Mario
J. Viera
Un
país internamente polarizado, como lo es actualmente Estados Unidos, es un país
débil para impulsar su política exterior. La administración Biden enfrenta en
estos momentos una situación internacional extremadamente peligrosa, a partir
de la agresión del régimen de Putin contra Ucrania. Rusia ha lanzado un
poderoso reto a los Estados Unidos; y Estados Unidos tiene que demostrar su
capacidad de liderazgo para hacer frente al reto y vencer.
Joe
Biden tiene que moverse sobre un terreno resbaladizo. Por un lado, enfrentar al
enemigo externo y por otro, saber dar respuesta, en lo interno, al reto
electoralista que le impone la ultraderecha del partido Republicano, dirigido a
alcanzar la mayoría congresional. Putin, por su parte, se mueve con mayor
libertad de acción; no tiene que enfrentar a una delirante oposición que
intente desestabilizar su poder ni tiene que enfrentar el escrutinio de la
prensa independiente.
En
estas condiciones viene a cuento la frase atribuida a Jesús de Nazaret: “Ser
cautos como las palomas y astutos como las serpientes”. China, como he
expresado en otra ocasión está al acecho, y Corea del Norte e Irán se mantiene a la expectativa de lo
que pueda alcanzar Estados Unidos en el actual conflicto en Ucrania. A Estados
Unidos no le queda otro recurso que ser cauteloso en cuanto a los obstáculos
que los republicanos están decididos a imponerle al presidente Biden; y ser lo
suficiente astuto para arrancarles posibles apoyos a Putin y minimizar los
efectos que en la economía interna pueda producir el veto a las exportaciones
de petróleo y gas de Rusia. Si hay que llegar a formular acuerdos provisionales
hasta con el mismo diablo hay que hacerlo, pues en este caso sí, el fin
justifica los medios.
Putin se mueve en las sombras y lo hace con China y con
Irán; acude al auxilio de mercenarios sirios del régimen de Bashar al-Ásad al
que siempre ha respaldado. Mientras tanto, China se acerca a Arabia Saudí para,
como afirmó The Wall Street Journal, fijar el precio de algunas de las ventas
de petróleo de la nación del Golfo en yuanes en lugar de dólares o euros.
Arabia Saudí ya no es el socio confiable de Estados Unidos, se siente molesta
por las negociaciones nucleares de Estados Unidos con Irán y su falta de
respaldo a la operación militar de Arabia Saudita en el vecino Yemen. Además,
China le ha prestado ayuda en la construcción de misiles balísticos y consulta sobre
energía nuclear. Y Arabia Saudí es un importantísimo factor en la producción de
petróleo. En tanto, el mayor receptor de ayuda económica de Estados Unidos,
Israel, no se ha sumado a las acciones de muchos países de imponer sanciones
económicas contra Rusia. Su posición ha sido tímida, apenas una crítica por la
agresión a Ucrania.
La Casa Blanca ha mantenido conversaciones con Venezuela
con el propósito de que ese país aumente su extracción petrolera con el fin de
reducir los precios de la gasolina en Estados Unidos; un acto claramente
definido como Realpolitik; es decir el acto diplomático que se basa en
consideraciones de circunstancias y factores dados, en lugar de nociones
ideológicas explícitas o premisas éticas y morales. Sin embargo, la realpolitiquería
de la troika floridana del partido Republicano, Marco Rubio, Mario Díaz-Balart
y María Elvira Salazar, saltan indignados por un acto que califican hasta de
traición; pero nada dijeron cuando Trump afirmaba lazos de Arabia Saudí, a
pesar de las graves violaciones de los derechos humanos que se cometen en Riad.
Hoy Estados Unidos debe no solo ser cauto y astuto, debe
tener la visión del águila y la fuerza y agilidad del jaguar, sin permitir que
políticos inescrupulosos le corten las alas al águila del Potomac. Ni permitir
que la autocracia rusa pueda prevalecer. Es hacer tal como le expresara
Zelensky a Biden: "No es suficiente ser el líder de la nación. Hoy se
necesita ser el líder del mundo. Ser el líder del mundo significa ser el líder
de la paz. La paz en tu país ya no depende solo de ti y de tu gente. Depende de
los que están a tu lado y de los que son fuertes".
