Mario
J. Viera
Desde
largo tiempo, algunos desde el exilio habíamos aconsejado que, para enfrentar a
un régimen cerrado., como el existente en Cuba bajo el dominio del Partido
Comunista (PCC), nada debía dejarse a la espontaneidad. Se requería
organización y trabajo de proselitismo entre las masas populares. Plateábamos actuar
sin apresuramientos, elaborando un programa de acción estratégico, conociendo
dónde estaban las debilidades de la oposición y donde sus fuerzas.
Recomendábamos no perder tiempos y esfuerzos reclamándoles diálogos a la
dictadura, ni solicitándoles referendos o plebiscitos que debían ser impulsados
por el propio régimen. Las dictaduras totalitarias no dialogan, exigen
acatamiento y obediencia; pero lo principal, exponíamos, era la labor de
proselitismo de manera directa, de cara a cara con la gente.
Aconsejábamos,
no considerar a los medios digitales como el modo principal de captación y
movilización popular, sino como medio auxiliar de apoyo al trabajo directo
dentro del seno del pueblo. Advertíamos no dejarse llevar por los avatares de
la política interior de Estados Unidos y las batallas entre el partido
Demócrata y el Republicano, centrándonos en lo fundamental, en Cuba, en lo
cubano; y sobre todo no depositar todas las esperanzas en conseguir el rescate
por manos de una potencia extranjera o por los parabienes de alguno de los
presidentes de Estados Unidos y de la jauría demagógica de muchos de los
políticos de Estados Unidos y de sus intereses electorales. Reclamábamos que la
resistencia interna debía ser dirigida desde Cuba y por los cubanos, sin
aceptar influencias internas, siempre sospechosas de manipulación.
Mientras
tanto, en Cuba aparecen iniciativas trascendentales que marcaron hitos para la
resistencia interna, la plantada del 27 de noviembre frente a la sede del
ministerio de Cultura y la explosión espontánea de protestas populares del 11
de julio de 2021. Se crearon ilusiones de la próxima caída de la dictadura, que
ya el régimen estaba en fase terminal, y eso provocó la idílica propuesta de
una marcha cívica anunciada por todos los medios para el 15 de noviembre, sin
tener en consideración el factor paralizante del Verano Negro.
El
proyecto del 15 N, desde su inicio, ya estaba condenado al fracaso. La
dictadura, antes tomada por sorpresa, por el movimiento autóctono del 11J;
ahora estaba lista para actuar. No permitiría nuevas manifestaciones populares
que le hicieran frente con un reto dirigido al centro de sus poderes. Actuó de
inmediato; acosó a los impulsores de la anunciada marcha popular; les
impusieron arrestos domiciliarios y el acoso constante de la policía política y
de las bandas de respuestas rápida. El común de la gente había visto la
respuesta del régimen, deteniendo por la fuerza a cientos de los manifestantes
del 11J. Cercado al interior de su domicilio, la figura más representativa del
grupo Archipiélago y del 15 N, Yunior García se vio obligado a escapar hacia
España. Archipiélago y García habían perdido la perspectiva de lo que el terror
gubernamental puede imponer el quietismo. Pensaron que la fruta de la
resistencia popular estaba madura y olvidaron lo esencial para que un
movimiento democrático de resistencia necesita para imponerse, la organización.
Desplegaron valor, honestidad, decisión; pero les sobró entusiasmo y optimismo.
Es
muy acertado el joven periodista independiente, Mauricio Mendoza
Navarro, en un artículo que recientemente redactara para Diario de Cuba,
cuando recomienda “analizar desde el propio activismo y la oposición cubana los
fallos que se han cometido para no volverlos a repetir”. ¿Acaso esto es tan
difícil? Refiriéndose a las experiencias del 27 N y del 11 J, Mendoza Navarro
en su artículo anota una verdad que está presente y no puede ser omitida, “la
falta de organización (dada la espontaneidad de los eventos), lejos de
representar victorias para la sociedad civil, le ha servido al sistema para
arreciar la represión y generar miedo en la población. Una población que en
estos momentos teme apoyar cualquier iniciativa, porque ha visto públicamente
las reacciones del sistema; y refiriéndose al Movimiento San Isidro, 27N,
Archipiélago o cualquier otro grupo de oposición, dice una verdad apabullante,
que hablar hoy de ellos, “es una utopía o algo simbólico”; para agregar: “No
existen, porque la fuerza de cualquier movimiento social depende del apoyo
popular en masas”. Punto este del que ha adolecido la oposición
interna, desde el mismo momento cuando convirtió la labor de proselitismo en
algo que solo puede asegurarse a través de las páginas sociales de internet.
