miércoles, 4 de julio de 2018

LOPEZ OBRADOR INSPIRA RECELOS



Mario J. Viera

Quizá el líder de Morena sea el tan ansiado mesías de los mexicanos, aquel que llegue al rescate de México y el demoledor de injusticias; ¡Quizá! Sin embargo, para cualquier observador no mexicano, la figura y la trayectoria política de López Obrador inspira recelos. Simbólico fue el gesto suyo de votar en estas elecciones no por sí mismo, sino por una activista de derechos humanos que siempre estuvo vinculada al Partido Comunista de México, me refiero a Rosario Ibarra de Piedra, quien se destacó por su enfrentamiento a los regímenes priistas de Gustavo Díaz Ordaz y Luis Echeverría y fundara en 1977 el Comité Pro Defensa de Presos, Perseguidos, Desaparecidos y Exiliados Políticos, también conocido como Comité ¡Eureka!, luego de que el 18 de abril de 1975, bajo el gobierno priista de Luis Echeverría, su hijo Jesús Piedra Ibarra, fuera secuestrado por razones políticas. El Comité fundado por Rosario Ibarra exigía, bajo la consigna de “¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos!”, que el Estado presentara con vida a los desaparecidos políticos, consigna esta que ha sido retomadas por padres y familiares de los 43 jóvenes normalistas desaparecidos de Ayotzinapa en septiembre de 2014.

Como resultado de la lucha emprendida por Rosario Ibarra, en septiembre de 1978, bajo el gobierno priista de José López Portillo, se aprobó una ley de amnistía que puso en libertad a 1,500 presos políticos, permitiendo el regreso de 57 exiliados al país y el desistimiento de 2,000 órdenes de aprehensión.

Debe destacarse que durante el gobierno priista de Gustavo Díaz Ordaz (1964 – 1970) se produjo la que se conoció como masacre de Tlatelolco. Según un informe del Fiscal Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado (FEMOSPP), Dr. Ignacio Carrillo Prieto, librado el 26 de febrero de 2006, se detallaron los crímenes cometidos “durante las administraciones de Gustavo Díaz Ordaz (1964-1970), Luis Echeverría Álvarez (1970-1976) y José López Portillo (1976-1982). Durante esos sexenios, cientos de ciudadanos mexicanos - tanto civiles inocentes como militantes armados-fueron asesinados o "desaparecidos" por fuerzas militares y de seguridad. Miles más fueron torturados, ilegalmente detenidos, o sujetos a hostigamiento y vigilancia por parte de las autoridades”. En este informe “se constata que el Estado mexicano, a los más altos niveles de mando, impidió, criminalizó y combatió a diversos sectores de la población que se organizaron para exigir mayor participación democrática en las decisiones que les afectaban, y de aquellos que quisieron poner coto al autoritarismo, al patrimonialismo, a las estructuras de mediación y a la opresión. El combate que el Estado emprendió en contra de estos grupos nacionales –que se organizaron en los movimientos estudiantiles, y en la insurgencia popular- se salió del marco legal e incurrió en crímenes de lesa humanidad que culminaron en masacres, desapariciones forzadas, tortura sistemática, crímenes de guerra y genocidio –al intentar destruir a este sector de la sociedad al que consideró ideológicamente como su enemigo- [...] Los principales hechos que consideramos que deben ser esclarecidos, en respuesta a las demandas de la sociedad, es lo sucedido en torno al movimiento estudiantil de 1968 y las políticas de Estado que ocasionaron la represión del movimiento estudiantil, la suerte de los detenidos que fueron desaparecidos durante la llamada ‘guerra sucia’, el trato que recibieron los detenidos que fueron señalados de apoyar la guerrilla y las políticas de contrainsurgencia que siguió el Estado mexicano llegando, incluso, a la ejecución extrajudicial de detenidos, así como los delitos de lesa humanidad que instrumentó en contra de su propia población”.

No está de más destacar que esos crímenes cometidos durante esos gobiernos priistas, principalmente el caso de Tlatelolco, no solo nunca fueron condenados por el régimen de Fidel Castro en Cuba, sino que también fueron silenciados por la prensa oficialista del castrismo. Fidel Castro mantenía estrechísimas relaciones con los gobiernos del PRI.

Desde la época de Lázaro Cárdenas ha estado funcionando en México una especie muy a la mexicana del Estado Corporativo, influencia del fascismo italiano que intentaría calcar Fidel Castro al inicio de su hegemonía. Así el informe de la fiscalía que estamos analizando expresa: “En México, el movimiento social es mediatizado y corporativizado por el Estado. Los sectores campesino, obrero y popular son organizados como ‘estructuras de mediación’. La defensa legítima de los intereses de los trabajadores se penaliza en un ordenamiento legal que la criminaliza. Las organizaciones sociales que el Estado no logra mediatizar son tratadas como subversivas; sus líderes son encarcelados acusados de este nuevo delito o son eliminados selectivamente. La represión de que fueron objeto los sectores combativos, la huella de impotencia que estas organizaciones dejaron en sus agremiados por no defender sus intereses –ya sea porque fueron corrompidas o porque fueron reprimidas-, el descrédito de las organizaciones sociales que eliminaron a sus dirigentes más honestos y, los sindicatos del sector público y gubernamental que terminaron por corromper las propias organizaciones educativas o productivas o de servicios dieron como resultado un escenario de desencanto y desmovilización con un poder de organización independiente prácticamente nulo”.

