Mario
J. Viera
Sí,
hay un tiempo para todo, y hay un tiempo para cada suceso bajo el sol, como se
puede leer en Eclesiastés, ese hermoso libro de la Biblia, tan lleno de
enseñanzas útiles y, debo decir de entrada, que no me identifico
ideológicamente, con los principios bíblicos, pero los acontecimientos que
ahora se produjeron en Cuba con el estallido de las protestas del 11 J, y las
continuadas exaltaciones pasionales de la diáspora cubana en Miami Dade
(diáspora, para incluir exiliados e inmigrantes económicos que conforman a la
comunidad cubana en Estados Unidos) me hacen rememorar el Capítulo 3,
versículos del 1 al 8 de Eclesiastés.
Es
que todo tiene su tiempo y tiene su momento oportuno para el hacer; sí, hay un
tiempo para nacer y un tiempo para morir, como hay un tiempo para plantar y un
tiempo para cosechar. También existe un tiempo para derribar y un tiempo para
construir, como igualmente, un tiempo de amar, y un tiempo de odiar; y hasta
hay un tiempo para hacer la guerra, y un tiempo para concertar la paz. Estas
dos últimas antítesis me obligan a divagar sobre determinados temas políticos,
que, con respecto a Cuba están sobre la mesa; como es el caso del embargo,
denominado por el régimen del Partido Comunista ─ y por algunos de sus
eventuales compañeros de caminos que se autodefinen “progresistas” ─ como
“bloqueo”; y el tema de las sanciones económicas no selectivas contra el
gobierno de Cuba.
Siempre
tenemos que referirnos al puntual antecedente que han sido las masivas
manifestaciones de protestas protagonizadas por el pueblo cubano el 11 de
julio; manifestaciones que algunos de esa diáspora cubana apenas les dan
importancia y otros que las han hipertrofiado, destacando solo algunas de las
verdaderas causas de las protestas, resaltando algunas u omitiendo otras, de
acuerdo a lo que quieren entender. Y es que debemos considerar que ─ esto no previsto
por el autor de Eclesiastés, atribuido, supuestamente, al mítico rey Salomón ─
hay un tiempo para soportar abusos y un tiempo para rechazar los abusos; y esto, precisamente es lo ocurrido el 11 J, una poderosa protesta en contra de los
abusos en el abastecimiento, en la pobreza, en los efectos de la pandemia y de
la denominada Tarea Ordenamiento, que todo ha desordenado, y en favor de las
libertades y la destitución del actual gobernante Miguel Díaz-Canel, y todo,
bajo la consigna de “Patria y Vida”; consigna esta tan denostada por un sector
minoritario de la diáspora cubana y bendecida por la mayoría de esa misma
diáspora.
Es
que también hay tiempo para maldecir y tiempo para bendecir. Los que denigran
la consigna de Patria y Vida se fundan en la falacia del argumento ad
hominem, referido a sus autores principales, Yotuel Romero, Descemer Bueno
y el dúo de Gente de Zona conformado por Alexander Delgado Hernández y Randy
Malcolm Martínez, a quienes acusan de oportunistas por algunas pasadas
veleidades con respecto al régimen del PCC. Sin embargo, la consigna ha calado
dentro de la conciencia de los cubanos al interior de la isla. Qué importancia
pueda tener el autor o los autores de una consigna cargada de poder
movilizador. En todo movimiento de resistencia se necesitan símbolos que
impliquen el ideal de la resistencia. ¿Acaso desconocen el origen de nuestra
enseña nacional? Olvidan que fue diseñada por el anexionista Miguel Teurbe
Tolón, siguiendo la idea del ambicioso venezolano Narciso López quien había
formado filas dentro del Ejército Realista de España en lucha contra Simón
Bolívar; bandera que primeramente tremoló en la ciudad de Cárdenas el 19 de
mayo de 1850 durante la frustrada expedición anexionista de Narciso López.
Bandera que posteriormente levantó Ignacio Agramonte como símbolo de combate y
que, como expresara Bonifacio Byrne, en su poema “Mi Bandera”, “Orgullosa
lució en la pelea,/sin pueril y romántico alarde:/¡al cubano que en ella no
crea/se le debe azotar por cobarde!” ¡Claro que hay tiempo para
rechazar los abusos y tiempo para amar!
