lunes, 29 de abril de 2013

Nicolás Maduro: ¡Comandante en jefe, ordene!


Mario J. Viera

No faltaba más. Luego de ir a llorar el apoyo del Mercosur en Perú para ser reconocido como presidente electo de Venezuela, Nicolás, “el heredero” se va muy galanamente a Cuba y pasa cinco horas en plática de hermanos con lo que todavía queda del comandante en jefe de lo que fue revolución cubana. Y dice Nicolás que “estuvimos cinco horas conversando con Fidel y recordando al Comandante Chávez; ellos construyeron estos vínculos que van más allá de una alianza estratégica, pues es una relación entre hermanos”.

¡Claro que sí, hermanísimos! Como que ambos son carnales en eso de ser usurpadores del poder en sus respectivas naciones. Castro se impuso tras la caída del gobierno de Fulgencio Batista, sin tener competidores que le hicieran sombra, luego de la muerte de sus principales contrincantes por el liderazgo revolucionario, José Antonio Echeverría y Frank País, y por la sumisa actitud  del que asumía como jefe de las guerrillas del Directorio Revolucionario en el Escambray, Faure Chomón. Nicolás, que sin ganar las elecciones se hizo presidente encargado y sin ganar las elecciones por obra y gracia del Consejo Nacional Electoral se coronó como presidente heredero del trono chavista.

La Cuba castrista es la prioridad primera de la agenda de Nicolás. Allá se fue para que los Castro se sientan tranquilos: Venezuela les seguirá subvencionando su dictadura, una dictadura que para Nicolás Maduro es como si fuera la “defensa de las grandes causas de la humanidad de los últimos 70 años” algo que identificó con Fidel Castro, el defensor del imperio soviético, el que apoyó la invasión de los tanques soviéticos a Checoslovaquia cuando la Primavera de Praga; el hombre que en aras de la defensa de las grandes causas no se inmutó para llevar ante el paredón de fusilamiento a cientos de cubanos; que no ha pedido disculpas por la masacre del remolcador Trece de Marzo, que durante su gobierno multiplicó las prisiones en Cuba y condenó a largas penas de prisión a sus opositores pacíficos; el hombre que estuvo a punto de desatar la hecatombe nuclear cuando el conflicto de octubre o crisis de los misiles, solo impedida por la madurez del líder soviético Nikita Jruschov.

“La huella de Chávez está fresca y por ahí van nuestros pasos de la unión con Cuba” ─ aseguró el heredero. Pero no es con Cuba con la que busca Maduro la unión, sino la unión de camarada-camarada. La unión de la incipiente dictadura madurista con la decadente dictadura castrista. Entre lobos se rascan felices, prestos para devorar la puerilidad de los pueblos.

Bajo el pretexto de firmar convenios, Maduro se fue a Cuba con su camarilla de lobeznos en busca de nuevas instrucciones y las debidas “orientaciones”. “¿Ahora qué hago ─ es la posible pregunta que Maduro debe haberle formulado a Raúl Castro ─, meto preso a Capriles, disuelvo la Asamblea Nacional con las locuras de Diosdado Cabello? Dígame, por favor, general presidente”.

La tribu bolivariana se fue a Cuba a bailar al compás del areíto castrista y se marcha feliz después de haber gritado: ¡Comandante en jefe, ordene!

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