miércoles, 22 de diciembre de 2010

Los peligros de Facebook

Luis Cino Alvarez

LA HABANA, Cuba, diciembre (www.cubanet.org) – Me cuentan que en las oficinas de ENET, una firma de la empresa estatal ETECSA que brinda servicios de Internet a extranjeros y a unos pocos cubanos autorizados por el régimen, están advirtiendo a los nacionales que no deben acceder a Facebook, so pena de que les retiren la conexión por tamaño atrevimiento.
Los muy celosos funcionarios de ENET alegan que la medida es para impedir que la red social sea utilizada con fines subversivos o para el comercio sexual. Vale recordar que el Ministerio de la Informática y las Comunicaciones es dirigido nada menos que por el comandante Ramiro Valdés, fundador del Departamento de Seguridad del Estado, que tomó a Dzherzinsky como alter ego, y que ETECSA ha sido profusamente utilizada como otra arma de represión de la dictadura contra la disidencia interna.

¿Qué se puede decir, ay Orwell, que no se haya dicho sobre este nuevo dislate paranoico-represivo de los mandarines? ¡Es tan asustadiza “esta gente”!
Sólo me consuela que no sea yo el único ni el más asustado con Facebook. Porque les voy a confesar que con la famosa red social me ha vuelto a morder rabiosamente el terco subdesarrollo. Me han hecho invitaciones, me crearon una cuenta en Facebook, pero ni modo que sepa, por mucho que me expliquen, cómo carajo contestar los mensajes que me envían a través de ella. Se pierden, no llegan, algo hago mal, que sé yo. Y sufro porque como un mudo quiero comunicarme con amigos y ex novias, con mujeres bellísimas que no sé en qué país viven, con mis primos Manolito y Adalberto, para decirles que aunque no esté, sigo con ellos en sus domingos de guitarra, música y ron, en Miami, como si estuviéramos en Marianao.
A decir verdad, más allá de la dichosa foto –en la que no soy muy favorecido porque indudablemente mi tiempo mejor ya pasó-, no acabo de entender la utilidad de que un periodista, además de tener un blog, esté en Facebook. ¿No será exageración? Digo, porque el que quiera escribirme, puede hacerlo a la dirección electrónica con que firmo mis trabajos en Primavera Digital y CubaNet. ¿Para qué preocupar más a los tipos de la policía política que me vigilan a toda hora, también en la red?
Ahora mismo, quisiera contestarle a Ivette Hill que sí vivo en La Habana, en Arroyo Naranjo, y que no es que tenga agallas, es que si no escribo, reviento. Así de fácil. Y que me perdone que haga pública su pregunta y mi respuesta. De momento, no tengo otro modo de responder. Si quieren, se pueden reír. No me apena mi ignorancia tecnológica. Que se abochornen los mandamases que nos bloquean el acceso a Internet a la mayoría de los cubanos. Ya vendrán tiempos mejores. Y  aprenderé a trajinar en Facebook. Ojala sea pronto. Eso espero. ¡Selah!

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