Mario J. Viera
En los titulares de los medios
informativos, aparece el titular: “Senado de Estados Unidos absuelve a Donald
Trump”, cuando mejor se debiera decir: “minoría del senado absuelve a Donald
Trump”, o quizá precisar: “mayoría de la bancada republicana del senado,
absuelve a Donald Trump”; porque en realidad, el Senado no absolvió a Trump,
mayoritariamente, el Senado condenó a Trump por 57 votos a favor contra los 43
que rechazaron hacerlo. Claro está, el procedimiento establecido en la
Constitución, requiere, para prosperar el juicio condenatorio, una mayoría de
las dos terceras partes del Senado; es decir, un total de 67 votos. Nada fácil
de conseguir dentro de un Senado, en realidad de un Congreso, cuya principal
característica, en los momentos que corren, es la polarización.
¿Qué impidió conseguir los diez votos
republicanos necesarios para aprobar la condena política de Trump? Este es tema
para la especulación. Intereses políticos de algunos senadores republicanos para
resguardar sus privilegios senatoriales coqueteando con la base política de
Trump; posicionamiento de extrema derecha de algunos de esos senadores; y
consideraciones, de otros, sobre si el procedimiento, en realidad, violaría la
letra de la Constitución, independientemente de que, el 9 de febrero, el Senado
había saldado la interrogante, cuando decidió rechazar, por votación de 56
contra 44, el argumento que planteaba la inconstitucionalidad de emprender un
juicio político a un presidente que ya había abandonado el cargo, algo que
antes había ocurrido cuando Richard Nixon renunció a la presidencia para no
enfrentar el proceso de impeachment
que contra él se incoaba.
Esto último parece ser lo que motivara al
líder de la minoría republicana del Senado, Mitch McConnell para emitir su voto
en contra de la condena del expresidente. Voto que le ha granjeado un aluvión
de críticas para convertirle casi en el tipo malo de las películas de acción.
Aunque McConnell, el pasado 19 de enero, luego de su plena identificación con
las políticas de Trump, tras los actos sediciosos de los seguidores del
mandatario al asaltar la sede del Congreso federal, se distanciaba de Trump
acusándole de ser el instigador de los actos de la turba enajenada. McConnell
declaró entonces: “La turba fue
alimentada con mentiras. Los incitó el presidente y otras personas poderosas, y
trataron de usar el miedo y la violencia para impedir un trámite específico del
poder legislativo del gobierno federal al que se oponían. Pero nosotros
persistimos. Permanecimos unidos y dijimos que una turba indignada no obtendría
poder de veto sobre el imperio de la ley en nuestra nación, ni siquiera por una
noche." Ahora, a la conclusión del juicio político seguido contra
Trump, y de haber votado en contra de la condena, expresó:
“No
hay duda, ninguna, de que el presidente Trump es moralmente responsable, y de forma decisiva, de provocar los eventos de aquel día. La
gente que asaltó este Capitolio creía que
actuaba siguiendo los deseos e instrucciones de su presidente. Y tener esa
creencia fue una consecuencia previsible del creciente crescendo de declaraciones falsas, teorías de
conspiración e hipérbole imprudente que el presidente derrotado seguía gritando a través del megáfono más
grande del planeta Tierra".
Dentro de esa posición legalista, varios
senadores republicanos se escudaron para justificar su voto absolutorio, como
por ejemplo el senador, Mike Rounds quien, según al BuzzFeed News, declaró: “No hay duda de que había una turba. de que esa turba tenía planes insurreccionales en mente. Pero para muchos
de nosotros, y para mí personalmente, todavía es un asunto que no tenemos una capacidad
constitucional para acusar a una persona
que no es un oficial actual”.
Sin embargo, y en buena ley, el voto
negativo de Mitch McConnell, en nada es semejante a la posición negativista y
obstinada de los senadores Ted Cruz y Josh Hawley, o la de los senadores Marco
Rubio y Rick Scott. Rubio, estrella que fuera del movimiento extremista
del Tea Party, y Ted Cruz, siempre decididos a boicotear cualquier iniciativa
demócrata, tienen sus aspiraciones puestas en alcanzar el liderazgo de los
seguidores de Trump.
¿Qué pretendían en realidad los demócratas
de la cámara baja para promover el impeachment contra Trump? ¿Dar un ejemplo
que demostrara que ni el presidente puede pasar por encima de la Ley? ¿Creyeron
ilusamente que a su raquítica mayoría en el Senado se le unirían suficientes votos
republicanos para garantizar la demanda de procesar a Trump por incitación a la
violencia? ¿Acaso no conocían las características de cada uno de los senadores
republicanos, desde aquellos de la derecha radical, pasando por los timoratos, hasta
los partidarios de la interpretación literal de la Constitución? ¿No habría
sido mejor aguardar hasta que se hubiera consolidado el gabinete de Joe Biden
para luego proceder contra Trump mediante una demanda penal por el delito de
conspiración sediciosa? Desde el primer día, cuando se anunció que se procedería
para impulsar un juicio político contra Trump, expresé mi opinión que tal acto
sería un error político. Trump contaba con un poderoso apoyo dentro de la
bancada republicana que haría muy difícil ganar a 17 republicanos a favor de la
sanción de condena en su contra, lo cual haría más difíciles los intentos de
Biden para alcanzar consensos bipartidistas y se agudizaría la polarización ya
existente dentro del Congreso.
Tan pronto se conocieron los resultados de
la votación dentro del Senado que impedía la sanción a Trump, este, por medio
de un comunicado, expresó su entusiasmo, dirigido claramente a sus huestes de
extremistas:
"Nuestro
movimiento histórico, patriótico y hermoso para 'Hacer a EE.UU. grande de
nuevo' solo acaba de empezar. En los meses venideros, tengo mucho que compartir
con ustedes y espero continuar nuestro increíble viaje juntos para lograr la
grandeza estadounidense para toda nuestra gente. ¡Nunca ha habido nada
igual!".
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