domingo, 8 de mayo de 2011

Al estilo de las SA nazis.

Mario J. Viera. 

Después de vaciar las prisiones de prisioneros de conciencia, impuesto por la necesidad de limpiar el sucio rostro de la intolerancia, el régimen castrista ha optado por nuevos medios represivos para mantener bajo control a los opositores.
El método de ahora es presentar a turbas organizadas por los órganos de la Seguridad del Estado, como si fueran manifestaciones espontáneas de la “indignación popular” en contra de unos supuestos “mercenarios al servicio de una potencia extranjera” que pretenden desestabilizar al país y derrocar a la “revolución” que defiende su pueblo.
Los llamados actos de repudio, efectuados por la hez social que moviliza el régimen, no se detienen ante nada. Ofenden, acosan y hasta agreden a aquellos que se han decidido a buscar un cambio hacia la democracia en el país. Nada justifica la impunidad de una banda de facinerosos, en número que van desde algunas decenas hasta un par de cientos, agrediendo a ciudadanos que no comulgan con los preceptos oficiales, ni aun cuando sea realidad que esos actos sean espontáneos y manifestación visible del rechazo popular. Todos los seres humanos tienen derecho a ser protegidos en su integridad física y moral.
La represión asume nuevas formas o renovadas formas como las utilizadas por Adolfo Hitler, el que inspiró a Castro con sus desfiles de antorchas y le inspiró su “la historia me absolverá”, con el empleo de las SA para acallar la voz disidente.
Del insulto procaz se pasa a la agresión física, a las golpizas, a la furia del tolete policiaco, como si renacieran los porristas del machadato o los esbirros del batistato, solo falta aplicar el “palmacristazo” de la era de Machado o el tiro desarrajado en la nuca en tiempos de Batista.
Angel Moya luego de ser agredido



Así ocurrió con Angel Moya Acosta, unos de los presos de la causa de los 75, golpeado y pateado en la cabeza por agentes de la Seguridad del Estado a finales del mes de abril. El 22 de abril, un periodista independiente, Miguel Iturria Savon fue golpeado por agentes de la policía nacional.
Juan Wilfredo Soto Garcia

Un mensaje por Twitter de Martha Beatriz Roque daba a conocer que después de sufrir una fuerte paliza Juan Wilfredo Soto García, disidente de la Coalición Central Opositora acababa de morir. “El estaba en el parque Vidal en Santa Clara, Villa Clara, su provincia, el jueves 5 en horas de la mañana y fue golpeado violentamente por varios policías. Producto de esto fue ingresado en el Hospital Arnaldo Milián Castro, de Santa Clara. Y después de un paro respiratorio, acaba de fallecer”.
Según AFP su muerte fue atribuida por los médicos que le asistieron a una pancreatitis falleciendo en la madrugada del 8 de mayo en el hospital a donde fue conducido el jueves por los agentes policiacos luego de haberle detenido.
Elizardo Sánchez Santa Cruz dirigente de la ilegalizada Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional declaró: “No cabe la menor duda de que se produjo una relación causa y efecto, y que la muerte de Soto está relacionada con la golpiza que recibió”
Guillermo Fariñas dijo sobre este hecho: “Los médicos dijeron que tenían que operarlo o no podían garantizarle la vida y murió cuando ya lo iban a hacer. A la familia le dijeron que era una pancreatitis”, añadiendo después: “Si no tomamos algún tipo de decisión, para que el Gobierno cambie su postura hacia los opositores pacíficos, vamos a tener que lamentar otras muertes”.
La opción está abierta: Así lo proclamó Raúl Castro en el Informe Central del VI Congreso del Partido Comunista de Cuba, el primer deber de “los patriotas cubanos” es defender “nuestras y plazas y calles” como derecho del pueblo a defender “su revolución”, dicho con otras palabras, continuar con los actos de agresión al pensamiento independiente, ocupar todas las plazas y calles con el grito aterrador de la represión, golpear y si fuera preciso matar en nombre del pueblo. Esa es la filosofía de estilo nazi del castrismo, al estilo de las SA hitlerianas, de las camisas pardas.
Juan Wilfredo Soto Garcia es la primera víctima de la época post congreso. De seguro habrá nuevas víctimas, nuevos nombres se unirán al gran cementerio de opositores que los Castros han levantado en Cuba.


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