jueves, 28 de mayo de 2020

Sobre la oposición noviolenta de Cuba

Del libro en preparación:


La oposición noviolenta al castrismo

Mario J. Viera



Anexo
Amigos, Aliados y enemigos







Dedicatoria

Dedicado es especial a mis hermanos del Partido Pro Derechos Humanos de Cuba, afiliado a la Fundación Andrei Sajárov y en especial a Lázaro González Valdés y Lázaro García Cernuda que ocuparon la Presidencia de este Partido. Extiendo también esta dedicatoria a valiosos amigos que compartieron luchas y penas comunes, como Victoria (Vicky) Ruiz Labrit, Juan Jose López, Aurora García Del Busto, Efren Pulgaron, Maria Del Carmen Carro Gómez (EPD), Celia (Celita) Jorge (EPD), Rolando Yyobre, Roberto De Miranda, Pedro Argüelles, Amarilis Cortina Rey, José A. Fornaris, Leonel Morejón Almagro...    
Y...
En honor de todos los que han sufrido persecuciones, prisiones y muerte y dedicado sus vidas al rescate de las tradiciones democrática y constitucionales de Cuba desde 1952 hasta la fecha.






INTRODUCCION

Cuando se analiza la historia del movimiento opositor pacífico en Cuba, se pueden distinguir cuatro etapas debidamente diferenciadas. La primera, es la correspondiente a la de los iniciadores, 1988 hasta el 1990 cuando se produjo la Crisis de las Embajadas; la segunda etapa, es la que transcurre desde 1990 a 1996 cuando quedó abortado el intento de acción opositora coordinada que representó el foro de Concilio Cubano; la tercera etapa, se encuadra entre los años 1996, año de Concilio Cubano, y el 2003, año de la Primavera Negra de la oposición cubana. La Cuarta etapa es la actual, iniciada tras la Primavera Negra.

Cada una de esas etapas ha tenido sus propias y distintivas características. Y en cada una de ellas la relación oposición interna/exilio ha tenido diversas formas de colaboración; desde una labor de cooperación y apoyo, hasta una de intromisión y control de las organizaciones internas por parte de organizaciones de exiliados definidamente de corte derechista, sostenidas por jugosos grants federales, y estrechamente vinculadas con dirigentes del Partido Republicano de Estados Unidos.

La primera etapa fue el impulso civilista que generó el Comité Cubano Pro Derechos Humanos, bajo el impulso de los vientos de perestroika y glasnost. El movimiento disidente se organizaba y se mostraba sin ocultamientos. Fue la época del gran reto, del reto inicial al castrismo, sin vinculaciones con los servicios de inteligencia de Estados Unidos, ni con alguna organización de exiliados que le motivara, controlara y dirigiera.

A partir de 1991 la influencia del exilio comenzó a sentirse en los grupos y organizaciones que se iban creando en la isla, destacándose en este sentido la poderosa Fundación Nacional Cubano-Americana de corte conservador y muy vinculada al partido Republicano de Estados Unidos. Mientras en la primera etapa los principales impulsores de las organizaciones civilistas defensoras de los derechos humanos se enmarcaban dentro de las posiciones de izquierda o de centro derecha, en esta nueva etapa, los grupos que se formaban en Cuba tendían, en lo general, hacia la derecha por influencia de la Fundación. En esta etapa las figuras principales que influyeron entre los disidentes isleños esta, en primer lugar, Luis Zúñiga, y Ninoska Pérez Castellón principales voceros de la Fundación. La emisora La Voz de la Fundación recogía denuncias y proyectos procedentes de Cuba, por lo que ganaba una gran influencia entre los opositores, como ya en esta etapa comenzaron a denominarse a ellos mismos los dirigentes de las organizaciones anticastristas.

En esta etapa los grupos opositores se incrementaban hasta una cifra que sobrepasaba las 130 organizaciones. En Concilio Cubano, el foro unitario de la oposición llegó hasta reunir a más de cien grupos dentro de su sombrilla. No obstante, las membresías de cada uno de los grupos apenas superaban los cien miembros.

