Mario J. Viera
Muchos son los analistas que intentan
explicar el por qué la oposición
venezolana perdió las elecciones del 7 de octubre. Había tanta esperanza de que
la opción Capriles saliera vencedora que resultó impactante la victoria de Hugo
Chávez y del continuismo de su mesiánico-narcisista régimen y ahora se intenta
explicar el por qué del por qué. No está de más buscar el meollo de la derrota
─ que pudiera ser muy simple ─ para replantearse la táctica a seguir en
próximas contiendas electorales.
Sin embargo la realidad es que Chávez
continuará en el gobierno hasta el 2019, a no ser que un ─ poco probable ─
agravamiento de su salud, o de su muerte, debidos al supuesto cáncer que padeciera,
le impida llegar al final del nuevo mandato. Lo que ahora le queda a la
oposición como consuelo es el apoyo recibido por 6.5 millones de electores que
le diera sus votos. Con este resultado parece sentirse complacido Henrique
Capriles; aunque, como anotara Romer A. Romero-Martínez en un artículo del 11
de octubre en El Universal, es lástima “que nadie le dijera que en una
contienda presidencial no hay medalla de plata para el subcampeón”.
Hay los que, como Simón Bocanegra de
TalCual, opinan que “el resultado electoral y su propia enfermedad deberían
propiciar en Chávez una actitud más abierta y tolerante ante sus adversarios”;
como hay los que consideran que Chávez tendrá que tomar en cuenta a la otra
mitad de venezolanos que rechazan su gestión y consideran como Carlos Fernández
Cuesta también de TalCual que por “un poco más de 1.200.000 votos Chávez se
equivoca si cree que Venezuela se va a arrodillar y aceptar ante su evidente
retroceso y desgaste sus planes de esclavizar y de terminar de arruinar a
Venezuela”.
Respeto la opinión de destacados
columnistas venezolanos que pueden expresar lo que, desde el mismo interior de
Venezuela y del contacto con su realidad, consideren será la tónica futura de
la relación gobierno-oposición; sin embargo tengo una opinión diferente: Para
Hugo Chávez la otra mitad de Venezuela nada importa. Esa otra mitad para Chávez
está formada por “majunches” y “escuálidos” que han logrado confundir a una
parte del electorado.
Para tal consideración me baso en mi
propia experiencia como cubano que conoce de primera mano la socio-psicología
del castrismo. Chávez es un émulo ─ algo mediocre por cierto ─ del método de
gobierno de Fidel Castro, cuya filosofía política se contiene en aquella su
frase de “Recuperar lo perdido y avanzar mucho más” y en los términos expuestos
por Carl Schmitt de que “el enemigo es simplemente el otro que está en contra
de mi posición”.
Tanto Fidel Castro como Hugo Chávez
enfrentan el juego político como si se tratara de un plan de batalla militar y
rechazan la idea de pluralismo. El panorama social, para Fidel Castro es solo
de dos dimensiones radicalmente contrapuestas de amigo-enemigo. Esta es la
fuente ideológica del chavismo de Chávez, y en consecuencia su modo de operar.
Por tanto, Chávez intentará
radicalizar su denominada revolución, y responderá violentamente ante cualquier
crítica que esgrima la oposición amparada en el apoyo moral que le aportaran
los seis y medio millón de votos que recibiera. Para Chávez esos millones de
votos contrarios nada significan, él ha sido ratificado por la mayoría, es
decir ─ en su particular interpretación ─, por el pueblo venezolano, por
Venezuela.
Todo es cuestión de una espera breve.
Ahora Chávez se mostrará comedido en sus expresiones con vistas a las
elecciones de gobernadores y consejos legislativos regionales a celebrarse el
próximo 12 de diciembre; mostrará su cara amable, se presentará como dispuesto
al diálogo ─ “Quiero reiterar cuál es
nuestro concepto de diálogo: queremos que la élite opositora cambie, nosotros
también tenemos que cambiar algunas cosas” ─ y aguardará. Es posible que ─
si Fidel Castro esté en condiciones de recibir visitas ─ antes de esas
elecciones viaje a Cuba en consulta con su gurú político. Sabe que la oposición
ha ganado terreno y él tiene que garantizar la victoria de sus asociados en las
elecciones del 12 de diciembre. Si la balanza de gubernaturas le es favorable,
se sentirá libre de obstáculos para hacer avanzar su proyecto de socialismo de
siglo XXI.
En la mentalidad de Chávez nada
importan los números de votos, lo que importa es en cuantos municipios obtuvo
la victoria: “Ganamos en 82% de los
municipios del país ─ declaró el 9 de octubre ─, por eso dije es una victoria en toda la línea”.
En mi opinión Chávez no se planteará
la condición de presidente de todos los venezolanos. Su único interés es
sostenerse indefinidamente en el poder por la consolidación de su trasnochado
Socialismo del Siglo XXI, lo demás y los demás nada le importa.
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