miércoles, 10 de febrero de 2021

Cuántas cosas viejas hay que no conocemos

 

Lázaro González Valdés

 


Navegando al azar en las aguas virtuales de Internet choqué con Ambrose Bierce (1842-1914), escritor y periodista estadounidense, amigo de Mark Twain y satírico extremo que le valió el apodo “El amargo Bierce”. De su amargada autoría, esta frase me parece genial:

 

“No hay nada nuevo bajo el sol, pero cuántas cosas viejas hay que no conocemos”.

 

No sólo creo que es estupenda la cláusula de Bierce sino que su última parte la considero apropiada para encabezar este texto, que escribo de prisa, mientras transito por recortes de periódicos, libros y por esta memoria mía que funciona, pero por momentos frisa para recordarme la condición de pino viejo.

 

El tema circula por las redes sociales en directas, posts y otros formatos electrónicos. Se trata de arte y cultura como componentes del movimiento de resistencia al sistema opresivo impuesto en Cuba por el partido comunista (PCC).

 

Precisamente del oficialismo salieron muchos artistas e intelectuales que luego se organizaron y crearon las primeras organizaciones disidentes.

 

No iré al fondo para abreviar espacio por lo que omito lo relativo al surgimiento, en 1976, dentro del presidio político, de la célula madre de la lucha no violenta en Cuba. Me refiero al Comité Cubano Pro Derechos Humanos (CCPDH). En consecuencia, inicio en 1987 cuando Ricardo Bofill es liberado por cumplimiento de su condena y despliega el Comité en las calles de La Habana.

 


Debo subrayar que el CCPDH quebró la tradición cubana de buscar soluciones a los conflictos por medio de la violencia. Modus operandi que los fundadores originales del Comité ejercían desde 1976 en las cárceles, y que luego emigra con Bofill hacia el exterior, hacia la cárcel grande que es Cuba.

 

El procedimiento de anteponer el cuerpo, sin violencia (que no es lo mismo que pacifismo), a modo de primera línea de enfrentamiento contra el aparato de represión militarizada del PCC fue la clave conque el CCPDH ganó prestigio y conexión creciente con la sociedad. Esto se confirma cuando en 1988 decenas de cientos de cubanos piden su incorporación al Comité. Por tal causa, los del CCPDH decidieron aceptar esas peticiones fundando en julio de 1988, como su ala política, el Partido Pro Derechos Humanos de Cuba (PPDHC) y posteriormente se creó la Asociación Pro Arte Libre (APAL). Nótese que estas dos organizaciones llevan en sus nombres el prefijo “pro” cual marca de origen.

 

Entre los activistas de estos primeros grupos de la sociedad civil hubo amplia presencia de artistas e intelectuales. Algunos eventos ocurridos entre los 80 y 90 del siglo pasado confirman lo anterior.

 

El 14 de febrero de 1988 el CCPDH organiza la primera exposición de arte disidente en la vivienda de Carlos Valdés y Alicia Fernández, ubicada en El Vedado, bajo el tema central “Premios y Castigos” para rememorar “los martirios y torturas de los esclavos africanos en la Cuba colonial. Las representaciones de artes plásticas del pintor y escultor Raúl Montesino, constituyeron una condena a la tortura en todas sus formas y épocas. Otros pintores también exponían, algunos por primera vez: Nicolás Guillén Landrián, Teodoro del Valle, Roberto Bermúdez, Carlos Quintana y Santos Martínez”[1]. A la inauguración acudieron más de 200 personas entre ellos periodistas y diplomáticos extranjeros. Tres días después, en febrero 17, un pelotón de las tropas especiales del MININT, vestidos de civil, allanó la vivienda-galería. Los militares destruyeron la mayoría de las obras de arte. Antes de penetrar en el inmueble los activistas estuvieron cuatro horas sitiados recibiendo insultos y amenazas en lo que llaman “acto de repudio” o “acto de reafirmación revolucionaria”, en dependencia del bando del calificador. Frente a la casa donde tuvo lugar la exposición, el ministro del interior General José Abrantes declaraba ante las cámaras de la televisión nacional que el MININT no detendría las acciones del pueblo frente a la contrarrevolución.

 

Conviene señalar que, un año después, el General Abrantes fue víctima de un juicio amañado donde lo condenaron a 20 años de cárcel. En 1991 él murió en extrañas circunstancias que algún día sabremos. Alguien del PPDHC me habló de un pullover con sangre del general que guardan cuidadosamente para el día del Nuremberg cubano. No sé más. Pero si sé que Ricardo Bofill levantó su voz en defensa del general que lo reprimió. Denunció el caso, y el amor al prójimo prevaleció sobre la violencia militar, institucionalizada y sistemática.

