fijo mientras suben los costos de salud.

Margie Forrest. EL NUEVO HERALD

(Enfermera registrada del Palms West Hospital del Condado de Palm Beach y afiliada del sindicato local 1199 SEIU United Health Workers East)

No sé los demás residentes de la Florida, pero yo estoy abrumada por los gurús políticos y los anuncios políticos vacíos que en esta elección presidencial en realidad no nos están dando la información que necesitamos los estadounidenses.

Los anuncios políticos no nos ofrecen detalles importantes del plan del gobernador Mitt Romney y el representante Paul Ryan para nuestro sistema de cuidado a largo plazo, en especial para el Medicare y el Medicaid. El cuidado a largo plazo es una de mis principales preocupaciones, así como la de tantos otros que tienen padres de edad avanzada.

Describir los planes de Medicare y Medicaid no encaja perfectamente en un eslogan de campaña ni una pegatina de parachoques. Pero no es poca cosa. Como enfermera del Palms West Hospital y como mujer que ha tenido a su cargo el cuidado de familiares de edad avanzada, puedo decirles que estos dos pilares de nuestro sistema de salud son esenciales.

Mi familia no habría podido velar por mi suegro Manny en la última década de su vida sin estos programas. Manny era una persona sociable y maravillosa que crió a dos hijos en Miami Springs, Florida. Creció durante la gran depresión y sirvió en el ejército durante la II Guerra Mundial. Cuando regresó a casa, usó las habilidades aprendidas en la guerra para ganarse la vida y mantener a su familia. Nunca se sintió como “víctima” ni “con derechos adquiridos” a nada, como el gobernador Romney hace poco etiquetó a casi la mitad de los estadounidenses. Cuando Manny cayó enfermo, entró en cuidados de enfermería, porque ya no podía vivir solo. Luego de cinco años, gastó todos sus ahorros. Su pensión y seguro social no le cubrían el costo de la atención, por lo que Medicaid intervino para permitirle entrar en un excelente hogar de ancianos. A un costo promedio de 70,000 dólares al año, no había manera de que nuestra familia hubiera podido brindarle esa atención. Si hubiéramos afrontado sus gastos, habríamos tenido que postergar la universidad de nuestras hijas y seguramente puesto en peligro nuestra propia seguridad financiera. Gracias a Medicaid y Medicare, mi familia no tuvo que hacer esa imposible elección.

Como enfermera, apoyo firmemente las grandes reformas del presidente Obama a Medicare y Medicaid de la Ley de Cuidado Asequible u Obamacare. Lamentablemente, este es un tema que Romney y Ryan siguen tergiversando ante el país. Dicen que los $716 mil millones que la ley deduce de los pagos a las aseguradoras para trasladar al programa y ampliar sus beneficios son un recorte. Eso es totalmente falso. De hecho, el jefe actuario de Medicare ha dicho que la reforma de salud del presidente Obama “mejora sustancialmente” las finanzas del programa ampliando la vida del Fondo fiduciario de Medicare por ocho años más.

Debido a la Ley de Cuidado Asequible, quienes sufrían para costear los precios de sus recetas médicas ahora ven bajar sus costos a medida que se cierra el “período sin cobertura”. Unos 48,000 floridanos hemos ahorrado casi $665 cada uno desde que se aprobó la ley. Los adultos mayores también están recibiendo cuidados preventivos regulares tales como despistajes de cáncer y chequeos anuales de salud sin copagos. Tan sólo en el primer semestre del 2012, más de 1.25 millones de adultos mayores de Florida recibieron servicios preventivos gratuitos. Este beneficio en particular permite detectar a tiempo los problemas de salud y le da al paciente muchas más opciones de tratamiento, lo que se traduce en mejores resultados.

Los comentarios de Romney sobre el 47 por ciento que se siente “con derechos adquiridos” a la atención médica ya no son noticia de primera página, pero me vienen a la mente cada vez que pienso en su mezquino enfoque a las políticas de salud.

Privatizar el Medicare y los devastadores recortes al Medicaid son la base del plan de salud de Romney y Ryan. Los adultos mayores se verían sometidos a un mercado privado de seguros para comprar seguro de salud con un bono que se mantiene fijo mientras suben los costos de salud. Este enfoque implica que las aseguradoras, no los médicos ni las enfermeras, tomarían las decisiones sobre los beneficios al paciente, y así sufrirá la atención de la salud. Además, el gobernador Romney ha abrazado el mezquino presupuesto del congresista Ryan que recortaría en más de 30 por ciento al Medicaid la próxima década y les trasladaría los costos a los estados y pacientes, lo que en la práctica garantiza que el adulto mayor tenga menos acceso a esa red de seguridad; ya que Medicaid paga casi la mitad del cuidado de salud de los adultos mayores.

