Mario j. Viera
En huelga de hambre Luis Manuel Otero
Alcántara. La policía mantiene un cerco en torno a su domicilio. Se producen
protestas; se producen arrestos. El continúa su valiente y suicida ayuno.
¿Cuánto resistirá?
Quizá la entrega por extenuación a la
muerte genera empatía, quizá hasta mueva a muchos a levantar la voz frente al
sacrificio, frente al reclamo de un valiente; quizá varios, muchos, en
solidaridad le imiten como acto de protesta. Pero en un país, donde no existe
acceso masivo a fuentes informativas, la puesta en peligro de un joven artista
que reclama la devolución de sus obras incautadas por la tiranía, puede quedar
tan solo convertida en algo anecdótico.
No, suicidarse no es la solución. A las
dictaduras no les conmueven los actos sublimes de sacrificios personales. Si hay
que morir, se muere, de frente al déspota, bajo las balas de sus escuadrones
represivos, no auto inmolándose. Se necesitan héroes, no mártires, y si morir
por la patria, es vivir, entonces, que sea de cara al sol, en pelea callejera,
en combate de barricadas. ¡Patria y Vida, es el grito!
¡No, Luis Manuel Otero Alcántara, no mueras!
¡Vive, porque vivir es vencer!
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