domingo, 30 de mayo de 2021

Cuando Fidel Castro buscó el dinero de Carlos Prío

 

Del libro en preparación “La revolución cubana. Un análisis crítico de la era del castrismo (Capítulo XII del Tomo Uno)

 

Mario J. Viera

 


En el mes de agosto se presentaba ante Castro una complicada situación. Había sido fichado por la Dirección Federal de Seguridad, se había incautado muchas de las armas de su arsenal. Se necesitaba urgentemente buscar el necesario financiamiento para sus propósitos insurreccionales. De acuerdo con el oficialista Humberto Normán Acosta, “(Castro) necesita con toda urgencia el dinero para comprar las últimas armas, adquirir la embarcación para la expedición y finalmente preparar la salida. (…) Se le presentaba una situación verdaderamente crítica, después de las detenciones y la ocupación de las armas, lo cual causó cierta decepción y provocó incluso que hasta la recaudación económica decayera[1]

Castro había proclamado que, en 1956 serían libres o serían mártires; pero la situación no parecía que pudiera cumplir su entusiasta promesa. Así le dice a su complaciente entrevistadora Katiuska Blanco: “Agosto, septiembre, octubre, noviembre y diciembre, ¡cinco meses me quedaban! Para aquella fecha habíamos perdido una parte de las armas, muchas casas — varias de seguridad —, los campos de tiro donde ir, todo lo que teníamos; ya éramos conocidos, estábamos chequeados por la policía. La situación era muy complicada. Fue un momento complejo en que hubo de todo, gestos de amigos (…), pero también desaliento entre quienes habían ayudado antes, y el caso era que, a partir de aquella situación, necesitábamos más dinero. En el escaso tiempo restante teníamos que concluir los preparativos y recuperar una parte de las armas, aunque realmente salvamos como el 70%. Teníamos que completar el número de hombres, el entrenamiento, conseguir el barco, preparar el punto de partida, hacerlo todo y bajo la vigilancia de la policía[2]. Y agregó Castro: “Entonces, en las circunstancias posteriores a nuestra detención, Prío se dio cuenta de que afrontábamos una situación muy difícil, y consideró buena la oportunidad para tener un gesto con nosotros y ofrecernos colaboración, y pidió una entrevista, un contacto, quería contribuir. Se necesitaba más dinero, quizá también por la probable generosa coima concedida al amable Fernando Gutiérrez Barrios.

Y anota Normán Acosta: “Al joven líder revolucionario no le queda más remedio que pasar por un momento muy amargo y difícil, si quiere cumplir la promesa al pueblo de que en 1956 iniciaría la insurrección en Cuba. Con profunda molestia acepta sostener un encuentro con Carlos Prío, el ex presidente, quien ha puesto la condición de que Fidel debe reunirse con él en Estados Unidos”.

En realidad, no fue Carlos Prío quien diera el primer paso para acercarse a Castro, con el fin de colaborar con su gran obra liberadora. Ese paso lo dio, inicialmente el mismo Castro. A principios de agosto, Castro le propuso a Teresa, “Teté”, Casuso contactar con el expresidente para recabar su ayuda en los preparativos de la expedición a Cuba, aprovechándose de las relaciones de amistad que Teté mantenía con el depuesto mandatario; amistad que provenía desde la época donde ambos eran compañeros de lucha contra la dictadura de Gerardo Machado. Sobre esta propuesta de Castro, Teté Casuso anotó: “Me pidió que fuera a Prío en Miami y concertara una entrevista, advirtiéndome, sin embargo, que dejara que fuera Prío quien sugiriera la reunión[3].

Ramón L. Bonachea, en colaboración con Marta San Martín, en nota explicativa al pie de página de su libro, The Cuban Insurrection, 1952-1959. 2017[4], expresó: “Fidel le pidió a Teté que concertara una reunión con Carlos Prío. Aunque previamente había hecho la misma petición de Antonio (Tony) Santiago[5] y Carlos Vega en México. Antonio "Tony" Santiago Ruiz actuó como enlace de Prío con Fidel Castro tras el contacto inicial establecido por Teté Casuso.

