sábado, 31 de diciembre de 2016

Vamos a ver... ¿Por qué la perreta de Netanyahu?

Mario J. Viera

Colonos judíos durante una manifestación en Israel. / JACK GUEZ (AFP)

En verdad Benjamin Netanyahu es un personaje muy interesante. De todos los primeros ministros de Israel, él ha sido el único nacido en territorio israelita tras la proclamación del Estado de Israel. Resulta que el hombre es también un héroe de guerra, participó en la guerra de los seis días de 1957, lideró un equipo de fuerzas especiales de la Sayeret Matkal. la unidad de élite de las Fuerzas de Defensa Israelíes; luego combatió en la Guerra de Desgaste contra Egipto y en la guerra de Yom Kipur en 1973. Un héroe de guerra, como lo fueran también los primero ministros Ariel Sharón e Isaac Rabin. Netanyahu es también un político, de hablar fuerte y enérgico, y es líder del Likud, ese partido de la derecha israelí que, bajo su dirección, se ha inclinado mucho más a la derecha; y Netanyahu por tres veces ha sido electo como primer ministro; así es que tiene sus méritos. Pero, por encima de cualquier asunto que se trate, Benjamin Netanyahu es un nacionalista y un soñador; sueña con ver realizado su anhelo de forjar un gran Israel, uno parecido al mítico reino de Salomón que describe el Tanaj; sin embargo...

¿Qué ocurre? ¿Qué ha provocado la furiosa reacción de Netanyahu contra el presidente Barack Obama y contra otros diez países que mantienen relaciones diplomáticas con Israel? “Profunda ira e insatisfacción” siente el gobierno del Likud, así lo expresó Emmanuel Nachshon portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de Israel. Ira e indignación profundas contra todos aquellos que dieron su voto favorable a la Resolución 2334 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (23 de diciembre de 2016) que considera sin validez legal los asentamientos de colonos israelíes en territorio de Cisjordania. Así se expresa en su primer punto: “No tiene validez legal, constituye una violación flagrante del derecho internacional y un obstáculo mayor para la solución de los dos Estados así como para una paz duradera, integradora y justa”. No, dice Nachshon, "No fue un voto a favor de la paz. Fue un voto contra Israel".

Para Netanyahu el “malo de la película” es Barack Obama y así, sin ningún tipo de ambages afirmó: “Por la información que tenemos, no tenemos dudas de que la administración Obama la inició, la respaldó, coordinó la redacción y exigió que fuera aprobada", para a continuación agregar: “Como le dije a John Kerry el jueves: los amigos no llevan a los amigos al Consejo de Seguridad”. Estados Unidos con su abstención en la reunión del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, no vetó la aprobación de la Resolución 2334, una resolución que adoptada bajo el capítulo sexto de la Carta de las Naciones Unidas (Solución Pacífica de Disputas) no posee carácter vinculante, es decir, no es de cumplimiento obligatorio, se trata solamente de recomendaciones, aunque expresadas en tonos severos.

Ante la denuncia de Netanyahu el asesor de seguridad de Obama Ben Rhodes declaró en rechazo de lo afirmado por el primer ministro israelí: "El historial del presidente Obama en cuanto a la seguridad de Israel es claro. Cualquiera lo puede revisar. Pero, de hecho, rechazo el lenguaje que sugiere que este era nuestro curso de acción preferido y que lo iniciamos". Sin embargo, antes Netanyahu había declarado ante la Asamblea General de las Naciones Unidas: “Aprecio el compromiso del Presidente Obama con esa política de larga data de Estados Unidos (de apoyo a Israel). De hecho, la única vez que Estados Unidos ejerció el veto en el Consejo de Seguridad de la ONU, durante la presidencia de Obama, fue sobre una resolución contra Israel en 2011. Como el presidente Obama declaró acertadamente en este podio, la paz no provendrá de declaraciones y resoluciones en las Naciones Unidas”.

A todas luces, lo que más ha encendido la profunda ira e insatisfacción de Netanyahu es el párrafo de la resolución donde se condenan “todas las medidas que tienen por objeto alterar la composición demográfica, el carácter y el estatuto del Territorio Palestino ocupado desde 1967, incluida Jerusalén Oriental, incluyendo, entre otras cosas, la construcción y expansión de los asentamientos, el traslado de colonos israelíes, la confiscación de tierras, la demolición de viviendas y el desplazamiento de civiles palestinos, en violación del derecho internacional humanitario y las resoluciones pertinentes”, y más específicamente el punto 3 que declara: “Subraya que (el Consejo de Seguridad) no reconocerá ningún cambio a las líneas del 4 de junio de 1967, incluso en lo que respecta a Jerusalén, que no sean los acordados por las partes mediante negociaciones”. He aquí pues el meollo del asunto: las fronteras existentes entre Israel y Palestina el día anterior al inicio de la guerra de los seis días cundo Israel haciendo uso de su legítimo derecho de autoconservación inició la guerra frente a la coalición enemiga formada por Egipto, Siria, Jordania e Irak. Israel derrotó al poderoso ejército egipcio, ocupó entonces todo el Sinaí, la franja de Gaza, la Cisjordania, los altos del Golán sirios y el Jerusalén oriental.

La Resolución hace incluso un recordatorio sobre la obligación que se había previsto en la hoja de ruta del Cuarteto, “de que Israel paralizara todas las actividades de asentamiento, incluido el “crecimiento natural”, y desmantelara todos los asentamientos de avanzada levantados desde marzo de 2001”. El 24 de junio de 2002 el Presidente de EE.UU., George W. Bush, había expresado la necesidad de llegar a un acuerdo amplio y definitivo que acabase con el conflicto palestino-israelí y la segunda intifada iniciada a finales de septiembre de 2000 con la puesta en práctica de diferentes resoluciones de las Naciones Unidas y la aplicación del plan de trabajo Tenet, un documento elaborado por la Agencia Central de Inteligencia con recomendaciones para ponerle fin a los actos de violencia de ambas partes durante la llamada Segunda Intifada: “Los servicios de seguridad del gobierno de Israel y la Autoridad Nacional Palestina tratarán de adoptar medidas concretas, efectivas y reales en el ámbito de la seguridad con el objeto de retomar la colaboración en este campo y su aplicación sobre el terreno tal y como ocurría antes de septiembre de 2000 (inicio de la Intifada actual)”.

El 30 de abril de 2003, Estados Unidos, la Unión Europea, Rusia y las Naciones Unidas (el Cuarteto) elaboraron una hoja de ruta dirigida a ponerle fin definitivamente al conflicto existente entre Israel y Palestina con la creación de un Estado palestino independiente para el año 2005. En la primera fase que contemplaba la Hoja de Ruta se planteaba como meta a cumplir para mayo de 2003, que “Israel se retira de las zonas palestinas ocupadas desde el 28 de septiembre de 2000 y ambas partes restablecen el statu quo que existía en aquel momento, mientras avanzan la cooperación y los resultados en materia de seguridad. Asimismo, Israel paraliza toda la actividad de los asentamientos”. Tanto el presidente de los Estados Unidos en aquellos años, George W. Bush como el de Rusia, Vladímir Putin sustentaron estos criterios, la retirada de Israel de las zonas palestinas ocupadas desde el 2000 y la paralización de los asentamientos de colonos israelís en aquellas zonas bajo ocupación.

Pero, retrocedamos al 1977. El Likud, entonces más moderado, gana las elecciones y Menájem Beguín ocupa el cargo de primer ministro. Ya antes, en 1975, el gobierno de Isaac Rabin había firmado un Acuerdo Provisional con el gobierno de Egipto, por el cual ambos estados se comprometieron a no realizar ninguna amenaza de apelar al uso de la fuerza, declarando que el conflicto entre ellos no se resolvería por la fuerza, sino por medios pacíficos. Este había sido el primer paso para la firma de paz entre las dos naciones que se concretarían el 17 de septiembre de 1978 en Camp Davis, luego de la visita de Anwar el Sadat a Israel, invitado por Menájem Beguin en noviembre de 1977. En 1979 se firmaría el Tratado de Paz y bajo sus términos, Israel devolvió la península de Sinaí a Egipto que había sido ocupada en la guerra de los seis días y por lo tanto, Israel desmanteló todos los asentamientos israelíes en la península. Los dos gobiernos convinieron en crear una autonomía par Palestina.