Medicaid y Medicare son programas que no sólo vale la pena mantener sino fortalecer. El gobernador Romney ha estado hablando mucho de cómo él se preocupa por la clase media. Pero no basta hablar. Como enfermera, hija, esposa y madre quiero un presidente que me muestre que se preocupa por las familias como la mía y las de millones de personas de todo el país. Quiero ver propuestas de políticas que garanticen que los adultos mayores, como mi suegro Manny, tengan acceso a la atención médica que necesitan después de toda una vida de trabajo duro. Los estadounidenses no nos merecemos menos.

miércoles, 24 de octubre de 2012

Un sándwich cubano y la elección en EEUU


Nicolás Pérez Díaz-Argüelles. EL NUEVO HERALD

He estado hospitalizado dos veces en los últimos días por un coágulo en una pierna, algo común en mis genes familiares, pero muy peligroso. Y me he cuidado, apenas he salido de mi casa, veo en televisión películas zonzas como Batman y como necesitaba paz le di calabazas al Internet, para que en un nuevo cliqueo noticias desagradables no me erizaran los pelos de punta y mi boca no se quedara sin una gota de saliva. Nada personal, como diría el abogado de Don Corleone, Tom Hagen, solo problemas de salud.

Y esta eventualidad hizo que me pasara lo mismo que a Rip Van Winkle, famoso cuento del genial escritor norteamericano Irving Stone, donde un inmigrante holandés saca una fuerte discusión con su esposa, y entonces posiblemente bajo un estado intenso de depresión, se larga a un bosque donde duerme bajo un árbol veinte años, y cuando despierta, descubre que el mundo ha cambiado a su alrededor.

A veces los cuentos copian la vida real, estuve fuera de circulación no veinte años sino solo dos semanas, pero como Winkle, al despertar me he encontrado con sorpresas en cuanto a las elecciones norteamericanas: un tercer debate con un fuerte intercambio de disparos, acusaciones más gruesas que las modelos del pintor colombiano Fernando Botero e irrealidades donde los sueños y deseos toman peligrosos atajos hasta convertirse en pesadillas.

¿Y les digo algo?, mis sospechas sobre el rumbo de este país están confirmadas. Una minoría y que nada tiene que ver con un Partido Republicano que se fundó hace 158 años bajo consignas conservadoras, el Gran Old Party, y que ha sido un ejemplo de equilibrio político, corre el peligro de entrar en crisis. Y es que está secuestrado por el Tea Party, que si no lo piensa al menos imagina que Barack Obama definitivamente, como ha asegurado el sheriff Joe Arpaio, no nació en Estados Unidos. En Internet llueven emails con pruebas irrebatibles que nuestro presidente no es simplemente un simpatizante del Islam, sino un agente activo del terrorismo árabe infiltrado en la Oficina Oval. Tampoco Obama es de izquierda ni comulga con el socialismo europeo, nadita de nada, quien gobierna hoy a este país es un comunista de tomo y lomo, con toda la gravedad que tienen esas nueve palabras. Ya lo dijo hace unos días el importante líder republicano Mike Huckabee en una conferencia de Acción Política Conservadora: “Lenin y Stalin estarían felices con lo que está pasando hoy en Estados Unidos”. Se la devoró.

Obama ha incumplido promesas, pero desde el día siguiente de las elecciones, sin que tuviese tiempo de incumplir ninguna, comenzó una campaña de los republicanos en el Congreso poniéndolo al parir para que todo lo que él propusiera fuera rechazado llámese Reforma de Salud o Dream Act. Nunca en la historia reciente, un presidente ha tenido que enfrentar un Congreso dispuesto mediante vetos y obstrucciones a sabotear cualquier tipo de entendimiento, hasta obligar a la Administración actual, a gobernar una nación ingobernable.

