lunes, 1 de octubre de 2012

Crueldad o dinero


Sabina Covo. EL NUEVO HERALD

En el año 2007 una mujer embarazada llamada Heather Wiseman que trabajaba en una tienda de una cadena de Estados Unidos fue despedida. La razón fue bien concisa. Debido a una infección urinaria la mujer tenía que cargar una botellita con agua y por políticas de la tienda los únicos que podían llevar agua a deshoras eran las cajeras. La mujer presentó un certificado médico pero no consiguió nada. La mujer demandó y perdió la demanda. Y aunque suene sorpresivo, porque uno creería que las leyes que protegen a las mujeres embarazadas son bien estrictas, la manera en la que el Congreso de Estados Unidos redactó la ley no protege muchos casos. No dejar a una mujer embarazada tomar agua cuando sea necesario, es crueldad.

Existe una Ley Contra la Discriminación de Mujeres Embarazadas enmendada desde el año 1978. Bajo esta legislación una mujer no puede ser discriminada por haber quedado embarazada. La protección mas importante que ofrece esta medida es la que le asegura a la mujer que no verá una reducción en sus beneficios. Y está la Ley para Deshabilitados, que ofrece protección si se necesita cuidado específico. En pleno siglo XXI, la mayoría de los ginecólogos está de acuerdo en que una mujer embarazada no es deshabilitada. Pero ojo, el primer trimestre de embarazo es sumamente delicado por el peligro de aborto espontáneo, y en el tercer trimestre está probado que si las mujeres no tienen las comodidades adecuadas, podrían dar a luz a un bebé antes del término normal del embarazo o con menos peso.

La mayoría de las mujeres que toman 12 semanas de maternidad para cuidar de sus recién nacidos lo hacen bajo la Ley de Ausencia Médica y de Familia, una ley que garantiza que si te enfermas o tienes una emergencia de familia puedes dejar tu trabajo por 3 meses. Estados Unidos es el último en la lista de países desarrollados que ofrece beneficios a las mujeres embarazadas: ofrece cero beneficios. Gran Bretaña, por ejemplo, paga el 80% de la maternidad; Alemania paga el 100% de 12 semanas; y Francia el 100% de 16 semanas, solo por dar algunos ejemplos.

¿Como es posible que en el Congreso de Estados Unidos, que se gasta el tiempo decidiendo que debe o no debe hacer una mujer con su cuerpo, no se haya promulgado una ley que aclare, defina y defienda los beneficios de una mujer embarazada? Y que proteja a las mujeres embarazadas para que se les dé las comodidades necesarias, se les pague por sus días de maternidad y se les proteja para que puedan cuidar de sus recién nacidos de una manera sana, mental y emocionalmente.

Basta con mirar cuantos hombres hay en el Congreso, sus partidos, sus edades. Y cuantos han votado que no a legislaciones integrales para la mujer. ¿Cuántos de verdad pensarán que hay igualdad entre una mujer y un hombre en la fuerza laboral?

Los proyectos de ley que han sido presentados en diferentes ocasiones para llegar a un acuerdo de igualdad y antidiscriminación para mujeres embarazadas han sido rechazados con el argumento, según informa el diario Huffington Post, de no poner a las empresas en el riesgo de bajar la producción, o sus ganancias, para acomodar mujeres en embarazo. Un argumento absolutamente absurdo, si tenemos en cuenta que el embarazo es una parte fundamental de la evolución humana y que con una administración inteligente, las compañías pueden ajustar su fuerza laboral a cambios momentáneos.

¿O será que prefieren contratar solo a hombres y que las mujeres tengan que quedarse en casa como en siglos pasados y esa es la excusa? Definitivamente la creencia de que la evolución no existe en algunos miembros de nuestro Congreso se refleja en muchas de las acciones mediocres que toman. Viva Yahoo que contrató como CEO este año a una mujer embarazada. Lamentablemente la evolución de esta empresa no es el reflejo del país.

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