Esto nos lleva hasta 1993, cuando Isaac Rabin, primer ministro de Israel y Yasser Arafat, líder de la OLP se reunieran en Oslo con el propósito de “poner final a décadas de confrontación y conflicto, reconocer sus respectivos y legítimos derechos políticos, luchar para conseguir vivir en una coexistencia pacífica con dignidad recíproca y seguridad, alcanzar un extenso acuerdo de paz duradera y una reconciliación histórica mediante el proceso político acordado”. Los acuerdos alcanzados fueron: La retirada progresiva de las fuerzas israelíes de la Franja de Gaza y Cisjordania, el reconocimiento del derecho de los palestinos al autogobierno en esas zonas a través de la autoridad palestina y que Cisjordania y Gaza se dividen en tres zonas: Área A, bajo control completo de la autoridad palestina. Área B, bajo control civil de la Autoridad Palestina y control militar del ejército de Israel. Área C, bajo control israelí. El Profesor de Estudios Árabes e Islámicos de la Universidad de Alicante, Ignacio Alvarez-Ossorio dice (El Mundo, abril de 2003): “Entre las alternativas que se barajaron en Oslo figuraba la anexión israelí de las mayores concentraciones de asentamientos (entre un 8% y un 10% del territorio palestino) a cambio de una cesión de territorio israelí en el área fronteriza de Gaza. De esta manera, gran parte de los 200.000 colonos quedaría bajo soberanía israelí, mientras que otros 40.000 deberían elegir entre el retorno a Israel o vivir en un Estado palestino”. Quedaron pendientes para otra ocasión el control de Jerusalén, las fronteras y el retorno de los refugiados palestinos que tuvieron que huir de sus hogares cuando Israel fue establecido, en 1948.

La paz entre Israel y el reino de Jordania sería firmada en Aravá por el primer ministro israelí Isaac Rabin y el primer ministro jordano Abdelsalam al-Majali el 26 de octubre de 1994. Sobre estos acuerdos de paz con Egipto y con Jordania impulsados por figuras a las que siempre se opuso Netanyahu alardeó en la Asamblea General de la ONU en un discurso que pronunciara el 22 de septiembre de 2016, dijo: “Nuestros tratados de paz con Egipto y Jordania siguen siendo las anclas de estabilidad en la volátil zona de Medio Oriente. Pero tengo que decirles esto: Por primera vez en mi vida, muchos otros estados de la región reconocen que Israel no es su enemigo. Reconocen que Israel es su aliado. Nuestros enemigos comunes son Irán e ISIS. Nuestros objetivos comunes son la seguridad, la prosperidad y la paz. Creo que en los próximos años trabajaremos juntos para lograr estos objetivos, trabajaremos juntos abiertamente”. Netanyahu quiere cogerse para él la cosecha de lo que otros sembraron.

En Palestina Hamas y el Frente Popular para la Liberación de Palestina se opusieron a los acuerdos de Oslo y en Israel el principal crítico y opuesto a los mismos fue el partido de Benjamin Netanyahu, el Likud. Señala Shlomo Ben-Ami en Política Exterior no. 48, diciembre 1995-enero 1996, que “Desde los primeros días del gobierno laborista, el Likud no cesó de cuestionar la legitimidad democrática del proceso de paz barajando el argumento de que el gobierno de Rabin “carecía de mayoría judía” puesto que se apoyaba en escaños árabes en la Knéset (parlamento). Benjamin Netanyahu ha ido demasiado lejos en este peligroso camino; ha acercado el Likud demasiado a la extrema derecha”. A continuación, da una caracterización del primer ministro laborista Rabin: “Rabin fue siempre un fiel discípulo de Igal Alon (...) quien abogaba por una “separación” entre los palestinos y los israelíes de tal forma que Israel anexionaría una mínima parte de los territorios por razones de seguridad y dejaría la mayor parte del territorio en manos de los palestinos”.

Dos años después de la firma de los acuerdos de Oslo, Isaac Rabin sería abatido por los disparos de un joven estudiante de Derecho y fanático judío llamado Yigal Amir, miembro de un grupo fundamentalista denominado Irgún Iehudí Nokem (organización judía vengadora). Así dice Jean Daniel en El País, 8 de noviembre de 1995: “El joven estudiante de Derecho no estaba poseído por una especie de fuerza maléfica aislada que le inspiró un asesinato. Fue armado, animado, conducido hasta su víctima por unos enemigos irreductibles y un Likud cuyo comportamiento fue una vez democrático ─ y puede volver a serlo ─ pero a la que las alianzas con los místicos de las distintas sectas han convertido en irresponsable”. En 1996, el Likud ganaría las elecciones elevando a Benjamin Netanyahu, un fuerte opositor a los acuerdos de Oslo al cargo de primer ministro, con el resultado de que se paralizaran la ejecución de aquel convenio.

En 2005, Israel desmanteló unilateralmente sus asentamientos en la Franja de Gaza, en una decisión sin precedentes llamada Plan de retirada unilateral israelí o "Plan de desconexión". Este plan había sido propuesto por el primer ministro de Israel Ariel Sharón del partido centrista Kadima (Adelante). Sharón había obtenido el apoyo de los laboristas a su plan de evacuación de la franja de Gaza, formando con ellos un gobierno de unidad en 2004. Finalmente, el plan sería aprobado como ley por la Knéset y siempre con la oposición de Netanyahu. Israel entonces desmantelaría 21 asentamientos civiles israelíes en Gaza y cuatro en el norte de Cisjordania.

Obsesionado por su exacerbado nacionalismo que ya asume el síndrome de la paranoia, Netanyahu ha lanzado fuertes críticas hacia la Organización de las Naciones Unidas; el 22 de septiembre hablando ante la Asamblea General de la ONU afirmaría: “La ONU, que comenzó como una fuerza moral, se ha convertido en una farsa moral”. Ahora, tras la publicación de la Resolución 2334 insinúa claramente que impondrá sanciones contra la ONU: “He ordenado al Ministerio un estudio en el plazo de 30 días de nuestras relaciones con la ONU, tanto lo que tiene que ver con nuestra financiación de sus organismos como la presencia de representantes en Israel”. ¿Por qué, si el mismo ha asegurado que mantiene relaciones correctas con Egipto y con Jordania, y que muchos otros estados de la región reconocen que Israel no es su enemigo, que ellos reconocen a Israel como aliado? Y es verdad, con Egipto y con Jordania no existe peligro de una nueva conflagración, Irak ha dejado de ser un peligro para la estabilidad de Israel y se abandonó la ocupación del Sinaí y de la franja de Gaza. La ONU no le ha exigido a Israel que entregue las alturas del Golán a Siria, solo le reclama que no continúe con los asentamientos civiles en Cisjordania y que retome la hoja de ruta del Cuarteto. ¿Cuál es el peligro? Mantenerse en la intransigencia solo conlleva a restarle fuerza al gobierno de Mahmoud Abbas a favor del movimiento terrorista Hamas que domina en Gaza y a la continuidad de la violencia. La Resolución 2334 no condena a Israel, sus críticas van dirigidas hacia el gobierno del Likud presidido por Benjamin Netanyahu.


lunes, 19 de diciembre de 2016

QUE SEA LA PRIMERA Y ULTIMA VEZ…

Mario J. Viera

Sobre el “articulejo” de Carlos Alberto Montaner, “Trump, China y la trampa de Tucídides”.

