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lunes, 17 de septiembre de 2012

El mono tranquilo


Gina Montaner. Firmas Press

Cercopithecus lomamiensis Lesula

Los creacionistas insisten en que un ser superior nos creó tal y como somos sin pasar por un proceso evolutivo. Sencillamente aparecimos sobre la faz de la tierra erguidos y listos para vestir prendas, hacer la compra en el mercado y colgar cuadros en la casa. O sea, sin pelaje en el cuerpo; ni necesidad de salir a cazar bisontes y de regreso en la cueva grabar sobre la piedra las primeras memorias que nos alejaron de la simpleza del primate a la complejidad de la toma de conciencia.

Bien, es evidente que los creacionistas no se han enterado de la existencia de una especie de mono, el lesula, que acaba de ser descubierto en las selvas de la República Democrática del Congo. Es la primera vez desde hace veintiocho años que se encuentra otro tipo de simio, y el hallazgo es extraordinario porque ha sido como descubrir a un pariente lejano del que desconocíamos su existencia.

Si visitamos un zoológico y observamos en sus habitáculos a las familias de chimpancés, gorilas o mandriles, es inevitable ver en su comportamiento y ciertos rasgos el reflejo de lo que significó el salto a ser criaturas bípedas que descubrirían el fuego y los dilemas existenciales bajo las noches estrelladas. Pero ahora, con el inesperado descubrimiento del lesula, nos hemos topado con una criatura cuyo rostro es lo más parecido al boceto de un hombre tranquilo. Rozando la añoranza.

Con rostro delgado, nariz afilada y unos ojos penetrantes, el lesula pareciera estar a punto de romper a conversar quedo, porque uno de sus rasgos es la timidez. Los investigadores han informado de que a este primate le gusta la vida apartada junto a su clan. Tanta es su sensatez, que es vegetariano y hasta ahora ha procurado vivir discretamente en el corazón del bosque tropical, guarecido de los cazadores con ansias de comer su carne.

El lesula es como un tipo bajito y delgado, con el gesto ensimismado de tantos individuos a la vuelta del trabajo o perdidos en el laberinto de sus pensamientos. Me los he encontrado en cafés, autobuses y deambulando en la calle. Pensándolo bien, no podría distinguir a los hombres de esta criatura que ha aprendido a vivir con la angustia de pasar inadvertida para escapar a la voracidad de sus primos lejanos, incapaces de reconocer a un pariente antes de dispararle.

El primer lesula que se halló fue gracias a una niña en una aldea que lo llevaba a todas partes como su fiel mascota. Cuando una pareja de científicos estadounidenses vio la tierna foto de la chiquilla con aquel animal tan singular, comprendieron que nunca antes habían visto nada parecido. Lamentablemente, un buen día el mono desapareció. Seguramente acabó como manjar exquisito en la casa de algún lugareño sin escrúpulos.

Hasta ahora los lesulas habían conseguido burlar el ojo detector de los biólogos y vivían anónimamente en un lugar recóndito. Sus días apacibles parecen haber llegado a su fin.