lunes, 2 de agosto de 2021

De los “patriotas” que piden intervención militar extranjera

 

Mario J. Viera

 


¿Patriotas? Lo dudo, y diré por qué no son patriotas.

 

Patriota es todo aquel que se entrega en fuerza y alma a favor de su patria. Patriota es el soldado que muere en las trincheras y en campo abierto defendiendo a su patria de cualquier ejército extranjero que la intente hollar. Patriota es aquel, dispuesto a darlo todo para que en su patria exista democracia y justicia, que se respeten todos los derechos a los que son merecedores sus compatriotas; que es capaz de enfrentarse a una dictadura aún al precio de su libertad o de su vida. Patriota es aquel que da su conocimiento, sus virtudes intelectuales, para hacer grande el nombre de la tierra donde nació., el artista, el poeta, el intelectual, el científico que solo tiene compromiso para con su nación.

 

Sea la excusa que se quiera dar para exigir que, una potencia extranjera se lance en una guerra contra la nación donde se nació, de ningún modo es patriotismo; ¿liberar al país de una dictadura? ¿Sin el propio esfuerzo? Eso solo sería cobardía, o peor aún, Alta Traición.

 

Ya por más de seis décadas rige en Cuba una dictadura totalitaria e intolerante. Una dictadura que exige obediencia absoluta de todos, so pena de persecución, marginalización o cárcel a quien no obedezca, que incluso es capaz de masacrar al pueblo en caso de ver peligrar su poder. En fin, una dictadura que debe ser derrocada, y liquidadas todas sus fuentes de poder. Esto es cierto, y necesario. Hay que demoler el sistema tiránico impuesto por el Partido Comunista de Cuba. En la mente de muchos timoratos, esa dictadura es imbatible, y como tal es su condición, se decide por el ostracismo, por la huida, por el escape, por enfrentar el peligro de la muerte en los corredores del suicidio que es el Estrecho de la Florida.

 

La impotencia del no hacer en Cuba, en la diáspora segura en tierras de libertad, se torna en furia y el furor se transforma en odio; y se grita y clamorea diciendo “¡Abajo el comunismo!”; que no llegue recurso alguno a la isla, sin envíos de remesas, sin ningún tipo de ayuda a los que se quedaron en la isla, que, al fin de todo, se resignaron a continuar sobreviviendo bajo la dictadura. Pero cuando ocurre lo impensable en la isla, el levantamiento de miles de cubanos protestando por las carencias de abastecimientos, por el azote de la pandemia y reclamando libertad; entonces el timorato, que nada hizo en contra de la tiranía cuando allá vivía, se emociona y ya ve próxima la caída del régimen que siempre creyeron imbatible.

 

Entonces el timorato, unido a una turba de iguales timoratos, revuelve dentro de sus intestinos su patriotismo furioso y sale a protestar y a reclamar en Washington DC, al influjo de oportunista y manipuladores politiqueros, porque en estas tierras a nadie persiguen por protestar contra un presidente. Y exige al presidente de Estados Unidos que invada militarmente a la isla para acabar con la odiada dictadura. Y los timoratos, junto a los tontos, que siempre existen, y los políticos, que se dicen cubanos solo porque son hijos o descendientes de cubanos que, años atrás, huyeron de Cuba, organizan caravanas de automóviles que van de aquí a allá, en “solidaridad” con los que tuvieron, lo que a ellos les faltó, para manifestarse masivamente reclamando derechos y libertades.

 

Vean sus furiosos rostros, sus ademanes, sus coléricas palabras que transmiten las cámaras de televisión. Hay ancianos y hay jóvenes, muchos, partidarios de Donald Trump, y de todos ellos, la mayoría quiere un blitzkrieg en Cuba para acabar con el comunismo. Pero tenemos que preguntarnos si ellos conocen adecuadamente lo que reclaman. Por supuesto que la Casa Blanca y el Pentágono conocen muy bien lo que significaría un ataque de sus fuerzas contra Cuba, conocen muy bien el desastre que provocarían en la isla y las consecuencias políticas que esa agresión acarrearía.

 

Hagamos un esfuerzo de imaginación y aceptemos que Joe Biden se deje llevar por la tentación de los votos de los cubano-americanos de la Florida ─ siempre esos votos han ido a favor de los republicanos ─ y decrete una invasión militar a Cuba. Primero se deberá elaborar una estrategia de combate y, segundo buscar apoyo dentro de la Organización de Estados Americanos (OEA). Imaginemos que decida omitir este segundo paso y lance la operación militar sin previas consultas.

 

Cuba cuenta con unas poderosas y bien entrenadas fuerzas armadas, armamentos antiaéreos, y una importante flotilla de aviones de combate, tiene además la capacidad de movilizar en solo un día a un millón de efectivos militares. Además, Cuba es una isla. No existe posibilidad de una invasión terrestre, salvo por la base de Guantánamo, poco eficiente. Para posibilitar el desembarque de la fuerza expedicionaria, se requeriría lanzar ataques aéreos masivos sobre La Habana; bombardear la base aérea de San Antonio de los Baños y las ubicadas en las regiones central y oriental. Apoyar con un ablandamiento artillero desde naves de guerra surtos mar adentro el desembarque de tropas de infantería. Sería lógico que la dirección central del ataque fuera precisamente la ciudad de La Habana. La dictadura, rápidamente anularía la quinta columna que representarían para ella los grupos de opositores, cuyos dirigentes y activistas de inmediato serían masacrados. La ciudad de La Habana quedaría arrasada como Varsovia cuando la Segunda Guerra Mundial; miles serías las víctimas civiles. ¿Es esto lo que desean?

 

¿Cuánto duraría la resistencia de las fuerzas armadas cubanas? Eso sería especulativo, lo suficiente como para conseguir una resolución en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas promovida por Rusia y China. Por su parte, Rusia no desaprovecharía la oportunidad de ocupar Ucrania. 

 

No hay que descartar que, entre los promotores de la guerra “humanitaria” contra Cuba, estén actuando agentes provocadores del gobierno de Cuba con el objetivo de demostrar ─ sabiendo que Estados Unidos no se decidiría por tales acciones ─, que existe un plan agresivo contra la seguridad nacional, y así poder justificar, cualquier acción represiva contra los inconformes en Cuba. Esta propuesta le viene muy bien a la coartada del régimen para restarle legitimidad a las propuestas del exilio cubano y a las mismas de la disidencia interna. Todo puede suceder, en los temas de inteligencia no existen casualidades.

 

Hay de todo en la viña de la diáspora cubana, desde frustrados y oportunistas, hasta provocadores de los agentes de la inteligencia del régimen cubano.

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