Mario J. Viera
¿Qué podemos decir de las dos resoluciones aprobadas por el Comité de Relaciones Exteriores, en apoyo al Movimiento San Isidro y las Damas de Blanco? Parecen ser justas; parecen ser correctas,
porque como expuso el senador Marco Rubio, “los Estados Unidos deben optar por honrar nuestro legado como líder en defensa de las personas marginadas alrededor del mundo”. Sí, porque, “EEUU debe seguir firme en su compromiso de defender y priorizar tanto los derechos humanos como los valores democráticos en la Isla, donde el pueblo cubano ha sido sometido a décadas de tiranía”. Pues, ¡nada!, hay que aplaudir la meritoria labor de Rubio, en oposición a la dictadura del PCC.
Ahora bien, se me sale una pregunta: ¿Solo
el MSI y las Damas de Blanco? ¿Por qué no apoyar también al N27, los 500
plantados que pusieron en el candelabro al MSI cuando protestaron por el asalto,
por efectivos de la Seguridad del Estado, a la sede de esta organización mientras
llevaban a cabo una huelga de hambre? ¿O a las civilistas Corriente Martiana de Moisés Rodríguez, y Convivencia de Dagoberto Valdés? ¿Por qué no dar apoyo al Movimiento por la Democracia Pedro Luis
Boitel, que preside Félix Navarro
Rodríguez? ¿O a los numerosos grupos integrados en la supraorganización Mesa de Unidad de Acción Democrática?
Parece que algo se oculta tras la cortina
del apoyo exclusivo al MSI y a las Damas de Blanco. Descorramos esa cortina y
fisgoneemos lo que, detrás de ella se oculta. Bien, “el Movimiento San Isidro, un colectivo de artistas independientes y
activistas que han sido acosados por el régimen cubano por protestar por su
derecho a la libertad de expresión". ¿Acaso este es el único
movimiento que ha sido acosado por reclamar “su derecho a la libertad de
expresión”, tanto como para merecer esa exclusividad de apoyo del Senado de
Estados Unidos?
¿Dónde quedan los cientos que, antes, no
solo fueron acosado por el ejercicio de ese mismo derecho, sino también
condenados a prisión por los “delitos” de “impresión clandestina”, de
“propaganda enemiga”, de “asociación ilícita”, de “divulgación de noticias
falsas”, de “desacato”?
Verdaderos actos de violaciones masivas y
graves de los derechos humanos, como lo calificó la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos. En 1990 fueron condenados a varias penas carcelarias los integrantes
del Movimiento Integracionista
Democrático que proponía la táctica de la desobediencia civil en el
enfrentamiento con la dictadura, convocar un plebiscito, modificar la
Constitución e imponer un régimen pluripartidista. Por ello fueron condenados, Esteban
González González a 7 años, Mario Fernández Mora a 6 años, Manuel Pozo Montero
y Manuel Regueiro Robaira a 5 años, y Edgardo Llompart Martín, Isidro Ledesma
Quijano y Arturo Montané Ruiz a 3 años. El 10 de marzo de 1990 fueron
arrestados por el “delito” de enviar un cable de felicitaciones a la Delegación
de Estados Unidos con motivo de la Resolución de la Comisión de Derechos
Humanos de Naciones Unidas sobre Cuba, los miembros del Partido Pro Derechos Humanos de Cuba, Samuel Martínez Lara, José
Luis Barzaga, Pablo Pupo Sánchez, Emérita Elejalde, Rolando Pagés Navarro,
Mario Remedios Rodríguez, Eduardo Hoyos Ortiz y Cecilia Romero Acanda. En junio
de 1990, Pedro Alvarez Martínez, miembro del Partido Pro Derechos Humanos en
Pinar del Río fue condenado a cinco años de prisión acusado de “impresión
clandestina”. Hubert Jerez Mariño, quien cumplía condena en la prisión de Kilo
7, por haberle sido decomisada una carta de felicitación dirigida a la señora
Violeta Barrios de Chamorro lo mantuvieron en celda de castigo y le redujeron
los alimentos a la mitad de la ración. Todo estos, actos que, hasta han incluido arresto a
opositores para internarlos en el Hospital Psiquiátrico, como ocurrió con la
opositora invidente Milagros Cruz, Cano del Movimiento
30 de Noviembre, el 4 de diciembre de 1998 luego de ser detenida en plena
vía pública.
