martes, 24 de agosto de 2021

Lo prioritario; más que palabras, proselitismo

 

Mario J. Viera

 


Ya va siendo sintomático y sistemático, dentro del movimiento disidente interno en Cuba, la elaboración de enjundiosos proyectos, plataformas, comunicados; todos muy bien elaborados y muy bien expresados, y todos, y cada uno de esos proyectos, plataformas y declaraciones, repiten, con diferentes tonos, las mismas conclusiones, que el régimen dictatorial impuesto por el PCC es decadente, equivocado y violador de los derechos humanos. La realidad no puede ocultarse, y esa realidad plantea que se requieren cambios; pero ¿quién desconoce en Cuba la necesidad de hacer cambios? Tal vez algún que otro ingenuo, que siempre los hay; o algún que otro cómplice del régimen; pero ¿la mayoría?

 

Existe, siempre ha existido, una muestra poblacional compuesta por aquellos que guardan silencio y rumian sus frustraciones en la intimidad del hogar por el lógico temor a la represión; pero también están los miles que emigran desesperados ante su situación económica, sin importar medios y recursos para lograrlo, y los miles de jóvenes que, como todo relevo generacional, es rebelde y no se vincula con una historia que, para ellos es solo tiempo pasado; y los miles que se atreven a vincularse abiertamente a la disidencia y, sobre todo, esos miles que, de modo espontáneo, protagonizaron las revueltas del 11 de julio. Esa gran mayoría está consciente de la necesidad de un cambio, porque está presente en sus propias vidas. ¿Convencer al convencido de que hay que hacer cambios, tanto sociales, políticos y económicos?

Ya ha dejado de ser prioritaria la labor de convencimiento. En ningún país existe una mayoría de intelectuales, por tanto, cuando se intenta adelantar un proyecto político, sobran las propuestas intelectuales; se requiere hablar claro para que todos entiendan. La ilustración en Francia sentó las bases de la necesidad del cambio, inspiró; pero no ejecutó la Revolución, sin el apoyo de los sans-culottes no habría habido Revolución Francesa; sin los granjeros de las Trece Colonias, no habría habido la revolución americana; sin el apoyo de los llaneros no habría tenido éxito Simón Bolívar; sin apoyo de la gran masa de campesinos y de negros esclavos no se hubiera podido formar el ejército mambí en Cuba; y hasta la revolución bolchevique en Rusia no se hubiera producido si no se contara con las masas de obreros y soldados que nada conocían de plusvalía ni de dialéctica.

 

La gran masa nacional en Cuba no se moviliza con propuestas de “libertad de empresa”, “equilibrio presupuestario”, de planes especiales “a la compensación por las expropiaciones” y de “compromisos transparentes de pago de la deuda externa”. Nada de esto moviliza a los pueblos. Más influencia movilizadora tuvo el tema de una canción que todas las propuestas intelectualoides. El 11 de julio la gente en la isla salió al reclamo de Patria y Vida.

 

Más que palabras rimbombantes, lo prioritario hoy es hacer proselitismo directo, persona a persona, haciendo solo uso de las páginas sociales del internet como medio auxiliar. Lo prioritario ahora es organizar al pueblo, conducción de masas, y liderazgo horizontal. En una palabra, moverse dentro de las entrañas del pueblo. El régimen luego de la acometida del 11 de julio ha comenzado a moverse, se va a los barrios y a las universidades con el propósito de consolidar sus bases. Esto también debe acometerse por la disidencia convertida en fuerza opositora, ir al pueblo para consolidar la base necesaria para impulsar un movimiento de resistencia no violenta bien organizado que rete a la dictadura y la obligue a parlamentar.

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