Y me pregunto, con esta guerra de encuestas donde puede haber un final de fotografía como en las del 2004 cuando John Kerry ganó por un 1.47% del voto popular y George W. Bush los colegios electorales por solo cinco puntos porcentuales, ¿qué podría pasar? Si gana Mitt Romney todo marcharía sobre ruedas, los demócratas entregarían el poder sin chistar como hicieron hace ocho años. Pero si gana Barack Obama, ¿el Tea Party aceptará el resultado electoral sin una pataleta descomunal impugnándose por primera vez unas elecciones presidenciales norteamericanas?

Llevo días tratando de explicarme las causas del nacimiento de una ultraderecha inusual, incluso he preguntado a amigos informados y concluyo que todo es un problema racial, que lo simboliza un pullover que anda por ahí pululo y que dice: “Saquemos al negro y coloquemos a un blanco en la Casa Blanca”.
Ann Romney

Barack Obama no la tiene fácil, un estado clave es la Florida, ahí el voto cubano puede ser decisivo, y los demócratas siguen insistiendo en que el 2 % de los multimillonarios dominan el país, y que ser rico en vez de ser una honra es un estigma. Esto puede provocar entre los exiliados anticastristas un fuerte deja vu, que es una paramnesia donde experimentamos que hemos sido testigos anteriormente de una situación parecida, y este exilio, puede suponer, que ya vio esta película en Cuba en 1959.

Por otra parte los republicanos dirigen su artillería hacia nosotros, y fue noticia, que Ann, la fotogénica esposa de Mitt Romney, en un mensaje subliminal el pasado sábado en Las Vegas-Cuban Restaurant de Fort Lauderdale ni tarda ni perezosa se jamó un sándwich cubano de un solo mordisco, ¿y es que en elecciones tan reñidas hasta un sándwich puede decidirlas? Vivir para ver.

martes, 23 de octubre de 2012

Las diferencias entre Obama y Romney


Jorge Ramos. EL NUEVO HERALD

Para los inmigrantes, Barack Obama y Mitt Romney no son iguales. Hay muchas diferencias en sus políticas migratorias. Y la vida de los 11 millones de indocumentados en Estados Unidos depende, en gran medida, de quien sea elegido presidente el próximo 6 de noviembre.

Como el voto de los latinos será crucial en estas elecciones, y este es un tema muy delicado, para marcar las diferencias entre ambos candidatos me estoy basando exclusivamente en lo que ellos dijeron durante los encuentros que tuvieron con Univision el pasado mes de septiembre.

Así delineó el presidente Obama sus diferencias migratorias con Romney: “El candidato sentado aquí contigo hoy (Obama) está comprometido con una reforma migratoria comprensiva, está comprometido con el Dream Act, ha tomado decisiones administrativas para prevenir que gente joven sea deportada. Y esto contrasta con el otro candidato (Romney) quien ha dicho que vetará el Dream Act, que no está claro sobre qué tipo de reforma migratoria haría, que considera que la ley de Arizona es un modelo para la nación y que ha sugerido que la principal solución para la inmigración es la autodeportación”.

Romney, por su parte, marcó sus diferencias así con el presidente Obama: “Creo que una de las razones por las que el candidato Obama obtuvo tanto apoyo de la comunidad hispana en la última elección es porque dijo que en su primer año una de sus más altas prioridades sería arreglar el sistema migratorio. Pero él ni siquiera presentó una propuesta de ley. (…) La razón por la que hay una ley en Arizona es porque el gobierno federal y, específicamente, el presidente Obama no resolvió el problema migratorio cuando tomó posesión. Así que los estados están haciendo lo mejor posible uno por uno.”

¿Qué proponen para los 11 millones de indocumentados?

Obama: “Lo que es importante es el hecho de que nunca he dejado de apoyar una reforma migratoria comprensiva”. Además, el presidente con la llamada “acción diferida” evitará potencialmente la deportación de 1.4 millones de estudiantes indocumentados y les dará permisos de trabajo.

Romney: “Para los que ya están aquí y están indocumentados, que fueron traídos por sus padres y que son inmigrantes ilegales en este país, mi visión es que debemos encontrar una solución permanente”.

La diferencia entre las dos propuestas es que la de Obama ─ “reforma migratoria comprensiva” ─ incluye un camino a la ciudadanía para los indocumentados. En el caso de Romney, él no ha especificado en qué consiste su “solución permanente” para los indocumentados. Eso sería negociado entre ambos partidos. Pero en el segundo debate dijo que estaba en contra de darles una “amnistía”.

