Mario J. Viera
La Joven
Cuba, una organización que no podemos identificar si es de cal o de arena o
si es la mezcla de los dos materiales; Una organización que parece vivir en la
estratósfera de la realidad virtual, más que en la realidad objetiva de la
política de Cuba, le ha enviado al presidente Joe Biden una emotiva carta donde
le pide la cancelación de todas las medidas de represión económica que la
administración Trump le impuso al gobierno cubano para hacer todavía más severa
la política del embargo.
Leo y releo varias veces el contenido de
la misiva, y me quedo con la impresión de estar nadando entre dos aguas.
“Hace
cinco años ─ así comienza el documento ─, el pueblo cubano escuchó al presidente de Estados Unidos hablar en La
Habana sobre esperanza y la construcción de un futuro mejor. Su discurso sugería lo que los cubanos ya comenzábamos
a hacer: abrirnos al mundo, estimular valores cívicos y crear nuevos
negocios”. Aquí, con este inicio, comienzo a cuestionarme: ¿Lo que los
cubanos ya comenzábamos hacer? ¿Acaso fue acto de motu proprio crear nuevos
negocios? Nos abrimos al mundo, ¿Cómo fue? ¿Cuándo fue? Quizá se trate de una
licencia literaria. ¿Estimular valores
cívicos? Que disculpen mi ignorancia si les pregunto ¿cuáles fueron esos valores cívicos? Otra licencia
literaria, sin duda alguna.
Pero llega Trump, y todo comienza a
enredarse, entonces, ante “el más persistente y abarcador bloqueo/embargo” (…) Es poco lo que podemos hacer los cubanos en la
isla para aliviar el efecto de sanciones externas durante la pandemia”.
Otra interrogante que me hace cuestionar la misiva: ¿Los cubanos? Si la
referencia es al pueblo, al cubano común, sin cargos gubernamentales, la frase
no tiene sentido. Mejor hubiera sido replantearla, y decir: “Es poco lo que pueda hacer el gobierno
cubano (…) para aliviar el efecto de
sanciones externas durante la pandemia”. Luego, la carta, en modo imperativo
le solicita a Biden: “comience a desmantelar el sistema de
sanciones que continúa afectando al pueblo cubano”, para, a continuación, afirmar: “Hoy nuestra gente está sufriendo extraordinariamente con las penurias
económicas”.
Esto, en esencia, es cierto, por eso,
muchos miembros de la comunidad cubana, residente en Estados Unidos, nos
oponemos a las medidas de sanciones económicas no selectivas, impuestas por
Donald Trump por intereses electoreros; pero, los redactores han omitido, por
descuido o indolencia, una realidad presente, que “las penurias económicas” que nuestra gente está sufriendo, se deben, en principio y fundamentalmente, al mal manejo de la economía por parte del
régimen del PCC, por su obstinación al sistema de planificación centralizada de
la economía, por la falta del estímulo a la iniciativa privada, por su empeño
de colocar sus intereses políticos por encima de las leyes de la economía y el
mercado, por su ineficiente tratamiento del sector agrícola, por la aplicación
de sistemas agronómicos erróneos que han ocasionado el deterioro de extensas
áreas agrícolas, por la salinización y la erosión de los suelos, tanto laminar
como eólica.
