Mario
J. Viera
Al
igual que en la Física, en los liderazgos existe también ese fenómeno del
equilibrio inestable, ese que se produce cuando un cuerpo cualquiera al ser
movido por una determinada fuerza no vuelve a su posición original. En esta
situación se encuentra, tanto la diplomacia estadounidense como su liderazgo
internacional en medio de la guerra de Israel, que dejó de ser contra Hamás
para ser una contra la Franja de Gaza.
Dura
labor la que ahora tiene que ejecutar el Secretario de Estado de Estados
Unidos, Antony Blinken en su empeño de mantener la estabilidad política en el
Oriente Próximo., sobre todo cuando reclama insistentemente que Israel “tiene
derecho a la autodefensa”, exigencia esta que, dependiendo del momento y
oportunidad puede ser una expresión correcta y justa o puede ser, simplemente
una falacia si se oculta alguna determinada condición.
Cuando
el pasado 7 de octubre, Hamás lanzó, en medio del Sabbat judío y de la
festividad del Simjat Torah, un sorpresivo ataque de miles de misiles ─ se
calculan hasta 4 mil ─ contra Israel alcanzando a Tel Aviv y Jerusalén, lugares
bien distantes de Gaza, el acto solo puede considerarse como acto de agresión;
y más si, al mismo tiempo, cuando centenares de efectivos de los cuerpos de
milicia de las Brigadas Izzeldín al Qassam, brazo armado de Hamás, penetran en
los poblados de Sederot y Ofakim y a los alrededores de Ascalón. En la acción, atacan
varios kibutz (comunidades cooperativas agrícolas), asesinando a civiles,
ancianos, mujeres y hasta niños. En total, asesinan, dentro del territorio de
Israel, a más de 1 400 israelíes en sus domicilios, durante el festival de
música electrónica Supernova situado en el desierto de Negev a 10 km de la
frontera donde asesinan a unos 270 participantes del festival, entre los cuales
se contaban muchos turistas extranjeros. La intrusión de las milicias de al Qassam se produjo por tierra, aire y mar al sur de
Israel. Luego se produjo la respuesta israelí. Aplastan a las brigadas
terroristas y sus restos huyen hacia la Franja de Gaza, llevando consigo a unos
300 cautivos. Era el derecho de Israel de auto defensa. Como también habría
sido su derecho de auto defensa si penetraba con todas sus fuerzas dentro del
enclave de gaza para batir en el terreno a las brigadas Al Qassam y liquidar
para siempre a Hamás.
Israel
impuso un bloqueo total a Gaza para privar a la Franja de suministros
eléctricos y combustible, pero también el agua y hasta los alimentos y
asistencia médica. Sí, tal vez como medida preventiva, circunstancial, esta
decisión estaría enmarcada en el derecho de autodefensa, aunque también puede
ser considerada como violación de leyes del Derecho Internacional Humanitario.
Israel
había sido agredido este 7 de octubre, como ya antes había sido agredido por
una coalición de estados árabes, el mismo día cuando David Ben-Gurión
proclamara su independencia. Israel tuvo que enfrentar firmemente la agresión,
pues se trataba de su supervivencia, como también tuvo que repeler el ataque
conjugado de Egipto, Siria, Jordania, y Líbano en 1967, en la que fue
denominada “Guerra de los 6 días” por el tiempo que necesitó Israel para vencer
a sus enemigos. Al concluir aquella guerra Israel había extendido sus fronteras
en la península del Sinaí, Gaza, los Altos del Golán en Siria, y la Rivera
Occidental (Cisjordania). Mantener la ocupación de los Altos del Golán
constituye un acto de seguridad nacional para Israel. El 6 de octubre de 1973,
un nuevo intento de Egipto y Siria para recuperar los territorios que Israel
había conquistado al finalizar la guerra de los seis días, lanzando un ataque
sorpresivo contra Israel durante la celebración de la fiesta sagrada de los
judíos, el Yom Kipur. Esta guerra a la que Israel se vio obligado, terminó con
una aplastante victoria israelí, tras un acuerdo de alto el fuego, y con el
emplazamiento de una misión de cascos azules de la ONU en la región. En todas
estas guerras Israel tenía todo el derecho a la auto defensa.