Todo
puede ser; pero no todo se puede aceptar. No se puede admitir la manipulación
de los sentimientos, porque conduce al extravío y al engaño. Cuando todo un
pueblo repudia y protesta, aparecen los oportunistas con todo el propósito de
adelantar sus intereses personales o sus agendas políticas. Y este es el caso
que vemos ahora en Miami-Dade. La derecha radical del partido Republicano se ha
adueñado del repudio de la diáspora cubana hacia la dictadura cubana, para
convertirla en protesta en contra del gobierno de Estados Unidos. Convertir en
problema interno una crisis externa, es el mejor método de hacerle oposición a
la administración de Biden; más que satanizar al régimen del PCC se sataniza a
la actual administración demócrata. La mira puesta está en las elecciones
intermedias del 2022. Hay que ganar Florida y asegurar los cargos que se
ostentan en el Congreso es el principal propósito de los republicanos de
Florida.
Bien
que esa derecha radical conoce la masa que manipula, mayoría de patriotas de
bolsillo, seguidores apasionados de Donald Trump, que hicieron caravana y actos
masivos de apoyo a las mentiras trumpistas sobre el fraude electoral, y una
gran parte de ellos vio como héroes a los asaltantes del Congreso el 6 de
enero; mayoría significativa dentro de la comunidad cubano-americana; mayoría
fácilmente manipulable. Ejemplo de esa masa guiada por los republicanos es
aquella señora que en una de tantas manifestaciones frente al restaurante
Versalles gritaba furiosa por los poros, que cree ver, hay en el embargo, cuyas
palabras reprodujo ese canal televisivo, hoy convertido en la versión hispana
de Fox News, Telemundo 51; canal que da amplia cobertura a las declaraciones
republicanas sin hacer uso del contraste informativo. Y la señora de marras se
manifestaba indignada diciendo que hoy casi todo el pollo que se consume en
Cuba proviene de Estados Unidos, olvidando que esto fue aprobado durante la
administración del republicano George W. Bush, en octubre de 2000, cuando la
puesta en vigor de la Ley de Sanciones Comerciales e Incremento del Comercio,
por la cual se permitía la venta de productos agrícolas y medicinas a Cuba por
razones humanitarias.
Así
lo comentó Amnistía Internacional de septiembre de 2009: “Desde 2002,
Estados Unidos ha sido el principal proveedor de alimentos y productos
agrícolas a Cuba. Desde 2005, las regulaciones estadounidenses establecen que
estas exportaciones deben realizarse mediante pago por adelantado, y el pago
debe completarse antes de que los productos se envíen a Cuba; además, las
transacciones deben realizarse a través de bancos en un tercer país. En
2008, Cuba importó de Estados Unidos alimentos y productos agrícolas por un
valor superior a 700 millones de dólares. En marzo de 2009, el gobierno
estadounidense levantó estas restricciones, y permitió que Cuba siguiera
comprando alimentos y productos agrícolas y pagándolos tras la entrega”.
El
embargo comercial de Estados Unidos, como tantas otras cosas, constituye un
elemento más de contradicción dentro de la variopinta diáspora cubana. Unos que
piden se levante el embargo a rajatabla, otros, no solo quieren que se mantenga,
sino que también se haga más rígido; sí porque hay que asfixiar al gobierno de
Cuba, sin importar que, como daño colateral, también con ello se asfixia a la
gente que vive en Cuba del día al día. Y es verdad, tal como lo dice Amnistía
Internacional, que, aunque “el gobierno cubano es el principal
responsable de respetar, proteger y hacer realidad los derechos humanos en Cuba,
existe un reconocimiento internacional cada vez más general respecto a que, al
imponer sanciones tales como embargos comerciales, los Estados deben tener
en cuenta los posibles efectos de estas sanciones en el disfrute de los
derechos económicos, sociales y culturales en el país afectado. Amnistía
Internacional cree que el impacto del embargo sobre los derechos humanos
de la población de Cuba no ha tenido una atención suficiente del gobierno
estadounidense”.
De
este modo, Joe Biden se encuentra en el medio de un campo de tiro, donde unos
exigen más embargo y otros piden su eliminación, olvidando ambos sectores que
el embargo ya está legislado por dos leyes aprobadas por el Congreso, la Ley Torricelli
de 1992 y la macarrónica Ley Helms-Burton de 1994 y por lo regulado en esta
última ningún presidente por sí puede levantar el embargo sino con el concurso
del Congreso Federal; por otra parte ¿Más sanciones indiscriminadas a las
impuestas por Donald Trump? Esto es algo que ni siquiera Trump, si hubiera
conseguido un segundo periodo de gobierno, se habría atrevido a hacer. En
definitiva: Hay tiempo para aprobar como hay tiempo para repudiar.