¿Dónde quedaron los acosos que, como
periodistas independientes, sufrimos a lo largo de la última década del siglo
XX, cuando, por ejemplo, intentábamos cubrir el juicio que se les seguía a los
cuatro de “La Patria es de todos” ─ Vladimiro Roca, Marta Beatriz Roque, Félix
Bonne Carcassés y René Gómez Manzano ─ fuimos obligados, con agentes colocados
ante nuestras puertas, a arrestos arbitrarios domiciliarios, que sufrí
personalmente junto a otros periodistas independientes, como Oswaldo de
Céspedes, José Antonio Fornaris, Aurora García del Busto, Mercedes Moreno,
María del Carmen Carro, Omar Rodríguez Saludes, Santiago Dubuchet, Jorge Lara,
Bárbaro Abela, y Adela Soto Alvarez? ¿Y la represión en el parque Butari, de la
barriada habanera de Lawton, por miembros de la seguridad del estado, el 10 de
diciembre de 1998? ¿O cuando, seis mujeres: Miriam Cantillo, Nancy Sotolongo
León, Migdalia Rosado, Milagros Cruz Cano, Ofelia Astorac y María de los
Angeles González Amaro, y los hombres doctor Oscar Elías Biscet, Rolando Muñoz
Yyobre, Joaquín Rafael Martínez, Angel Pablo Polanco, Israel Bullón, Santiago
Martínez y Alberto Martínez Melgares, fueron confinados por varios días en las
celdas del cuartel general de la policía técnica en 100 y Aldavó, tan sólo por
querer participar en una peregrinación religiosa? ¿Se nos olvida la represión
del gobierno contra 75 activistas y periodistas independientes que fueron
condenados a largas penas de cárcel bajo los postulados de la draconiana Ley
88?
Sirva a manera de comparación los datos
que he ofrecido en los párrafos anteriores.
Los actos cometidos por el régimen contra
el MSI no son algo novedoso, y sí, mucho menos violentos que los actos
acometidos por la dictadura contra quienes ponían en práctica su derecho a la
libre expresión y al derecho de asociación pacífica, en la década de los 90.
¿Por qué ese interés en colocar al MSI por
encima de cualquier otra organización disidente u opositora, y por encima de
los hechos verdaderamente representativos de la persecución y acoso de la
dictadura contra los opositores? ¿Será por todas las incongruencias que
recientemente expresó Luis Manuel Otero, diciendo que no quería “tumbar” una
dictadura, sino que estaba construyendo democracia, como si fuera posible “hacer
democracia” sin la toma del poder político, sin un programa inteligente? La democracia
no es el enemigo de la dictadura, no se enfrenta a una dictadura. La democracia
solo es la antítesis de una dictadura. Dentro de una dictadura no existe el
ejercicio de la democracia, por más que dentro de la población exista la
conciencia democrática. Para alcanzar la democracia, en un régimen dictatorial,
lo primero es derrocar, “tumbar”, la dictadura.
¿Acaso la iniciativa impulsada por el
senador Marco Rubio se deba a identidad ideológica afín con las políticas de la
derecha radical? Otero ciertamente, en una ocasión dijo que, aunque hay muchos
que aman a Trump, él no lo amaba; sin embargo, dentro del MSI hay varios que se
identifican con Trump, incluyendo el rapero Denis Solís, cuya detención
provocara la huelga de hambre de los miembros del MSI, quien consideraba a
Donald Trump como “su presidente”.