No
caben dudas, muchos analistas así lo consideran, el golpe dado por Hamás, de
tan poderoso que resultó, debió haberse preparando con muchos meses de antelación,
entrenando a sus fuerzas, acumulando proyectiles, armamentos y misiles y
acopiando mucha información de inteligencia; coordinando esfuerzos con las
guerrillas libanesas de Hezbollah (El Partido de Alá) y principalmente con
Irán. Todo estaba bien coordinado, hasta el momento propicio para dar el golpr,
cuando gran parte de las fuerzas israelíes se concentraban en la Cisjordania
ocupada dando apoyo a los asentamientos de colonos judíos; cuando al interior
de Israel crecían los descontentos contra el gobierno de Netanyahu y muy
especialmente cuando estaban en camino conversaciones de acercamiento
diplomáticas de Arabia Saudita con el Estado de Israel, que impulsaban Estados
Unidos. Hasta incluso, Hamás debe haber considerado cual sería la reacción
israelí y del gobierno ultranacionalista y xenófobo del Likud ante la acción
que intentaría ejecutar el día 7 de octubre.
Hamás
ya tenía la experiencia de las cuatro guerras anteriores en las que se había
enfrentado a Israel. Esas cuatro guerras habían dejado, en suma total, un saldo
de 3 500 palestinos muertos y solo 90 israelíes muertos. El 27 de diciembre
2008 (primera guerra de Gaza) Israel había lanzado su ofensiva “Plomo fundido”
con un poderoso bombardeo sobre Gaza. La ONU calificó a ambos contendientes de
cometer “crímenes de guerra”; a la semana de su inicio, como ha sido reportado,
se produjeron las muertes de 1300 palestinos, entre ellos 417 niños, y 5.300
heridos, mientras que del lado israelí los muertos fueron 13, incluidos seis
militares, y cientos los heridos. En
enero, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas adoptó una resolución por
la cual instaba a un alto el fuego que fue rechazada tanto por Israel como por
Hamás. Finalmente, Israel, sometido a una alta presión internacional declaró un
alto el fuego unilateral el el 18 de enero de 2009 y retiró sus fuerzas del
enclave. Esto era pues el objetivo
político que Hamás pretendía alcanzar: Provocar a Israel para que lanzara una
nueva ofensiva Plomo Fundido aún con mayor violencia que la del 2008 que segara
la vida de cientos de civiles en Gaza, en tanto que se sentía seguro dentro de sus
búnkeres subterráneos bajo el subsuelo de la ciudad. La opinión internacional
se estremecería y condenaría a Israel, a los judíos, a todo los israelíes como
ejecutores de crímenes de guerra; y esto precisamente es lo que está haciendo
Israel, haciendo lo que su enemigo desea que haga.
En
Francia, en Chile y en muchos otros países incluido Estados Unidos se realizan
multitudinarias manifestaciones que se elevan para condenar a Israel, pero sin
proferir condena alguna a Hamás y a la Yihad Islámica. Crecen los sentimientos
antisemitas y los judíos de la diáspora se sienten atemorizados. Esto no es
justo. Hay que saber distinguir entre culpable e inocentes, como también hay
que saber distinguir en Gaza entre culpables y civiles inocentes. ¿Crímenes de
guerra? Si existen, y claro está que existen, habría que cargarlo no solo
contra Israel, también sobre Hamás y hasta es posible que Hamás tenga mayores
culpas cuando provocó la respuesta israelí, sabiendo bien que las mayores
víctimas del conflicto no serían ni las milicias terroristas de Hamás ni las de
las filas del ejército israelí, sino, miles de civiles, ancianos, mujeres, y
niños. Israel, por supuesto tiene el derecho a la auto defensa, ¿acaso también
la tienen los civiles palestinos de Gaza atrapados entre dos fuegos? Dejar
expuesta la propia población a lo que calificara el ministro palestino de
Exteriores Riad al Malki, de desproporcionada la respuesta israelí: “Las
guerras son entre dos ejércitos, esta es una guerra unilateral. Una guerra con
aviones y tanques de artillería que simplemente lanzan sus bombas masivamente
contra Gaza”; es también la peor de las acciones criminales que un grupo de
liderazgo pueda cometer contra su propio pueblo. No es una guerra entre dos
ejércitos esta que hoy se desata sobre Gaza, es la guerra de un poderoso
ejército que en su intento de destruir a un movimiento terrorista emplea
aviones y tanques de artillería, lanzando sus bombas masivamente contra Gaza.