No acostumbro a dar explicaciones de por qué reproduzco artículos tomados de diferentes medios con los cuales coincido en opiniones; pero siempre hay una primera vez y también una vez última y, en este caso, coincide el ser primera y última vez. Sencillo, porque yo reproduzco los artículos que me vengan en gana y que coincidan con mi manera de pensar y de opinar, no porque sus autores piensen por mí. Y^ esto lo que hice cuando reproduje ese artículo de Montaner y que en el post de Facebook donde lo coloque puse como entrada las siguientes palabras, luego de reproducir uno de sus párrafos:

No me vengan a decir ahora que Carlos Alberto Montaner es comunista, porque él no es ni siquiera de centro izquierda. Antes lo aplaudían y le consideraban maravilloso, ahora quizá le acusen de tonto ¿Será posible?

Pero no, no lo acusaron de tonto, los bulliciosos seguidores de Donald Trump, sino de ser un mercenario de la CNN:

No, no es tonto, pero ante la falta de venta de sus noveluchas se ve obligado a luchar a brazo partido por el estipendio que le da CNN. El que paga manda y si nada contra la corriente se queda sin jama.

Y no solo eso, también le consideraron:

desprestigiado por su ambivalencia y falta de criterio propio...hoy esta con Dios y mañana con el diablo.... si fuera un político podría entenderlo...pero nada más lejos de un político que el escritorcillo con ínfulas Baroja...

Sin embargo, cuando se analiza este que denominan “articulejo”, no hay señal alguna de ataque en contra del magnate devenido en Presidente de Estados Unidos solo por la gracia y bendición del Colegio Electoral. No se trata de ninguna crítica, más bien, Montaner solo está adelantando advertencias que el nuevo presidente deberá tomar en consideración o echarlas a un lado, según su parecer; pero resulta ser que, para los fervientes y bulliciosos seguidores de Trump, cualquier cosa, que por muy delicadamente que se exprese pueda semejar una crítica a su líder la toman como si les estuvieran arrojando una ofensa personal.

Montaner inicia su artículo con estas palabras, que no hicieron mayor efecto en los sentimientos de los entusiastas trumpistas:

Me parece bien que el presidente electo Donald Trump le respondiera la llamada a Tsai Ing-wen, presidenta de Taiwán. Lo cortés no quita lo prudente. Se trata de una mujer educada e inteligente. Taiwán, pese a todo, es una isla aliada de Washington con la que existen vínculos históricos muy fuertes en el orden económico y militar (...) El presidente de Estados Unidos tiene derecho a hablar con quien desee y la diplomacia china no debiera ser tan quisquillosa y sensible por asuntos simbólicos”.

Hasta yo que no me trago a Trump, aunque me lo envuelvan en gelatina, felicité su acto, y aunque para Montaner se trata de “un gesto de cortesía” que “no pone en peligro la política de ‘Una China’ proclamada desde tiempos de Jimmy Carter”, en mi opinión es un reto a esa tesis, aunque el mismo Trump, no se hubiera percatado de lo que había hecho. En realidad, fue un bofetón dado en pleno rostro al Dragón Amarillo. Acto seguido, el autor hace su primera advertencia:

...resulta mucho más peligroso amenazar a ese país con sanciones económicas y tarifas arancelarias debido a la balanza comercial favorable que China posee con relación a Estados Unidos, como si las transacciones comerciales arrojaran una suma-cero en las que uno gana todo lo que el otro pierde.

Y esta opinión de Montaner coincide plenamente con lo que, en cierta ocasión, en un debate con un amigo fiel partidario de Trump, yo le había dicho con más o menos iguales palabras.

Coincido plenamente con Montaner cuando afirma:

 “algunos trabajadores norteamericanos pierden sus empleos debido a la competencia china, pero el ahorro por los bienes adquiridos en ese país se transforma en otros empleos creados en Estados Unidos. No en balde el nivel de desocupación de la fuerza laboral norteamericana es de apenas un 4.6%”.

Es a partir del cuarto párrafo del artículo de Montaner que se arma la de Santa María. Comienza diciendo algo con lo que coincido plenamente:

A Estados Unidos, en números grandes, no le perjudica contar con una enorme fábrica en el Pacífico que les suministra bienes a los consumidores norteamericanos, entre un 30 y un 40% más baratos que si fueran productos equivalentes fabricados en Estados Unidos...”

Entonces hace una afirmación, que a los tan ilustrados seguidores de Trump en temas de economía y finanzas, despierta su furia:

“...a cambio de un papel moneda totalmente hegemónico que no tiene otro respaldo que el inmenso prestigio del país emisor”.

Una afirmación que conduce a una ambivalente interpretación y confusión. Ante esta afirmación yo me coloqué un signo de interrogación y tal como le dije a Reynaldo Soto, uno de mis amigos y detractores, “a tí te puede molestar lo que dijera (Montaner) sobre la moneda de Estados Unidos de acuerdo a tus conocimientos en economía y finanzas, yo de eso no opino, paso sin ficha, porque mis conocimientos sobre finanzas no son muy amplios que digamos”. Antes Soto había declarado tajantemente:

 “en este escrito de Montaner llegué hasta aquí: "a cambio de un papel moneda totalmente hegemónico que no tiene otro respaldo que el inmenso prestigio del país emisor". Afirmar esto acerca de la moneda de una de las economías más sólidas del mundo, donde si bien no se producen ya las baratijas que se hacen en China, se siguen produciendo montones de productos de alta tecnología, artículos de consumo importantes como aviones, carros, maquinaria pesada, entre millones de otras cosas, pone a cualquiera a dudar acerca de las capacidades como economista del individuo de marras”.

Ciertamente hay que ser osado o negligente cuando se hace un juicio a la ligera de un tema leído de prisa sin antes hacer un análisis del tema y de tratar de buscar información. Yo volvía al tema... ¿“un papel moneda sin otro respaldo que el prestigio del país emisor”? Me pregunté, ¿se está refiriendo al billete de banco, al dólar? Me contesté: “No puede ser, el dólar tiene el respaldo de los fondos de oro y plata que se guardan en el Tesoro de Estados Unidos, además de contar con el respaldo de su poderosa economía industrial y tecnológica”. La clave me la dio el propio Montaner cuando dijo:

Una parte sustancial de los beneficios que obtienen los chinos (o las compañías norteamericanas que allí fabrican) los emplean en la adquisición de bienes norteamericanos, en la compra de bonos del tesoro de Estados Unidos...”

Entonces ¿qué son los bonos del Tesoro de Estados Unidos?: ¡Un papel moneda hegemónico! Algo que se vende y que se compra, algo que gana y pierde valor de mercado y que cuenta con el respaldo de la “entera fe y credibilidad” del gobierno de los Estados Unidos. Como reconozco que mis conocimientos en estos temas son prácticamente cero y tengo que “pasarme sin fichas”, comencé a indagar, y esto es lo que encontré:

los valores del Tesoro de los Estados Unidos (tales como letras, pagarés y bonos) son obligaciones de deuda emitidas por el gobierno estadounidense. Debido a que tales obligaciones de deuda están respaldadas por la "entera fe y credibilidad" del gobierno de los Estados Unidos y dada su potestad de recaudar ingresos tributarios y de imprimir moneda, la inversión en Bonos del Tesoro de los Estados Unidos está considerada como la más segura”.

Los bonos del Tesoro de los Estados Unidos, son papel moneda, “sin otro respaldo que el prestigio del país emisor” (Estados Unidos); es decir, respaldados “por la ‘entera fe y credibilidad’ del gobierno de los Estados Unidos”.

Así, Montaner se refiere de nuevo al tema del papel moneda (bonos del Tesoro de los Estados Unidos” que solo cuenta con el respaldo del inmenso prestigio del país emisor cuando advierte:

China es el mayor tenedor extranjero de deuda norteamericana: cerca de un billón y un tercio de dólares (trillón y un tercio si lo decimos en inglés), seguido de cerca por Japón. Si comenzara una guerra comercial entre Washington y Pekín y los chinos pusieran a la venta sus bonos o una parte de ellos, Estados Unidos deberá hacer más atractiva su deuda aumentando los intereses, lo que repercutiría terriblemente en el pago total y obligaría al país a aumentar los impuestos para hacerles frente a las obligaciones, dado que la deuda norteamericana ya sobrepasa el 106% del PIB”.