Y argumenta Joven Cuba diciendo: “los cubanos y las cubanas somos conocidos
por nuestra resiliencia y la mayoría de
nosotros ha vivido toda su vida en crisis”. ¿Acaso la capacidad de adaptarse, la resiliencia, a factores
perturbadores y adversos, puede ser considerada como un mérito de civilismo? Es
cierto que la mayoría de los cubanos, de las generaciones de cubanos que se han
sucedido desde 1959, han vivido toda su vida en crisis, no solo existenciales,
sino también de derechos básicos, y de la ausencia de medios legales para la
defensa de esos derechos, una crisis de valores generados por el sistema
totalitario, ya desde los mismos inicios de su implantación. “los últimos cuatro años ─ alega Joven
Cuba ─ han sido inusualmente crueles por
la campaña de hostilidad de la administración Trump para ganar puntos políticos
en la Florida”; y, como consecuente, “Un
grupo de extremistas ha infligido enorme daño a Cuba desde sus posiciones de
privilegio”. Clara referencia a los Díaz-Balart, Marco Rubio, Ted Cruz, y a John
Bolton y Mike Pompeo; pero aún más grave daño le ha infligido a Cuba el grupo
de extremistas, de la camarilla que, desde sus posiciones de privilegio,
controla, al PCC. Y en la carta se expresa la queja: “en el escenario de una pandemia global, los cubanoamericanos y cubanos residentes en Estados Unidos, están
imposibilitados de enviar remesas y medicamentos a la Isla. Convertir a toda una nación en rehén para
lograr un cambio de régimen no es un acto moral”. ¡Claro que no es
moral, imponer sanciones que agudizan más las penurias a las cuales ha sometido
el régimen a toda la nación, con el solo propósito de lograr un cambio de
régimen!, como inmoral es también
someter a toda la nación a la dirección y control de un estado policiaco, a la
imposición de una onírica unidad nacional en torno al único partido político, legalizado y reconocido constitucionalmente, que existe en Cuba.
“Cuba
no es perfecta; Estados Unidos tampoco lo es”, se enuncia, en tono académico, este sofisma dentro de los
términos de la carta. Y es un sofisma, porque intenta identificar como iguales
a dos Estados; o a dos sistemas políticos bien diferentes entre ellos. El
Estado cubano es la total imperfección, mientras que el sistema político
establecido en Estados Unidos puede tener alguna imperfección y, sin embargo, es
más perfecto que el existente en Cuba, y es también un sofisma, cuando se sustituye, “gobierno
cubano”; por el incluyente y genérico nombre de "Cuba".
Vuelve, en la redacción de la misiva con
una nueva carga de sofismas: “Nuestra
historia ha sido de lucha constante por lograr plena soberanía, democracia y
libertad”. ¿Nuestra historia,
sin exclusiones? El castrismo siempre ha intentado autojustificarse como el
defensor de la “plena soberanía, la
democracia y la libertad”. Agregan: “A pesar de todos los patriotas que se sacrificaron por una Cuba totalmente democrática, aún estamos lejos de ese objetivo”. Faltaría haber agregado a este
último enunciado: “porque un régimen usurpador se apropió, por
la fuerza y por la fuerza mantiene, del poder”. “Sin embargo ─ continúa diciéndose en el documento ─, lograrlo es responsabilidad de los cubanos,
no de presiones externas”. Muy de acuerdo, es responsabilidad de los
cubanos alcanzar “una Cuba totalmente democrática”, sin esperar concurso
externo, actuando desde los principios de la cubanía, con métodos inteligentes,
con capacidad política para la conducción de la resistencia y para la
movilización de eso que se denomina “número mágico” de participación masiva de
pueblo. Ahora bien, decir que aún estamos lejos del objetivo de alcanzar una
Cuba totalmente democrática es como concederle al régimen que, bajo su
dictadura, en Cuba hay democracia, no total, pero, al fin de cuentas, hay democracia,
y solo, según lo que se desprende de la lógica del documento de la Joven Cuba,
se requerirán algunas reformas políticas.