El PRI constituyó una verdadera dictadura disfrazada de democracia, una “dictadura perfecta” como la denominara Mario Vargas Llosa en 1990 cuando en una conferencia de prensa en la ciudad de México expresara: "México es la dictadura perfecta. La dictadura perfecta no es el comunismo. No es la URSS. No es Fidel Castro. La dictadura perfecta es México".

El PRI, por otra parte, implementó los principios del neoliberalismo como teoría rectora de la economía nacional. Los resultados fueron un gran crecimiento industrial aliado a una elevada diferenciación social, haciendo de los ricos, más ricos y más empobrecidos a los de menos recursos. Es el capitalismo salvaje donde el patrón posee todos los derechos con merma de los derechos laborales. En este marco el poder político queda prisionero del poder económico, una forma de intervencionismo, no la del Estado en la economía, sino la de la economía en el Estado.

Cuando se conocen estos antecedentes de la política de México y sus agudas contradicciones sociales, nada puede resultar ilógico que una abrumadora mayoría de mexicanos le dieran su respaldo electoral a AMLO.

Otro de los personajes con los que se ha relacionado López Obrador es esa patética figura, caricatura ridícula de Mao y Ernesto Guevara, el Subcomandante Marcos; sin embargo, ambos ya se han distanciado desde el 2013, cuando López Obrador dijera: "Puede haber diferencias, que las hay. De parte nuestra te diría que no tenemos pleito con la dirección [del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN)]”; luego apuntó: “No tenemos pleito con la dirección del EZLN, pero ellos siempre dicen que sí hay problemas con nosotros”. Luego con fecha 15 de octubre de 2016, en un tuit López Obrador criticó al EZLN refiriéndose a la postulación de la dirigente indígena María de Jesús Patricio Martínez, Marichuy:

El EZLN en 2006: era "el huevo de la serpiente". Luego, muy "radicales" han llamado a no votar y ahora postularán candidata independiente.

La respuesta del subcomandante Galeano (antes Marcos) fue: “Si somos una creación del salinismo, si nuestra apuesta era dividir el voto, ¿por qué el innombrable malo no movió sus gentes para meter las firmas”.

Muchos de los que sienten recelos con respecto a AMLO ─ incluido yo mismo ─ están motivados por la idea de su supuesto chavismo. Sobre este tema, Adrián Espallargas, del diario El Confidencial señala:

“López Obrador, por mucho que se insista, no es Chávez, ni el México de 2018 es la Venezuela de hace veinte años. Los orígenes de estos carismáticos políticos latinoamericanos son diametralmente opuestos. Chávez era un militar totalmente desconocido para el público venezolano hasta que dio aquél fallido golpe de Estado en 1992. Tras ser indultado, ganó popularidad y se metió en política para arrasar en las elecciones de 1998. AMLO, en cambio, lleva casi cuatro décadas en política e incluso fue alcalde de la Ciudad de México durante cinco años, un pasado que permite radiografiar el tipo de gobernante que es.

“En sus cinco años como jefe de gobierno del entonces DF (ahora CDMX), López Obrador no se caracterizó por el despilfarro ni demonización de la empresa privada. De hecho, la inversión extranjera se mantuvo a niveles similares a anteriores y posteriores, mientras que la deuda creció un 26,3% entre 2000 y 2005, un aumento considerable pero dentro de unos límites normales. Es más, Moody’s y S&P daban calificación AAA a la deuda del DF, su nota más alta, en el último año de AMLO como alcalde. Y, para más inri, en 2004 fue elegido segundo mejor alcalde del mundo por la organización City Mayor, la misma que eligió a Iñaki Azkuna, fallecido edil de Bilbao, mejor alcalde en 2012.

Los programas sociales fueron el mayor logro de AMLO. Su gran éxito fue la creación de una pequeña pensión de para mayores de 70 años, una medida que al poco tiempo fue adoptada a nivel nacional. Dio ayudas a madres solteras y personas de bajos recursos. También hubo desarrollos de infraestructuras de transporte público, el Metrobús, y construcción de carreteras de peaje.

“Chávez y López Obrador, sin embargo, sí que guardan ciertas similitudes como su discurso dirigido a las clases menos pudientes. Primero, el continuo uso de figuras históricas para venerar un pasado glorioso. Para Chávez y Maduro, el héroe es Simón Bolívar. Para AMLO ese es Lázaro Cárdenas, quien en 1938 nacionalizó los activos petroleros en manos de empresas extranjeras y los dejó en manos de Pemex (...) AMLO no es un recién llegado a la política mexicana, pero se nutre de ese cansancio del pueblo con las élites para lograr al fin la victoria en su tercer asalto a Los Pinos, residencia oficial del presidente de México. Si no logra ganar los comicios, ya ha asegurado que se irá a La Chingada, nombre de su finca -y que en mexicano significa ‘irse a la mierda’-.”

No obstante, hay algo que me mantiene en alerta ante su futuro gobierno, y es aquella frase suya, dicha en el discurso de celebración, tras su victoria electoral; una frase que me recuerda un poco a la manera de pronunciarse Fidel Castro: Llamo a todos los mexicanos a no poner por encima los intereses personales por legítimos que sean. Hay que poner por encima el interés superior”. Este un eslogan propio del fascismo italiano. La renuncia a los interese personales ante los intereses de toda la sociedad. Y sí se es fiel a este concepto se puede llegar hasta el punto de negar los derechos individuales recogidos en la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

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