Un hecho este que ya ocurriera a mediados de este año cuando China y Arabia Saudí vendieran una gran cantidad de bonos del Tesoro de Estados Unidos. “En una continuidad de su política monetaria ─ reportó Rusia Today en su página digital ─, Pekín se deshizo en julio último de 34.000 millones de dólares en bonos, la mayor desde 2012, reteniendo un total de 1.185 billones, también el menor desde 2012. De esta manera, intenta hacer frente a la devaluación de su moneda”. En la crisis de agosto, China vendió 31.000 millones de dólares en bonos USA.


En conclusión, cuando se haga una afirmación contundente sobre temas que no conocemos o entendemos, lo primero que hay que hacer es buscar información adecuada para no caer en el ridículo y poner en evidencia nuestra total ignorancia.

NO ME INTERESA LO QUE FUE, SINO LO QUE ES Y LO QUE SERA

Mario J. Viera


La política se conjuga en presente y se proyecta hacia el futuro. Lo que es hoy es lo primordial en Realpolitik, el pasado es como dice el refranero español: “Agua pasada no mueve molino”. Así, un sector del republicanismo, ese consagrado a favor de Donald Trump, sector por cierto bastante estridente, toda vez que planteo un juicio desfavorable hacia Donald Trump, hacia su plataforma “política” intentan rebatir lo que digo lanzando pestes contra Barack Obama o contra Bill Clinton y hasta llegan a denostar contra el Partido Demócrata diciendo todo mal de ese sector de la política americana.

Se recurre al pasado solo para aprender de los errores y de los aciertos. Lo pasado es historia, memoria ancestral, solo eso. Entonces, cuando enjuicio a Trump y a su gabinete, cuando miro con desconfianza sus proyecciones, lo hago en presente. Cuando critico, me denominan frustrado y hasta obcecado llorando la derrota del Partido Demócrata. Ciertamente, hubiera deseado una victoria congresional de los demócratas; pero si algo he aprendido sobre política es que, en política, todo es relativo y transitorio; por otra parte ¿por qué tendría que llorar? No ocupo cargo alguno en la dirección del Partido Demócrata ni aspiraba a algún puesto de elección, porque no me dedico a la política. Si los republicanos ganaron la mayoría congresional, la ganaron por el voto popular; por tanto esa ganancia en puestos congresionales es, desde todo punto de vista, legítima y hay que aceptarla y que sean los directivos del Partido Demócrata quienes se encarguen de analizar las causas de esa derrota sufrida en puestos congresionales.

Pero sí, critico a Donald Trump y argumento mis críticas. Pero sí, reconozco que legalmente Trump ganó la presidencia, porque ganó según las reglas vigentes para la elección presidencial indirecta; pero que nadie venga a decirme que su “victoria” está legitimada, sencillamente porque no ganó la mayoría de los votos populares que fueron ganados por su oponente por una diferencia de 2 517 260 votos populares. Les acepto que me aleguen que el Colegio Electoral es obra de la “suprema sabiduría” de los padres fundadores para encontrar un equilibrio entre estados pequeños y estados grandes. Pero, por mucha sabiduría que hubieran tenido los padres fundadores, nada impide que fueran inmunes a cometer errores, y nada induce a pensar que lo que fue adecuado en un momento histórico específico, 229 años después tenga la misma validez y no se pueda adecuar al momento presente.

Señores, ¡por favor, si hasta el mismo Donald Trump habló en contra de la práctica del Colegio Electoral! El 6 de noviembre de 2012, Trump estaba furioso pensando, equivocadamente, que Barack Obama había ganado el Colegio Electoral pero perdido los votos populares y lanzó un primer tweet diciendo: “Esta elección es un engaño total y una parodia. ¡No estamos en una Democracia!” No conforme, ese mismo día escribió en otro tweet: “El Colegio electoral es un desastre para una democracia”. Y yo pregunto: ¿Acaso no tengo yo derecho a decir lo mismo? Sí, tengo derecho a decir: “Esta elección es un engaño total y una parodia. ¡No estamos en una Democracia! El Colegio electoral es un desastre para una democracia”. Es obvio que los ardientes partidarios de Donald Trump me replicarán repitiendo las mismas palabras que Trump escribiera en un nuevo Tweet, molesto porque la candidata del Partido Verde, Jill Stein había solicitado un recuento de votos en tres estados: "Además de ganar de manera aplastante en Colegio Electoral, gané en el voto popular si se deducen los millones de personas que votaron ilegalmente". ¡Uf, eso es grave! Millones, no unos cuantos cientos o unos cuantos miles, millones “votaron ilegalmente”. ¿Acaso esta elección es un engaño total y una parodia? ¿Estamos o no estamos en una democracia? Estados Unidos, de acuerdo con esta declaración de Trump, poco se diferencia de cualquiera de las repúblicas bananeras de América Latina. Señores, ¡por favor! ¿Tienen ustedes pruebas irrefutables de esas supuestas irregularidades? ¿En cuales estados o en cuales condados se produjeron esas violaciones electorales? Por favor, no traten de contrarrestar mis opiniones repitiendo frases hechas o consignas electorales. No se burlen de mi inteligencia, que no será la inteligencia de un genio, pero es superior a la de los idiotas. Pruebas fidedignas, fundadas sobre fuentes indiscutibles e irrebatibles.

Con respecto al magnate inmobiliario yo he expuestos mis opiniones y las he fundamentado con fuentes creíbles y con mi propio razonamiento. Si quieren rebatirme, no me ofende. Si me demuestran a la luz de la razón que estoy equivocado ¡Bienvenido sea! Díganme en que se basan ustedes para decir que Trump será un buen presidente, cuáles son sus características personales, sus conocimientos, sus experiencias que lo definirán como un verdadero estadista, como el presidente que se requiere en el momento actual. Pero, por favor, para ello no tienen que contarme la historia de la inmortalidad del cangrejo, ni decirme que es mejor que Obama o mejor que Bush. Se trata de ahora mismo, ¿cuáles son sus virtudes? Las de él, sus propias, sin tener que recurrir a comparaciones con otros presidentes que ya son historia. Ahora estamos ante una nueva historia.

Díganme como se proyecta Trump, no argumentando con consignas, si no con hechos, para recuperar el supuesto respeto perdido de Estados Unidos ante el mundo. Por supuesto, díganme con elementos seguros, no con simples afirmaciones, que Estados Unidos, en los momentos actuales no es respetado por sus enemigos. Quizá me digan que aviones de guerra chino sobrevolaron provocativamente sobre barcos de la armada estadounidense o que Irán tuvo prisionero a diez marinos de Estados Unidos el 12 de enero de este 2016, y que como informó CNN (siempre alguien dirá que por hacer esta cita solo hago “copiar y pegar” y dejar que otros piensen por mí), se han registrado 31 encuentros inseguros con embarcaciones iraníes en el Golfo Pérsico en lo que va del año (septiembre 2016), a diferencia de los 23 registrados durante todo el 2015. ¿Y eso qué tiene de particular? Hechos como eso se han repetido en casi todas las administraciones de Estados Unidos desde los años posteriores al fin de la Segunda Guerra Mundial. Los diez marines detenidos por guardacostas iraníes devolvieron a los prisioneros al siguiente día; lo otros incidentes no pasaron a mayores y en una ocasión el buque de guerra USS Squall realizó tres disparos de advertencia para asegurar que los iraníes entendieran que debían dejar de inmediato el área (CNN). Ciertamente, provocaciones, pero ¿recuerdan cuando todo el mundo estaba preocupado por los intentos de Irán de equiparse con armamento nuclear? Al respecto, ¿será falso lo que se dice en un estudio realizado en la Universidad de El Salvador en el que, hablando de la política de Obama, es decir, de Estados Unidos, se anota: “Respecto a Irán han ido en aumento las amenazas y sanciones económicas, oponiéndose a su programa de energía nuclear, aun cuando no existe evidencia de que se esté desarrollando armamento nuclear e Irán ha cooperado con las inspecciones del Organismo Internacional de Energía Atómica”?