Sobre el Dream Act ─ que legalizaría a cerca de dos millones de estudiantes que fueron traídos ilegalmente de niños a Estados Unidos ─ el presidente Obama lo apoya totalmente y el candidato Romney solo para aquellos que se inscriban a las fuerzas armadas.

Romney ha dicho que, como presidente, vetaría el Dream Act para estudiantes. Sin embargo, en el encuentro con Univision, Romney mostró interés por una propuesta del Dream Act del senador Marco Rubio (que aún no ha sido presentada al pleno del Senado). Romney dijo al diario The Denver Post que no cancelaría el programa de “acción diferida” para estudiantes indocumentados que ya lo obtuvieron. Pero su campaña aclaró que Romney no lo renovaría si llegara a la presidencia, según reportó The New York Times.

Cada uno de los candidatos tiene, desde luego, sus puntos débiles. El presidente Obama rompió una promesa de campaña y ha deportado a más de un millón y medio de indocumentados desde que tomó posesión.

En cambio, Mitt Romney apoya la radical idea del activista Kris Koback de “auto-deportación” ─ que le haría la vida imposible a los indocumentados para que voluntariamente se fueran del país – y considera una parte de la ley antiinmigrante de Arizona ─ la sección de la verificación de empleos ─ como un “modelo” para el resto del país.

Al final, es preciso decir esto. En el actual clima político de Washington, parecería que el principal objetivo de los partidos políticos es atacar y hacer daño al otro, en lugar de solucionar los problemas del país. La reforma migratoria, el Dream Act y los 11 millones de indocumentados han estado en los últimos años en el centro de una batalla política en que no ha habido ganadores. Ni los habrá.


Ni Barack Obama ni Mitt Romney solos podrán cambiar el fallido e injusto sistema migratorio de Estados Unidos. Obama necesitará el apoyo de los republicanos y Romney de los demócratas. Y eso es lo más difícil.

Obama y Romney tienen visiones muy distintas de cómo resolver el problema migratorio. Pero lo irónico es que los más afectados por el resultado de la próxima elección serán los únicos que no podrán votar: los indocumentados.

miércoles, 17 de octubre de 2012

Romney: 1; Obama: 1


Daniel Ureña

Barack Obama aprendió la lección. El Obama pasivo y calmado del primer debate dio paso a un candidato directo, contundente e incisivo. El demócrata llevó la iniciativa durante toda la noche, poniendo contra las cuerdas en más de una ocasión a Mitt Romney, no sin cierta ayuda de la moderadora, Candy Crowle, que le echó más de un capote y permitió que hablara hasta un 9% más de tiempo. Las primeras encuestas apuntan a una victoria del Presidente, pero más ajustada que en el primer cara a cara (46% vs. 39% según CNN).

El formato "town hall meeting" favoreció a Obama, que supo interactuar mejor con el público, formado por 80 votantes indecisos, quienes, a tenor por sus caras en algunos momentos, quizás acabaron más confusos que al principio de la noche. Obama estuvo duro, a la carga desde el primer momento. Su estrategia se repetía en todas sus intervenciones: respuesta a la pregunta formulada por el público, intento de inclusión de anécdota o historia personal y ataque a Romney.

El republicano, más espeso que en el primer debate, titubeó demasiado. Su voz, en ocasiones, denotaba inseguridad y nerviosismo. No obstante, en algunos bloques, como el de economía y política energética, se defendió bien y supo evidenciar las promesas incumplidas por Obama, pero le faltó pegada.

Desde el punto de vista visual, Obama mostró una imagen más positiva. Dominaba mejor la escena a la hora de sentarse en unos incómodos taburetes y su lenguaje no verbal, especialmente al dirigirse a la audiencia, era más dinámico. Por momento, Romney no sabía si sentarse o levantarse y su forma de caminar recordaba en ocasiones a John McCain.

Después de dos los dos debates presidenciales la situación es de empate: Romney, 1; Obama, 1. En las próximas horas sabremos si el de anoche afecta a los sondeos de intención de voto y si el 4 o 5% de indecisos salieron de dudas. Ahí estará la clave en unas elecciones tan ajustadas, que tendrán como próximo hito el tercer y último debate entre ambos candidatos el lunes 22 de octubre.