No obstante, Heberto Normán Acosta[6], señaló como los enlaces ─ para coordinar la entrevista entre Castro y Prío ─ a Carlos Maristany y Juan Manuel Márquez. El lugar del encuentro entre Castro y Prío se acordó realizarlo en el hotel Royal Palms de Mc Allen, Texas. Esto conllevaba un contratiempo, Carlos Prío no podía salir del territorio de Estados Unidos por estar involucrado en un caso de contrabando de armas, y Castro… Se dice que él no podía entrar legalmente a Estados Unidos, según Heberto Normán Acosta, porque “las autoridades mexicanas le han retenido el pasaporte”; o según, como el mismo Castro le dice a Katiuska Blanco: “puesto que a mí no me daban visa para ir allí, y mucho menos después de las declaraciones del Che y su defensa encendida del marxismo-leninismo en las prisiones de la Policía Federal”.

En el libro. Fidel, Raúl, mis hermanos donde María Antonieta Collins[7] recoge las memorias de Juanita Castro, esta ratifica: “Luego de varias consultas, Fidel decidió que era tiempo de ir a pedirle ayuda al expresidente Carlos Prío Socarrás, y acordaron verse en McAllen, Texas. La hermana disidente de los Castro, confirmó que Fidel, “ya no tenía visa de turismo. La Embajada de Estados Unidos, en México, se la había revocado porque Fidel seguía haciendo públicas las intenciones de invasión a Cuba, y con eso se puso fácilmente en la mirilla de los batistianos…”

Ni una cosa, ni la otra. Teté Casuso precisó:

Estuve en Miami cinco días. Las negociaciones tuvieron éxito; Carlos estaba ansioso por hablar con Fidel, y se organizó una reunión. Se reúnen una semana después en un lugar específico de Estados Unidos, justo al otro lugar de la frontera. Prío sugirió una cierta "conexión" ─ una figura mexicana importante ─ para llevar a Fidel a través de la frontera, pero Fidel, a quien se le habían dado dos semanas para salir de México a su salida de la prisión y ahora en el país ilegalmente, prefirió no correr el riesgo, y nadó el Río Grande en su lugar[8].

Contrario a lo que asegura Heberto Normán Acosta, que Castro sufría “una profunda molestia”, y que, “personalmente le duela y humille” la entrevista con Prío; lo cierto es que fue el propio Prío quien pasó por alto los ataques que Castro, el año anterior le dirigiera durante su peregrinar por Estados Unidos en búsqueda de recaudaciones por parte de los emigrados cubanos, cuando dijera, en clara referencia a Carlos Prío: “El dinero robado a la República no sirve para hacer revolución. Con el dinero robado a la República no se ha disparado un tiro todavía. (Capítulo VII § 6) Fue el expresidente quien aceptó la entrevista que Castro, por conducto de Teté Casuso, le solicitara, haciendo olvido del ataque verbal de Castro contra él.

Castro se decide. Va al encuentro con Prío en la pequeña ciudad fronteriza de McAllen. Pero no tiene la visa para entrar en Estados Unidos. ¿Qué podría hacer? Juanita Castro lo responde: “…el único recurso que le quedó a Fidel fue entrar como indocumentado. ¿Cómo lo hizo? Nadando en el río Bravo. Fofo arregló que uno de sus trabajadores en sus oficinas de Reynosa lo llevara por el mejor punto para tirarse al río, y así fue que nadando llegó a la otra orilla. Allí lo esperaban con ropa seca y auto que le llevaron al hotel Las Palmas, en el centro de McAllen para el encuentro con Prío, reunión que Orquídea [Pino] narraría tiempo después”.

