Anteriormente me referí de pasada a la
Resistencia Subjetiva, basada en el principio del “no hacer”, “no colaborar”.
Una resistencia que se realiza a la callada. silenciosa, dispersa, disfrazada o aparentemente invisible, pero que puede tener
importantes implicaciones para el desarrollo de la resistencia objetiva. o activa.
La resistencia subjetiva es un acto político de desobediencia civil menos
confrontacional que la intervención noviolenta y un entrenamiento en la pérdida
del temor de la población[1]. Es un
entrenamiento en la captura de la propia personalidad de cada individuo para la
vida en la verdad. No obstante, la desobediencia civil puede tornarse en
rebelión activa u objetiva cuando se practica como desobediencia colectiva, pública y organizada, como intervención
sociopolítica voluntaria, intencionada, premeditada, consciente, y pública, lo
cual, por supuesto conlleva represión. Esta forma sería ya un paso superior en
el accionar cívico y en el rechazo al temor y base para impulsar el conjunto de
métodos de la resistencia activa u objetiva.
Una de las principales fuentes de poder, no solo de
las dictaduras, sino de cualquier gobierno, son, como lo destaca Gene Sharp en
su “De la Dictadura a la Democracia”, los recursos humanos con que cuente; es decir:
“la cantidad e importancia de las personas y grupos que obedecen a los
gobernantes, cooperan con ellos o los apoyan”, lo que, en mi opinión,
haciendo abstracción de las otras fuentes de poder de las dictaduras, es el
recurso principal que hay que arrebatarles. Esto es algo, que, por lo general,
obvian las organizaciones opuestas al régimen implantado por el Partido
Comunista de Cuba (PCC), para depositar todas sus esperanzas en elementos
externos promotores de sanciones económicas como factor clave en el
debilitamiento de las fuentes del poder de la dictadura cubana.
Hay que ganar para la oposición los recursos
humanos con los que hoy cuenta la dictadura por el sometimiento de la voluntad
popular a los designios del poder. Este es el primer paso en todo el programa
estratégico de la oposición: Crear conciencia Se requiere elevar entre la gente
el sentimiento de la necesidad de conseguir el cambio (abastecimientos,
salarios, viviendas, impuestos, asistencia médica, abusos policiacos, derechos,
etc.). Es como lo concibe Sharp, “las
personas tienden a evitar los castigos severos por desobediencia y no
cooperación, con excepción de ocasiones especiales cuando los sentimientos son
muy intensos. En tales casos, la desobediencia y la nocooperación algunas veces
ocurren a pesar la de represión”. En
esta labor los Comité de Apoyo Cívico pueden jugar un imprescindible papel.
Para ello se requiere actuar de manera directa dentro
del mismo seno del pueblo, sin la impersonalidad de los medios sociales de
internet, sin obviar, por supuesto, la importancia que estos medios tienen como
instrumentos auxiliares en la formación de conciencia. Concientizar a un
importante número de ciudadanos para motivarles al acto cívico de no colaboración
y de abstención con el régimen, en cuanto a los puntos que expresé en el apartado
IV: negarse a
cotizar para los sindicatos oficialistas y para las organizaciones de masas
satélites del PCC; no participar en las reuniones de los Comité de Defensa de
la Revolución; no participar en los actos de apoyo orientados por la dictadura
ni en las farsas electorales del régimen, además optar por no asistir a las
denominadas asambleas de rendición de cuentas de los delegados de
circunscripciones.
No se trata de promover ilusos referendos
vinculantes ni hacer llamamientos al diálogo que la dictadura jamás concederá
ni estar proclamando la sonsera de que “los cubanos tienen derecho a los
derechos”, sino que los derechos se ganan con la resistencia al poder; no
promover desde internet, sin previa labor de proselitismo, supuestas
revoluciones de girasoles o de rosas o de tulipanes, que nadie secunda, salvo
sus proponentes y la derecha republicana del exilio cubano; ni hacer labor
caritativa entre menesterosos, sino labor política dentro de las masas
populares, de movilización y organización de acuerdo a un proyecto de
estrategia de resistencia, inteligente y realista para impulsar la revolución
democrática noviolenta.
En esta dirección de ganar recursos humanos, no se
puede descuidar la labor política entre la población juvenil. El gran aliado
que más necesita captar la oposición democrática, y el más efectivo, está entre
los jóvenes. Sin la participación decidida y convencida de la juventud, no hay
movimiento de resistencia que tenga posibilidad de triunfo, sea de resistencia
armada, o sea de resistencia noviolenta, y muy en especial en esta última. El
relevo generacional es clave en todos los cambios progresivos de una sociedad.
Las nuevas generaciones imponen su impronta. La oposición cubana debe valorizar
lo que ha hecho o dejado de hacer para captar a esa enorme masa juvenil que no
encuentra futuro dentro de los marcos del sistema totalitario.
La juventud siempre es rebelde e iconoclasta; sin
los causes apropiados para conducir esa rebeldía natural, el vacío existencial
le impulsa al alcoholismo, las drogas, el sexo y hasta la ejecución de actos
marcadamente antisociales, o intentando escapar del país empleando cualquier
método posible para lograrlo, aun a riesgo de sus propias vidas en el intento.
La juventud siempre necesita una esperanza; se ha dicho muchas veces que los
jóvenes, en general, no aciertan a precisar lo que quieren, pero saben muy bien
lo que no quieren.
La revolución húngara de 1956 comenzó con una
poderosa protesta estudiantil que movilizó a miles de ciudadanos en su apoyo.
La revolución de la plaza de Tahrir en Egipto, en contra del dictador Mubarak,
fueron acciones impulsadas principalmente por jóvenes, hasta tal punto que a
esta se le denominó Revolución de los jóvenes. Fueron los estudiantes
universitarios de Ucrania los que iniciaron las protestas del Maidán que
concluyeron con el derrocamiento del presidente prorruso Víktor Yanukóvich;
fueron multitudes juveniles que impulsaron en Serbia el movimiento Otpor que
concluyó con la caída del dictador Slobodan Milosevic; como también han sido
los jóvenes los que con más fuerza y coraje se enfrentaron a los cuerpos
represivos en Venezuela y Nicaragua.
En toda lucha social no violenta la participación
del sector obrero es de suma importancia. Hay que ganar a los trabajadores para
el movimiento de acción noviolenta de rescate de la democracia. No se puede
hablar de revolución democrática si en ella no participan los trabajadores y
los obreros.
[1] Dentro de la sociedad cubana, ya desde mucho tiempo, se practica un
tipo de resistencia subjetiva oblicua, a la cual yo denominaría como la resistencia
de receptación. Es el acto de carácter delictivo de proteger a los que venden dentro
del mercado subterráneo productos básicos como leche, aceite, carne y otros
artículos de procedencia ilegal extraídos de almacenes y unidades de producción
estatales.
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