Las fantasías bélicas de Romney


Sergio Muñoz Bata. EL NUEVO HERALD

Haciendo gala de su acostumbrado oportunismo político, Romney se valió del ataque al consulado estadounidense en Bengasi, Libia, el pasado 11 de septiembre para aventurar la tesis de que la política exterior estadounidense en el mundo árabe se ha deteriorado porque la estrategia de Obama en la región evidencia debilidad. En otras palabras, según Romney, Estados Unidos necesita una política exterior “dura” semejante a la del anterior presidente republicano George W. Bush.

Tres días antes del ataque en Bengasi y hablando ante un grupo de cadetes del Instituto Militar de Virginia, Romney ya había utilizado todo el repertorio neoconservador de lugares comunes patrioteros para anunciarle al mundo entero que de ganar la presidencia los halcones que metieron al país en dos guerras de las que todavía no acaba de salir retornarán al poder.

Irresponsablemente, Romney insinuó que “muy probablemente el ataque en Bengasi fue perpetrado por los mismos que atacaron a la patria”, once años antes en la misma fecha. Podría ser que, en efecto, el grupo que atacó el consulado haya sido un comando dirigido por Al Qaida pero eso ni Romney lo sabía ni se ha podido establecer con certidumbre hasta ahora. De cualquier modo, no es correcto que un candidato a la presidencia se dé golpes de pecho y lance acusaciones sin tener evidencias a la mano.

Romney, el resto del Partido Republicano, así como muchos otros observadores independientes, han criticado a la administración de Obama por sus confusiones al hacer el diagnóstico inicial del ataque. Si Susan Rice, la embajadora de EEUU ante la ONU, no tenía la información correcta sobre el incidente, tampoco ella debió haber hecho pública una interpretación incorrecta de los hechos.

No obstante, Romney y compañía cometen un enorme yerro cuando le reclaman a la Casa Blanca por no haber previsto el ataque y por no redoblar el personal de seguridad para salvaguardar las vidas de los diplomáticos norteamericanos. La acusación es injustificada porque asume que existen parámetros exactos para establecer la dimensión adecuada del dispositivo de seguridad en un consulado del tamaño del de Bengasi que teóricamente no está en zona de guerra.

En todo caso, no deja de ser absurdo que Romney se ponga ahora a revisar la historia con el propósito de negar los espectaculares triunfos de Obama en política exterior: la retirada de tropas en Irak y pronto también de Afganistán o los certeros golpes a terroristas como Osama bin Laden. No obstante el incidente en Bengasi, en los casi cuatro años de gobierno de Obama se ha logrado una notable disminución en el número de ataques directos a EEUU fuera de las zonas de guerra.

Obama también ha obrado correctamente al enfrentar con serenidad los retos que se le han ido presentando en países como Irán y Siria. La respuesta militar debe ser siempre el último recurso y Obama hace bien en agotar todas las instancias pacíficas para neutralizar dichos retos sin más violencia que la necesaria. Más aún, como bien señaló el Presidente en su reciente discurso ante la ONU, “Estados Unidos ni puede resolver los problemas del mundo ni puede dictar el desenlace de las transiciones hacia la democracia”.

Si en verdad queremos encontrar a los responsables del desprestigio de la política exterior estadounidense en esa región del mundo habría que empezar por desenterrar los nombres de los políticos estadounidenses que por décadas apoyaron a dictadores locales como Hosni Mubarak en Egipto o Mohamed Reza Pahlavi en Irán. Habría que admitir que en el mundo árabe no olvidan a las víctimas inocentes de las guerras de George W. Bush en Irak y Afganistán. Habría que demostrar en los hechos que si bien EEUU está comprometido a defender la sobrevivencia de Israel como nación, también pugna por la existencia de un Estado palestino.

La semana pasada, la Unión Europea fue galardonada con el Premio Nobel de la Paz, entre otras cosas porque como ha escrito Quentin Peel en el Financial Times, “a diferencia de EEUU y Rusia, la Unión Europea no se distingue por su “poder duro. Sus tropas hoy son mejores para hacer la paz que la guerra”.

martes, 16 de octubre de 2012

El rebote de Romney


Guillermo Descalzi. EL NUEVO HERALD

¿Cómo se miden los candidatos? Mano a mano. El mano a mano en los debates es crítico porque el electorado está tan dividido y los candidatos tan parejos que para ganar dependen más de su atractivo y actuación que de sus posiciones y su verdad. Ganará el que mejor se vea, y eso dice muchísimo de quienes somos y qué valoramos. Verse mejor es tan o más importante, para nosotros, que ser mejor. Es un ‘verse’ que nos lleva a empaquetar todo, incluso nuestra verdad. Romney, reempaquetado, ha salido del suelo al que había caído. Lo ha logrado con su nerviosa y acostumbrada belicosidad, y con su previsible y anticipado giro al centro. Se ha alzado no tanto por impulso propio como por haber rebotado. El suyo ha sido un rebote cuantificable en encuestas, pero hasta un muerto rebota si cae de suficiente altura, y la caída de Romney fue estrepitosa hasta el primer debate.