¿Y qué decir de la declaración senatorial
de dar apoyo a ese "movimiento pacífico liderado por mujeres que apoya la
libertad y los derechos humanos en Cuba", las Damas de Blanco? Pero las
Damas de Blanco de ahora no son las mismas que orientaba e impulsaba Laura
Pollán, ahora su conductora es Berta Soler, que alcanzó la “presidencia” de la
organización luego de un proceso que no careció de controversias. Tal como
denunció la hija de la fallecida Laura Pollán, Laura Labrada: “Han venido sucediendo
hechos lamentables, que han puesto en entredicho no sólo el prestigio de la
organización sino también los fines que se persiguen y los métodos empleados
(por Berta Soler). Expulsiones
injustificadas, renuncias por maltrato, incomprensiones y falta de democracia.
Intromisiones de personas ajenas al movimiento en la toma de decisiones, peleas
entre hombres e incitaciones a la violencia, mítines de repudio internos al
estilo del régimen de los Castro y descalificaciones". El mitin de
repudio al cual se refiere Laura Labrada Pollán fue el producido por unas
veinte mujeres en contra de Alejandrina García de la Riva, esposa del
prisionero de conciencia de la Causa de los 75, Diosdado González Marrero,
encabezadas por Berta Soler frente a la vivienda que fuera de Laura Pollán, lo
que provocó que Laura Labrada declarara que, a la casa de la calle Neptuno 963, “no
podrán volver las mujeres que participaron en el acto de repudio contra
Alejandrina García de la Riva”. Ya antes, en agosto de 2014 una treintena de
damas de blanco de Santiago de Cuba, entre las cuales se destacaba Belkis
Cantillo, ex esposa de José Daniel Ferrer García, abandonaron el movimiento de
Damas de Blanco para integrar un nuevo movimiento que se denominaría Ciudadanas por la Democracia, y
denunciaron que esta decisión había sido tomada por el "arbitrario
proceder de Berta Soler Fernández".
Cuestionada por Radio Martí sobre aquellos
hechos, Berta Soler, evadió dar una respuesta precisa, calificándolo como una
cosa secundaria y agregando que prefería dedicar su tiempo a denunciar al
Gobierno cubano y "ver cómo son las conversaciones entre ambos Gobiernos
(Cuba-EEUU)". Y lo hizo, pero a diferencia de Laura Labrada quien había
declarado: “respaldamos y reconocemos la
decisión del gobierno de Estados Unidos, un hecho histórico que ofrece nuevas
oportunidades para instaurar la verdadera democracia en Cuba. Dependerá
entonces de nosotros, el pueblo, saber aprovecharlo para construir una sólida
sociedad civil que visualice el camino hacia la libertad”, Berta Soler, en carta que enviara a Donald
Trump, con fecha 6 de junio de 2017, anotaría: “Yo, Berta Soler, fui una de las pocas que le dijo al presidente Obama
que su política estaba condenada al fracaso; que el régimen de Castro iba a
tomar todo lo que podía de la buena voluntad del gobierno de Estados Unidos y
no renunciaría al control del país, ni reduciría sus acciones represivas contra
los opositores y el pueblo en general. Por desgracia, el tiempo demostró que
tenía razón (…) necesitamos su ayuda Señor
Presidente; necesitamos su apoyo.
(…) Seguiremos luchando por nuestros derechos (…) pero no podemos hacerlo solas.
Estados Unidos debe seguir siendo el primer defensor de todos los que carecen de derechos y libertades”.
Nueve días después de esta carta Berta
Soler recibió la alegría mayor de su vida, ¡Invitada por el presidente Trump, para
asistir a un acto en el Teatro Manuel Artime de Miami, donde se presentaría el
mismísimo Donald Trump! Muy feliz, diría Soler: "A las 5:40 de la madrugada recibí una invitación de la Casa Blanca vía
telefónica para asistir al discurso que el presidente Donald Trump va
a dar con el anuncio de los cambios a la política hacia Cuba".
Está bien claro del porqué la iniciativa
de Marco Rubio: identidad de ideologías y actitudes.
Magistral y brutalmente real.
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