Se
le exige a Israel que cumpla con las leyes del Derecho Internacional
Humanitario en su enfrentamiento contra Hamás y es correcto exigirlo. Las
declaraciones que Mahmoud Abbas formulara a la agencia palestina de noticias
Wafa, pecan por imprecisas y unilaterales: “Nos encontramos de nuevo en
circunstancias extremadamente difíciles. No hay palabras para describir la
guerra de genocidio y la destrucción que está sufriendo nuestro pueblo
palestino en Gaza a manos de la maquinaria de guerra israelí, sin tener en
cuenta las normas del derecho internacional”, Y son imprecisas y unilaterales
estas palabras porque no mencionan a Hamás como el causante de que se produjera
la feroz respuesta que Israel descarga sobre la inerme población de Gaza. Hamás
sabía que toda la población civil gazatí estaría expuesta prácticamente al
exterminio después de provocar de manera irresponsable a Israel. Crimen de lesa
humanidad es utilizar al pueblo gazatí como escudo y parapeto humano. Esto es
lo que ha hecho Hamás.
También
resultan imprecisas y unilaterales las expresiones del jefe de la diplomacia
estadounidense al decir que Israel tiene derecho a la autodefensa, pero sin
considerar que para esa “autodefensa” Israel recurra a los bombardeos
indiscriminados sobre un territorio muy densamente poblado y sin que esa
población tenga medios de encontrar refugio seguro. El Derecho Internacional
Humanitario no legitima una supuesta autodefensa que conlleve atacar a los
civiles, sus hogares, o los bienes necesarios para que puedan
sobrevivir y la utilización de armas que no distingan entre combatientes y
civiles. Aquí precisamente está el punto de equilibrio inestable del
liderazgo político de Estados Unidos en el Cercano Oriente y en el Medio
Oriente.
Hay
que plantearse una pregunta a la cual se le debe dar una repuesta: ¿En este
momento, ahora mismo, la guerra que sostiene Israel de puede calificar de
“autodefensa”? El ministro de Exteriores jordano, Ayman al Safadi respondería
diciendo como lo dijo cuando la reunión que el pasado 4 de noviembre Blinken
sostuvo con los ministros de exteriores de seis países árabes: “Los países
árabes pedimos un inmediato alto el fuego y frenar esta guerra y el asesinato
de civiles inocentes y la destrucción que causa y rechazamos calificarla como
autodefensa”,
La
autodefensa o defensa propia, en el derecho penal y valga también en el Derecho
Internacional Humanitario es un elemento subjetivo y, por lo tanto, difícil
de probar. La autodefensa es eximente de responsabilidad cuando se sufre
una agresión ilegítima lo que, dicho con otras palabras, cuando se responde
ante todo ataque inminente, real, directo, injusto, inmotivado e imprevisto.
Hamás había cometido el 7 de octubre lanzó una agresión ilegítima contra
Israel, un ataque inminente, directo, “inmotivado” e imprevisto; y coloco entre
comillas la palabra inmotivado, porque Hamás excusa su violenta acción, el
asesinato a ciudadanos israelíes en pueblos y kibutz, el secuestro de alrededor
de 300 civiles para utilizarles como rehenes, en los actos también cometidos
por Israel en contra de los palestinos en Cisjordania, la ocupación de
Jerusalén oriental, el despojo de tierra que cultivaban los palestinos por
parte de los colonos judíos. Se trata asolo de una excusa de Hamás para ocultar
sus verdaderas intenciones, las de destruir a Israel y eliminar a todos los
judíos para implantar un califato islamista “desde el río hasta el mar”.
