EDITORIAL DE EL NACIONAL
Si algo cambió en los últimos años en
este continente es la actuación de ciertos gobiernos frente a los procesos
electorales democráticos de otros países. Hoy algunos mandatarios violan con
descaro el principio de no intervención en los asuntos internos, especialmente
los que se refieren a los procesos democráticos nacionales.
Tampoco los altos funcionarios
extranjeros deben manifestarse a favor de las distintas corrientes políticas
del proceso electoral, pues se pone en duda el respeto y el debido reconocimiento
de quien sea electo.
Es imprudente que los gobiernos
demuestren sus simpatías por un candidato u otro, toda vez que en la práctica,
después de conocido los resultados, podrían verse obligados a lidiar con nuevos
gobernantes.
Aun está fresca en la memoria de los
venezolanos la precipitada intervención de Lula a favor de Chávez durante las
elecciones presidenciales de 2006. Ello generó un resentimiento del sector
opositor y su candidato, que de haber salido favorecido hubiese mantenido unas
relaciones distantes con Brasil.
También los pronunciamientos del
canciller de Ecuador a favor de la candidatura del oficialismo constituyen un
disparate. Debería pensar que el próximo canciller venezolano podría ser el
representante del candidato opositor, si así lo decide por mayoría el voto
popular y lo anuncia el CNE.
Por lo demás, la actuación del
canciller de Cuba en el 67 período de sesiones de la Asamblea General de la ONU
es algo vergonzoso. Utilizó ese escenario para informar que su gobierno
(violador de los derechos humanos), da su apoyo al abanderado oficial en los
comicios presidenciales, que calificó de “decisivos” (¿?) para América Latina
frente a los “intentos de desestabilización” que sufre la región y de los que
responsabilizó a Estados Unidos.
Esa declaración no es solo una
intromisión más en nuestro proceso democrático, sino que además no es la ONU un
escenario para ir a apoyar un candidato (oficialista u opositor) de ningún país
ni anunciar un proceso desestabilizador, que pueden mal interpretarlo algunos
analistas como un alerta de una supuesta guerra civil que no está planteada.
Al coro de insensatos se suma nuestro
representante en la ONU, Jorge Valero, quien irresponsablemente advierte sobre
que “sectores nacionales antidemocráticos y golpistas, en alianza con poderosos
intereses foráneos, intentarán utilizar la violencia para desconocer la
voluntad popular”.
Seguramente, cuando el historiador
Valero era embajador de Rafael Caldera durante las elecciones que llevaron al
poder a Hugo Chávez en 1998, no se le instruyó desde la cancillería a prestarse
a tamaña farsa ante la comunidad internacional.
No podía faltar el Gobierno venezolano
anunciando su preferencia por Obama, a pesar de que la Casa Blanca no ha
mostrado su apoyo por alguno de los dos candidatos. Si osara hacerlo sería una
falta de respeto y una injerencia inaceptable para los venezolanos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario