sábado, 4 de septiembre de 2021

La realidad virtual de las diásporas digitales.

 

Mario J. Viera

 


Hay una definición de lo que quiere decir “realidad virtual”. “La Realidad Virtual (RV) es un entorno de escenas y objetos de apariencia real — generado mediante tecnología informática — que crea en el usuario la sensación de estar inmerso en él”. En definitiva, la realidad virtual, solo es apariencia de lo real; pero no verdaderamente real. Así, muchos viven dentro de una realidad virtual partiendo de criterios intelectuales y sin la experiencia del activismo real.

El periodismo independiente no nació ayer; el periodismo independiente comenzó como tal en 1994, aunque a partí de antecedentes que muchas veces se olvidan. No surgió, obviamente, al calor de la expansión de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación. Surgió como impulso para arrebatarle al régimen del PCC el monopolio informativo. Hombres y mujeres que estaban decididos a hacer periodismo al margen del periodismo propagandístico del Partido Comunista. No eran intelectuales, aunque muchos de sus iniciadores provenían del periodismo oficial. Y aprendieron a hacer periodismo, médicos, ingenieros, abogados, licenciados en idiomas.

No se contaba entonces con celulares inteligentes, ni con faxes, ni con el acceso directo al internet; pero se hacía periodismo; algunos se dejaban llevar por la pasión y editorializaban sus crónicas; la mayoría, en cambio, eran más objetivos en la redacción de sus notas informativas y en sus crónicas de opinión. Pero el movimiento crecía, y crecía con tal fuerza llegándose a convertir, en una, que si fue, “una amenaza colosal para el régimen nacional”, tanto, que el régimen se obligó a dictar, con el pretexto de la Ley Helms Burton, una draconiana ley mordaza para acallar a aquel movimiento que le arrebataba ese “poder suave” ─ al cual se refirió recientemente Oscar Grandío Moráguez, en un artículo que publicara en Hyper Media ─, la Ley 88 o “Ley de Protección a la Independencia Nacional y la Economía de Cuba”.

Los vehículos que empleaba aquel periodismo alternativo para el envío de sus mensajes fueron Cubanet, bajo la dirección de Rosa Berre, y Nueva Prensa Cubana, de Nancy Pérez Crespo; Radio Martí, fundamentalmente, la derechista Voz de la Fundación y La Voz del CID. En Puerto Rico aparecieron medios impresos y virtuales como El Disidente y Carta de Cuba, mucho más serios y objetivos que el periodismo panfletario de pacotilla de emisoras como Radio Mambí dirigida por Armando Pérez Roura; la Cubanísima y La Poderosa, emisoras estas que, ciertamente no eran ─ como las ve Oscar Grandío Moráguez ─ “fuentes muy importantes de información sobre la Isla y de defensa de la lucha antitotalitaria contra el régimen de La Habana”. ¿Qué decir de las “modestas emisoras televisivas” América TV y La Mega TV? Dos emisoras que no atraen la atención de gran parte de la teleaudiencia de la diáspora cubana y solo atractivas para su sector ultraderechista.

No fue necesario entonces, para el periodismo independiente que se practicaba en Cuba, entre el 1994 al 2003, esperar por una inexistente, en aquellos años, plataforma virtual, para “diseminar, compartir y debatir información al margen del Estado cubano” para “influir de manera creciente sobre la imagen proyectada por el régimen sobre su gobierno”. Eso se hacía en todas las esferas noticiosas, sobre las violaciones de derechos humanos, sobre la agricultura, las zafras azucareras y sobre la economía.

Las publicaciones digitales diaspóricas que, en su artículo, menciona Grandío, pudieran influir de algún modo en la formación de opiniones entre los ya convencidos en Cuba de la necesidad del cambio, pero, de ningún modo. prueban “ser vital para el empoderamiento de la ciudadanía cubana”. Este empoderamiento solo se alcanza por medio del activismo directo y real.

Fue el periodismo independiente. a través de numerosas agencias independientes, como Cuba Press, Habana Press, Buró de Prensa Independiente de Cuba, Agencia de Prensa Independiente "Patria", Agencia de Prensa "Oriente Press; Agencia de periodismo independiente Cuba Verdad, y otras más, el que marcó un hito fundamental “en el enfrentamiento contra el sistema de promoción propagandística del poder suave de la dictadura cubana” y no el que Grandío le concede a la apertura de los actuales “medios digitales de noticias y análisis, operados por (la) diáspora digital cubana”. Los mencionados por Grandío, Diario de Cuba, CiberCuba, ADNCuba, Hypermedia Magazine, Yucabyte, Rialta; junto a 14yMedio, El Estornudo, Periodismo de Barrio, La Hora de Cuba, todos aparecidos luego del 2000 o 2003; y todos consecuentes de aquel periodismo alternativo de finales del siglo XX en Cuba.

Para alcanzar en Cuba verdaderos cambios sociales y políticos, no simples reformas, no podemos confiar en la realidad virtual de las diásporas virtuales como factores de cambio. Todo movimiento democrático que se enfrente a una dictadura totalitaria, requiere el auxilio de medios informativos y de agitación propios ─ que no son primordiales sino medios auxiliares ─. Sin embargo, lo que genera los cambios es la acción concertada del movimiento democrático, organizado, y su accionar dentro de las masas populares para lanzar el reto definitivo a la dictadura. No existe otra vía.    

 

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