viernes, 7 de octubre de 2022

LAS MANOS LIBRES DE LA DICTADURA

Mario J. Viera


 

Hubo un 11 de julio, matizado por grandes manifestaciones populares de reclamos espontáneas. Todo el exilio miamense saltaba de alegría y contento, otros estaban exponiendo el pellejo por lo que la mayoría bulliciosa de Miami no hicieron en Cuba. Sin embargo, la alegría era emotiva, se veía el principio del fin de la dictadura; aunque se perdía de vista que las acciones espontáneas nada por ellas mismas consiguen; porque son eso precisamente. Chispazos espontáneos sin objetivos precisos, sin organización. El régimen no se conmocionó, reaccionó llevando a prisión a centenares de los manifestantes, es que la dictadura controla el sistema judicial, los jueces y fiscales obedecen sumisamente los mandatos de los jerarcas del gobierno usurpador como representantes del poder del Partido Comunista.

Hubo luego un intento ideal, imaginario, mal concebido, de una marcha cívica, a celebrar el 15 de noviembre, sin calcular que el régimen del PCC tiene las manos libres para impedir cualquier otra manifestación de desfiles o de marchas de protestas convocadas públicamente. El chasco de la plataforma digital Archipiélago generó prácticamente su desaparición como opción que no llegó a cuajar como organización de movimiento político. La pretendida aspirado Marcha Cívica, con independencia de haberse convocado públicamente, de hecho, se dejaba a la espontaneidad, dado que no existía un centro de dirección y control in situ. Un proyecto civilista de reclamo a un sistema totalmente reacio al civilismo.

Antes hubo un esfuerzo contestatario basado en la celebración de performances contestatarios, impulsado por una minúscula organización integrada principalmente por artistas populares marginales. En ese contexto, una nueva manifestación, básicamente espontánea reunió ante las puertas del Ministerio de Cultura una sentada de alrededor de 300 artistas e intelectuales, en su mayoría jóvenes. Pretendían un llamado al diálogo con un gobierno que solo habla en primera persona para promover reformas cívicas. La iniciativa del 27 de noviembre del 2020 pudo generar la creación de un movimiento político que quedó frustrado tras el fracaso de Archipiélago.

En todo este tiempo funcionaba, con base en el oriente de la isla, una organización, que aseguraba contar con miles de seguidores, la Unión Patriótica Cubana (UNPACU); algo así como una coalición de pequeñas organizaciones disidentes que apenas tienen representatividad, y toda esa coalición nucleada en torno a la dirección de un nuevo máximo líder.

UNPACU contaba con el apoyo de las organizaciones ultraderechistas del exilio miamense

UNPACU hacía denuncias, hacía declaraciones, hacía labor de caridad cristiana; declaraba su apoyo moral al Movimiento San Isidro, al Movimiento 27 de Noviembre y a la plataforma de Archipiélago; pero todo eso no basta para hacer la oposición política al gobierno del PCC. Después del 15 de noviembre de 2021, UNPACU quedaba muda. Su máximo dirigente había sido detenido y puesto en prisión y no contaba con un liderazgo alternativo y mucho menos un liderazgo horizontal que supliera la ausencia del principal dirigente de la organización.

También muy vinculada a las estructuras de UNPACU se formalizó una nueva organización denominada Consejo para la Transición Democrática en Cuba, encargada de hacer propuestas muy sesudas de reformas económicas, de mercado libre y de compensaciones por las confiscaciones que el denominado Gobierno Revolucionario llevó a cabo durante los primeros años de la década de los 60. Un conjunto de propuestas sin capacidad para movilizar a las masas populares; y hasta ha aparecido otra novísima organización empeñada en promover reformas civilistas sin recurrir a la desobediencia civil y a la no cooperación, D Frente.

Sin embargo, parece ser que, lo que queda de disidencia interna en Cuba, carece del suficiente olfato político para captar donde se producirán las explosiones de descontento, como las últimas que se ha estado presentando en algunas regiones del país. Es el pueblo actuando sin buscar a la oposición, cuando debiera ser la oposición buscando al pueblo.

Esta búsqueda constante de diálogos cívicos, de propuestas de reformas sin presionar al régimen, es inacción, es dejarle manos libres a la dictadura, al mismo demonio.       

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