Sergio Muñoz Bata. EL NUEVO HERALD
Haciendo gala de su acostumbrado oportunismo político,
Romney se valió del ataque al consulado estadounidense en Bengasi, Libia, el
pasado 11 de septiembre para aventurar la tesis de que la política exterior
estadounidense en el mundo árabe se ha deteriorado porque la estrategia de
Obama en la región evidencia debilidad. En otras palabras, según Romney,
Estados Unidos necesita una política exterior “dura” semejante a la del anterior
presidente republicano George W. Bush.
Tres días antes del ataque en Bengasi y hablando ante
un grupo de cadetes del Instituto Militar de Virginia, Romney ya había
utilizado todo el repertorio neoconservador de lugares comunes patrioteros para
anunciarle al mundo entero que de ganar la presidencia los halcones que
metieron al país en dos guerras de las que todavía no acaba de salir retornarán
al poder.
Irresponsablemente, Romney insinuó que “muy
probablemente el ataque en Bengasi fue perpetrado por los mismos que atacaron a
la patria”, once años antes en la misma fecha. Podría ser que, en efecto, el
grupo que atacó el consulado haya sido un comando dirigido por Al Qaida pero
eso ni Romney lo sabía ni se ha podido establecer con certidumbre hasta ahora.
De cualquier modo, no es correcto que un candidato a la presidencia se dé
golpes de pecho y lance acusaciones sin tener evidencias a la mano.
Romney, el resto del Partido Republicano, así como
muchos otros observadores independientes, han criticado a la administración de
Obama por sus confusiones al hacer el diagnóstico inicial del ataque. Si Susan
Rice, la embajadora de EEUU ante la ONU, no tenía la información correcta sobre
el incidente, tampoco ella debió haber hecho pública una interpretación incorrecta
de los hechos.
No obstante, Romney y compañía cometen un enorme yerro
cuando le reclaman a la Casa Blanca por no haber previsto el ataque y por no
redoblar el personal de seguridad para salvaguardar las vidas de los
diplomáticos norteamericanos. La acusación es injustificada porque asume que
existen parámetros exactos para establecer la dimensión adecuada del
dispositivo de seguridad en un consulado del tamaño del de Bengasi que
teóricamente no está en zona de guerra.
En todo caso, no deja de ser absurdo que Romney se
ponga ahora a revisar la historia con el propósito de negar los espectaculares
triunfos de Obama en política exterior: la retirada de tropas en Irak y pronto
también de Afganistán o los certeros golpes a terroristas como Osama bin Laden.
No obstante el incidente en Bengasi, en los casi cuatro años de gobierno de
Obama se ha logrado una notable disminución en el número de ataques directos a
EEUU fuera de las zonas de guerra.
Obama también ha obrado correctamente al enfrentar con
serenidad los retos que se le han ido presentando en países como Irán y Siria.
La respuesta militar debe ser siempre el último recurso y Obama hace bien en
agotar todas las instancias pacíficas para neutralizar dichos retos sin más
violencia que la necesaria. Más aún, como bien señaló el Presidente en su
reciente discurso ante la ONU, “Estados Unidos ni puede resolver los problemas
del mundo ni puede dictar el desenlace de las transiciones hacia la
democracia”.
Si en verdad queremos encontrar a los responsables del
desprestigio de la política exterior estadounidense en esa región del mundo
habría que empezar por desenterrar los nombres de los políticos estadounidenses
que por décadas apoyaron a dictadores locales como Hosni Mubarak en Egipto o
Mohamed Reza Pahlavi en Irán. Habría que admitir que en el mundo árabe no
olvidan a las víctimas inocentes de las guerras de George W. Bush en Irak y
Afganistán. Habría que demostrar en los hechos que si bien EEUU está
comprometido a defender la sobrevivencia de Israel como nación, también pugna
por la existencia de un Estado palestino.
La semana pasada, la Unión Europea fue galardonada con
el Premio Nobel de la Paz, entre otras cosas porque como ha escrito Quentin
Peel en el Financial Times, “a diferencia de EEUU y Rusia, la Unión
Europea no se distingue por su “poder duro. Sus tropas hoy son mejores para
hacer la paz que la guerra”.
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