 

Regresando a la primera exposición de arte disidente, el escritor Reinaldo Bragado y el periodista y traductor Rolando Cartaya, ambos del CCPDH, escribieron: “Esta primera Expo fue un verdadero laboratorio de investigación social en el que se dieron conferencias, testimonios, se grabaron programas y se dialogó con la prensa extranjera y miembros del cuerpo d1plomático”[2] .

 

Muchos artistas e intelectuales cuentan entre los pioneros de la lucha no violenta en Cuba. El 20 de octubre de 1988, en ocasión del Día de la Cultura, activistas de la APAL colocaron una ofrenda floral en la calle Cárcel para rendir homenaje a José Martí. Fueron brutalmente golpeados por karatekas del MININT y arrestados. El presidente de la organización, Armando Araya, fue condenado a un año de cárcel. Rita Fleita recibió nueve meses de prisión. Al respecto, el escritor y activista del CCPDH Reinaldo Bragado declaró: “El régimen está lanzando una advertencia a los confundidos. No hay tal tolerancia y el juego a la apertura se acabó; ya no hay presión internacional y las cosas se deben poner en su justo lugar. (…) las pequeñas fisuras fueron coyunturales”[3] (3).

 

A finales de 1988 el CCPDH publica un informe donde trata específicamente la represión contra el disenso dentro del sector artístico. En una de sus partes, el informe denuncia “el cierre de la exposición del pintor Tomás Esson, en la galería de 12 y 23, ordenado por el Ministro de Cultura (Armando Hart Dávalos), quien consideró la muestra como no útil política y culturalmente, debido al tratamiento inadecuado del artista en el empleo de los símbolos patrios. La prohibición por parte de los funcionarios de la galería Habana de la exposición del pintor Carlos Rodríguez Cárdenas (…) La detención de algunos estudiantes de pintura de la escuela San Alejandro, integrantes, además, del Grupo Arte y Calle, en la inauguración de una exposición llevada a cabo en la galería Talía. El arresto de un grupo de artistas jóvenes que habían sido autorizados para realizar sus acciones plásticas en el espacio público del parque de G y 23, y la ulterior prohibición de las autoridades para que no continuaran dichas actividades culturales (…)”[4].

 

Para 1991 la “Declaración de los Intelectuales Cubanos” causó gran impacto en la sociedad. La declaración fue suscrita por escritores que ya eran activistas como Marielena Cruz Varela, Roberto Luque Escalona y el periodista y analista de radio y televisión Víctor M. Serpa Riestra. La redacción estuvo a cargo del escritor y crítico literario Fernando Velázquez Medina y en el texto se pedía elecciones directas a la Asamblea Nacional del Poder Popular, reactivación de los mercados libres campesinos, amnistía política, libre flujo migratorio y asistencia de la ONU para paliar la escasez de medicinas. Tales demandas siguen vigentes en 2021.

 

Sobre esta Declaración Ariel Hidalgo, escritor, ex prisionero político y fundador con Bofill del CCPDH en prisión, señaló que artistas “(…) aún pertenecientes a la UNEAC como el poeta Manuel Díaz Martínez, o que hasta entonces militaban en el Partido Comunista como el escritor y traductor Jorge Pomar Montalvo” también firmaron la Declaración junto a “José Lorenzo Fuentes, Bernardo Marqués Ravelo, Manuel Granados, los tres novelistas y periodistas, y Raúl Rivero Castañeda, considerado el mejor poeta de su generación” (5).

 

A estos diez intelectuales les fusilaron su honra en el Granma del 23 de junio de 1991 por medio de un editorial titulado “Una Nueva Maniobra de la CIA” donde la prensa oficiosa plasmó un ramo de epítetos difamatorios entre los cuales brillaban por su oscuridad los de “herederos ideológicos del anexionismo, deudores de la sicología de los presentados tras el Zanjón”, “traidores” y se calificó a la Declaración como “la más abyecta colaboración con los enemigos históricos de la nación cubana” [5].

 

Tras el ataque del partido comunista contra esos artistas e intelectuales, otros diez firmaron la Carta: Nancy Estrada Galván (novelista y periodista); Reimundo Guerrero (pintor y caricaturista); Ángel Mas Betancourt (dramaturgo); Gladys González Noy y Ana María Guerra (compositoras y cantantes); Jorge Crespo (cineasta); Ricardo Vega Figuerola (cineasta); Marco Antonio Abad (escritor y cineasta); Fausto Martí (escritor) y Alberto Pujol Parlá (músico y pintor).

 

Ante la magnitud del desafío político, la represión llegó tremebunda. Despidos laborales, actos de repudio, agresiones, arrestos y cárcel. La poeta Cruz fue clavada en prisión junto a otros seis integrantes del movimiento Criterio Alternativo. Ella y Pomar recibieron las penas máximas: 2 años de encierro.