¡Ah, Corea del Norte ha detonado alguna bomba atómica! Debilidad de Estados Unidos, plantearán los fervientes seguidores de Trump; pero esto no parece ser lo que opina una Christine Hong, por cierto, no muy amiga de Estados Unidos, en un artículo suyo publicado, en colaboración con Hyun Le, en Foreign Policy in Focus, el 15 de febrero de 2013, cuando afirma: “Calificar a Corea del Norte como la principal amenaza para la seguridad de la región oculta la naturaleza falsa de la política del presidente estadounidense Barack Obama en la región, en concreto la identidad entre lo que sus asesores denominan ‘paciencia estratégica’ por una parte y por otra, la postura militar y la alianza con los halcones regionales que ha desplegado” para definir la política de Barack Obama en la península coreana como “agresiva... respecto a Corea del Norte”.

Si en este caso me fundo en lo que fue, es por la sencilla razón de aclarar y rechazar la supuesta “pérdida de respeto” que ha sufrido Estados Unidos en el plano internacional. Los Estados Unidos de ahora no son lo que fueron en épocas de Carter. Pero quiero precisar algo, y es lo siguiente, existe una gran diferencia entre el ser respetado y el ser temido; entre ser líder mundial o ser el gendarme internacional. El ser temido y el ser gendarme internacional fue lo que Estados Unidos llegó a ser durante el gobierno de Teddy Roosevelt (1901-1909), con su “gran garrote” y su diplomacia de las cañoneras o con la diplomacia del dólar que regía durante la administración de William Howard Taft (1909-1913). Obama se apartó de esos patrones en las relaciones internacionales con su política de la distensión, empezando el 17 de diciembre de 2015 con Cuba, algo que contó con mucho apoyo internacional y con poderosas críticas por parte de los republicanos y de un importante sector del exilio cubano en Estados Unidos. Resultados indirectos de su política de distensión en América Latina ha sido la destitución de la presidenta Dilma Rousseff del Brasil, la derrota electoral del kirchnerismo en Argentina, el crecimiento del poder de la oposición venezolana y la puesta en crisis de la ALBA. Para ello no se hizo necesario el empleo de las cañoneras, solo se requirió liderazgo.

¡Ah, sí, ya sé!, ya sé que me van a ripostar, no solo los partidarios ardorosos de Trump, sino todos los republicanos... o, por mejor decir, todos los cubanos afiliados al republicanismo. Dirán que concedió mucho al castrismo a cambio de nada. La cuestión es que a mí también esto me ha molestado; tal pareciera, como alguien me dijera, muy a lo cubano, que Obama estaba “cuadrando la caja” con el castrismo. Se trata simplemente de una movida política que pudiera estar equivocada, acepto, pero eso no indica que los Estados Unidos estén perdiendo respeto internacional. Detrás de ese “cuadre de caja”, se esconden los intereses geopolíticos y de seguridad nacional de los Estados Unidos, tal y como siempre han primado en las relaciones internacionales de Washington.

Y hablando de intereses geopolíticos y de seguridad nacional de Estados Unidos, en ocasiones me preguntan: “¿para qué queremos volver a ser enemigos de Rusia?” De lo que se trata no es de que Estados Unidos quiere ser enemigo de Rusia, de lo que se trata es que Rusia se empeña en ser enemiga de Estados Unidos; ¿pudieran los entusiastas defensores de Trump darme elementos concretos, evidencias bien fundadas de que Rusia, la pobre, no pretende ser nuestra enemiga?; ¿me pueden aportar algún elemento de razón demostrando que es Estados Unidos el que se empeña en mantenerse como enemigo de la putinesca Rusia?; ¿pudieran decirme cuáles son los países con los que Rusia mantiene estrechos vínculos que sean verdaderos aliados de los Estados Unidos? Datos, por favor, no consignas.

Otra pregunta me han formulado: “¿Por qué los rusos ‘no son nuestros amigos y China sí, e Irán, y Arabia Saudí...?” Lo primero que hay que demostrar es que Estados Unidos es amigo de Irán, sin confundir con amistad un acto de política internacional dirigido a garantizar que Irán acepte las inspecciones de la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA) y de este modo anular sus propósitos de acceder al arma atómica. El que era Secretario de Defensa de Estados Unidos en la administración Obama había declarado que Irán estaría en condiciones de fabricar una bomba atómica en el transcurso del año 2012. Esto encendió todas las alarmas provocando que se implantaran por parte de Estados Unidos, del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y de la Unión Europea una serie de sanciones económicas contra Irán. El 24 de noviembre de 2013 ─ según aparece en Wikipedia ─, salió la noticia de que las potencias occidentales junto a Rusia y China han conseguido un acuerdo con Irán por el cual Irán se compromete a congelar su programa de enriquecimiento de Uranio durante al menos 6 meses. Se ha tomado este acuerdo como un "avance sin precedentes". El 15 de enero de 2016, las sanciones contra Irán fueron levantadas luego del acuerdo que ese país firmara con Estados Unidos, China, Francia, Reino Unido, Rusia y Alemania (el llamado Grupo P5+1) en el que se comprometía a limitar y a permitir la supervisión internacional sobre su programa nuclear a cambio del levantamiento de las sanciones internacionales a las que estaba sometido.

Previo al anuncio sobre el levantamiento de las sanciones contra Irán ─ informó BBC Mundo, 16 de enero de 2016 ─, las autoridades de ese país liberaron a cuatro estadounidenses que estaban presos en ese país, incluyendo al excorresponsal del Washington Post en Teherán, Jason. La acción de Teherán fue correspondida con la liberación por parte de Estados Unidos de siete iraníes que habían sido condenados o estaban acusados por violar las sanciones y que habrían recibido una medida de perdón.

No se han restablecido relaciones diplomáticas con Irán, pero si existen agudas contradicciones ente Estados Unidos y esa nación musulmana. ¿Y China? Bueno con China hay relaciones diplomáticas como las hay con Rusia y, punto. ¿Y Arabia Saudí? Desde 1940 Estados Unidos mantiene relaciones diplomáticas y comerciales, además de existir colaboración en el tema militar. Todas las administraciones de Estados Unidos, que se han sucedido desde esa fecha hasta el presente han mantenido firmes esas relaciones por un principio eminentemente geopolítico. Arabia Saudí, un aliado estratégico para los Estados Unidos sobre todo por su petróleo. De Arabia Saudí se podría decir lo que se atribuye al presidente Franklin D. Roosevelt sobre Anastasio Somoza: “Sí, es un hijo de puta, pero es nuestro hijo de Puta”.

Pero no me contradigo cuando menciono estos datos, porque no son lo que fue, sino lo que todavía es; no pasado, presente.

Tal vez me haya excedido un poco, solo un poco, no demasiado, cuando califiqué de plutócrata al gabinete que está conformando Donald Trump y sobre todo a los propuestos para las secretarías de Estado y de Trabajo, Rex W. Tillerson y Andy Puzder, respectivamente. Como no he tenido el privilegio de conocer personalmente a estos distinguidos señores, me deberán disculpar mis estimados detractores, que haya tenido que recurrir a informaciones que de ellos se ofrecen en Wikipedia y en diferentes medios informativos ─ que tal vez mis amables detractores consideren corruptos, como el New York Times, el Washington Post y otros, para ellos, de igual calaña. Ambos son magníficos ejemplos para ilustrar la figura de un plutócrata, ambos poderosos multimillonarios, el primero CEO de la Exxon Mobil por muchísimos años, que solo piensa como petrolero, que no tiene experiencia gubernamental alguna y mucho menos de diplomacia, pero que sí ha sido muy hábil para establecer convenios con la Rusia de Putin y premiado por este con una importante condecoración; el segundo, zar de cadenas de hamburgueserías y burritos con más de 3.000 locales en el mundo y siempre se ha opuesto al incremento del salario mínimo de sus empleados.

