miércoles, 24 de octubre de 2012

Un sándwich cubano y la elección en EEUU


Nicolás Pérez Díaz-Argüelles. EL NUEVO HERALD

He estado hospitalizado dos veces en los últimos días por un coágulo en una pierna, algo común en mis genes familiares, pero muy peligroso. Y me he cuidado, apenas he salido de mi casa, veo en televisión películas zonzas como Batman y como necesitaba paz le di calabazas al Internet, para que en un nuevo cliqueo noticias desagradables no me erizaran los pelos de punta y mi boca no se quedara sin una gota de saliva. Nada personal, como diría el abogado de Don Corleone, Tom Hagen, solo problemas de salud.

Y esta eventualidad hizo que me pasara lo mismo que a Rip Van Winkle, famoso cuento del genial escritor norteamericano Irving Stone, donde un inmigrante holandés saca una fuerte discusión con su esposa, y entonces posiblemente bajo un estado intenso de depresión, se larga a un bosque donde duerme bajo un árbol veinte años, y cuando despierta, descubre que el mundo ha cambiado a su alrededor.

A veces los cuentos copian la vida real, estuve fuera de circulación no veinte años sino solo dos semanas, pero como Winkle, al despertar me he encontrado con sorpresas en cuanto a las elecciones norteamericanas: un tercer debate con un fuerte intercambio de disparos, acusaciones más gruesas que las modelos del pintor colombiano Fernando Botero e irrealidades donde los sueños y deseos toman peligrosos atajos hasta convertirse en pesadillas.

¿Y les digo algo?, mis sospechas sobre el rumbo de este país están confirmadas. Una minoría y que nada tiene que ver con un Partido Republicano que se fundó hace 158 años bajo consignas conservadoras, el Gran Old Party, y que ha sido un ejemplo de equilibrio político, corre el peligro de entrar en crisis. Y es que está secuestrado por el Tea Party, que si no lo piensa al menos imagina que Barack Obama definitivamente, como ha asegurado el sheriff Joe Arpaio, no nació en Estados Unidos. En Internet llueven emails con pruebas irrebatibles que nuestro presidente no es simplemente un simpatizante del Islam, sino un agente activo del terrorismo árabe infiltrado en la Oficina Oval. Tampoco Obama es de izquierda ni comulga con el socialismo europeo, nadita de nada, quien gobierna hoy a este país es un comunista de tomo y lomo, con toda la gravedad que tienen esas nueve palabras. Ya lo dijo hace unos días el importante líder republicano Mike Huckabee en una conferencia de Acción Política Conservadora: “Lenin y Stalin estarían felices con lo que está pasando hoy en Estados Unidos”. Se la devoró.

Obama ha incumplido promesas, pero desde el día siguiente de las elecciones, sin que tuviese tiempo de incumplir ninguna, comenzó una campaña de los republicanos en el Congreso poniéndolo al parir para que todo lo que él propusiera fuera rechazado llámese Reforma de Salud o Dream Act. Nunca en la historia reciente, un presidente ha tenido que enfrentar un Congreso dispuesto mediante vetos y obstrucciones a sabotear cualquier tipo de entendimiento, hasta obligar a la Administración actual, a gobernar una nación ingobernable.

Y me pregunto, con esta guerra de encuestas donde puede haber un final de fotografía como en las del 2004 cuando John Kerry ganó por un 1.47% del voto popular y George W. Bush los colegios electorales por solo cinco puntos porcentuales, ¿qué podría pasar? Si gana Mitt Romney todo marcharía sobre ruedas, los demócratas entregarían el poder sin chistar como hicieron hace ocho años. Pero si gana Barack Obama, ¿el Tea Party aceptará el resultado electoral sin una pataleta descomunal impugnándose por primera vez unas elecciones presidenciales norteamericanas?

Llevo días tratando de explicarme las causas del nacimiento de una ultraderecha inusual, incluso he preguntado a amigos informados y concluyo que todo es un problema racial, que lo simboliza un pullover que anda por ahí pululo y que dice: “Saquemos al negro y coloquemos a un blanco en la Casa Blanca”.
Ann Romney

Barack Obama no la tiene fácil, un estado clave es la Florida, ahí el voto cubano puede ser decisivo, y los demócratas siguen insistiendo en que el 2 % de los multimillonarios dominan el país, y que ser rico en vez de ser una honra es un estigma. Esto puede provocar entre los exiliados anticastristas un fuerte deja vu, que es una paramnesia donde experimentamos que hemos sido testigos anteriormente de una situación parecida, y este exilio, puede suponer, que ya vio esta película en Cuba en 1959.

Por otra parte los republicanos dirigen su artillería hacia nosotros, y fue noticia, que Ann, la fotogénica esposa de Mitt Romney, en un mensaje subliminal el pasado sábado en Las Vegas-Cuban Restaurant de Fort Lauderdale ni tarda ni perezosa se jamó un sándwich cubano de un solo mordisco, ¿y es que en elecciones tan reñidas hasta un sándwich puede decidirlas? Vivir para ver.

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