Biden debe comprender que el reto criminal de Putin al
desatar una guerra de agresión contra Ucrania, no va solo dirigido contra la democracia
de ese país ni siquiera de manera exclusiva hacia la OTAN y la Unión Europea
sino de manera directa hacia la administración demócrata de la Casa Blanca.
Esto viene ya de larga data.
Cuando durante la campaña presidencial de 2008, las encuestas
daban a Barack Obama como posible ganador de las elecciones, Putin invadió a la
República de Georgia el 7 de agosto de 2008, iniciando el ataque tras la
proclamación de la independencia de los territorios secesionistas prorrusos de Abjasia
y Osetia del Sur. Entonces como ahora Putin, quien era el verdadero poder en
Rusia hizo alardes de su poder nuclear con el lanzamiento un misil
intercontinental capaz de superar cualquier sistema de defensa antimisiles; el RS-12M
Tópol con ojiva atómica. Como hoy, entonces, el
presidente de Estados Unidos no cruzó la línea roja de un enfrentamiento
directo con las fuerzas rusas, tal como como lo expuso el periodista Edward
Lucas en el New York Times del 9 de agosto de 2008, “Bush,
un presidente al final de su reinado no va a arriesgarse con la Tercera Guerra
Mundial por Georgia”. En esa ocasión Putin veía
como más peligroso para sus intereses a John McCain que, para él, el más débil
Obama. El 23 de noviembre de 2011, Rusia amenazó abandonar el tratado de No
Proliferación de Armas de Destrucción Masiva START III ─ firmado por Barack
Obama y Dmitri Medvédev y vigente desde 2011 ─ si Estados Unidos no revertía la
instalación de defensa antimisiles en Europa pues consideraba que representaban
una amenaza para su seguridad; el mismo alegato que ahora emplea Putin para
agredir a Ucrania. Hillary Clinton que ocupaba la cartera de la Secretaría de Estado
le respondió a Rusia que la OTAN continuaría con su sistema de defensa
antimisiles en territorio europeo lo cual estaba emplazado contra Rusia
sino para defenderse de una posible agresión por parte de Irán. Este acuerdo
posteriormente fue prorrogado en 2021 por Joe Biden y Vladimir Putin y se extendería
hasta 2026.
En
2014 rebeldes prorrusos con el apoyo de Putin declaran como independientes los
territorios ucranios de Donetsk y Lugansk y la anexión de la península
de Crimea que, reconocida por Rusia como perteneciente a la República de
Ucrania. En esa ocasión Barack Obama declaró: "Rusia está del lado
equivocado de la historia, Los hechos sobre el terreno en Crimea son
perturbadores (...) pero con el tiempo, esto será una propuesta costosa
para Rusia. Es el momento para que consideren si pueden servir sus intereses de
una manera diplomática en vez de por la fuerza". Al mismo tiempo,
Obama anunció una serie de sanciones económicas contra personalidades rusas a
las cuales se reconocen como responsable de la crisis que se presentaba. El
resultado de aquellas sanciones no detuvo las aspiraciones rusas sobre Ucrania.
La
reacción de Putin fue la de sabotear por todos los medios que tuviera a su
alcance la elección de Hillary Clinton e, 2016, lo cual posibilitó, en gran
medida la llegada de Donad Trump a la presidencia.
Trump
inició una política de rechazo a la Unión Europea y a la OTAN, cuestiones estas
que iban en paralelo con los objetivos político de Vladimir Putin. El 2 de
agosto de 2019, supuestamente debido a los incumplimientos de Rusia con los
términos del desarme de misiles largo y mediano alcance INF, por el cual las
superpotencias acordaron eliminar toda una categoría de armas nucleares y
realizar amplias inspecciones para asegurarse de que ambas partes cumplieran
las normas acordadas. Al siguiente día Putin anunciaría su retiro del INF. La
medida le daba manos libres a Putin para aumentar su arsenal de misiles de
alcance de 500 y 5 500 kilómetros.
