Se calcula
que cada año más de 200 000 cubanos
realizan viajes temporales al exterior, pero en su mayoría son funcionarios
gubernamentales, cooperantes internacionalistas que salen a recaudar divisa
para el régimen, artistas o deportistas, custodiados como ganado para que no
“deserten” a la primera oportunidad.
Luis Cino Alvarez. CUBANET
La tan largamente esperada
modificación de las leyes migratorias, anunciada el 16 de octubre y que entrará
en vigor a partir del 14 de enero, es una estafa. Otra más. Digamos que es un
poquito menos de lo mismo: el gobierno elimina el permiso de salida, la ominosa
tarjeta blanca, pero se arroga el derecho de conceder el pasaporte, con el
precio triplicado, a quien estime
oportuno concedérselo.
Con el argumento oportuno y siempre a
mano de la hostilidad del gobierno de los Estados Unidos, la Dirección de
Inmigración y Extranjería del Ministerio del Interior, para defender la
revolución e impedir el robo de cerebros, se reserva el derecho de retener en
el país a los profesionales, en particular a los médicos, esos esclavos de bata
blanca que tanto costó formar, así como a determinados opositores a los que no
es conveniente tenderles el consabido puente de plata.
Lógicamente, estas restricciones para
viajar, que se suman a los salarios insuficientes que les pagan y a las
licencias que no les dan para ejercer por cuenta propia, harán que se eleve -¡vaya logro!- el nivel
profesional de los que arriesguen sus vidas en salidas clandestinas del país.
Eso, sin contar los médicos y paramédicos que desertarán en cumplimiento de
misiones en el exterior. Pero supongo que ya tengan eso previsto los segurosos
que vigilan a los médicos
internacionalistas.
Se calcula que cada año más de 200 000 cubanos realizan viajes
temporales al exterior, pero en su mayoría son funcionarios gubernamentales,
cooperantes internacionalistas que salen a recaudar divisa para el régimen,
artistas o deportistas, custodiados como ganado para que no “deserten” a la
primera oportunidad.
Pero ahora habrá un poco más de
flexibilidad a la hora de dejar salir del país. Los pichones autorizados por
Papá Estado a volar del nido, los que no le interesen particularmente, los
desechables, llamémosles así, que dispongan de plata suficiente o de parientes
en el exterior que se la envíen, ahora pueden viajar y permanecer en el
exterior, no once, sino 24 meses. Y si así lo deciden, si lograron burlar el
tamiz consular de “los posibles inmigrantes”, quedarse en el capitalismo, ahora
en crisis económica: ese es su problema. Siempre es conveniente –y más ahora en
la metamorfosis al capitalismo de estado y partido único- aliviar presión
social de la caldera, no vaya a ser que reviente.
Que más da, si ya hay demasiados, que
se vayan unos cuantos macetas de poca monta ─ los de mucha ya sabemos quiénes
son ─ y timbiricheros protocapitalistas poco confiables, que al final van a
tener que gastar sus dólares o euros en enviar remesas a sus familiares en Cuba
o en las TRD cuando vuelvan a visitarlos.
Por lo pronto, ya hay bastantes decepcionados que supieron
leer entre líneas la habitual trampa en la nota oficial, redactada de modo
suficientemente ambiguo para aparentar que es más de lo que realmente es. Pero
muchos desesperados aspirantes a emigrar se aprestan a vender casas y carros
para reunir el dinero de los trámites y los pasajes. Así, continuará el drama
de las familias separadas por más de medio siglo, que no va a ser demasiado
aliviado por estas modificaciones migratorias con trampa. Y uno no puede menos
que lamentar que irse de su país, en vez
de intentar arreglarlo, sea el sueño de tantos cubanos, principalmente jóvenes.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario