Lázaro González Valdés
Navegando
al azar en las aguas virtuales de Internet choqué con Ambrose Bierce
(1842-1914), escritor y periodista estadounidense, amigo de Mark Twain y
satírico extremo que le valió el apodo “El
amargo Bierce”. De su amargada autoría, esta frase me parece genial:
“No
hay nada nuevo bajo el sol, pero cuántas cosas viejas hay que no conocemos”.
No
sólo creo que es estupenda la cláusula de Bierce sino que su última parte la
considero apropiada para encabezar este texto, que escribo de prisa, mientras
transito por recortes de periódicos, libros y por esta memoria mía que
funciona, pero por momentos frisa para recordarme la condición de pino viejo.
El
tema circula por las redes sociales en directas, posts y otros formatos
electrónicos. Se trata de arte y cultura como componentes del movimiento de
resistencia al sistema opresivo impuesto en Cuba por el partido comunista
(PCC).
Precisamente
del oficialismo salieron muchos artistas e intelectuales que luego se
organizaron y crearon las primeras organizaciones disidentes.
No
iré al fondo para abreviar espacio por lo que omito lo relativo al surgimiento,
en 1976, dentro del presidio político, de la célula madre de la lucha no
violenta en Cuba. Me refiero al Comité Cubano Pro Derechos Humanos (CCPDH). En
consecuencia, inicio en 1987 cuando Ricardo Bofill es liberado por cumplimiento
de su condena y despliega el Comité en las calles de La Habana.
Debo
subrayar que el CCPDH quebró la tradición cubana de buscar soluciones a los
conflictos por medio de la violencia. Modus operandi que los fundadores
originales del Comité ejercían desde 1976 en las cárceles, y que luego emigra
con Bofill hacia el exterior, hacia la cárcel grande que es Cuba.
El
procedimiento de anteponer el cuerpo, sin violencia (que no es lo mismo que
pacifismo), a modo de primera línea de enfrentamiento contra el aparato de
represión militarizada del PCC fue la clave conque el CCPDH ganó prestigio y
conexión creciente con la sociedad. Esto se confirma cuando en 1988 decenas de
cientos de cubanos piden su incorporación al Comité. Por tal causa, los del
CCPDH decidieron aceptar esas peticiones fundando en julio de 1988, como su ala
política, el Partido Pro Derechos Humanos de Cuba (PPDHC) y posteriormente se
creó la Asociación Pro Arte Libre (APAL). Nótese que estas dos organizaciones
llevan en sus nombres el prefijo “pro” cual marca de origen.
Entre
los activistas de estos primeros grupos de la sociedad civil hubo amplia
presencia de artistas e intelectuales. Algunos eventos ocurridos entre los 80 y
90 del siglo pasado confirman lo anterior.
El
14 de febrero de 1988 el CCPDH organiza la primera exposición de arte disidente
en la vivienda de Carlos Valdés y Alicia Fernández, ubicada en El Vedado, bajo
el tema central “Premios y Castigos” para rememorar “los martirios y torturas
de los esclavos africanos en la Cuba colonial. Las representaciones de artes
plásticas del pintor y escultor Raúl Montesino, constituyeron una condena a la
tortura en todas sus formas y épocas. Otros pintores también exponían, algunos
por primera vez: Nicolás Guillén Landrián, Teodoro del Valle, Roberto Bermúdez,
Carlos Quintana y Santos Martínez”[1]. A
la inauguración acudieron más de 200 personas entre ellos periodistas y
diplomáticos extranjeros. Tres días después, en febrero 17, un pelotón de las
tropas especiales del MININT, vestidos de civil, allanó la vivienda-galería. Los
militares destruyeron la mayoría de las obras de arte. Antes de penetrar en el
inmueble los activistas estuvieron cuatro horas sitiados recibiendo insultos y
amenazas en lo que llaman “acto de repudio” o “acto de reafirmación
revolucionaria”, en dependencia del bando del calificador. Frente a la casa
donde tuvo lugar la exposición, el ministro del interior General José Abrantes
declaraba ante las cámaras de la televisión nacional que el MININT no detendría
las acciones del pueblo frente a la contrarrevolución.
Conviene
señalar que, un año después, el General Abrantes fue víctima de un juicio
amañado donde lo condenaron a 20 años de cárcel. En 1991 él murió en extrañas
circunstancias que algún día sabremos. Alguien del PPDHC me habló de un
pullover con sangre del general que guardan cuidadosamente para el día del
Nuremberg cubano. No sé más. Pero si sé que Ricardo Bofill levantó su voz en
defensa del general que lo reprimió. Denunció el caso, y el amor al prójimo
prevaleció sobre la violencia militar, institucionalizada y sistemática.
Regresando
a la primera exposición de arte disidente, el escritor Reinaldo Bragado y el
periodista y traductor Rolando Cartaya, ambos del CCPDH, escribieron: “Esta
primera Expo fue un verdadero laboratorio de investigación social en el que se
dieron conferencias, testimonios, se grabaron programas y se dialogó con la
prensa extranjera y miembros del cuerpo d1plomático”[2] .
Muchos
artistas e intelectuales cuentan entre los pioneros de la lucha no violenta en
Cuba. El 20 de octubre de 1988, en ocasión del Día de la Cultura, activistas de
la APAL colocaron una ofrenda floral en la calle Cárcel para rendir homenaje a
José Martí. Fueron brutalmente golpeados por karatekas del MININT y arrestados.
El presidente de la organización, Armando Araya, fue condenado a un año de
cárcel. Rita Fleita recibió nueve meses de prisión. Al respecto, el escritor y
activista del CCPDH Reinaldo Bragado declaró: “El régimen está lanzando una
advertencia a los confundidos. No hay tal tolerancia y el juego a la apertura
se acabó; ya no hay presión internacional y las cosas se deben poner en su
justo lugar. (…) las pequeñas fisuras fueron coyunturales”[3]
(3).
A
finales de 1988 el CCPDH publica un informe donde trata específicamente la
represión contra el disenso dentro del sector artístico. En una de sus partes,
el informe denuncia “el cierre de la exposición del pintor Tomás Esson, en la
galería de 12 y 23, ordenado por el Ministro de Cultura (Armando Hart Dávalos),
quien consideró la muestra como no útil política y culturalmente, debido al
tratamiento inadecuado del artista en el empleo de los símbolos patrios. La
prohibición por parte de los funcionarios de la galería Habana de la exposición
del pintor Carlos Rodríguez Cárdenas (…) La detención de algunos estudiantes de
pintura de la escuela San Alejandro, integrantes, además, del Grupo Arte y
Calle, en la inauguración de una exposición llevada a cabo en la galería Talía.
El arresto de un grupo de artistas jóvenes que habían sido autorizados para
realizar sus acciones plásticas en el espacio público del parque de G y 23, y
la ulterior prohibición de las autoridades para que no continuaran dichas
actividades culturales (…)”[4].
Para
1991 la “Declaración de los Intelectuales Cubanos” causó gran impacto en la sociedad.
La declaración fue suscrita por escritores que ya eran activistas como
Marielena Cruz Varela, Roberto Luque Escalona y el periodista y analista de
radio y televisión Víctor M. Serpa Riestra. La redacción estuvo a cargo del
escritor y crítico literario Fernando Velázquez Medina y en el texto se pedía
elecciones directas a la Asamblea Nacional del Poder Popular, reactivación de
los mercados libres campesinos, amnistía política, libre flujo migratorio y
asistencia de la ONU para paliar la escasez de medicinas. Tales demandas siguen
vigentes en 2021.
Sobre
esta Declaración Ariel Hidalgo, escritor, ex prisionero político y fundador con
Bofill del CCPDH en prisión, señaló que artistas “(…) aún pertenecientes a la
UNEAC como el poeta Manuel Díaz Martínez, o que hasta entonces militaban en el
Partido Comunista como el escritor y traductor Jorge Pomar Montalvo” también
firmaron la Declaración junto a “José Lorenzo Fuentes, Bernardo Marqués Ravelo,
Manuel Granados, los tres novelistas y periodistas, y Raúl Rivero Castañeda,
considerado el mejor poeta de su generación” (5).
A
estos diez intelectuales les fusilaron su honra en el Granma del 23 de junio de
1991 por medio de un editorial titulado “Una Nueva Maniobra de la CIA” donde la
prensa oficiosa plasmó un ramo de epítetos difamatorios entre los cuales
brillaban por su oscuridad los de “herederos ideológicos del anexionismo,
deudores de la sicología de los presentados tras el Zanjón”, “traidores” y se
calificó a la Declaración como “la más abyecta colaboración con los enemigos
históricos de la nación cubana” [5].
Tras
el ataque del partido comunista contra esos artistas e intelectuales, otros
diez firmaron la Carta: Nancy Estrada Galván (novelista y periodista); Reimundo
Guerrero (pintor y caricaturista); Ángel Mas Betancourt (dramaturgo); Gladys
González Noy y Ana María Guerra (compositoras y cantantes); Jorge Crespo
(cineasta); Ricardo Vega Figuerola (cineasta); Marco Antonio Abad (escritor y
cineasta); Fausto Martí (escritor) y Alberto Pujol Parlá (músico y pintor).
Ante
la magnitud del desafío político, la represión llegó tremebunda. Despidos
laborales, actos de repudio, agresiones, arrestos y cárcel. La poeta Cruz fue
clavada en prisión junto a otros seis integrantes del movimiento Criterio
Alternativo. Ella y Pomar recibieron las penas máximas: 2 años de encierro.
