Mario J. Viera
Durante
todo el siglo XIX y principios del siglo XX, Afganistán fue una pieza en
disputa entre dos imperios, el británico y el zarista, principalmente por los
intereses coloniales británicos sobre la India. El Reino Unido ganó la partida,
no sin dejar de enfrentar varias guerras con los afganos. La tercera y última
guerra anglo-afgana de produjo en 1919. Amanuláh
Kan o Aman Allah había asumido el reino de Afganistán, ese mismo año. En Rusia
se había producido la Revolución de Octubre y los bolcheviques de Lenin llegan
al poder. Esta situación fue aprovechada por el kan afgano para proclamar la
independencia del Reino Unido, dando lugar a esa tercera guerra con los
británicos que concluyó con la firma del Tratado de Rawalpindi de 8 de agosto
de 1919, por el cual el Reino Unido reconocía la independencia de Afganistán.
Una figura, que jugaría un importante papel dentro de la historia afgana,
surgiría de ese conflicto, Mohammed Nadir.
La
influencia perdida de la Gran Bretaña en Afganistán ahora la recogía la Rusia
bolchevique. En 1921, el rey Amanuláh
firmó un tratado de amistad con la Unión Soviética. No obstante, Amanuláh
emprendería una serie de reformas en el país intentando su modernización,
incluyendo la construcción del ferrocarril. Reformas que no fueron bien vistas
por los sectores más conservadores y religiosos del país y, como consecuencia,
se produce la insurrección islámica de finales de 1928 al mando del general Habibullāh
Kalakāni, insurrección esta que se convirtió en una verdadera guerra civil
provocando la abdicación de Amanuláh a favor de su hermano Inayatullá
Khan, quien finalmente abdicaría bajo la presión de Kalakāni, quien entonces se proclamó como
nuevo rey de Afganistán. Sin embargo, su reinado poco duraría.
Mohammed
Nadir ─ que se había marchado del país por contradicciones con el Kan ─
retornaría al país para conducir una guerra contra el nuevo rey y al frente de
un poderoso ejército. En su ofensiva, Kabul cae y se captura y se fusila a Kalakāni. Nadir asume el reino y suprimió muchas de las
reformas de Amanuláh, con el propósito de calmar a las tribus conservadoras.
Luego de controlar las insurrecciones, Nadir implantó nuevas reformas
progresistas, reabrió escuelas, fundó una facultad de
Medicina, y promulgó una nueva Constitución que instauraba un parlamento
bicameral. También promulgó la obligatoriedad del sistema educativo. En un
atentado que se le hiciera, Nadir perdería la vida, siendo entonces reemplazado
por su hijo Mohammed Zahir Shah, quien reinaría por cuarenta años.
Como
se lee en Wikipedia, Zahir Shah, en 1964, promulgó la primera Constitución del
país que convertía a la nación en una democracia parlamentaria. La familia real
quedaba fuera de la mayoría de los puestos de la Administración, se celebrarían
elecciones libres y se reconocían los derechos civiles. Además, se reconoció la
igualdad de derechos entre hombres y mujeres, dando a las mujeres, por primera
vez en la historia del país, el derecho al voto, al trabajo y a la educación.
Entre las medidas para modernizar el país, destaca su labor para acabar con la purdah,
que obliga a las mujeres a cubrirse totalmente en público mediante el uso de
burkas o ropas similares. Bajo su reinado, también se fundó la primera
universidad, la Universidad de Kabul y se intentó mejorar las infraestructuras.
