Lázaro González Valdés
Si en Cumanayagua cae una yagua o en
Ceballos caen siete rayos los cubanos encienden las redes sociales. Twitter
tiembla, WhatsApp se estremece, y en Facebook pululan las directas vaticinando
que a la dictadura le queda nada, que ya está frita, que sólo falta el papeleo
y el acta de defunción está a punto de ser emitida, pero que hay retraso por
culpa de la burocracia.
Llevamos 62 años en este autoengaño.
Somos campeones mundiales en planes que nunca materializan. Caciques sin indios
que fantaseamos ganando batallas épicas. Profetas con el único don de no ver
más allá de nuestras narices.
Es evidente que los pillos del
partido comunista, sabiendo de la pata que cojeamos, nos traten con pomada de
"Informaciones-falsas", suero "Infla-egos" e inyecciones de
"Yo-me-las-sé-todas" para mantenernos en estado de constante
agitación y atomizarnos, porque la máxima "divide y vencerás" sigue
siendo efectiva, a pesar de su estado senil.
Ahora retumba en las redes la
presunta información de una casa con armamento allanada por la inteligencia
militar en Punta Brava y, por supuesto, los grandes generadores de proyectos
imposibles ya van por la enésima directa donde cada uno de ellos dice saberlo
todo sobre la alianza cívico militar que en breve derribará al partido
comunista del poder que usurpa.
No voy a refutar un hecho que ni
siquiera se ha confirmado como real. No, no caeré en eso. Haré algo mejor.
Aceptaré que existe tal conspiración e incluso que a la dictadura del partido
comunista le queda menos que a un jamón descendiendo en paracaídas en la
Esquina de Toyo a las 2 de la tarde.
Supondré que un grupo de militares
ya está a punto de rematar al régimen. Ahora les doy la mala noticia: saldremos
de un desastre para otro. Se repetirá la historia. Ya nos pasó cuando
derribaron a Fulgencio Batista y otra fuerza militar tomó el poder político.
Al respecto, el erudito en lucha
estratégica no violenta Gene Sharp nos alerta que: "Un golpe militar contra una dictadura puede parecer, relativamente
hablando, una de las maneras más rápidas y fáciles de quitarse de encima un
régimen particularmente repugnante. Sin embargo, existen serios problemas con
respecto a esta técnica. Lo más importante es que deja intacta la distribución
negativa del poder entre la población y la élite de control del gobierno y sus
fuerzas armadas".
O sea, cualquier grupo militar que
propine un golpe de estado al partido comunista establecerá otro ordenamiento
estatal en el que tal grupo mantendrá el poder político de forma exclusiva y
para ello argumentará falacias de cualquier tipo. Por ejemplo, podrá decir que
necesita tiempo para restablecer el orden, o para restituir la Constitución de
1940 o simplemente no dirá nada porque al controlar el poder político es el
único grupo en capacidad de hacer cambios, o de no hacerlos, imponer castigos y
controlar a su favor todas las instituciones.
La lucha no violenta, a diferencia
del pacifismo, es una batalla por quitarle a la dictadura el control del poder
político. Porque sólo atrapando ese poder político es que la resistencia puede
realizar el cambio de la dictadura a la democracia. Sin poder político los
planes de la resistencia son pura especulación.
Sin embargo, la generalidad de
nuestros activistas y ciberactivistas no ven esta realidad, la cual es simple
de comprender y fácil de confirmar en cualquiera de los manuales usados
exitosamente por movimientos que han desintegrado dictaduras en sus países como
OTPOR en Serbia y EuroMaidan en Ucrania.
Obviamente es menos riesgoso y mejor
remunerado, ya sea para el bolsillo o para el ego, continuar divagando en las
redes sociales, porque en ese mundo virtual cada quien es el héroe de su propia
fantasía.
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