Al
año siguiente Trump ordenó el retiro de miles de efectivos militares
estadounidenses de Alemania.
Biden
desde el inicio de su presidencia ha alcanzado el fortalecimiento de la Alianza
Atlántica, y dado firme apoyo a la Unión Europea. Los efectivos militares
estadounidenses hasta 100 mil soldados. Putin necesita limitar el liderazgo de
Biden, de modo que esperó hasta la llegada de su oportunidad en febrero cuando
Biden ha perdido apoyo en las encuestas y tiene que enfrentarse a los problemas
planteados por la pandemia del COVID-19.
Biden
ahora está obligado a ser el líder de la nación líder a nivel internacional. Ya
no puede ser tan cauto en el caso de Ucrania, su respuesta ante el reto de
Putin tiene que ser decidido, como el jaguar. No debe desoír los reclamos que
plantea Mitch McConnell de ampliar
el alcance de la ayuda letal de Estados Unidos a Ucrania
para incluir capacidades de defensa aérea de largo alcance más efectivas; desplegar
más fuerzas estadounidenses para reforzar el flanco oriental de la OTAN y usar
nuevas autoridades para endurecer las defensas de los aliados de primera línea.
En
este sentido Biden ha declarado: “"A petición del presidente Zelensky, hemos
identificado y estamos ayudando a Ucrania a adquirir sistemas antiaéreos
adicionales de mayor alcance y municiones para esos sistemas, Y esto incluirá
drones que demuestran nuestro compromiso de enviar nuestros sistemas más
avanzados a Ucrania para su defensa". Entre el paquete de armamentos
que Estados Unidos se ha comprometido enviara a Ucrania "para que puedan
continuar defendiendo su espacio” se menciona, 9.000 sistemas antiblindaje,
7.000 armas pequeñas, 800 sistemas antiaéreos Stinger, 20 millones de rondas de
municiones y 100 drones; pero nada se dijo sobre lo solicitado por Zelensky de
dotar a Ucrania con sistemas de lanzamiento de misiles para
el transporte de misiles de corto, medio y largo alcance, tipo "Tierra-aire",
para interceptar objetivos aéreos S-300 y otras armas similares para defender
sus cielos. Además ¿Por qué no equipar con una fuerza aérea a Ucrania? Los
aviones de combate pueden ingresar por diferentes regiones del sur de Ucrania
piloteados por aviadores ucranianos
En un editorial The Washington Examiner se pregunta “¿Pero,
¿por qué Biden solo está dispuesto a enviar 100 [drones]? Dada la urgencia de la
situación, ¿por qué no enviar dos o tres veces más?”
Putin siempre amenazador declaró, por boca de la portavoz
de la diplomacia rusa, María Zajárova: “Si se adopta esta decisión, y esto
se refiere no solo a Eslovaquia, sino también a otros países, crean problemas a
sí mismos... Crean problemas directos a sí mismos con sus propias manos”.
Biden
debiera suscribir la sentencia de la Corte Internacional de Justicia, por la
cual se ordena que Rusia debe suspender de inmediato las operaciones militares
en Ucrania: “La Federación rusa ─ afirmó la presidenta de la CIJ, Joan
Donoghue, en la lectura pública de la orden judicial ─ debe asegurarse de
que cualquier unidad militar o grupo armado irregular que apoye (…) evite tomar
pasos que fomenten las operaciones militares”. Estados Unidos puede, en
consecuencia, plantear un ultimátum a Putin para que detenga el avance de las
tropas rusas en territorio ucranio so pena de internacionalizar el conflicto. La
OTAN debe fortalecer las fronteras de todos los países de la Unión Europea y de
aquellos que han solicitado su ingreso a la misma como Georgia y Moldavia.
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