En
julio de 1973, mientras Zahir Shah se encontraba en Italia recibiendo
tratamiento médico para su lumbalgia, Mohammed Daoud Khan dio un golpe de
Estado y proclamó la República. Mientras el depuesto rey, en su política
exterior, se inclinaba a favor de Estados Unidos, Daoud era favorable a la
Unión Soviética. Daoud ejerció un gobierno autoritario y la implantación de un
partido político ─ el Partido Revolucionario Nacional ─ que suprimió al resto
de los otros partidos. Aunque en un principio se inclinaba a favor de la Unión
Soviética y recibiera apoyo de la misma, finalmente comenzó a confrontar
problemas con el Partido Democrático Popular de Afganistán (comunista)
Lunes
27 de abril (saur) de 1978, la Revolución de Saur. Los comunistas toman el
poder en Afganistán tras un golpe de Estado contra el Presidente de la
República de Afganistán, Mohammed Daoud. Daoud moriría asesinado durante
el golpe de Estado de la Revolución de Saur. La misma suerte le tocaría al
líder de la insurrección del Saur, Nur
Mohammad Taraki, cuando en 1979 fuera destituido de su jefatura de gobierno por
otro dirigente comunista, Hafizullah Amin. La Revolución de Saur proclamaría la
formación de la República Democrática de Afganistán. Se inició entonces una
campaña de alfabetización, una reforma agraria radical, se prohibió la
elaboración del opio, se legalizaron los sindicatos y se dictó una ley de
salarios mínimos; también quedó abolida la burka, y se permitió la integración
de las mujeres al trabajo, a los estudios universitarios y a su participación
en la política.
“Liderados al principio por Nur Mohammad Taraki ─ revela
el corresponsal de la BBC en Afganistán, William
Reeve, en artículo publicado el 26 de abril de 1996 ─, los comunistas estaban lejos de estar unidos. Fueron
tanto choques de personalidad como de política, ya que la facción Khalq
o popular de Taraki ganaron inicialmente el día desterrando a los miembros de
la facción moderada progresista Parcham o bandera a puestos de
embajadores en el extranjero”. Dos facciones dentro del Partido Demócrata
Popular, dos facciones pugnaban por el poder, una era la facción moderada progresista
Parcham o “Bandera”, liderada por Babrak
Karmal; y la facción Khalq
o “Popular”, esta última liderada por Taraki y por Hafizullah Amin quien
ganaría preminencia dentro del partido hasta el punto de lograr, por métodos no
muy ortodoxos, la destitución de Taraki y su eliminación física para así
convertirse en el presidente de Afganistán.
Karmal que, al triunfo de la revolución comunista, había
sido designado Primer Ministro Adjunto fue destituido de ese cargo y enviado
como embajador en Praga. Poco tiempo después, la facción Khalq de Taraki le
acuso de conspirar contra el gobierno, destituyéndole como embajador. Karmal
permaneció como exiliado en Praga.
Hafizullah Amin resultó ser un individuo totalmente
torcido, incluso hasta para el Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS);
así lo vio el Buró Político del PCUS en fecha 31 de octubre de 1979:
“En un esfuerzo por hacerse un
hueco en el poder, Amín hizo gestos teatrales, como la liberación de personas
previamente detenidas, pero, de hecho, amplió el alcance de la represión en el
Partido, el ejército, el aparato estatal y las organizaciones públicas. Es
evidente que tiene el trabajo de eliminar de la arena política prácticamente
todas las figuras prominentes del Partido y el Estado que ve como sus
adversarios reales o potenciales... Las acciones de Amín están generando un
descontento creciente en las fuerzas progresistas. Si antes estaban en su
contra los miembros del grupo Parcham, ahora se unieron los del grupo Jalq,
representantes del aparato estatal, el ejército, la intelectualidad y la
juventud. Esto crea incertidumbre para Amín, que estudia la manera de
intensificar la represión, con una reducción aún mayor de la base social del
régimen” [Citado en Wikipedia de una traducción del
ruso del artículo de Nikita Mendkovich, “La historia de la modernización en
Afganistán: una visión desde Moscú” [История модернизации Афганистана: взгляд из Москвы]
Como
anotó el corresponsal de la BBC, Reeve, fue durante este tiempo “que el
derramamiento de sangre comenzó en serio. Decenas de miles de afganos
desaparecieron para no ser vistos nunca más”. En diciembre de 1979 las tropas
soviéticas intervinieron en Afganistán ante la inestabilidad del gobierno
comunista de Amin que, en cualquier momento, podría ser derrocado y sustituido
por un gobierno de composición ultraconservadora e islámica. Ante tal
contingencia, Amin se alía con el líder de la milicia fundamentalista islámica Hezbi
Islami de Gulbuddin Hekmatyar. Se dice que esta organización que se
enfrentó a los invasores soviéticos recibía financiamiento directo por parte de
la CIA.
