miércoles, 21 de julio de 2021

MAL DEBEMOS ESTAR

 

Mario J. Viera

 


Me indigna ver que, el despertar del pueblo cubano frente a la dictadura, le haya venido de provecho a unos cuantos para adelantar sus plataformas políticas y sus miserables aspiraciones de resalte personal. Mal andamos.

 

Y mal andamos cuándo desde un Subcomité de la Cámara de Representantes se trazan planes, no precisamente para desestabilizar al régimen brutal que impera en Cuba, sino para poner en crisis a la administración demócrata del presidente Biden. Aparentan condenar a la tiranía del PCC, pero en el fondo los dardos los lanzan contra Biden. Yo pudiera decir, qué me importa la oposición que los republicanos le hagan al residente de la Casa Blanca, quien seguro cuenta con sus asesores para contraponer los ataques. Así pudiera decir que, esa no es mi bronca.  Pero, lo que a mí si me importa es Cuba. Lo que a mí si me importa, es hablar de Cuba, pero hablar con la sinceridad de quien no la toma como negocio, como empresa que ofrezca réditos para una vida cómoda.

 

Mal andamos, cuando el presidente del Subcomité para el Hemisferio Occidental, Seguridad Civil, Migración y Política Económica Internacional de la Cámara de Representantes, no se da cuenta, que están tomando a ese subcomité como tribuna, no anticastrista, precisamente, sino como vehículo para atarles las manos a los demócratas, y qué mejor forma de hacerlo, sino utilizar la ira, el dolor y la indignación de la diáspora cubana por los atropellos del régimen contra los manifestantes del 11J para encauzar sus propósitos.

 

Mal andamos cuando en ese subcomité de la Cámara, sea figura representativa, para hablar a nombre de Cuba, una figurita sin trayectoria conocida en Cuba de oposición al régimen, salvo la de ser hija del reformista cubano Oswaldo Payá. Vive bien y viste caro la cubanita, no tuvo que correr la misma suerte de la gran mayoría de loe exiliados, de los refugiados políticos que enfrentaron a la seguridad del estado, que, para vivir honestamente, tuvieron que emplearse en duros trabajos y hasta mal remunerados, y adaptarse a la dura viva de todo emigrante a tierras extrañas.

 

La diva del momento, Rosa María Payá, que tanto se sacrifica haciendo viajes a numerosos países para promover un plebiscito vinculante en Cuba, que solo pudiera ser autorizado por el gobierno del PCC; la directora ejecutiva de la Fundación para la Democracia Panamericana; la que recibió el 6 de febrero de 2018 un reconocimiento del Condado de Miami-Dade de la mano de su mentor político José "Pepe" Díaz y del que fuera alcalde del condado y hoy representante republicano, Carlos Giménez; que entre sus logros políticos estuvo un “interesante y agradable encuentro” ─ según sus propias palabras ─ con Ivanka Trump el 7 de marzo de 2019; que el 11 de julio de 2020 participó en una mesa redonda televisada con Donald Trump; que el pasado 17 de julio fue invitada por Ron de Santis, junto a María Elvira Salazar y Carlos Giménez para participar en una denominada mesa redonda en el Museo Americano de la Diáspora Cubana. ¡Claro que tenía que ser invitada a hablar, en nombre de los republicanos, no de Cuba, en un subcomité donde toman asiento personajes como María Elvira Salazar y Mario Díaz-Balart! Hay que reconocer que la chica es una triunfadora y sus negocios le van bien.

 

Mal andamos cuando escuchamos a la activa ─ no activista ─ Rosa María Payá resaltando ─ así lo expresa Infobae ─ que los manifestantes que salieron a las calles de la isla el pasado domingo 11 “piden libertad y derechos humanos, ninguno mencionó el embargo, sino ‘Patria y vida’”. ¡Claro está que no tenían que mencionar para nada el embargo! La protesta se planteó por las carencias que en Cuba se vive, y se pidió, además, la renuncia de Díaz-Canel; y se gritó, junto al Patria y Vida, “No tenemos miedo”. Ninguno tampoco pidió “plebiscitos vinculantes”.

Véase lo que dijo la señorita Payá: “Levantar las sanciones contra el régimen cubano es dar fondos a la policía y a los militares, que oprimen a los pueblos obedeciendo a los generales”. Maravilla tanta profundidad de pensamiento. Para los órganos represivos, la dictadura siempre, con sanciones o sin sanciones, dispondrá de los fondos necesarios. Las sanciones no selectivas que impuso la pasada administración, poco daño le hacían al régimen de La Habana, y sí, mucho al pueblo. En los inicios de los 90 ocurrió lo mismo. El régimen se había quedado sin los subsidios soviéticos, y se mantuvo porque las penurias las cargó sobre el pueblo. Levantar hoy las sanciones impuestas por Trump, podría favorecer al cubano de a pie; sin embargo, políticamente, para la administración demócrata, sería, hoy, luego de las represiones por el despertar de 11J, un grave error político.

 

Luego agrega ─ obsérvese bien lo que resalto en negrita: “Urgimos al gobierno de Joe Biden que no haga concesiones unilaterales, sino que pida la liberación de todos los presos políticos, el fin de la represión y el respeto de las libertades fundamentales, incluyendo la legalización de los partidos políticos”. Un dardo emponzoñado dirigido al presidente Joe Biden.

 

Callen y no hablen en nombre de TODOS los cubanos, los que no han recibido esa encomienda de TODOS los cubanos. Callen que, como dijera José Martí ─ en carta abierta a Ricardo Rodríguez Otero, con fecha 18 de mayo de 1886 ─ “Azuzar es el oficio del demagogo y el del patriota es precaver”. Y pienso en cuantos hay como la Payá, nacidos en Cuba, y les digo, como dijo el Apóstol en esa Carta Abierta, “que a. la patria no se la ha de servir por el beneficio que se pueda sacar de ella, sea de gloria o de cualquier otro interés, sino por el placer desinteresado de serle útil”; que no hay “sujetos más despreciables que los que se valen de las convulsiones públicas para servir, como coquetas, su fama personal o adelantar, como jugadores, su interés privado. La patria necesita sacrificios. Es ara y no pedestal. Se la sirve, pero no se la toma para servirse de ella”.

 

Sí, mal debemos estar ¡Pobre Cuba!

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