 

Ariel Hidalgo, en la página 308 de Disidencia, ¿Segunda Revolución Cubana?, rememora que un par de estudiantes de secundaria básica, vistiendo sus uniformes, se presentan en el apartamento de la poeta Cruz Varela luego de un acto de repudio. Uno de ellos toca a la puerta. La hija de la poeta, Mariela, temerosa, abre la puerta. El adolescente le dice:

 

-Yo fui uno de los que participó en el acto de repudio, pero lo hice porque me trajeron. Tenía miedo. Tu mamá es una heroína. Perdóname- y llorando, dio media vuelta y se fue a toda prisa.

 

Grupos como Arte y Derecho, y Arte y Calle se hicieron sentir en los espacios públicos retando al opresor PCC. Creadores como Yndamiro Restano (periodista y poeta); Julio San Francisco (escritor y periodista), Rafael Solano (activista del PPDHC, periodista y fundador en 1995 de la primera agencia de prensa independiente), Ana Luisa López Baeza (periodista), Jorge Olivera (periodista y escritor), Salvador Blanco (actor y periodista), Mercedes Moreno (periodista), Luis Cino (periodista), Ricardo González Alfonso (periodista y guionista de televisión) y Lucas Garve (periodista y traductor) son otros de los ejecutores del método de lucha no violenta que han desafiado a la dictadura con, y desde, el arte y la cultura.

 

Fuera de Cuba, movimientos exitosos como OTPOR en Serbia usaron el humor y la performance para comunicarse con el pueblo atomizado, ayudarlo a perder el miedo e involucrarlo en acciones directas contra el régimen opresivo. Srdja Popovic, líder de OTPOR, ha explicado en sus conferencias[6] cómo improvisaron un tanque al que decoraron con una fotografía del dictador, un bate de béisbol y un texto donde se indicaba que debía echarse una moneda en el depósito para tener derecho a golpear a Milosevic. Los activistas dejaron el tanque en un lugar público y se alejaron unos metros. En poco tiempo había una fila de gente esperando para echar su moneda y darle un batazo en la cara al opresor. Cuando llegó la policía política, al no poder arrestar a la multitud, optó por llevarse preso el bate y el tanque con la cara del presidente espurio. Los de OTPOR tomaron fotos de la grotesca escena y la prensa se encargó de ridiculizar el arresto simbólico del dictador.

 

El impacto social de esta acción no violenta fue producto de la planificación y del factor sorpresa. El humor y la performance fueron herramientas útiles que se usaron in situ.

 

Ahora, en Cuba, un grupo de artistas e intelectuales se ha ubicado a la vanguardia del movimiento de lucha no violenta. Así lo demuestran las acciones del 27N y del MSI.

 

¿Podrán estos movimientos romper el sitio militar desplegado en torno a ellos, interactuar con un pueblo atomizado, entrenar y movilizar amplios segmentos sociales para derribar el estado de opresivo y cambiarlo por otro democrático?

 

¿Será este su propósito, o esos movimientos creen que conseguirán dialogar con la jerarquía del PCC y convencerla para que los cambios se produzcan de arriba hacia abajo como sucedió en la URSS?

 

Los artivistas del 27N y del MSI, valientes, en su mayoría jóvenes, tendrán que transitar por un laberinto de definiciones donde cada uno de ellos será su propio Minotauro.

 

En su artículo “San Isidro, el 27N y el 27 ENE ante el canibalismo retórico oficial”, el poeta y escritor Yoandy Cabrera advierte:

 

Insisto en que es fácil salirse del necrolenguaje del régimen cubano, el problema está en la censura, el sitio, la vigilancia y el hostigamiento que, luego del 27N, han padecido activistas, intelectuales y periodistas. Es fácil resistirse a ese lenguaje muerto del que se alimenta el gobierno, pero hacer pública esa resistencia con la propuesta de otra forma de decir y hacer tiene consecuencias directas en las vidas y los cuerpos de quienes se atreven[7] (7) (sic).

 

Admirable la claridad de esta advertencia de Yoandy, la que abre otras interrogantes:

 

¿Podrán resistir los activistas cuando la jerarquía del PCC ponga en la escena su peor arte represivo?

 

¿Se prepararon o se están preparando los artivistas para ese posible escenario?

 

¿Han considerado los artivistas abrir vías para relacionarse con otros segmentos de la sociedad cubana como por ejemplo con activistas baby boomers (la mayoría desterrados) quienes podrían compartir con los pinos nuevos conocimientos y habilidades sobre cómo operar bajo condiciones de represión extrema sin celulares, Internet ni redes sociales?

 

Estas preguntas nos las hacemos algunos en el destierro y deberían hacerlas suyas los artistas disidentes.