Y como he criticado a este lujoso gabinete de multimillonarios que ha formado Donald Trump en una proporción mayor que cualquier otro gobierno de EEUU, según informa The Washington Post, algunos me replican que esto es capitalismo y que al que no le guste este capitalismo que emigre a países paternalistas donde podrán sentirse a gusto. Tremenda falacia y de las mayores. Por favor, no sean tan simples, hoy por hoy, la inmensa mayoría de los países de este mundo se rigen por las relaciones económicas que se denominan “capitalismo”. Sin embargo, hay capitalismo y capitalismo. Hay capitalismo con respeto a los derechos laborales tales como condiciones adecuadas de trabajo y salarios dignos y que se ajustan a lo establecido en los convenios mutuos laborales. Hay capitalismo también explotador que no reconoce derechos laborales y pagan salarios de miseria ─ como en las maquiladoras que algunos empresarios inescrupulosos de Estados Unidos mantienen en México ─, que degradan los recursos naturales y el medio ambiente en aras de obtener ganancias sin atenerse a condiciones éticas. Así como también capitalistas de elevadas condiciones éticas como los hay que son tremendos hijos de puta. ¿Qué queremos? ¿Un capitalismo que se ajuste a los principios de una sociedad democrática ejercitando la competencia en buena lid o un capitalismo salvaje, corrupto y corruptor y pretenda someter a toda la sociedad bajo los intereses egoístas de los magnates?

A propósito de esto, hay un alegato de mis estimados detractores diciendo que la gran mayoría de los que se opusieron con el voto a Donald Trump son aquellos que extienden la mano pidiendo la ayuda del Welfare, con estampillas de alimentos, Medicaid y Section 8, todo ello a costas del sudor de los que trabajan, que son, estos últimos, los que en su mayoría votaron a favor de Donald Trump. No me den una tan falácica afirmación. ¿Dónde están las estadísticas que confirmen tales aseveraciones? ¿Dónde están las estadísticas que confirmen que aquellos que solo viven de su trabajo sin recurrir a las ayudas gubernamentales fueron los que le dieron su voto a Donald Trump? Otra cosa, contesten, no con consignas ni opiniones prejuiciadas, ni refiriéndose como general lo que es excepcional ¿cuáles son las causas sociales que origina que haya personas que buscan estampillas de alimentos, Medicaid y Section 8?


Por último, estimados amigos fervientes seguidores de Donald Trump, cuando expongo una opinión mía, no una de “copiar y pegar”, o reproduzco un artículo de alguien con el cual coincido en opinión, no me acosen con preguntas, háganse ustedes mismos sus preguntas, dense sus respuestas y opinen, ya antes había dado la mía. 

viernes, 2 de diciembre de 2016

Si Trump lo tuitea, ¿es noticia?

Desde el día de las elecciones, el presidente electo Donald Trump ha propuesto una vuelta atrás en las relaciones diplomáticas con Cuba, presumió acerca de negociaciones con un gran fabricante, hizo reclamos falsos sobre millones de votos ilegales y dio indicios de que podría acabar con leyes actuales que garantizan la libertad de expresión al prohibir la quema de banderas Seguir leyendo/

Voz de quien clama en el desierto

Mario J. Viera

En los tiempos bíblicos, aquellos difíciles tiempos que transcurrieron entre el reinado de Azarías y el reinado de Manasés, Isaías (Ieshaiáhu), el más culto y elaborado profeta de Israel previó la voz de aquel que clamaba en el desierto, una poderosa voz que pedía se allanaran caminos, se enderezaran las calzadas y que todo lo torcido se enderezara y todo lo áspero se allanara para que la luz se hiciera y la verdad fuera proclamada.

¿Quién escucharía la voz solitaria que gritaba en el desierto? ¿Cuántas solitarias voces no se han levantado para proclamar la verdad entre las soledades de las multitudes y no se escucharon quedado en el olvido de la soledad? Cuando los pueblos son sordos la voz que grita en el desierto es solo una voz que no alcanza ecos. Ni siquiera escuchan los pueblos sordos las advertencias de los Laocoonte que advierten del peligro de aceptar artilugios sospechosos que ocultan a sus enemigos. “Desconfío de los danaos (griegos) incluso cuando traen regalos”, clamó Laocoonte a los troyanos frente al caballo de madera construido por Ulises, pero los troyanos, no le escucharon; ¿por qué tenían que escucharle si estaban felices, contentos, si aparentemente habían ganado la guerra? Y pone Virgilio en boca de Laocoonte las palabras de advertencia: “¡Qué locura tan grande, pobres ciudadanos! ¿Del enemigo pensáis que se ha ido? ¿O creéis que los danaos pueden hacer regalos sin trampa? ¿Así conocemos a Ulises? O encerrados en esta madera ocultos están los aqueos, o contra nuestras murallas se ha levantado esta máquina para espiar nuestras casas y caer sobre la ciudad desde lo alto, o algún otro engaño se esconde: teucros, no os fieis del caballo. Sea lo que sea, temo a los danaos incluso ofreciendo presentes”.

Una voz alzada en las soledades del desierto. Una voz en el desierto fueron los periodistas del Münchener Post, Martin Gruber, Erhard Auer, Edmund Goldschagg y Julius Zerfass que advirtieron del peligro que representaba Adolf Hitler para Alemania en los años 20 y 30 si este llegara al poder[1]. Y no fueron escuchados...

¡Allanen los caminos y abran calzada ancha para la verdad!

Y en Cuba, en medio del entusiasmo popular, ciego y enardecido hacia el triunfador titánico contra el ejército regular, se levantaron voces de advertencia que fueron acalladas por un pueblo que solo escuchaba una sola voz, la del líder, la del héroe serrano, la del vencedor que prometía un futuro de maravillas para todo el pueblo. Él y solo él sería la voz. Su nombre, Fidel, se haría icónico, Todo sería ¡Fidel! Y Castro prometía un mundo nuevo de felicidad para todos; Cuba se convertiría en el país más desarrollado de toda la América Latina; Cuba sería la nueva tierra prometido donde manaba la leche y la miel. Y las muchedumbres aclamaban cada propuesta al grito de ¡Fidel! ¡Fidel! embrujadas por la palabra seductora, cual la serpiente del mítico relato bíblico del Edén. Prometía la más grande democracia, jamás conocida, y todas las turbas dijeron ¡Amén! Ya no se necesitaría de los viejos partidos; él era la respuesta; él y solo él, era lo que se necesitaba para anular lo viejo y construir lo nuevo.

Y Castro desde su tribuna exclamó: “¿Elecciones, para qué?” Y la multitud congregada para escuchar arrobada sus palabras, aclamó diciendo: “¡Ya votamos, ya votamos!”

Solo algunas voces aisladas advirtieron el peligro de no saber decir no cuando fuera necesario decir ¡No!, que no siempre hay que concederle al líder la decisión por todos; que no siempre hay que creer que todo lo que afirma el líder es palabra sagrada, ni repetir sus palabras como consignas de fe. Y aquellas voces fueron silenciadas ante las agresiones verbales de los agitadores de las turbas, dentro de los muros grises de las prisiones, frente al frío paredón de fusilamiento o conducidas al ostracismo de un largo exilio político.

Voces que clamaron en el desierto denunciaron que no se puede renunciar al derecho natural de pensar por sí mismo y no permitir que otros piensen en su lugar.

Si la prensa denunciaba y advertía, el líder la denunciaba como prensa corrupta y el periodismo en Cuba se hizo voz aislada, y no escuchada, que clamaba en el desierto; porque todos los demagogos que dominan a las multitudes odian al periodismo que le denuncia; porque todo dictador quiere acallar la opinión periodística.

El extravío de los pueblos, que no escuchan a la voz de quien clama en el desierto, que no prestan oídos a nuevos Laocoonte, siempre esos pueblos, por más cultos que sean, correrán el peligro de introducir dentro de sus murallas nuevos caballos de madera en cuyo vientre se esconden sus enemigos.  