En la carta se le reclama al actual
presidente de Estados Unidos: “Estados Unidos no tiene que ser nuestro aliado ideológico, pero puede dejar de ser un vecino hostil”. Me pregunto, porque no ha quedado
claro en la carta: ¿Aliado
ideológico? ¿De quién o de quiénes? ¿De la oposición cubana interna o del
gobierno de Cuba? Propiamente, cuando colocan la opción para Estados Unidos de
“dejar de ser un vecino hostil se están refiriendo al gobierno cubano, del cual, el gobierno de Estados no tiene necesariamente que ser aliado ideológico, basta
con que deje de ser “vecino hostil”; es decir que, ante la hostilidad del
régimen del PCC, Estados Unidos deberá mantenerse como un gobierno
contemplativo y complaciente,
En otro párrafo los redactores de la carta
a Biden aseguran: “En esta época de
acceso a la información y las comunicaciones, las cubanas y los cubanos estamos en mejores condiciones que nunca
para trabajar por nuestros derechos de manera autónoma”. Afirmación esta que no puede
sustentarse estadísticamente. Que no existen elementos que prueben el
enunciado. Reclaman también: “Lo que requerimos del gobierno de Estados Unidos y
sus líderes es que no interfieran en nuestros asuntos internos”. Esta es la misma propuesta que hace
el gobierno de Cuba; que nadie interfiera en los asuntos interno de la isla;
que nada se diga ante los atropellos de las hordas de la Seguridad del Estado
en contra de los opositores, que no se denuncien los actos de repudio, que nada
se diga en contra de los juicios, donde no existen las debidas garantías
judiciales Los redactores de esta misiva debieran recordar que la condena, que
un Estado haga a otro por violaciones de derechos humanos, de acuerdo al
Derecho internacional, no constituye acto de interferencia en los asuntos
internos de ese país.
“La
mayoría de los cubanos ─ aseguran los redactores ─ respeta y admira a su pueblo y sus logros, pero también sentimos que el
gobierno de su país [Estados Unidos] ha
perdido, una y otra vez, la oportunidad de hacer lo correcto y corregir una
historia de errores”. Hacer
lo correcto y corregir una historia de errores, es lo que debe hacer, según los
redactores de la misiva, el gobierno de Estados Unidos. Es lástima que no
enviaran al gobierno de Cuba una carta similar, no la copia de esta carta,
recomendándole, lo mismo que le recomiendan a Estados Unidos: “hacer lo
correcto y corregir una historia de errores. ¡Que muchos han sido loe errores
de la dictadura castrista!
“Solicitamos
[a Biden] que su administración regrese a
esa relación [la iniciada por Barack Obama] con Cuba. Tenemos la esperanza de que reconozca que está en el interés
nacional de Estados Unidos dialogar, desde un marco de reconocimiento de la
soberanía mutua, con todos los sectores
de nuestra sociedad, incluyendo al gobierno, los emprendedores del sector
privado y la sociedad civil”.
No es incorrecto que entre gobiernos, con
diferencias políticas, emprendan diálogos para enfriar los conflictos, por
supuesto que, en ese diálogo entre dos gobiernos, se reconozca la soberanía
nacional de ambos Estados; pero el reconocimiento de la soberanía de una
nación, no implica, precisamente el reconocimiento de un gobierno; porque la
soberanía es propia de la Nación, y es todo el conjunto nacional el que
conforma la soberanía. Ahora bien,
¿por qué Estados Unidos tiene que tomar la iniciativa y solicitarle el diálogo
al régimen de La Habana? Por sí mismo, y por condiciones humanitarias, el
gobierno de Joe Biden puede decretar la derogación de las sanciones económicas
que Donald Trump, previamente había dictado; pero quien debe estar dispuesto a
ir a la mesa del diálogo y solicitarle, es el régimen de Cuba. ¿Acaso Joven
Cuba quiere salvarle la cara al gobierno de Díaz-Canel pidiéndole a Biden que
sea su gobierno el que se rinda, el que pida diálogo? Quién más necesita ir a
una mesa de negociaciones es el gobierno de Cuba.