Remacha entonces, Mendoza Navarro, lo que varios de nosotros no nos hemos
cansado de repetir: “Las redes sociales ayudan y son una herramienta
importante, pero una cosa es en redes y otra en el terreno físico. Con una
oposición diezmada, es muy difícil obtener logros tangibles”.
Partiendo
de estos razonamientos suyos, el periodista independiente afirma algunas
verdades precisas: “Los últimos meses de 2020 y 2021 serán un periodo
inolvidable en la historia de Cuba, también por el gran fracaso de la propuesta
del 15N (…) El Gobierno, escarmentado de la primera experiencia,
prefirió reprimir a permitirlo. Pocos sacaron esa conclusión, y confiaron en
la propuesta de Yunior García Aguilera, que no fue más que la sepultura de toda
expectativa ciudadana de cambios reales, pues el 11J demostró que gran
parte del país está harta de la decadencia del sistema socioeconómico cubano”.
Alegra
conocer que en Cuba hay mentes jóvenes y frescas que saben interpretar la
realidad política del país; que saben extraer experiencias de los errores; que
coinciden con la experiencia de todos los que en el tiempo les antecedimos.
Hoy,
jueces y fiscales, que han perdido toda honorabilidad, imponen sanciones
severas de prisión contra todos aquellos que osaron expresar el descontento
ante un inoperante, retrógrado y represivo sistema. Imponiendo el miedo y el
atropello a la justicia, estos miembros de la judicatura han mostrado el rostro
descarnado de la dictadura del PCC. No existen términos medios, o ellos o el
pueblo. Sus nombres deben ser dados a conocer por todos. No pueden quedar en el
anonimato son tan o más despreciables como los altos directivos del PCC y el
Gobierno.
Debemos
mantenernos alertas. El régimen comunista está preparando el nuevo zarpazo
dirigido a liquidar al periodismo independiente. Tenemos todos dentro del
exilio, promover una campaña internacional en defensa de los periodistas
independientes que actúan en Cuba. Ya está a la vista, ya aceitan la máquina
represiva para acallar toda voz libre.
En
las actuales condiciones, ¿qué toca hacer?
Los
diezmados grupos opositores, el 27N, Archipiélago, debieran reevaluar los
métodos que hasta ahora han practicado, sacar experiencias de los errores
cometidos, analizar los empleados por el régimen para imponer el terror y
deducir los medios de como anularlos; en la fuerza aparente del régimen fundada
en la represión, está precisamente su debilidad. Reagruparse, quizá en pequeños
grupos, quizá actuando en el anonimato sin mucho resalte, centrando el trabajo político
dentro del marco de los municipios, captando apoyos y adeptos, incluso entre
los indecisos, y promover un liderazgo horizontal. Cada acto, cada
iniciativa, que se lleve a cabo debe ser analizado en sus pros y sus contras antes
de ejecutarlos. Preparar las masas para impulsar la resistencia noviolenta.
Toda esta labor requiere astucia, decisión y paciencia; y todo ello sin
abandonar las denuncias de las violaciones y los atropellos del régimen contra
los derechos humanos, civiles y políticos de los ciudadanos. Hay que ganar la
opinión internacional, de intelectuales, de artistas; de la izquierda
democrática internacional y arrebatarle apoyos a la dictadura.
Todo
movimiento revolucionario conlleva riesgos. Los grupos opositores, el 27N y
Archipiélago son representantes de la nueva Revolución, una no violenta
y democrática, dirigida en contra del régimen contrarrevolucionario,
retrógrado, antidemocrático y usurpador del PCC.
Y
algo que no podemos olvidar; el axioma que plantea: “Se puede hacer una
revolución, sin el Ejército o con parte del Ejército, pero nunca contra el
Ejército”.
Excelente artículo que advierte claramente lo que se avecina .
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