Ariel
Hidalgo, en la página 308 de Disidencia, ¿Segunda Revolución Cubana?, rememora
que un par de estudiantes de secundaria básica, vistiendo sus uniformes, se
presentan en el apartamento de la poeta Cruz Varela luego de un acto de
repudio. Uno de ellos toca a la puerta. La hija de la poeta, Mariela, temerosa,
abre la puerta. El adolescente le dice:
-Yo fui uno de los que participó en el acto
de repudio, pero lo hice porque me trajeron. Tenía miedo. Tu mamá es una
heroína. Perdóname- y llorando, dio media vuelta y se fue a toda prisa.
Grupos
como Arte y Derecho, y Arte y Calle se hicieron sentir en los espacios públicos
retando al opresor PCC. Creadores como Yndamiro Restano (periodista y poeta);
Julio San Francisco (escritor y periodista), Rafael Solano (activista del
PPDHC, periodista y fundador en 1995 de la primera agencia de prensa
independiente), Ana Luisa López Baeza (periodista), Jorge Olivera (periodista y
escritor), Salvador Blanco (actor y periodista), Mercedes Moreno (periodista),
Luis Cino (periodista), Ricardo González Alfonso (periodista y guionista de
televisión) y Lucas Garve (periodista y traductor) son otros de los ejecutores
del método de lucha no violenta que han desafiado a la dictadura con, y desde,
el arte y la cultura.
Fuera
de Cuba, movimientos exitosos como OTPOR en Serbia usaron el humor y la
performance para comunicarse con el pueblo atomizado, ayudarlo a perder el
miedo e involucrarlo en acciones directas contra el régimen opresivo. Srdja
Popovic, líder de OTPOR, ha explicado en sus conferencias[6] cómo
improvisaron un tanque al que decoraron con una fotografía del dictador, un
bate de béisbol y un texto donde se indicaba que debía echarse una moneda en el
depósito para tener derecho a golpear a Milosevic. Los activistas dejaron el
tanque en un lugar público y se alejaron unos metros. En poco tiempo había una
fila de gente esperando para echar su moneda y darle un batazo en la cara al
opresor. Cuando llegó la policía política, al no poder arrestar a la multitud,
optó por llevarse preso el bate y el tanque con la cara del presidente espurio.
Los de OTPOR tomaron fotos de la grotesca escena y la prensa se encargó de
ridiculizar el arresto simbólico del dictador.
El
impacto social de esta acción no violenta fue producto de la planificación y
del factor sorpresa. El humor y la performance fueron herramientas útiles que
se usaron in situ.
Ahora,
en Cuba, un grupo de artistas e intelectuales se ha ubicado a la vanguardia del
movimiento de lucha no violenta. Así lo demuestran las acciones del 27N y del
MSI.
¿Podrán
estos movimientos romper el sitio militar desplegado en torno a ellos,
interactuar con un pueblo atomizado, entrenar y movilizar amplios segmentos
sociales para derribar el estado de opresivo y cambiarlo por otro democrático?
¿Será
este su propósito, o esos movimientos creen que conseguirán dialogar con la
jerarquía del PCC y convencerla para que los cambios se produzcan de arriba
hacia abajo como sucedió en la URSS?
Los
artivistas del 27N y del MSI, valientes, en su mayoría jóvenes, tendrán que
transitar por un laberinto de definiciones donde cada uno de ellos será su
propio Minotauro.
En
su artículo “San Isidro, el 27N y el 27 ENE ante el canibalismo retórico
oficial”, el poeta y escritor Yoandy Cabrera advierte:
“Insisto en que es fácil salirse del
necrolenguaje del régimen cubano, el problema está en la censura, el sitio, la
vigilancia y el hostigamiento que, luego del 27N, han padecido activistas,
intelectuales y periodistas. Es fácil resistirse a ese lenguaje muerto del que
se alimenta el gobierno, pero hacer pública esa resistencia con la propuesta de
otra forma de decir y hacer tiene consecuencias directas en las vidas y los
cuerpos de quienes se atreven”[7]
(7) (sic).
Admirable
la claridad de esta advertencia de Yoandy, la que abre otras interrogantes:
¿Podrán
resistir los activistas cuando la jerarquía del PCC ponga en la escena su peor
arte represivo?
¿Se
prepararon o se están preparando los artivistas para ese posible escenario?
¿Han
considerado los artivistas abrir vías para relacionarse con otros segmentos de
la sociedad cubana como por ejemplo con activistas baby boomers (la mayoría desterrados) quienes podrían compartir con
los pinos nuevos conocimientos y habilidades sobre cómo operar bajo condiciones
de represión extrema sin celulares, Internet ni redes sociales?
Estas
preguntas nos las hacemos algunos en el destierro y deberían hacerlas suyas los
artistas disidentes.