 En la etapa tercera el movimiento opositor seguía incrementándose, así como también crecía la represión gubernamental. En esta etapa surgiría un nuevo movimiento dirigido a ofrecer la alternancia del periodismo oficialista, ofreciendo la otra versión de la realidad cubana: el periodismo independiente.

Sobre este tema, hice el siguiente comentario:

Los agentes del gobierno desplegaron todo su caudal represivo en contra de los que se atrevían a denunciar la verdad que ocultaba el régimen. Presiones de todo tipo, ataques desde las páginas de los medios oficiales, acoso por parte de la Seguridad del Estado, pero nada podía contener que la información independiente saliera al exterior.

Los que ejercíamos aquel periodismo, muchas veces contestario, pero siempre centrado en la verdad informativa, no contábamos con celulares, ni faxes y muchos hasta no tenían teléfono propio. Pero transmitíamos. Luego comenzaron a surgir páginas web con sede en Miami que publicaban nuestras crónicas. El régimen acrecentó sus amenazas; asi, con la excusa de la Ley Helms Burton dictó la represiva Ley 88 dirigida a acallar al periodismo independiente. La respuesta nuestra fue la de confrontar la ley y continuar nuestro trabajo. La Ley 88 no nos calló, ni aún en el 2003 cuando fueron sancionados 75 disidentes, entre los que se contaban activistas de derecho humanos y periodistas independientes, bajo los preceptos de aquella ilegítima normativa penal”.

Castro, preocupado con el crecimiento que iba tomando la oposición política, el vigor y la credibilidad que el periodismo ganaba, así como el activismo desplegado para la colecta de firma en apoyo al moderado y reformista Proyecto Varela, desató una fuerte represión en contra de opositores y periodista independientes en la primavera del 2003.

Asi comienza la cuarta etapa tras la represión de la Primavera Negra. Etapa cuando aparece el movimiento de las Damas de Blanco, junto al aletargamiento opositor, que ahora se centraba más en el exterior y se dejaba controlar por las organizaciones derechistas del exilio.

Cuando se realiza un esbozo de la historia del movimiento opositor noviolento de Cuba, el análisis no puede centrarse solo dentro del marco estrictamente local, pues sería un enfoque parcial. Hay factores externos que también influyen en el desarrollo de la actividad opositora, como la política exterior de Estados Unidos con respecto a Cuba de acuerdo con los lineamientos de cada administración estadounidense, el accionar de las organizaciones del exilio y las emigraciones cubanas, los intereses económicos del Estado cubano y de otras naciones con las que Cuba mantiene relaciones diplomáticas y comerciales, las corrientes de opinión que en un momento dado existan en países de la América Latina y de Europa y hasta la política de las naciones más relacionadas con la situación cubana, como, pudieran ser en específico España, Brasil, México, Argentina, Chile y Venezuela.

Cuando se estudia o analiza un tema, tan de actualidad como es la oposición noviolenta al poder del Partido Comunista de Cuba (PCC), resulta una tarea engorrosa mantener un análisis objetivo. Siempre, en el analista o en el historiador, influirá su posición ideológica con respecto a cómo entiende la relación antagónica entre el poder del gobierno de Cuba y los sin poder de la oposición civilista o política, la relación gobierno-pueblo; el monopartidismo o la dispersión de micropartidos.   

Pero, colocados desde el lado opuesto al régimen del PCC, no debemos convertir a la oposición noviolenta cubana en otro mito diferente al mito oficialista. No debemos idealizar a la oposición, sino, presentarla como pudiera presentarse cualquier otra corriente política, con sus características particulares, con sus defectos y con sus virtudes.

Se tiende a presentar a todo el que lucha contra la opresión como héroes intachables, eximios, casi elevados hasta las cumbres de Olimpo. Pero, aunque los opositores a un régimen autoritario, cerrado e intolerante tienen algo de la esencia de la heroicidad, no son semidioses, son seres humanos que cometen errores, que poseen defectos, que también tiene virtudes.

Difícil y ardua ha sido, y es, la labor de los opositores cubanos, siempre colocados a las puertas de una prisión, por proclamar y exigir, lo que, en derecho internacional, no constituye delito alguno. Sufriendo vilipendios, denigrados con los más ofensivos epítetos, colocados en la marginalidad del ostracismo interno por el gobierno que los desprecia,