Tal como antes dije, que la Joven Cuba
vive inserta en la estratósfera de la realidad virtual, proponen que el diálogo
deberá incluir, no solo al gobierno cubano, sino también a los emprendedores
del sector privado, que carecen de toda representatividad ante el gobierno y
que este con solo un plumazo puede hacer desaparece; y la virtual e imaginaria
sociedad civil, y uno se pregunta ¿existe en Cuba realmente la “sociedad
civil”? No existen organizaciones ni asociaciones independientes del Partido
Comunista de Cuba; ¿Acaso esa sociedad civil es la representada por la
Federación de Mujeres de Cuba (FMC), la Asociación de Agricultores Pequeños
(ANAP), la Federación de Estudiantes de
la Enseñanza Media (FEEM),
la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU), la Central de Trabajadores
de Cuba (CTC), la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), la
Unión de Periodistas de Cuba (UPC); y quizá el Consejo de Iglesias de Cuba, tan
identificado con las políticas gubernamentales, y la Iglesia Católica; para
nada incluyen en su propuesta la participación en el diálogo a representantes
de la oposición interna, el Movimiento San Isidro (MSI) y los jóvenes artistas
que participaron en el diálogo frustrado con el Ministerio de Cultura.
La Joven Cuba o solicita o reclama o exige
de Joe Biden: “Levantar las sanciones
incondicionalmente sería el paso principal y un acto de coraje moral”. Aunque el embaro sea, en el
presente, solo una reliquia anquilosada del periodo de guerra fría; aunque su
aplicación no ha conseguido aperturas y
reformas profundas en Cuba, las sanciones económicas contempladas en las leyes
Torricelli y Helms-Burton no pueden o no deben ser levantadas de manera
unilateral por parte de Estados Unidos, y aunque en muchos sectores de la
economía estadounidense se plantean reclamos para su supresión, optar por su
levantamiento necesita pasar por un proceso de negociaciones, en una especie de quid pro quo.
No tiene sentido una de las últimas
propuestas de la Joven Cuba: “Dada la
asimetría de poder entre Estados Unidos y Cuba y la unidireccionalidad de las
sanciones, es responsabilidad
estadounidense dar el primer paso”.
Es precisamente, por esa asimetría de poder de Estados Unidos en relación con
Cuba, que quien debe dar el primer paso es el gobierno cubano. Pero según la carta
existen aquellos que fomentando el odio tratan de “mantenernos distanciados”.
Pero, sabemos que también el régimen del
PCC fomenta el odio y hace todo lo posible para dividir a la oposición interna
y perseguir la voz disidente, que para mantenerse en el poder pisotea todos los
derechos civiles y políticos de la ciudadanía, imponiendo el temor y la amenaza
de prisión, y esto es un factor a tomar en cuenta del por qué del distanciamiento
con los Estados Unidos. Por supuesto, la Joven Cuba instruye a Biden que “podemos
aprender de errores anteriores y hacerlo mejor esta vez”, ¿Quiénes son esos “nosotros”, que “podemos aprender de errores
anteriores”? ¿Estados Unidos y quién más? Que no se permita “que las acciones emprendidas por el
presidente Obama sean la excepción y la hostilidad entre nuestros países sea la
norma”. Sí, también esta recomendación sería igualmente válida formulársele
a Raúl Castro y a Díaz-Canel,
Y concluye su pliegue de demandas la Joven Cuba: “Le pedimos al gobierno de Estados Unidos que comience a normalizar relaciones con Cuba. Esto ayudará a todos los sectores de la sociedad cubana y abrirá oportunidades de inversión para Estados Unidos en Cuba. Le pedimos a usted personalmente que tome acción ejecutiva y alivie las sanciones para darle al pueblo cubano una verdadera oportunidad en su búsqueda de la felicidad”. La verdadera búsqueda de la felicidad del pueblo cubano, solo comenzará cuando “los emprendedores del sector privado y la sociedad civil” y la oposición interna se concierten para impulsar un movimiento de resistencia masiva noviolenta, que provoque la caída de todo el sistema político y económico que alienta el PCC.
Definitivamente la carta a Biden, por sus
omisiones, o tiene piernas cortas o, simplemente, cojea.
jajajajaja excelente, acabas de desnudar a su majestad La Joven Cuba!
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