Cuando
en 1987 comenzó la lucha no violenta por el rescate de las libertades básicas,
su piedra angular fue la dignidad humana. Lo que importaba era el cubano
víctima de la opresión, que es la mayoría del pueblo. Se interactuaba diaria y
abundantemente con la sociedad. Luego el movimiento se contaminó con derechas,
izquierdas e ideologías de todo tipo, incluso con plattismo y rifirrafes de la
política local de Miami. Esto y otros vicios atomizaron al movimiento y lo
desenfocaron tanto que hace algunos años la causa se ha reducido a titulares
del tipo “Fulano de tal, el líder de tal organización, premio tal cosa, dijo:
bla, bla, bla”. Pero, en la vida real, esos líderes y organizaciones no tienen
poder de movilización y por lo tanto son incapaces de desafiar al PCC.
Aunque
en redes sociales ha regido el idealismo excesivo, es tiempo de aterrizar
considerando que los movimientos que han tenido éxito causando cambios
sociales, políticos o económicos han llegado a su meta movilizando amplios
segmentos de la sociedad hasta alcanzar lo que los sociólogos llaman “el número
mágico” causante de “la masa crítica”, esa multitud organizada y entrenada que
debe mantenerse en operaciones por el tiempo necesario para alcanzar “el punto
de inflexión”, instante donde la injusticia cae por la presión popular. Más de 90
días les tomó a los activistas ucranianos en la Plaza Maidan. Por lo tanto, la cantidad de activistas cuenta y es
lo que hace la diferencia entre un movimiento que consigue sus metas y otro que
fenece en su idealismo.
Sin
embargo, el contexto cubano cambió radicalmente el 27 de noviembre del año
pasado. La extracción de los plantados en Damas 955 parecía un triunfo seguro
para el aparato represivo, pero desenlazó mal para la jerarquía del PCC que
nunca esperó la aparición sorpresiva de pinos nuevos en el MINCULT, y en número
superior al de cualquiera de las marchas convocadas por los grupos opositores
en los últimos 20 años.
Si
hay un palo periodístico en el ámbito de las noticias, los eventos del 27 de
noviembre equivalen a un toletazo disidente.
Pero,
queda camino por andar. En el artículo arriba mencionado, Yoandy Cabrera avisa:
“La idea de un nuevo lenguaje desde el
susurro poético multiplicado debiera relacionarse también, como hacen Camila y
Katherine, con la vida cotidiana del cubano, con su falta de libertad de
expresión. Carlos Manuel Álvarez, entre interrogatorios con la seguridad del
Estado y abusos físicos padecidos por la policía política entre diciembre y
enero, en una directa desde Cárdenas se refería a un “significante abierto”. En
un mundo de metáforas gastadas, dominado por un canibalismo lingüístico zombi,
la idea de un significante abierto permite multiplicar las posibilidades y los
lenguajes. Un significante abierto se abre a todas las ideas por no estar,
precisamente, capturado aún” (7) (sic).
Considerando
lo antedicho, está por ver si los artivistas consiguen relacionar ese nuevo
lenguaje con la realidad del pueblo oprimido, para que el “significante
abierto” no quede cual símbolo lingüístico, sino que trascienda lo poético, y
devenga en imán que atraiga a las víctimas en cantidad superior al obligatorio
“número mágico”.
[1] Ariel Hidalgo, Disidencia, ¿Segunda Revolución Cubana?, Ediciones
Universal 1994, pág.107.
[2] Ariel Hidalgo op.cit., pág.108
[3] Reinaldo Bragado, Lo que Martí no Pudo Escuchar, El Nuevo Herald,
4 de noviembre de 1988.
[4] Pablo Alfonso, Signos de Deterioro en el Campo Cultural, El Nuevo
Herald, 4 de diciembre de 1988.
[5] Ariel Hidalgo, Disidencia, ¿Segunda Revolución Cubana?, Ediciones
Universal 1994, pág. 268-269.
[6] Srdja Popovic, Cómo Derrocar a un Dictador, TED, julio 2015,
https://www.youtube.com/watch?v=uo7w3g24DWo
[7] Yoandy Cabrera, San Isidro, el 27N y el 27 ENE ante el
canibalismo retórico oficial, 28 enero de 2021, https://rb.gy/ncmtdd
La lucha Pacífica no ha dado resultado en un País, donde tú Mejor Amigo, es a veces un Chivato, La mejor forma será en Solitario hacer un estrago a cualquier Propiedade de Gobierno!,si cada individuo adopta esta Idea,sin hacer alboroto ni Alardes, serán una Fuerza Imparable, Recuerden la Historia de Bayamo, cuando se usa la Inteligencia y se hacen las fuerzas en Silencio,habrá Libertad! Los Cacareos, son cantos de sirena para los Enemigos!
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