Mario
J. Viera
Hay
una definición de lo que quiere decir “realidad virtual”. “La Realidad
Virtual (RV) es un entorno de escenas y objetos de apariencia real — generado
mediante tecnología informática — que crea en el usuario la sensación de estar
inmerso en él”. En definitiva, la realidad virtual, solo es apariencia de
lo real; pero no verdaderamente real. Así, muchos viven dentro de una realidad
virtual partiendo de criterios intelectuales y sin la experiencia del activismo
real.
El
periodismo independiente no nació ayer; el periodismo independiente comenzó
como tal en 1994, aunque a partí de antecedentes que muchas veces se olvidan.
No surgió, obviamente, al calor de la expansión de las nuevas tecnologías de la
información y la comunicación. Surgió como impulso para arrebatarle al régimen
del PCC el monopolio informativo. Hombres y mujeres que estaban decididos a
hacer periodismo al margen del periodismo propagandístico del Partido
Comunista. No eran intelectuales, aunque muchos de sus iniciadores provenían
del periodismo oficial. Y aprendieron a hacer periodismo, médicos, ingenieros,
abogados, licenciados en idiomas.
No
se contaba entonces con celulares inteligentes, ni con faxes, ni con el acceso
directo al internet; pero se hacía periodismo; algunos se dejaban llevar por la
pasión y editorializaban sus crónicas; la mayoría, en cambio, eran más
objetivos en la redacción de sus notas informativas y en sus crónicas de
opinión. Pero el movimiento crecía, y crecía con tal fuerza llegándose a
convertir, en una, que si fue, “una amenaza colosal para el régimen nacional”,
tanto, que el régimen se obligó a dictar, con el pretexto de la Ley Helms
Burton, una draconiana ley mordaza para acallar a aquel movimiento que le
arrebataba ese “poder suave” ─ al cual se refirió recientemente Oscar Grandío Moráguez, en un artículo que publicara en
Hyper Media ─, la Ley 88 o “Ley de Protección a la Independencia
Nacional y la Economía de Cuba”.
Los
vehículos que empleaba aquel periodismo alternativo para el envío de sus
mensajes fueron Cubanet, bajo la dirección de Rosa Berre, y Nueva Prensa
Cubana, de Nancy Pérez Crespo; Radio Martí, fundamentalmente, la derechista Voz
de la Fundación y La Voz del CID. En Puerto Rico aparecieron medios impresos y
virtuales como El Disidente y Carta de Cuba, mucho más serios y objetivos que
el periodismo panfletario de pacotilla de emisoras como Radio Mambí dirigida
por Armando Pérez Roura; la Cubanísima y La Poderosa, emisoras estas que,
ciertamente no eran ─ como las ve Oscar Grandío Moráguez ─ “fuentes muy
importantes de información sobre la Isla y de defensa de la lucha
antitotalitaria contra el régimen de La Habana”. ¿Qué decir de las
“modestas emisoras televisivas” América TV y La Mega TV? Dos emisoras
que no atraen la atención de gran parte de la teleaudiencia de la diáspora
cubana y solo atractivas para su sector ultraderechista.
No
fue necesario entonces, para el periodismo independiente que se practicaba en
Cuba, entre el 1994 al 2003, esperar por una inexistente, en aquellos años, plataforma
virtual, para “diseminar, compartir y debatir información al margen del Estado cubano”
para “influir de manera creciente sobre la imagen proyectada por el régimen
sobre su gobierno”. Eso se hacía en todas las esferas noticiosas, sobre las
violaciones de derechos humanos, sobre la agricultura, las zafras azucareras y
sobre la economía.
Las
publicaciones digitales diaspóricas que, en su artículo, menciona Grandío,
pudieran influir de algún modo en la formación de opiniones entre los ya
convencidos en Cuba de la necesidad del cambio, pero, de ningún modo. prueban
“ser vital para el empoderamiento de la ciudadanía cubana”. Este empoderamiento
solo se alcanza por medio del activismo directo y real.
Fue
el periodismo independiente. a través de numerosas agencias independientes,
como Cuba Press, Habana Press, Buró de Prensa Independiente de Cuba, Agencia de
Prensa Independiente "Patria", Agencia de Prensa "Oriente Press;
Agencia de periodismo independiente Cuba Verdad, y otras más, el que marcó un
hito fundamental “en el enfrentamiento contra el sistema de promoción
propagandística del poder suave de la dictadura cubana” y no el que Grandío
le concede a la apertura de los actuales “medios digitales de noticias y
análisis, operados por (la) diáspora digital cubana”. Los mencionados por
Grandío, Diario de Cuba, CiberCuba, ADNCuba, Hypermedia Magazine, Yucabyte,
Rialta; junto a 14yMedio, El Estornudo, Periodismo de Barrio, La Hora de Cuba,
todos aparecidos luego del 2000 o 2003; y todos consecuentes de aquel
periodismo alternativo de finales del siglo XX en Cuba.
Para
alcanzar en Cuba verdaderos cambios sociales y políticos, no simples reformas, no
podemos confiar en la realidad virtual de las diásporas virtuales como factores
de cambio. Todo movimiento democrático que se enfrente a una dictadura totalitaria,
requiere el auxilio de medios informativos y de agitación propios ─ que no son primordiales
sino medios auxiliares ─. Sin embargo, lo que genera los cambios es la acción
concertada del movimiento democrático, organizado, y su accionar dentro de las
masas populares para lanzar el reto definitivo a la dictadura. No existe otra
vía.
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