Mario
J. Viera
Por
principios morales e ideológicos soy totalmente opuesto a las guerras. Las
guerras solo conllevan dolor, destrucción, sangre y llanto. La guerra, como se
dice en la conocida canción argentina “Solo le pido a Dios”, es un monstruo
grande y pisa fuerte. Sin embargo, hay momentos históricos cuando una política
de extremo pacifismo conservador conduce precisamente a la guerra; así ocurrió
con los antecedentes de la Segunda Guerra Mundial, iniciada el Primero de
septiembre de 1939. Francia e Inglaterra, en aquel entonces, procuraban calmar
las ansias expansionistas de la Alemania hitlerista; pero Hitler consideró que
aquella política de apaciguamiento era la manifestación palpable de la
debilidad de esas naciones, y luego de anexarse a Austria (el Anschluss),
y absorber Checoslovaquia lanzó sus divisiones panzer sobre Polonia.
Ante
la agresión del régimen de Vladimir Putin contra Ucrania, sin previa declaración
de guerra, como lo hiciera Japón el 7 de diciembre de 1941 con el ataque aéreo
masivo sobre la base estadounidense de Pearl Harbor, Europa y la OTAN no han
respondido con la suficiente energía que esa agresión a Ucrania requiere. Hay
que entender, acabar de entender, que la guerra de Putin contra Ucrania, no
tiene solo como único objetivo impedir que Ucrania se incorpore a la Unión
Europea y a la OTAN o de derrocar al gobierno legítimos de Volodímir Zelenski y
sustituirle por un gobierno títere de Rusia. La mira de la agresión apunta en
contra, en primer lugar, a la Unión Europea y a la OTAN, y también a los
Estados Unidos.
La
respuesta del mundo democrático a la criminal guerra de Putin en Ucrania, de la
Unión Europea, de Estados Unidos, Gran Bretaña, Canadá, Japón, Australia, Nueva
Zelanda, y hasta la históricamente neutral Suiza, ha sido la imposición de
fuertes sanciones económicas a Rusia, que, aunque afectando a la economía del
imperio ruso, también comportan efectos colaterales sobre sus propias
economías.
Putin,
por su parte, declaró que tales sanciones contra Rusia son de hecho una
declaración de guerra.
Como
bien lo ha expresado el periodista de BBC, Fergal Keane, “[las sancione
impuestas sobre Rusia] No detendrán esta guerra porque se ha convertido en
una lucha existencial para Vladimir Putin. Si pierde, sabe que sus días en el
poder seguramente están contados. En su mente estará la posibilidad de ser
derrocado o enfrentarse a un tribunal penal internacional (…) ¿cómo
responderán los aliados cuando las sanciones no pueden hacer callar a la
artillería?”.
El
avance ruso por el sur de Ucrania tiene un doble objetivo, ocupar Odesa y
asentar tropas ante la frontera oriental de Moldavia con Ucrania y asegurarse
el apoyo de la pseudorrepública secesionista de Moldavia, Transnistria, para
lanzar un golpe “preventivo” sobre Moldavia, país que formaba parte de la
desaparecida Unión Soviética y que ha solicitado su ingreso a la Unión Europea.
Evidentemente, Moldavia está dentro de la lista de intereses de Putin.
Estados
Unidos y la OTAN tienen que hacerle claro a Putin de que están dispuestos a
jugar al duro en el caso de Ucrania. Se debe acelerar la burocracia para
suministrar el necesario aporte de armas letales al ejército ucranio, en
misiles, artillería pesada, tanque de guerra y, sobre todo, y ya con carácter
de urgencia, de aviones de combate, Los armamentos pueden ser suministrados
desde Polonia, Eslovaquia y Rumanía. Ahora mismo se debe asegurar la defensa
fronteriza de Moldavia aportando para ello todos los medios defensivos que
resulten imprescindible.
Bielorrusia
debiera recibir la presión de la OTAN en sus fronteras con Polonia. Una advertencia
clara debe plantearse al dictador Alexander Lukashenko de que deberá ser
neutral en el conflicto ruso-ucranio.
Se
debe trazar una línea roja al régimen de Putin en cuanto a los bombardeos a
ciudades ucranianas y sectores civiles, como crímenes de guerra que Occidente
no puede aceptar de ninguna manera.
El
Departamento de Estado deberá presionar a los principales países productores de
petróleo, entre ellos Arabia Saudí, Kuwait, Libia y Emiratos Árabes Unidos para
que aumenten la producción de crudos; al mismo tiempo, Estados Unidos debe
aumentar sus extracciones de petróleo.
La
guerra entre Rusia y el mundo democrático está a las puertas. Si Occidente no
actúa firmemente para contener a la ofensiva rusa en Ucrania. El Gobierno de
Zelenski ha pedido apoyo frente a la guerra criminal que Putin ha desencadenado
y hay que darle ese apoyo. Si Ucrania cae la guerra será inevitable, las ansias
imperiales de Putin no quedarán saciadas, todo lo contrario, serán estimuladas.
Así ocurrió en 1939 cuando Hitler ocupó Polonia.
Una
medida que resultaría detestable en condiciones de paz’ pero no cuando Putin ha
puesto en alerta a sus fuerzas nucleares, es que Estados Unidos, ya, ahora
mismo, deberá incrementar su arsenal atómico y poner en marcha toda su
capacidad industrial de producción de armas. Hay que estar preparados para el
escenario peor, el de la real posibilidad de una nueva guerra mundial.
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