Mario
J. Viera
¿Patriotas?
Lo dudo, y diré por qué no son patriotas.
Patriota
es todo aquel que se entrega en fuerza y alma a favor de su patria. Patriota es
el soldado que muere en las trincheras y en campo abierto defendiendo a su
patria de cualquier ejército extranjero que la intente hollar. Patriota es
aquel, dispuesto a darlo todo para que en su patria exista democracia y
justicia, que se respeten todos los derechos a los que son merecedores sus compatriotas;
que es capaz de enfrentarse a una dictadura aún al precio de su libertad o de
su vida. Patriota es aquel que da su conocimiento, sus virtudes intelectuales,
para hacer grande el nombre de la tierra donde nació., el artista, el poeta, el
intelectual, el científico que solo tiene compromiso para con su nación.
Sea
la excusa que se quiera dar para exigir que, una potencia extranjera se lance
en una guerra contra la nación donde se nació, de ningún modo es patriotismo;
¿liberar al país de una dictadura? ¿Sin el propio esfuerzo? Eso solo sería
cobardía, o peor aún, Alta Traición.
Ya
por más de seis décadas rige en Cuba una dictadura totalitaria e intolerante.
Una dictadura que exige obediencia absoluta de todos, so pena de persecución,
marginalización o cárcel a quien no obedezca, que incluso es capaz de masacrar
al pueblo en caso de ver peligrar su poder. En fin, una dictadura que debe ser
derrocada, y liquidadas todas sus fuentes de poder. Esto es cierto, y
necesario. Hay que demoler el sistema tiránico impuesto por el Partido
Comunista de Cuba. En la mente de muchos timoratos, esa dictadura es imbatible,
y como tal es su condición, se decide por el ostracismo, por la huida, por el
escape, por enfrentar el peligro de la muerte en los corredores del suicidio
que es el Estrecho de la Florida.
La
impotencia del no hacer en Cuba, en la diáspora segura en tierras de libertad,
se torna en furia y el furor se transforma en odio; y se grita y clamorea
diciendo “¡Abajo el comunismo!”; que no llegue recurso alguno a la isla, sin
envíos de remesas, sin ningún tipo de ayuda a los que se quedaron en la isla,
que, al fin de todo, se resignaron a continuar sobreviviendo bajo la dictadura.
Pero cuando ocurre lo impensable en la isla, el levantamiento de miles de cubanos
protestando por las carencias de abastecimientos, por el azote de la pandemia y
reclamando libertad; entonces el timorato, que nada hizo en contra de la
tiranía cuando allá vivía, se emociona y ya ve próxima la caída del régimen que
siempre creyeron imbatible.
Entonces
el timorato, unido a una turba de iguales timoratos, revuelve dentro de sus
intestinos su patriotismo furioso y sale a protestar y a reclamar en Washington
DC, al influjo de oportunista y manipuladores politiqueros, porque en estas tierras
a nadie persiguen por protestar contra un presidente. Y exige al presidente de
Estados Unidos que invada militarmente a la isla para acabar con la odiada
dictadura. Y los timoratos, junto a los tontos, que siempre existen, y los
políticos, que se dicen cubanos solo porque son hijos o descendientes de
cubanos que, años atrás, huyeron de Cuba, organizan caravanas de automóviles
que van de aquí a allá, en “solidaridad” con los que tuvieron, lo que a ellos
les faltó, para manifestarse masivamente reclamando derechos y libertades.
Vean
sus furiosos rostros, sus ademanes, sus coléricas palabras que transmiten las
cámaras de televisión. Hay ancianos y hay jóvenes, muchos, partidarios de
Donald Trump, y de todos ellos, la mayoría quiere un blitzkrieg en Cuba para
acabar con el comunismo. Pero tenemos que preguntarnos si ellos conocen
adecuadamente lo que reclaman. Por supuesto que la Casa Blanca y el Pentágono
conocen muy bien lo que significaría un ataque de sus fuerzas contra Cuba,
conocen muy bien el desastre que provocarían en la isla y las consecuencias
políticas que esa agresión acarrearía.
Hagamos
un esfuerzo de imaginación y aceptemos que Joe Biden se deje llevar por la
tentación de los votos de los cubano-americanos de la Florida ─ siempre esos
votos han ido a favor de los republicanos ─ y decrete una invasión militar a
Cuba. Primero se deberá elaborar una estrategia de combate y, segundo buscar
apoyo dentro de la Organización de Estados Americanos (OEA). Imaginemos que
decida omitir este segundo paso y lance la operación militar sin previas
consultas.
Cuba
cuenta con unas poderosas y bien entrenadas fuerzas armadas, armamentos
antiaéreos, y una importante flotilla de aviones de combate, tiene además la
capacidad de movilizar en solo un día a un millón de efectivos militares.
Además, Cuba es una isla. No existe posibilidad de una invasión terrestre,
salvo por la base de Guantánamo, poco eficiente. Para posibilitar el
desembarque de la fuerza expedicionaria, se requeriría lanzar ataques aéreos
masivos sobre La Habana; bombardear la base aérea de San Antonio de los Baños y
las ubicadas en las regiones central y oriental. Apoyar con un ablandamiento
artillero desde naves de guerra surtos mar adentro el desembarque de tropas de
infantería. Sería lógico que la dirección central del ataque fuera precisamente
la ciudad de La Habana. La dictadura, rápidamente anularía la quinta columna
que representarían para ella los grupos de opositores, cuyos dirigentes y
activistas de inmediato serían masacrados. La ciudad de La Habana quedaría
arrasada como Varsovia cuando la Segunda Guerra Mundial; miles serías las
víctimas civiles. ¿Es esto lo que desean?
¿Cuánto
duraría la resistencia de las fuerzas armadas cubanas? Eso sería especulativo,
lo suficiente como para conseguir una resolución en el Consejo de Seguridad de
las Naciones Unidas promovida por Rusia y China. Por su parte, Rusia no
desaprovecharía la oportunidad de ocupar Ucrania.
No
hay que descartar que, entre los promotores de la guerra “humanitaria” contra
Cuba, estén actuando agentes provocadores del gobierno de Cuba con el objetivo
de demostrar ─ sabiendo que Estados Unidos no se decidiría por tales acciones
─, que existe un plan agresivo contra la seguridad nacional, y así poder
justificar, cualquier acción represiva contra los inconformes en Cuba. Esta
propuesta le viene muy bien a la coartada del régimen para restarle legitimidad
a las propuestas del exilio cubano y a las mismas de la disidencia interna.
Todo puede suceder, en los temas de inteligencia no existen casualidades.
Hay
de todo en la viña de la diáspora cubana, desde frustrados y oportunistas,
hasta provocadores de los agentes de la inteligencia del régimen cubano.
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