Por
otra parte, para que la autodefensa sea legítima requiere que la relación
entre la agresión y la acción para impedirla ha de ser racional, proporcional y
adecuada, sin como alguien ejemplificara "matar moscas a
cañonazos"; esto es en realidad lo que busca Israel, para eliminar a Hamás
“matando moscas a cañonazos”. No existe proporcionalidad entre los 1 400
muertos de Israel con los más de 10.500 muertos ─ casi la mitad niños ─ cerca
de 26.000 heridos y 2.450 desaparecidos, la mayoría civiles gazatíes. Esto ya
no constituye un acto de autodefensa, sino un acto de represalias masivas sin
logran mayores éxitos en la eliminación de Hamás. La otra gran víctima de los
bombardeos israelíes, tanto durante horas diurnas como en la noche, sobre Gaza,
será, si ya no lo es, el liderazgo de Estados Unidos.
Estados
Unidos está ante una difícil coyuntura. Biden, durante su visita a Tel Aviv el
18 de octubre, le había asegurado a Netanyahu el firme apoyo de Estados Unidos:
“Estados Unidos está junto al pueblo de Israel, nunca dejaremos de
respaldarlos… y el apoyo de mi administración a la seguridad de Israel es
sólido como una roca e inquebrantable (…) A fines de esta semana voy a pedir al
Congreso de los Estados Unidos un paquete de apoyo sin precedentes para la
defensa de Israel. Mantendremos la Cúpula de Hierro completamente abastecida”.
Aunque también se refirió a la búsqueda de la paz y la integración de los dos
estados como “un camino para que Israel y el pueblo palestino puedan vivir
seguros, con dignidad y en paz”, sus palabras quedaron aplastadas bajo los
escombros del Hospital Al-Ahli.
En
el mundo árabe solo resonaba la versión dada por Hamás acusando a Israel de
haber lanzado el misil que estalló sobre el hospital, y negaban la versión
israelí de que había sido un misil desviado lanzado por Yihad Islámica. Aquel
misil golpeó también un primer esfuerzo para la búsqueda de la paz, una cumbre
de emergencia convocada para ser ejecutada en Jordania entre el rey de ese país
Abdalá II, el presidente egipcio Abdel Fattah al-Sissi y Mahmoud Abbas por la
Autoridad Palestina y a la cual debía asistir Biden.
El
presidente John Biden quedaría con las manos vacías. Así lo había considerado
previamente el corresponsal de France 24 en Washington, Matthieu Mabin, “si
el presidente de Estados Unidos no encuentra a nadie con quien hablar que no
sea el primer ministro israelí una vez que llegue a Tel Aviv, su presencia solo
servirá para poner de manifiesto el fin del diálogo con los actores árabes de
la región". Así, exactamente ocurrió.
Ese
mismo día 18 de octubre, Estados Unidos vetó la resolución que había presentado
Brasil ante el Consejo de Seguridad de la ONU. La resolución brasileña pedía la
revocación de la orden impuesta por Israel a los civiles y al personal de las
Naciones Unidas de evacuar todas las zonas al norte del rio Wadi Gaza y
reubicarse en el sur de la franja. Entre sus propuestas se pedía “pausas
humanitarias”, como en repetidas ocasiones ha propuesto Estados Unidos, para
permitir el suministro de ayuda a civiles por parte de las agencias de
socorro de las Naciones Unidas y sus socios, así como del Comité Internacional
de la Cruz Roja y otras organizaciones a través de “corredores humanitarios”.