Los debates tienen un formato en el que el ‘paquete’ cuenta. Su presentación es tan importante para Romney que cambia de paquete según la ocasión. Cambia por votos, y esa desafortunada consideración mueve su campaña. La aceptación y algarabía con que se recibió su rebote también dice algo de nuestra sociedad y cultura. Tenemos mucho de Hollywood. Nos gusta la apariencia, y para entender el rebote de Romney hay que ir a su apariencia, y la de Obama, en el primer debate. Se le vio, nuevamente, con una belicosidad que, nerviosa o no, contrastó con la parsimonia de Obama. Su giro al centro disolvió algunos temores sobre su presunto extremismo. Obama, mientras tanto, jugó un papel parecido al del caballero de la triste figura en la obra de Cervantes, contemplando los aspavientos del molino de Romney. Obama no se vio bonito. Fue demasiado pasivo, permitiendo giros y vueltas en su rival sin cuestionarlo para nada.

Romney, cuya ansiedad le da ese aspecto nervioso (o quizás sea al revés), necesita mantenerse en el paquete de su rebote. No es, desgraciadamente, uno que permita ver lo que trae adentro. En el paquete hay por lo menos dos Romneys, contrarios y opuestos, el moderado que piensa llegar al seis de noviembre, y el de derecha extrema que venció en las primarias. ¿Cuál es el verdadero? Quizás ninguno de los dos. ¿Habrá un verdadero Romney? Tiene que haberlo, pero es tan enredado que quizás por eso no se le vea tras los hilos de su enredo. Son hilos de hule que han hecho de él una pelotita compacta, como las de golf. Es impresionante, ante esto, el volumen de ansiedad republicana satisfecha con el rebote de este Romney duplícito. Es una duplicidad que incomoda a los de centro derecha, en desacuerdo con la extrema derecha y el Tea Party. Allí está el problema de Romney. O satisface a unos o satisface a otros. Nunca podrá satisfacer a todos, pero no sabe como salir, o no puede salir, del pasillo de espejos que ha construido, con Romneys en todos lados. El desafío para Obama está en hacer que aflore el verdadero Romney, no el rebotado y enredado con hilos de hule en su pasillo de espejos, sino el Romney vivo y real, cualquiera y como quiera que este sea.

La razón por la que el primer debate fue devastador para Obama es bastante simple. Se le crítica por ser inefectivo y dejado. Deja que lo arrollen. Esa inefectividad y dejadez suya se vieron con toda claridad en ese debate, y espantaron. ¿Seguirá así en un segundo periodo? ¿Será que no ha aprendido nada en estos 4 años? Obama, callado y silente, fue derrotado por su silencio. ¿Saldrán los latinos a votar en la cantidad que Obama necesita? Quizás no, precisamente por esa razón. Necesita mostrar capacidad de acción. Romney, por su lado, necesita aminorar sus giros y aspavientos para mostrarse como el estadista que tendría que ser en la presidencia.

Falta menos de un mes para la elección. Alístense para todo tipo de cambios en la ex-caída y ahora rebotada campaña Romney. Prepárense también para todo tipo de ajustes en la campaña de Obama, calibrada y recalibrada hasta el cansancio. Así es la verdad de ambos, cambiante para convencer en el caso de Romney, y calibrada para no alterar más que el mínimo necesario en el caso de Obama. ¿Qué les conviene a los candidatos tan cerca a la elección? La verdad conviene a todos pero estamos tan acostumbrados a distintas y variadas versiones de la verdad que la verdadera verdad, valga la redundancia, suele quedar oculta como espada tras el capote en manos del matador. La verdad conviene, pero alístense ─ sabiendo como es la realidad ─ para la sorpresa tras el capote.


