Mario J. Viera
Supongamos que, los directivos del Partido
Comunista de Cuba (PCC), sin una verdadera presión de calle, decidieran abrir
una ronda de diálogos y negociaciones con todos aquellos que se lo solicitan ─
todo esto, por supuesto conjugado en Subjuntivo ─ ¿cuál sería la plataforma que
presentarían los solicitantes? ¿Cuál sería la agenda que presentaría el
régimen? Sí, porque si se trata de dialogar, ante una parte, siempre habrá una
contraparte. ¿Quiénes y cuántos serían los representantes de la oposición en
ese supuesto diálogo? ¿Sin participación de un tercero como mediador o garante?
Permítanme una digresión, para mencionar
los hechos que han obligado a gobiernos autoritarios aceptar ir a una mesa de
negociaciones o diálogo. Por ejemplo, en Venezuela en 2004. Se había producido
un movimiento de protestas masivas en prácticamente todo el país; intentando
calmarlas el gobierno de Maduro convocó a una denominada Conferencia Nacional por la Paz dentro de la cual participaron
algunos dirigentes de medios de comunicación, empresarios y algún que otro de
la oposición; no obstante la Mesa de
Unidad Democrática (MUD) integrada por la mayor parte de los partidos
opositores, rechazó su participación en ese diálogo, declarando que “no se
prestaría para un simulacro de diálogo”
En 2017 otras masivas protestas populares
estremecieron a Venezuela lo que propició se produjera una ronda de diálogo,
efectuada en Santo Domingo, República Dominicana, entre la oposición venezolana
y el gobierno de Maduro, quien pretendía resolver la crisis, mediante la
convocatoria a ese diálogo, En la última sesión de las negociaciones la MUD se retiró
de ese encuentro por no llegarse a acuerdos. El 17 de mayo de 2019, y en medio
de las mayores concentraciones masivas de protestas, Nicolás Maduro anunció el
inicio de un nuevo proceso de diálogo con la oposición y con la mediación de
Noruega. El 9 de julio de 2019 el diálogo se efectuó en Barbados con representantes
de Maduro y Guaidó; diálogo que quedaría interrumpido cuando la representación gubernamental
se negó a continuarle alegando que lo hacía por las nuevas sanciones económicas
que el gobierno de Donald Trump había impuesto sobre Venezuela.
Analicemos las transiciones hacia la
democracia de algunos países significativos, ¿Se debieron al encuentro de un
diálogo entre opositores y gobierno?
La caída de Pinochet. En cumplimiento de
las disposiciones 27 a 29 de la Constitución, que el mismo gobierno de Augusto
Pinochet había impuesto, y deseaba cumplir, en 1988 se celebró un plebiscito
para decidir si, el general Pinochet, podría seguir en el poder. Se pensaba que
el resultado sería fraudulento; sin embargo, la oposición, sin dialogar con la
dictadura, se decidió por el reto y llamó a la población a votar por el No. Reino Unido y Estados Unidos le exigieron a
Pinochet que reconociera los resultados del plebiscito. De acuerdo con
Notimérica, el plebiscito se dio en una época convulsa que se atravesaba en
Chile. “La constante violación de Derechos Humanos, la persecución política y
la crisis económica durante el régimen
militar desembocó en una serie de manifestaciones y un gran descontento
popular” Y triunfó la opción del NO. No hubo diálogo para la transición.
Checoslovaquia. El 17 de noviembre de 1989,
comenzó una serie de manifestaciones de protesta en la Plaza de Wenceslao de
Praga, luego de la caída del Muro de Berlín. El 24 de noviembre, el régimen
comunista renunció en pleno. No hubo ningún diálogo previo entre la oposición y
el régimen. Lo mismo ocurrió en la República Democrática de Alemania. Polonia
fue algo diferente, el 4 de junio de 1989 se celebraron, por primera vez, desde
el fin de la Segunda Guerra Mundial, unas elecciones, que muchos consideran
como parcialmente libres. El proceso eleccionario fue el resultado del diálogo
denominado Acuerdos de la Mesa Redonda entre la oposición y las autoridades
comunistas; pero con un detalle especial: La oposición estaba representada por Lech
Walesa dirigente del sindicato Solidaridad que constituía una poderosa fuerza de
10 millones de miembros, y ese sindicato ya había impulsado numerosas huelgas
laborales durante todo el año de 1988. Esta situación fue la que obligó al
general Wojciech Jaruzelski, como presidente de Polonia a sentarse en una mesa
de negociaciones con Walesa. Diálogo después de la presión de 10 millones de
sindicalistas y de numerosas huelgas laborales.