Condenaba
los ataques del grupo militante Hamás contra Israel el 7 de octubre y
pedía la liberación de los rehenes israelíes, así como el respeto del derecho
internacional y humanitario por parte de todas las partes involucradas y a que
estas actuaran con la máxima moderación para evitar los efectos colaterales. Se
reiteraba la visión de una región donde dos Estados democráticos, Israel y
Palestina, vivan uno al lado del otro en paz dentro de fronteras seguras y
reconocidas.
El
veto estadounidense se impuso solo por el hecho de que el proyecto de
resolución no mencionaba el derecho de Israel a defenderse, como cualquier otro
país.
El
24 de octubre, Antony Blinken, hablando ante el Consejo de Seguridad, expresó
el reconocimiento de Estados Unidos al derecho de los Estados a defenderse del
terrorismo, pero insistió en la necesidad de proteger a todos los civiles. Se
refirió a que la solución de todos los conflictos entre israelíes y palestino
está en la de “dos Estados para dos pueblos”, y afirmó: “Los palestinos tienen
el derecho a su autodeterminación”
La
diplomacia de Estados Unidos está en una balanza, en un platillo, su condena a
Hamás como organización terrorista, y la tesis de la autodefensa israelí; en el
otro platillo, el reconocimiento de la autodeterminación de los palestinos y la
solución de dos Estados. Sin embargo, la balanza de la diplomacia estadounidense
no se encuentra aislada de factores distorsionantes. En estos momentos, Estados
Unidos está en tiempos de campañas electorales y mucho se está jugando la
administración demócrata frente a un Donald Trump al que las encuestas le
confieren ventajas sobre John Biden. El gobierno de Estados Unidos, pudiera
presionar a Israel para que, detenga su campaña de exterminio sobre la
población gazatí; exigirle claramente que en sus acciones militares contra
Hamás se ajusten estrictamente al Derecho Internacional Humanitario. Detener
todos los bombardeos indiscriminados sobre los sectores urbanos de la Franja de
Gaza, lo que no quiere decir que esto sea precisamente un alto el fuego; Israel
puede continuar atacando las posiciones de Hamás en combates urbanos, cuerpo a
cuerpo y contra objetivos enemigos claramente determinados. Estados Unidos debe
exigirle a Israel el establecimiento de corredores humanitarios para que puedan
entrar en el enclave los suministros imprescindibles para la vida civil,
alimentos, agua, medicinas, y combustible. Al mismo tiempo, Estados Unidos
podrá exigirles a lo gobiernos árabes de la región que condenen enérgicamente a
Hamás y a la Yihad Islámica como organizaciones terroristas y reclamen la
liberación de todos los rehenes prisioneros por Hamás. Ninguna ayuda a Hamás
que deberá ser aislado hasta su agotamiento; que todos entiendan que Hamás no
es representante legítimo de los palestinos.
El
gobierno de Estados Unidos puede hacerlo; Biden puede decirlo; pero ¿Cuál sería
el precio que tendrían que pagar frente a los republicanos siempre listos para
atacar y condenar cualquier acto de la administración demócrata?
Existe
una realidad, mientras no se resuelvan las contradicciones entre Israel y
Palestina; mientras Israel se mantenga como potencia ocupante en Cisjordania;
mientras continúe el escalamiento de los asentamientos de colonos judíos en los
territorios ocupados de Cisjordania; mientras no se resuelva definitivamente el
estatus de la parte oriental de Jerusalén; mientras no se lleven a cabo
conversaciones serias, para el establecimiento del Estado de Palestina, seguirán
habiendo enfrentamientos, y odios entre los dos sectores de la Palestina; la
diplomacia de los cañones y misiles no impedirá el renacer en toda la Palestina
de grupos extremistas, yihadistas, y terroristas que se aprovechen del
descontento de los palestinos. Es como lo prevé Abdel Wahed, embajador
palestino en España cuando opinó: “Apuesto a que este no va a ser el último
episodio. Va a haber más episodios porque va a continuar la ocupación y el
exterminio israelí en contra del pueblo palestino, y cuando haya un nuevo
episodio se va a borrar todo lo anterior, incluyendo el 7 de octubre. Hay una
relación causa-efecto”