Verónica Mollejo. OK Diario
Muchos de los aquí reunidos nunca
habrán oído hablar del Holodomor.
Sin embargo, estamos ante uno de los exterminios más brutales y crueles del
siglo XX. La razón de que este atroz
acontecimiento sea todavía un misterio se debe al silencio sepulcral que la
sociedad ucraniana mantuvo durante la contienda. Esta tuvo lugar tras la
colectivización agrícola desarrollada por la URSS a principios de los años 30.
Stalin emprendió en aquella época un plan estratégico que tenía como objetivo
convertir la Unión Soviética en una potencia industrial de primer nivel,
transformando el trabajo agrícola en un proceso industrializado y asumiendo
todo el poder sobre los excedentes.
A pesar de los esfuerzos del gobierno
por sacar adelante esta nueva medida, Rusia no consiguió generar la cosecha
necesaria para alcanzar la cuota marcada. Una cifra que Ucrania siempre
superaba con creces y que acabó siendo su perdición. Las autoridades centrales
de la URSS obligaron al país vecino a contribuir en la causa con el 42% de su
producción. Un porcentaje que forzó a muchos de los campesinos a esconder parte
de la recolección, para asegurarse así su propia subsistencia. Multitud de
manifestaciones, denuncias, despidos y abandonos no frenaron el terrible
Holodomor, que en ucraniano significa ‘Gran Hambre’.
Para acelerar la recaudación, Stalin
creó una ley que castigaba duramente el robo y la dilapidación de la propiedad
social, que fue conocida por todos como la Ley de las Cinco Espigas. Esta
condenaba a diez años de trabajos forzados a todo aquel que sustrajera bienes
estatales, un término que incluía los granos de trigo cosechados en tierras
ucranianas. Más de 125.000 personas fueron sentenciadas bajo dicha legislación.
El resto de la resistencia fue aplastada
sin piedad por el Comité central del PCUS, a través del aumento de las cuotas,
las detenciones, los fusilamientos y una hambruna artificial y generalizada,
que tras la contienda sumó más de un millón y medio de víctimas.
Durante la época más salvaje, se
calcula que el Holodomor acabó con la vida de más de 25.000 campesinos al día.
Se dice que incluso los soldados
recibieron órdenes de recoger todos los cadáveres, para evitar así el
canibalismo. A pesar de la magnitud de este suceso, durante décadas el
Holodomor se mantuvo en el más absoluto secreto. Ya que las autoridades
soviéticas obligaron a los funcionarios del momento a no mencionar el hambre
como causa principal de la muerte. Culpando entonces a la emigración, la
desaparición de los registros o las epidemias y enfermedades.
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