Los
republicanos están en campaña. Quien crea que lo hacen a favor de los cubanos
oprimidos en la isla está en un completo error. Primero tergiversan las
demandas del 11 J; demandas que no fueron recogidas en un pliego, porque no se
trató de manifestaciones políticamente organizadas, sino como la expresión del
cansancio del pueblo. Vease lo dicho por Ron DeSantis el 13 de julio: “Ellos
no están exigiendo vacunas o medicinas, lo que realmente quieren es
la libertad que no han tenido por más de 60 años. El que crea otra cosa no
entiende la opresión que ha sufrido ese pueblo”. O lo dicho recientemente
el vástago de una familia batistiana Mario Díaz-Balart y el mediocre ex alcalde
de Miami-Dade Carlos Giménez que "los cubanos no piden
remesas sino libertad". Es que los cubanos tienen que esperar a la
caída del régimen del PCC para alcanzar la libertad, y solo entonces, con ella
"llegarán comida, medicinas, vacunas contra la COVID y el progreso
económico", ¡Claro está si antes no mueren por la pandemia o por
inanición!
Y
van todos sus dardos contra Joe Biden, el que ganó el Colegio Electoral y el
voto popular frente al maniático Donald Trump. Vean que este es el ejemplo: "Esto
no debe ser un tema de republicanos o demócratas, es sobre Estados Unidos y el
mundo libre" ante "una dictadura de más de 60 años (…) No
puedes [Biden] ser el líder del mundo libre cuando estás en silencio
ante esos que piden libertad", expresó muy emocionado Kevin
McCarthy, líder de la minoría republicana en la Cámara de Representantes.
¡Ah,
hermosas palabras; emotivas palabras! Lástima que no le expresó las mismas
palabras a Donald Trump, cuando este coqueteaba con el máximo dirigente de una
dictadura más despiada que la que pudiera ser la del PCC, con Kim Jong Un.
Cuando Trump dijera del tirano que era su amigo; cuando a pedido del Jong Un
suspendiera los ejercicios militares conjuntos entre las fuerzas de Corea del Sur
y las estadounidenses, a los cuales denominó “juegos de guerra”, para hacer
feliz a la bestia de Corea del Norte. ¡No, entonces, McCarthy, solo hizo unos
tímidos comentarios!, como este de: “Los métodos de Trump hicieron que Corea
del Norte hablara, así que dale una oportunidad en materia de comercio. No creo que nadie gane una guerra comercial, pero sí creo
que es saludable tener una discusión comercial”; o este otro, donde expresó: "Permitamos que
[Trump] tenga un poco de margen para tener una discusión. Siempre
es parte de las negociaciones, a veces haces una discusión sobre un punto para
que puedas ser más fuerte".
Y lo que dijo la hija de unos cubanos que salieron
huyendo de la isla cuando llegó al poder Fidel Castro, sin haber hecho nada
para enfrentarle, convencidos como estaban de que era comunista, María Elvira
Salazar, periodista mediocre surgida, ¡Tenía que ser de Telemundo 51!, nacida
en Miami en 1961 exclamando muy airada, "La
paciencia se nos está acabando", porque reiteradamente, se le ha solicitado a Biden un "liderazgo
claro" con respecto a Cuba. Y no podía faltar la glamorosa, la diva del
republicanismo, Rosa María Payá, la hija del iluminado, del impecable
representante de la oposición cubana, del “mártir” Oswaldo Payá, que para
resalto de ella se aprobó en el Senado estadounidense, a petición de Marco
Rubio ─ omitiendo nombres preclaros como los de Ricardo Bofill y Sebastián
Arcos Bergnes, que si conocieron las cárceles de la tiranía ─ rebautizar la calle donde se levanta la sede
de la embajada cubana con el nombre de “Oswaldo Payá Way”. Y dice la destacada
activista pro ella misma: "El presidente Biden dice que apoya la clara
demanda de libertad, pero todavía no ha actuado para ayudarla a la
altura de la circunstancia".