[1] Antonio Maestre. Los periodistas que avisaron del peligro de Hitler. La Marea, 30 de abril de 2015

jueves, 1 de diciembre de 2016

LA RUSIA DE PUTIN IMPULSA UN NUEVO MODELO DE GUERRA FRIA: EL ATAQUE CIBERNETICO (El Fantasma)

CIBER-ATAQUE

Fernando Mires. Blog POLIS


Tengo la impresión de que el Domingo 27 de Noviembre fui atacado por Vladimir. Y en mi propia casa. No, no estoy paranoiando. Voy a explicar el porqué.

Ese día por la tarde, habiendo puesto punto final a un artículo, me disponía a enviarlo al periódico. Mas, la internet no funcionó. Hice lo imposible. Leí las instrucciones tres veces. Enchufé, desenchufé, lancé trescientas maldiciones al aire y para no arrojar el computador por la ventana, decidí esperar hasta el día siguiente.

Llamé entonces a un amigo para comentar los partidos de fútbol del día anterior. Pero el teléfono tampoco funcionó. Encendí a la televisión, cualquiera cosa que me distrajera. Solo se veían rayas de cebras. Debo confesar: por un momento me sentí perdido. De pronto yo estaba  desconectado del mundo.

Decidí al fin volver a los antiguos tiempos y hojear un libro de papel, el primero que encontré. Ni aunque lo hubiera solicitado: John Updike: Hacia el fin del tiempo. Narra la vida de unos personajes en EE UU después de que el país fuera destruido por una bomba atómica.

Al día siguiente mi esposa me despertó muy temprano con la noticia: 900.000 usuarios de Telekom ─ de la cual soy antiguo cliente ─ habían sido afectados por un hacker. Uno de esos usuarios era yo. La noticia agregaba que los técnicos de la Telekom y los del gobierno estaban trabajando juntos para restablecer el orden y averiguar el origen del ciber-ataque.

El día Martes 29 el noticiero del mediodía reveló que el ciber-ataque había sido perpetrado desde Moscú. No voy a extenderme en detalles -la verdad, de cosas digitales no tengo la más santa idea-. Pero la noticia fue dada por el BSI (Departamento de Seguridad y Técnicas de Información en Alemania) es decir, poseía un status oficial. El BSI acusó directamente al gobierno de Putin de intervenir en las redes digitales europeas. Precisamente el día anterior, A. Merkel había leído un comunicado señalando que su gobierno estaba dispuesto a enfrentar ataques cibernéticos de origen externo (ella, tan prudente, no nombró a Rusia).

La noticia no me extrañó. Desde Moscú proviene la mayoría de los hacker que asolan Europa. No se trata de simples sospechas. Naturalmente el gobierno ruso niega dichas acusaciones y estas ─ como ocurrió en el caso de la intervención cibernética en las elecciones norteamericanas- no podrán ser probadas. Imposible que lo sean. Las empresas cibernéticas rusas ─ es lo que he podido averiguar ─ no son organizaciones gubernamentales. En el hecho se trata de ONGs que prestan servicios especiales al gobierno. En otras palabras, mafias organizadas. Putin, en lugar de intervenirlas, ha logrado centralizarlas en torno a un núcleo al que solo muy pocos tienen acceso, sistema que ha hecho extensivo a diversas ramas de la economía y de la política. Así como a Iván el terrible lo llamaron el Zar de toda las Rusias, en Rusia el humor público denomina a Putin como el Presidente de todas las mafias.

La noticia del ataque ruso no fue, sin embargo, reiterada en los medios. Pero tampoco hubo desmentido. Eso no es nuevo. Según mi experiencia con los medios ─ de esto entiendo algo más que de nomenclaturas digitales ─ los gobiernos recurren a este procedimiento a guisa de advertencia, dando a conocer que están informados de hechos sobre los cuales por razones políticas o diplomáticas no desean insistir.

El ciber-ataque a los usuarios de Telekom no fue un incidente sin importancia. Para algunos entendidos se trata de un ensayo general. Para otros, de un plan fracasado destinado a sistematizar diversas redes en un solo paquete y lograr así tener acceso a caudales de informaciones.

En cualquier caso el gobierno ruso ha comprendido muy bien la importancia de las agresiones cibernéticas. A través de ellas pueden llegar a controlar infraestructuras completas como los sistemas de salud, educación y, por supuesto, a los partidos, al personal gubernamental y no por último, al militar; ni hablar de las transacciones bursátiles.

Así como nuestros antepasados dependían del fuego (el primer mono que descubrió el fuego se hizo hombre y con ello hizo de la hembra una mujer) hoy dependemos del control de los medios digitales de comunicación. A través de la comunicación digital la sociedad se piensa a sí misma. Pero si es alterado el sistema cibernético, deja de hacerlo.

La sociedad es comunicación, enseñó Jürgen Habermas, antes de que aparecieran las redes digitales. Para hacer una analogía, un ataque cibernético es a lo social un equivalente a un infarto cerebral en lo individual pues los mecanismos digitales son transmisores que nos comunican con el resto del mundo. Y bien, ese día Domingo, casi un millón de seres humanos fuimos desconectados de este mundo por decisión de un gobierno, según el BSI.

Los tiempos han cambiado. Antes, para desconectarnos del mundo era necesario hacer volar puentes y destruir caminos. Hoy basta una artera programación cibernética y un gobierno inescrupuloso para que eso sea posible.

Imagino, es lo más probable, que entre esos 900.000 usuarios de Telekom había más de uno con problemas de salud. Un paro cardiaco por ejemplo. Alguien que intentó llamar al servicio de urgencia justo cuando los teléfonos enmudecían. No es broma. Ese señor o esa señora deben estar muertos.


Estoy convencido de que si estalla una futura guerra mundial (ojalá el diablo no me escuche), esta será predominantemente cibernética. Si es así, no tengo ningún motivo para envidiar a las futuras generaciones. Yo también podría haber muerto ese día. Vladimir me atacó. Y nada menos que en mi propia casa.

El Muro de Trump y México

Mario J. Viera




La frontera entre Estados Unidos y México se extiende 3.169 kilómetros (1.969 millas), cruzando desiertos, ríos, pueblos y ciudades desde el Pacífico hasta el Golfo de México.


El grito es poderoso: “¡Asegurar la frontera!”, y la razón “Impedir el paso de drogas, de criminales, de terroristas y de indeseables inmigrantes ilegales”. Razón que convence y tanto es, que Trump alcanzó el apoyo de millones por su propuesta nacionalista de levantar un enorme muro, más poderoso que el Muro de Berlín, tan grandioso como la Muralla China, para separar a México de los Estados California, Arizona, New Mexico y Texas.

Pero los mexicanos son duros de cabeza y se empeñan en cruzar la frontera para asentarse en las tierras de los americanos, para invadir esas tierras de Estados Unidos, una invasión, que se cree, se asemeja a la de los bárbaros que invadieron las fronteras del imperio romano y finalmente provocaron su caída, y por supuesto eso no se puede permitir ¡De ningún modo! La historia, el recuerdo ancestral que vive y pervive en el ánima de muchos buenos americanos, confirma que hay que protegerse de los extranjeros que invaden sus territorios, no sea que asentándose por millones lleguen a apoderarse de las tierras invadidas.

La Historia lo deja bien establecido y, sino, pregúntesele a los mismos mexicanos. ¡Ah, la historia! La historia es tan terca que se empeña ponernos ante los ojos algunas cosas que no podemos pasar por alto. Y nos habla la historia cuando México no era México, sino una provincia del Virreinato español de la Nueva España y como los mexicanos trataron de librarse del yugo español. Y la lucha por la independencia la inicia, según nos cuenta la historia, un cura ilustrado de la Parroquia de Dolores llamado Miguel Hidalgo. Hidalgo que conspiraba contra el virrey de la Nueva España es descubierto y, entonces, no le quedó otra opción, en su parroquia, convocó a los parroquianos, liberó a lo que estaban presos por sus ideas independistas y se apoderó de las armas de la guarnición local. Al siguiente día, el 16 de septiembre de 1810, Hidalgo ofició una misa colmada de seguidores e hizo el llamado a tomar las armas contra las fuerzas españolas, llamado que la historia recoge como el Grito de Dolores.
 
