Mario J. Viera
“Sostuve cordial y fructífera conversación
telefónica con el Presidente Putin. Intercambiamos sobre excelente estado
relaciones y desarrollo futuro vínculos en las diferentes esferas. También
sobre actual situación internacional” Este fue el texto del tuit que
publicó ayer Miguel Díaz-Canel, muy satisfecho con su intercambio telefónico
con el autócrata ruso.
En las calderas del Kremlin, Putin cocinó u
plato de lentejas para ofrecerlo amable, amistosa y cariñosamente al
¿presidente? cubano: “las múltiples donaciones de comida, medicamentos y otros
insumos médicos” que Rusia enviara recientemente a la isla; parece ser que en
apoyo a la ola represiva que el gobierno que preside Díaz-Canel ha desatado
tras las protestas del 11 de julio.
Putin no da nada de gratis, es ladino, astuto,
torcido y cuando otorga algo “caritativamente” es para alcanzar algún fructuoso
clientelismo. “Toma y dame”. Así, de manera simplemente dicho. Agradecido
Díaz-Canel se compromete a colaborar estrechamente con Rusia “para reforzar las
relaciones bilaterales e intensificar los contactos a diversos niveles”, y, por
supuesto, respaldar al oso estepario en la arena internacional. ¿Con qué cuenta
el régimen del PCC para dar respaldo a una potencia mundial? ¿Acaso un liliputiense
pudiera respaldar de modo efectivo a Gulliver?
Hay un modo de hacer a favor del torcido Putin.
Puede ser fácil, pero muy peligroso: replicar una nueva operación Anadir, como
la ejecutada por Jruschov en 1962., instalando misiles rusos en suelo cubano.
Esta posibilidad se desprende de las insinuaciones expuestas por Sergei Ryabkov,
viceministro de Exteriores ruso, sobre el quizá de que Rusia instale misiles en
territorio de Cuba y Venezuela. Jake Sullivan, el asesor de seguridad nacional
del presidente Biden ha dicho que, aunque se consideraba como una fanfarronada
las insinuaciones de Ryabkov, "Si Rusia llegara a avanzar en esa
dirección, lidiaríamos con ello de forma decisiva",
Jacob engañó a Esaú con el plato de lentejas para robarle su primogenitura; pero Putin-Jacob no engaña a Díaz-Canel-Esaú para hacerle tragar la sopa de misiles rusos. Esa es una sopa llena de espinas. Sí finalmente Putin termina instalando sus misiles en territorio cubano, Díaz-Canel, aceptándolo, cargaría con la mácula de traición a la patria.
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