domingo, 7 de octubre de 2012

El carácter


Pedro Caviedes. EL NUEVO HERALD

El viernes 5 de octubre se dio a conocer la nueva cifra de desempleo. La tasa bajó al 7.8%. Su mejor nivel desde hace cuatro años, cuando el país perdía más de 850,000 empleos al mes. En los primeros meses del gobierno de Obama, la tasa estuvo muy por encima del 8%, y Estados Unidos amenazado de caer, ya no en una recesión, sino en una depresión de consecuencias catastróficas. Afortunadamente, el gobierno, con su plan de estímulo, y su rescate a la industria automotriz, pudo detener esa tendencia. Desafortunadamente, a pesar del crecimiento en la industria privada, el gobierno no logró detener en muchos estados de mayorías republicanas el despido masivo de empleados públicos. Afortunadamente, a nivel federal, pudo contener algunos despidos, y además, mantener, cediendo con las exigencias de la Cámara republicana sobre los recortes de la era Bush a los millonarios, pero ampliándolos a todos los estratos, las ayudas por desempleo, a quienes durante esa era se quedaron sin trabajo.

Con esa economía tan endeble, con dos guerras desangrando a la nación, con la crisis de la Eurozona, el presidente logró la reforma sanitaria más ambiciosa y humana de los últimos cincuenta años. Esa reforma no solo devolvía la tranquilidad a aquellos que por enfermos eran abandonados sin conseguir cobertura para curar sus dolencias, sino que enfrentaba a los muchos criminales que desfalcaban impunemente los programas de ayuda del estado, como el Medicaid y el Medicare. Hoy que gran parte de esta ley entra en vigencia, los estadounidenses se encuentran con cuentas médicas que no los quiebran, y con una mejor opción que la recomendada por Romney, es decir, la más cara, ir a las emergencias.

Lo que esta buena nueva en la cifra de desempleo me dice es que no es necesario deshumanizar al estado para lograr buenos resultados. Que no es necesario sacar del aire a medios reconocidos internacionalmente, como lo son PBS (y su Big Bird, que a tantos niños ha hecho felices) y NPR. Que no es necesario cederles el control total a las aseguradoras privadas para que se encarguen de la salud de las personas pensando más en las utilidades que en la calidad de los servicios prestados. Que no es necesario borrarle la ley a Wall Street, corriendo el riesgo de más burbujas (y rescates multimillonarios) que a tantos terminan arruinando, para que las empresas en este país prosperen y contraten nuevos empleados. Que no es necesario destruir al planeta perforando y perforando, para contaminar más la atmósfera con nubes de carbón y petróleo quemados, sino que se puede intentar con energías más sanas, que permitan que nuestros hijos respiren un oxígeno de tan buena calidad como el que sus padres respiraron.

Pero sobre todo, que se puede tener éxito sin poner en riesgo el ejemplo que les demos a nuestros hijos.

En el debate del miércoles 3 de octubre, en primera fila se encontraban las familias de los dos candidatos. Romney les envió este mensaje a sus hijos: Se debe ser uno cuando se tiene enfrente a un puñado de posibles ‘inversores’ de campaña, decirles por ejemplo que el 47% por ciento de los ciudadanos que quieres presidir son víctimas que no te interesan, y otro, cuando enfrente tienes a millones; uno, cuando quieres ganar la candidatura de tu partido, y otro, con otra escala de valores y una serie de propuestas contrarias a tus propuestas principales, cuando quieres ganar un debate por la presidencia; y uno, al fin y al cabo, al que todo le vale, incluso, señalar imposibles matemáticos, sin expresar los detalles, con tal que la gente lo crea y salir elegido. En otras palabras, que cada tanto ‘Etch and Sketch’, y mentir con tal de ganar.

A Obama lo tildaron de débil. Pero salió con la certeza de que sus hijas saben que su papá no se vende, que no vende sus ideas, que no cambia sus discursos, que no miente, con tal de ganar un debate. Me pregunto, ¿no es acaso la mayor fortaleza de todas, la que ejerce aquel que se mantiene en todo momento firme a sus valores? ¿La de aquel cuya dignidad se mantiene a toda prueba? Para mí, ese es el fuerte. Y el verdadero ganador de todas las contiendas. Para mí, ese es el verdadero carácter. 

Y el carácter es lo que hace a los líderes que trascienden. A los líderes que en las horas oscuras, rescatan a sus patrias de la desgracia.

Mucho antes que salvarse ellos.