Alejandro Armengol. EL NUEVO HERALD
Una librería española
ofrece libros para llevar de forma gratuita, tantos como pueda cargar el
lector. No se trata de un almacén donde se acumulan rastrojos editoriales. Los
libros que cubren sus estantes provienen de donaciones, hechas no con el afán
de quitarse de arriba algo inservible sino de compartir un producto de calidad.
Está en el madrileño barrio de Chamberí, uno de los lugares donde vale la pena
vivir y nunca falta el bar de la esquina que reclama Sabina.
Alguien podría pensar
que la librería Libros Libres es una de esas cosas que inventan los europeos y
tanto incomodan a ciertos estadounidenses, sobre todo si son republicanos. Pero
la idea original no viene de España sino nació en Estados Unidos. El proyecto
está inspirado en The Book Thing of
Baltimore, una gran librería gratuita en esa ciudad norteamericana, según
cuenta el periódico español El País.
De tantas noticias
sobre política que aparecen a diario, en ocasiones uno tiende a olvidar que
existe gente decente. Pero es así. El mundo no es solo el candidato
presidencial republicano Mitt Romney o el gobernador de Florida Rick Scott.
Pocas verdades
significativas dijo Romney durante el primer debate presidencial, aunque una se
destaca: de ser presidente va a eliminar los fondos para la cadena de
televisión pública PBS.
¿Y qué le ha hecho a
este señor Big Bird, para que de pronto quiera colocarla en la lista de aves en
vías de extinción?
Dos cosas muy
sencillas. Por décadas en el ideario republicano más reaccionario PBS no ha
sido más que un despilfarro de dinero, donde se hacen programas tan inútiles
como aquellos que denuncian la corrupción corporativa, las violaciones de las
grandes empresas a la legislación vigente, la corrupción detrás de la Guerra de
Irak, los cambios climáticos y la destrucción del medio, entre otros.
El segundo aspecto que
lleva a Romney a rechazar la televisión pública es el desprecio que el
candidato republicano tiene por la cultura.
Alguien que durante su
juventud marche a París con el objetivo de lograr que los franceses dejen de
tomar vino, y no se arrepienta de ese malgasto de años de vida, no solo está
incapacitado para aspirar a la presidencia de este país, sino también al cargo
de administrador del bar, digo, del supermercado de la esquina.
Sin embargo, en sus
últimos discursos Romney ha decidido dejar detrás a Francia, un blanco favorito
del republicano grosero, y hablar de los males que afronta la sociedad española
actual. Los señala como un peligro del cual él salvaría a Estados Unidos.
Una vez más, miente y
tergiversa. La crisis económica por la que atraviesa España –para hablar
específicamente de los problemas de un país y no de la crisis europea en su
conjunto– no obedece a un fracaso del programa de bienestar social, sino a la
adopción de las mismas prácticas financieras que produjeron la burbuja
inmobiliaria en Estados Unidos, aquí en Miami sin ir más lejos.
Algo muy distinto fue
la incapacidad del anterior gobierno socialista para enfrentar a tiempo la
situación.
El problema de España
no fue una “redistribución” de la riqueza para el otorgamiento de beneficios
sociales imposibles de sostener, sino en gran parte una “redistribución” de la
riqueza en favor de los bancos y los vinculados a la clase política.
Aunque si se va a
hablar de semejanzas con España, en donde éstas saltan es en ciertas tácticas
de campaña electoral que comparten Romney y el actual presidente del gobierno
español, Mariano Rajoy.
Este último llegó a la
presidencia de su país no por ser un favorito de los electores, sino por el
repudio, justificado en gran medida, que éstos sentían y sienten por los
políticos socialistas.
Una crisis económica
profunda y un elevadísimo desempleo llevaron a los españoles a optar por el
candidato del Partido Popular, pese a que nunca presentó un plan definido de
soluciones. Tras su triunfo, Rajoy se ha aprovechado de la situación para
imponer un plan de austeridad y recortes que buscan reducir y eliminar
beneficios sociales. Y, por supuesto, entre los afectados están los fondos para
actividades culturales.
El peligro de que en
Estados Unidos ocurra lo mismo que en España, de ser elegido Romney, no es un
temor creado para una campaña política. Es algo real. Igual que en su momento
hizo Rajoy, el candidato presidencial republicano no se cansa de lanzar
promesas, que él mismo sabe no va a cumplir. Todo con el objetivo de ganar
votos.
Mientras tanto, lo
único cierto es que, si sale electo, va a eliminar lo que él considera
superfluo, lo cual incluye la cultura. Ya que no pudo quitarle el vino a los
franceses, al menos sueña con dejar a los niños sin Sesame Street.
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