Francisco Rivero Valera. EL NACIONAL
Los ignorantes
son hijos de la ignorancia.
E ignorancia
es la falta de conocimientos.
Zubiri. Y sinónimo de olvido, de oscurantismo, incultura,
analfabetismo y de otras cosas no tan positivas.
La ignorancia,
de acuerdo a su profundidad, puede ser absoluta o concreta. Kant. La absoluta o
Nesciencia es la ausencia total de conocimientos, algo inconcebible porque,
aunque sea poco o mucho, todos tenemos los conocimientos básicos transmitidos
por nuestros ancestros.
La ignorancia
concreta, por su parte, se refiere a la falta de conocimientos en uno o varios
aspectos de la vida en particular. Es lo común.
O sea, sin
ofender, una sola es la realidad: todos somos ignorantes. Y una sola es la razón:
es imposible que una persona pueda tener el conocimiento total del universo. En
palabras de Albert Einstein, sería: todos
somos ignorantes. Lo que ocurre es que no todos ignoramos las mismas cosas.
O de Thomas Alva Edison: no
sabemos ni un cienmillonésimo de nada.
Lo contrario
de ignorancia es sabiduría y ciencia. Su antídoto: la educación, como medio
eficaz de minimización. Y sus resultados: el progreso y bienestar individual y
colectivo.
Sin embargo,
no todo es negativo en los ignorantes.
Por ejemplo,
muchas personas de países subdesarrollados se encuentran sumergidas en la
carencia de conocimientos, más absoluta que concreta. Estas personas son
aprovechadas particularmente por 2 entidades de la escala jerárquica del
colectivo: por gobiernos con actitudes autocráticas y por algunas clases
sociales.
Para algunas
clases sociales, por ejemplo, los ignorantes son fuente de explotación que les
permiten aumentar y conservar sus riquezas. Como los zánganos de una colmena.
Y para algunos
gobiernos autocráticos: son individuos fácilmente manipulables con la mentira,
constituyen la población estratégica que les permite consolidar su poder y
facilitar el ejercicio del gobierno. Y son fuente de armonía social por su baja
conflictividad. Quesada. Es un negocio redondo para las autocracias: baja
inversión, bajo riesgo de conflictividad y alta rentabilidad. Y permanencia en
el poder.
Por lo tanto,
y de acuerdo con la intensidad de manipulación que reciban, los ignorantes son
capaces de hacer rico a cualquiera. O de entronizar a cualquier gobierno. Pero
también resultan ser el freno del desarrollo y avance personal y colectivo de
un país, y la fuente de calamidad pública. En palabras de Simón Bolívar sería, nuestras discordias tienen su origen
en las dos fuentes más copiosas de calamidad pública: la ignorancia y la
debilidad.
Sin embargo,
la educación es el antídoto. Pero al ser utilizada como antídoto, se transforma
en un recurso indeseable e inconveniente para los intereses de los gobiernos
autocráticos, argumentando 3 aspectos: altos costos, productivo a largo plazo y
de alto riesgo, por la deserción y la conflictividad. Menosprecian su
rentabilidad con el desarrollo, para asegurar el ejercicio y permanencia en el
poder. Establecen como objetivo: lograr el control del sistema educativo, desde
niveles iniciales de escolaridad, hasta liquidar el nivel máximo de pensamiento
universal, con el control de las universidades. Y obvian el avance acelerado
del conocimiento para caer en niveles profundos de ignorancia y subdesarrollo.
O sea, el país
tiene una sola alternativa para alcanzar el desarrollo: defender su sistema
educativo como único medio para salir de la ignorancia. Lo mejor viene después.
Comencemos
ahora.
Que así sea.
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