En el relato existen algunas contradicciones. Según Heberto Normán Acosta, unos amigos del ingeniero Alfonso Gutiérrez, al que siempre identifica como mexicano, acompañan a Castro “en un jeep hasta un determinado punto, donde montan a caballo hasta llegar a un recodo en la margen del río, desde donde Fidel se lanza al agua”; Castro, en cambio, le hace otro relato a Katiuska Blanco. Según Castro, fue Fofó quien pudo garantizarle el traslado. “Contactó con sus amistades para que pusieran caballos del otro lado del río. Entonces llegué, me monté en un caballo hasta un punto y luego seguí en un vehículo hasta el motel…”

En este punto, valga una digresión. Siempre, casi desde el mismo 1959, se había divulgado, cual si fuera una leyenda, que Castro había ¡cruzado a nado la Bahía de Nipe! Esta es la mayor bahía de Cuba y se considera plena de tiburones, aunque, en el relato que le hiciera a la complaciente Katiuska, matizó el bulo, diciendo que había nadado solo unos 300 a 400 metros, hasta un no muy distante cayo, llevando a cuesta consigo una ametralladora, cuando la expedición de Cayo Confites. Jamás se había dicho que hubiera cruzado el río Bravo o Grande a nado. Esta nueva anécdota comenzó a circular a partir del verano de 2006 cuando, de acuerdo con Katiuska Blanco, él le habló de haber cruzado a nado el río Bravo como si fuese un espalda mojada[9].

Todos estos hechos se prestan para que surja la suspicacia. No obstante, investigando el terreno en torno a la ciudad de Reynosa en México y los meandros del río Bravo o Grande en torno a esa ciudad, así como la distancia a la cual se encuentra McAllen de la frontera con México, se puede dar credibilidad al cruce de Castro a Estados Unidos como indocumentado, sin importar si, en realidad, lo hizo a nado o utilizando para ello alguna balsa o bote.

El Motel Royal Palms, ya hoy desaparecido, se encontraba en el 2901 N 10th (336 hwy) de McAllen, Texas, El motel, un conjunto de una veintena de cabañas agrupadas en herradura en torno al edificio de su administración. Es posible que el punto de cruce haya sido en un lugar próximo a la carretera condal 2910 Sur, donde había la posibilidad de ser esperado por un auto o una cabalgadura, y desde ahí trasladarse en auto hasta la carretera 336 que, en McAllen, se convierte en N10th St, y continuando en dirección norte hasta donde se encontraba el motel.

Faustino Pérez y Rafael del Pino, que habían acompañado a Castro en el viaje, desde la ciudad de México hasta Reinosa, cruzaron, ese mismo día, 1ro. de septiembre de 1956, el puente que une los puestos fronterizos de Hidalgo y Reinosa.

El encuentro de Castro con Prío se produce en la cabaña marcada con el número 21. Allí le esperaba Carlos Prío quien, en compañía de Juan Manuel Márquez, había viajado desde Miami. Lo que se conversó entre ellos ha quedado en el anonimato. Al respecto, de manera muy parca Castro le diría a Katiuska Blanco: “Conversamos largamente. Allí estuve unas horas, creo que hasta almorcé con él”.

Castro había solicitado inicialmente un préstamo de 40 mil dólares, sin embargo, Prío le aportó una suma de 50 mil dólares. Heberto Normán Acosta afirma que la entrega de dicha suma no se efectuó en ese momento, sino posteriormente. Según dice, la entrega del dinero se realizó en diferentes partidas, todo lo cual se contradice con lo declarado por Juanita Castro: “Fue ─ declaró ella ─ algo muy privado y sin testigos. Fidel me dijo que le había explicado a Prío la necesidad urgente de comprar el barco con el que regresarían a Cuba. Prío entonces le entregó ahí mismo un paquete con cincuenta mil dólares para que pudieran comprarlo…”



[1] Heberto Normán Acosta. El día que Fidel cruzó a nado el río Bravo.  Granma, 31 de agosto de 2006

[3] Teresa Casuso. Cuba and Casto. Random House. 1961 (Pag. 111-112)

[4] Ramón L. Bonachea y Marta San Martín. The Cuban Insurrection, 1952-1959. Edición de 2017

[5] Antonio "Tony" Santiago Ruiz, era un estrecho colaborador de Carlos Prío Socarrás. No confundirlo con el agente castrista de igual nombre, Antonio (Tony) Santiago Rodríguez.

[6] Heberto Normán Acosta. Op. Cit.

[7] María Antonieta Collins. Fidel y Raúl, mis hermanos, la historia secreta. Memorias de Juanita Castro.  Penguin Random House Grupo Editorial USA, 2011

 

[8] Teresa Casuso. Op. Cit.

[9] Katiuska Blanco. Op. Cit.

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