Dejemos
a un lado las ambiciones republicanas, que han convertido el 11 J en un
apetitoso pastel colocado sobre los lomos de un elefante y cada uno aspira a
probar una tajada del mismo. Olvidemos las intrigas politiqueras que alimentan
la polarización política en Estados Unidos y situémonos en lo específico. Hoy, no
es el momento de suprimir, por muy estúpidas que sean, que lo son, las
sanciones que Trump le impuso a Cuba. Hoy, en este momento, luego que la
dictadura reprimiera el derecho de manifestación con violencia física,
detuviera a cientos y condenado a muchos de los participantes en las
manifestaciones bajo cargos de “desorden público” y desacato, y sin las
adecuadas garantías judiciales; no sería políticamente acertado, quizá más
adelante pudiera hacerse, pero paso a paso. Levantar el embargo, no es el
momento, no existe una mayoría congresional favorable a ello y de hacerlo,
hacerlo paulatinamente, concesión por concesión. Es que existe un tiempo de
espera y un tiempo de hacer;
Si
se me permitiera darle mi opinión a Biden, yo solo le diría: “Ud. es el
presidente de Estados Unidos; haga lo que entienda es mejor para Estados
Unidos; elabore su propia política exterior, de acuerdo con sus propias
opiniones y el consejo de su equipo de asesores. Concéntrese en los intereses
de su país, en el mejoramiento social, educativo y económico de sus ciudadanos,
ellos lo valorarán, Desarrolle una política interior dirigida a ganar apoyos
dentro de las minorías nacionales, de los sindicatos, de los trabajadores de la
industria. Céntrese en el trabajo de acabar con el azote de la pandemia,
fortalezca las relaciones con los aliados de Estados Unidos y hacer que
florezca la economía nacional con bajos índices de desempleo; recuerde
que Estados Unidos no es el policía universal y que la era del gran garrote ya
ha quedado solo como recuerdo histórico”.
Para
los cubanos que en la isla se enfrentan al poder de la dictadura, ya no hay
tiempo de esperar por salvadores externos, es tiempo de alcanzar la libertad
por propia y autóctona decisión. ¿Qué ha hecho Estados Unidos para rescatar la
democracia en Nicaragua?¡Nada, si acaso alguna que otra tímida sanción
económica! ¿Y los cientos de muertos en las protestas masivas de Nicaragua?
¡Nada, todavía Daniel Ortega se mantiene en el poder! ¿Y en Venezuela, donde
todas las acciones estaban puestas sobre la mesa? ¿Y los cientos de asesinatos
políticos que han cometido en Venezuela los grupos de facinerosos que militan
en bandas parapoliciales conocidas como “colectivos”? ¡Nada, todavía Maduro
mantiene el poder y la oposición se ha quedado sin fuerzas! Olvídense, Marco
Rubio, Mario Díaz Balart, María Elvira Salazar, Carlos Giménez, Ron DeSantis y
Rick Scott son políticos estadounidenses, para ellos, en realidad, Cuba solo es
un propósito para alimentar sus aspiraciones políticas y ganar en la Florida
los votos de la poderosa, en número, comunidad cubano-americana. ¿Las afamadas
organizaciones del exilio cubano? ¿Qué han hecho de utilidad para la conquista
de la libertad en Cuba, el Directorio Democrático Cubano, la Asamblea de la
Resistencia Cubana, ambos bajo la dirección de Orlando Gutiérrez, con su "Plan
República de Cuba"; Cuba Decide, encabezada por Rosa María Payá promoviendo
un “plebiscito vinculante”; y otras del mismo pelaje? Salvo vivir sin sudar la
camisa, nada han logrado, solo dividir más y más a los sectores de la diáspora
cubana alineándose a un solo partido estadounidense, el Republicano y dando
apoyo ferviente a Donald Trump.
Hay
que reorganizarse, comenzar de nuevo, elaborar una estrategia de resistencia,
conociendo nuestras fuerzas y nuestras debilidades. Elaborar un pliego de
demandas y propuestas. El 27 N puede jugar un papel movilizador. Echar a un lado
las promesas de un exilio desfocado, y del histerismo miamense. La solución de
nuestros problemas está en las manos de las nuevas generaciones, y hay que
ganar la voluntad de actuar de esa generación. Cuba no necesita una nueva
Enmienda Platt. Cuba ha de levantarse por el esfuerzo de todos sus hijos, sin
exclusiones, para poder superar esta etapa de oscurantismo político donde ha
sido sumida por los máximos responsables del usurpador Partido Comunista de
Cuba. ¡Habrá una Tercera República!, como hubo una primera, surgida el 29 de
mayo de 1934 al ser derogada la Enmienda Platt; como hubo una segunda, a partir
del 10 de octubre de 1940 con la ratificación de la Constitución del 40. Sí,
necesariamente, surgirá la Tercera República, una, soberana, independiente y
libre República de Cuba. Todavía hay tiempo para la esperanza.
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