Fronteras del Virreinato de la Nueva España
¿Y qué pinta este relato con la idea del Muro de Trump? Nada, solo asociación de ideas, porque por aquellos años después del Grito de Dolores, apareció un hombre, un americano aventurero de nombre William Shaler, quien, por ser amigo del que era Secretario de Estado de los Estados Unidos, el Presidente James Madison le nombró agente confidencial y enviado a la Nueva España para observar o espiar, ¡da lo mismo!, cómo se desenvolvía en Veracruz la actividad insurgente. Y Shaler, hombre de iniciativas, conoció en Luisiana al mexicano Bernardo Gutiérrez de Lara y le aconsejó y le inspiró a lanzarse contra los españoles; y organizó el americano un ejército irregular con hombres de Estados Unidos para lanzar, junto a Gutiérrez de Lara, la llamada Expedición de Gutiérrez-Magee o Ejército Republicano del Norte, y muerto Magee, quien era el jefe militar de la expedición, el mando lo ocupó Samuel Kemper, y derrotó una expedición realista obligando al gobernador español en la provincia de Tejas a rendirse. Pero Bernardo Gutiérrez tenía sus ambiciones y se proclamó gobernador de la República de Texas y permitió que se ejecutara al gobernador español, lo que hizo que Kemper le abandonara, al final los realistas lograron aplastar al Ejército Republicano del Norte quedando Texas de nuevo bajo la soberanía virreinal. Conclusiones, quedaría estrictamente prohibida la entrada de cualquier estadounidense a la provincia novohispana de Tejas, es que no querían los novohispanos que hubiera en su territorio inmigrantes ilegales.

Pero Texas ya estaba en los propósitos expansionistas de Estados Unidos y un nuevo personaje haría su aparición a poco de alcanzar México su independencia, Joel Robert Poinsett un hombre bien diferente al filibustero Shaler. Poinsett sería el primer agente especial designado a México por el gobierno del presidente de Estados Unidos, James Monroe en 1822. Su misión: persuadir al gobierno imperial de Agustín de Iturbide y proponerle que le vendiera una gran cantidad de territorios del norte del primer Imperio Mexicano, de Texas, Nuevo México, Alta y Baja California, Sonora, Coahuila y Nuevo León, y firmar un tratado de amistad y comercio y un tratado de límites.

En 1825, Estados Unidos pretendía anexionar Texas por medio de su compra a México, ofreciendo inicialmente un pago de un millón de dólares y un año después hizo la puja hasta llegar a ofrecer un pago de cinco millones, propuestas ambas que México rechazaría. Durante el gobierno del presidente de México, Anastasio Bustamante, el Congreso mexicano aprobaría varias propuestas para asegurar sus fronteras, entre las que se incluían la exigencia de que Texas fuera poblada por españoles mexicanos y se construyeran fortines entre Texas y los Estados Unidos... ¡pero estas propuestas quedaron olvidadas ya en 1832!

Y comenzó la migración de americanos hacia el territorio mexicano de Texas impulsada por Moses Austin y con el apoyo del presidente Andrew Jackson que alentaría a su colaborador Samuel Houston a darle forma a aquella pacífica invasión. Y creció, y creció la colonia de americanos en Texas y se hicieron fuertes...

¿Qué hubiera ocurrido si México, en 1834, hubiera alzado un muro en su frontera norte como el que ahora propone Donald Trump construir en la frontera sur de Estados Unidos? ¿Qué habría sucedido si un presidente mexicano se hubiera decidido por criminalizar la inmigración ilegal y limitar la inmigración legal a su territorio norteño, como ahora se propone el presidente designado de Estados Unidos?

Cosas de la historia, probablemente Texas no se habría declarado independiente y Estados Unidos no la hubiera podido anexar. Un gran muro ¿podría haber impedido la invasión pacífica de los colonos americanos? Pero México no construyó el muro, ni limitó la inmigración, ni deportó a los inmigrantes ilegales y entonces hubo un El Álamo, y hubo un combate donde cae prisionero el caudillo mexicano Antonio López de Santa Anna en la batalla de San Jacinto y se ve obligado, estando prisionero, a firmar el 14 de mayo de 1836 el Tratado de Velasco por el que México reconocía de facto la independencia de Texas fijando como límite, entre Texas y México, el río Bravo y no el anterior fijado más al norte en el río Nueces. Y en 1845 Texas dejó de ser mexicano y se hizo estadounidense. Pero la franja comprendida entre el Nueces y el Bravo continuó siendo territorio reclamado por México y Estados Unidos, porque el Congreso de México no aceptaba los términos del Tratado de Velasco.
 
Franja entre Río Nueces y Río Bravo
¡Ah, caramba, México no aprendía la lección! Así, la Alta California iba recibiendo numerosos inmigrantes ilegales anglosajones desde 1819 e incrementándose después de 1823 y tratando de ordenar esa inmigración ilegal ¿qué hizo el gobierno mexicano? No desarrolló, como ahora ocurre en Estados Unidos, una fuerte campaña en contra de la inmigración ilegal, sino que dio nuevas concesiones de colonización, sin tomar en cuenta que Estados Unidos ya tenía puestos sus ojos en la Alta California. Luego de Texas, en octubre de 1895, James Knox Polk, conspiraba para anexar pacíficamente a la Alta California; sin embargo, los mexicanos seguían despreocupados o solo preocupados por los reclamos de la franja en disputa en Texas, y no vieron lo que les venía encima. Si México hubiera levantado un gran muro en lo que le quedaba de frontera en 1838, ¿cuál habría sido la historia? El problema es que en aquellos años a nadie se le ocurría construir muros gigantescos, ni nuevas murallas chinas.

Pero la cosa se pondría, como dicen los mexicanos, color de hormiga, cuando el presidente de Estados Unidos envió tropas a la zona disputada entre el río Nueces y el río Bravo y fuera esa tropa emboscada por fuerzas mexicanas el 25 de abril de 1846. Entonces Polk aprovechó el incidente y habló ante el Congreso de Estados Unidos proclamando: “Sangre estadounidense ha sido derramada en suelo estadounidense...” aunque no fuera en suelo de Estados Unidos sino en suelo en disputa por los Estados Unidos. El 13 de mayo de 1846, los Estados Unidos le declararon la guerra a México. Como se anota en Wikipedia, “México declaró la guerra diez días después, el 23 de mayo de 1846, enfrentando así una guerra para la que no estaba preparado ni económica, ni militarmente, teniendo un ejército que resultó no siempre equipado para el combate...”

El 14 de junio de 1846, en la ciudad de Sonoma, los conspiradores gringos de California se levantaron en motín proclamando el establecimiento de la República de California, la república del oso. Estados Unidos, finalmente derrotaría a las fuerzas mexicanas y le impondría a México el Tratado de Guadalupe Hidalgo, por el cual México le concedía a Estados Unidos el control sobre Texas, el territorio en disputa entre el río Nueces y el río Bravo y los territorios conocidos como Alta California y Santa Fe de Nuevo México, con lo que quedó bajo soberanía de Estados Unidos los territorios que hoy son los Estados de Arizona, California, Nevada, Utah, Nuevo México y partes de Colorado, Wyoming, Kansas y Oklahoma...


Entonces, parece ser que la historia justifica a Trump en su propósito de alzar un muro en la frontera sur de Estados Unidos y, así, evitar que los inmigrantes mexicanos se subleven y faciliten a la potencia tremenda de México la anexión de todos aquellos territorios que un día fueron de México... Precaución, eso es lo que pretende Trump y no caer en los descuidos del México de la mitad del siglo XIX y, de este modo, con el gran muro hacer a Estados Unidos más seguro y, sobre todo, hacer a Estados Unidos grande otra vez...