Los
soviéticos logran penetrar en Kabul, Amin es destituido, se dice, en realidad
fue asesinado, unos aseguran que envenenado por los servicios de inteligencia
soviéticos y otros que fueron los comandos de las fuerzas especiales de la Spetsnaz
las que le acribillaron a balazos. Babrak
Karmal, retornado de su exilio, aceptó asumir el cargo de presidente.
En septiembre de 1987 Karmal sería sustituido en la
presidencia por el que era jefe del servicio de inteligencia, un equivalente
afgano de la KGB soviética, el Dr. Mohammad Najibuláh. Su gobierno se
mantuvo hasta tres años después de la retirada de las tropas soviéticas de
Afganistán, ordenada por Mijaíl Gorbachov.
La
intervención soviética en Afganistán, según algunos observadores, costó la
muerte de hasta dos millones de afganos, desplazó a siete millones y causó la
muerte de más de 14 mil soldados soviéticos.
Llegaba
entonces el momento de los muyahidines
y del talibán. El 18 de marzo de 1992, ya desaparecida
la URSS, acosado por las guerrillas fundamentalistas y los talibanes, Najibuláh
ofreció entregar la presidencia a un gobierno de transición y el 16 de abril
renunció; buscó entonces refugió en la embajada de la India y luego en el
edificio de la oficina de la ONU. El 26 de septiembre de 1996 llegaría el fin
de su existencia, y la del experimento comunista en Afganistán, cuando el
talibán conquista Kabul y asalta el edificio de la ONU. Najibuláh y su hermano
son secuestrados por el talibán y ambos asesinados. El diario español El País
relata este ajusticiamiento:
“Najibuláh
fue "condenado a muerte unánimemente por los ulemas" (los doctores de
la ley islámica) y por el "consejo central talibán", por haber
"violado los derechos del pueblo afgano", declaró un portavoz de esta
guerrilla de extremistas islámicos para justificar la ejecución'. Cinco
guerrilleros entraron en la misión de las Naciones Unidas y, casi sin mediar
palabra, fusilaron a Najibuláh con un tiro en la cabeza. Su hermano, Shalipur
Ahmadzai, fue sacado más tarde del lugar para ser ahorcado. Una vez muerto, el
cuerpo de Najibuláh fue atado a un jeep y arrastrado hasta el poste donde le
colgaron. A su lado pende también Ahmadzai, cuya boca han taponado con cientos
de billetes de afganis, la depreciada moneda afgana”.
Triunfaban
los yihadistas y el talibán con la ayuda militar de Estados Unidos ─ más
decidida y abierta cuando Ronald Reagan ocupaba la Casa Blanca ─; de Arabia
Saudita, de Egipto y los servicios de inteligencia de Paquistán. Como aseguró
BBC, “Reagan llegó a recibir a una delegación de líderes yihadistas en el
Despacho Oval y en su discurso sobre el Estado de la Unión de 1986 lanzó un
mensaje a los rebeldes afganos: ‘No están solos, combatientes de la
libertad. Estados Unidos los apoyará’”. Como dijera Murad
Shishani, experto en milicias yihadistas de la BBC: "Cuando surge el
talibán (1994) ya había caído la URSS, pero es cierto que algunos de los
líderes que lo fundaron estuvieron entre los señores de la guerra que
recibieron la ayuda estadounidense en la guerra contra la URSS".
El
Emirato Islámico de Afganistán se mantuvo durante cinco años, cuando Estados
Unidos lo derrocara en 2001. Hoy, luego de cruentos 20 años, Estados Unidos se
retira de esa tierra de sangre y guerras. Vuelve a establecerse el Emirato
Islámico ¿Cuánto durará? Solo algunos años, en Afganistán siempre hay guerras
civiles y cambios de poderes.
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