España, la transición hacia la democracia
comenzó, luego del deceso del generalísimo Francisco Franco. El Consejo de
Regencia asume entonces, de manera transitoria, la jefatura del Estado, hasta la
proclamación oficial de Juan Carlos de Borbón como rey de España. El falangista
Carlos Arias, que ocupaba la presidencia es confirmado por Juan Carlos Primero.
Sin embargo, Arias obstaculizaba las necesarias reformas políticas, por lo cual
el rey le destituye el 1 de julio de 1976, sustituyéndole en el cargo, el prácticamente
desconocido entonces, Adolfo Suárez quien en breve comenzó conversaciones con
diferentes formaciones políticas de la oposición democrática, para con su apoyo
formar un gobierno democrático. A principios de 1981, Suárez, por varias razones,
dimitió a su cargo de presidente. El 23 de febrero el Congreso de Diputados se
reunió para elegir como sucesor de Suárez al vicepresidente segundo del
Gobierno Leopoldo Calvo-Sotelo, cuando se produjo la entrada violenta de
un grupo de guardias civiles, bajo el mando del teniente coronel Antonio
Tejero. Los diputados y el Gobierno de España quedaron entonces como rehenes
del intento franquista de golpe de estado. No obstante, el rey Juan Carlos, vestido
con uniforme de capitán general de los Ejércitos, el 24 de febrero se dirigió a
la nación condenando el intento de golpe de estado. Los implicados fueron
detenidos y condenados a 30 años de prisión. Por tanto, la transición de España
hacia la democracia no se debió a ningún tipo de diálogo político
Volviendo al tema inicial. Los opositores
plantearán sus exigencias; fuera de la sede de las conversaciones no habrá
multitudes de pueblo reunidas en apoyo a los delegados de la oposición. El
local estará resguardado por unidades de las tropas especiales. Los opositores
probablemente exigirán la derogación del Decreto 349 que impone límites a la
libertad de creación artística; pedirá el derecho al disenso; exigirán el cese
de la represión y el hostigamiento a los artistas, y puede que incluyan también
al resto de los ciudadanos. Es posible que se alegue: “Las medidas de la
denominada Tarea Ordenamiento, sólo han agudizado las desigualdades económicas
y sociales”; que se debe “superar la grave crisis que invade cada rincón de
nuestra hermosa tierra". Puede también que se solicite la liberación de
todos los presos políticos y la legalización de los grupos opositores
actualmente sometidos a la ilegalidad. Reclamarán la desintegración de la DGI…
¡Bueno, hay muchas cosas que requieren reformas profundas y rectificaciones
adecuadas!
¿Qué responderán los delegados
gubernamentales? ¿No se lo imaginan? Sobre el Decreto 349 dirán: “Vamos a
estudiar adecuadamente sus postulados”. ¿El derecho a disenso? “Está bien ─
dirán ─ siempre que el disenso no se refiera a violar el carácter irrevocable
del socialismo amparado en el artículo 4 de la Constitución, porque: “Los ciudadanos tienen el derecho de combatir
por todos los medios, incluyendo la lucha armada, cuando no fuera posible otro
recurso, contra cualquiera que intente derribar el orden político, social y
económico establecido por esta Constitución”.
¿Las medidas de la denominada Tarea
Ordenamiento…? ¿Qué proponen ustedes ─ argumentarán los representantes
gubernamentales ─ para superar la grave crisis que invade cada rincón de
nuestra hermosa tierra? ¡Quiera Dios, que los delegados opositores puedan
presentar una tesis bien argumentada para resolver tal crisis”! De seguro agregarán
diciendo: “Pídanle al gobierno de Estados Unidos que levanten el embargo”.
Sobre los presos políticos, pedirán que
les presenten una lista de presos políticos, porque seguirán insistiendo que en
Cuba no hay presos políticos, aunque esto sea una total mentira. ¿Legalizar a
los grupos opositores? Pues dirán que eso sería inconstitucional, de acuerdo a
los postulados del Art. 5: “El Partido
Comunista de Cuba, único, martiano,
fidelista, marxista y leninista, vanguardia organizada de la nación cubana,
sustentado en su carácter democrático y la permanente vinculación con el
pueblo, es la fuerza política dirigente superior de la sociedad y del Estado”.
Al final, todo quedará igual que antes.
Los opositores, sin el masivo respaldo de las multitudes exigiendo reformas, se
contentarán entonces diciendo: “¡Al menos les pusimos la pelota en su terreno!”
Sí, pero como ya ellos tienen 62 años de entrenamiento, recogerán la pelota,
lanzarán a primera ¡Out!, tiran a segunda desde primera… ¡Doble play! Y el
mundo guardará silencio. No hay crisis social en Cuba, expresada en protestas
de resistencia noviolentas del pueblo, ni ataques represivos por parte del
gobierno en contra de esas protestas.
Genial!
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