 

Cuando en 1987 comenzó la lucha no violenta por el rescate de las libertades básicas, su piedra angular fue la dignidad humana. Lo que importaba era el cubano víctima de la opresión, que es la mayoría del pueblo. Se interactuaba diaria y abundantemente con la sociedad. Luego el movimiento se contaminó con derechas, izquierdas e ideologías de todo tipo, incluso con plattismo y rifirrafes de la política local de Miami. Esto y otros vicios atomizaron al movimiento y lo desenfocaron tanto que hace algunos años la causa se ha reducido a titulares del tipo “Fulano de tal, el líder de tal organización, premio tal cosa, dijo: bla, bla, bla”. Pero, en la vida real, esos líderes y organizaciones no tienen poder de movilización y por lo tanto son incapaces de desafiar al PCC.

 

Aunque en redes sociales ha regido el idealismo excesivo, es tiempo de aterrizar considerando que los movimientos que han tenido éxito causando cambios sociales, políticos o económicos han llegado a su meta movilizando amplios segmentos de la sociedad hasta alcanzar lo que los sociólogos llaman “el número mágico” causante de “la masa crítica”, esa multitud organizada y entrenada que debe mantenerse en operaciones por el tiempo necesario para alcanzar “el punto de inflexión”, instante donde la injusticia cae por la presión popular. Más de 90 días les tomó a los activistas ucranianos en la Plaza Maidan. Por lo tanto, la cantidad de activistas cuenta y es lo que hace la diferencia entre un movimiento que consigue sus metas y otro que fenece en su idealismo.

 

Sin embargo, el contexto cubano cambió radicalmente el 27 de noviembre del año pasado. La extracción de los plantados en Damas 955 parecía un triunfo seguro para el aparato represivo, pero desenlazó mal para la jerarquía del PCC que nunca esperó la aparición sorpresiva de pinos nuevos en el MINCULT, y en número superior al de cualquiera de las marchas convocadas por los grupos opositores en los últimos 20 años.

 

Si hay un palo periodístico en el ámbito de las noticias, los eventos del 27 de noviembre equivalen a un toletazo disidente.

 

Pero, queda camino por andar. En el artículo arriba mencionado, Yoandy Cabrera avisa:

 

La idea de un nuevo lenguaje desde el susurro poético multiplicado debiera relacionarse también, como hacen Camila y Katherine, con la vida cotidiana del cubano, con su falta de libertad de expresión. Carlos Manuel Álvarez, entre interrogatorios con la seguridad del Estado y abusos físicos padecidos por la policía política entre diciembre y enero, en una directa desde Cárdenas se refería a un “significante abierto”. En un mundo de metáforas gastadas, dominado por un canibalismo lingüístico zombi, la idea de un significante abierto permite multiplicar las posibilidades y los lenguajes. Un significante abierto se abre a todas las ideas por no estar, precisamente, capturado aún” (7) (sic).

 

Considerando lo antedicho, está por ver si los artivistas consiguen relacionar ese nuevo lenguaje con la realidad del pueblo oprimido, para que el “significante abierto” no quede cual símbolo lingüístico, sino que trascienda lo poético, y devenga en imán que atraiga a las víctimas en cantidad superior al obligatorio “número mágico”.



[1] Ariel Hidalgo, Disidencia, ¿Segunda Revolución Cubana?, Ediciones Universal 1994, pág.107.

[2] Ariel Hidalgo op.cit., pág.108

[3] Reinaldo Bragado, Lo que Martí no Pudo Escuchar, El Nuevo Herald, 4 de noviembre de 1988.

[4] Pablo Alfonso, Signos de Deterioro en el Campo Cultural, El Nuevo Herald, 4 de diciembre de 1988.

[5] Ariel Hidalgo, Disidencia, ¿Segunda Revolución Cubana?, Ediciones Universal 1994, pág. 268-269.

[6] Srdja Popovic, Cómo Derrocar a un Dictador, TED, julio 2015,

https://www.youtube.com/watch?v=uo7w3g24DWo

 

[7] Yoandy Cabrera, San Isidro, el 27N y el 27 ENE ante el canibalismo retórico oficial, 28 enero de 2021, https://rb.gy/ncmtdd

1 comentario:

  1. La lucha Pacífica no ha dado resultado en un País, donde tú Mejor Amigo, es a veces un Chivato, La mejor forma será en Solitario hacer un estrago a cualquier Propiedade de Gobierno!,si cada individuo adopta esta Idea,sin hacer alboroto ni Alardes, serán una Fuerza Imparable, Recuerden la Historia de Bayamo, cuando se usa la Inteligencia y se hacen las fuerzas en Silencio,habrá Libertad! Los Cacareos, son cantos de sirena para los Enemigos!

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