lunes, 31 de octubre de 2011

Dos crónica de Juan Juan Almeida sobre el clan castrista

Aleida lleva su apellido como disfraz de Halloween
Aleida (Aliusha) Guevara March, de cabellos castaño rojizo y ojos color café, es de esos cubanos que como vastedad cultural agregada, actúa y habla como extranjera. Excéntrica y desenfadada, es un engendro insatisfecho que, inventándose un linaje con dimensiones de ciclope, disfruta aplastando a su paso cualquier opinión divergente.
Aleida Guevara en brazos de Fidel Castro y la sonrisa de su padre
 
Divorciada de Julio Machín, y madre de dos bellas hijas. Su primera frustración comenzó con el nacimiento de sus tres hermanos menores, perdiendo así el dulce encanto de ser hija única. En 1967, cuando aún no cumplía 7 años, su padre murió en Bolivia; y su madre, Aleida March, bonita y joven aún, después de tragar amargos buches (tema para otro comentario), decidió continuar con su vida y elige una nueva pareja. Valentín, un buen hombre, creo yo. Los entonces grandes amigos, heroicos y verde olivos, todos le dieron la espalda, excepto Ramiro Valdés. No obstante la pequeña Aliusha decidió plegarse al amparo protector de tío Fidel.

Jugó al peligro de sentirse Ícaro, y la vida la premió en su justa dimensión. Cuando Aliusha ya era Aleida, y estudiaba en una escuela militar, un naufragio sentimental la arrastró a engordar al punto que hasta sus más fieles condiscípulos y amigos de los “Camilitos”, le llamaban Moby-Dick. Resulta que la linda Aleida, creyó comprar con lo más tierno de su amor al entonces desconocido Luis Alberto Rodríguez López Callejas, quien como insaciable galán se trastornó con el poder y despachó a la Guevara por un amor más “seguro, más histórico y heroico”, y de todos conocidos, el de Deborah Castro Espín.

La señora Guevara March, devino en doctora, oportunista de sangre y ninfómana de acción, posee atractivo especial para hombres famosos a quienes vende como helado la mítica foto de un padre. Así lo hizo en Nicaragua con el General fusilado, por el mundo con un periodista italiano, en La Habana con un actor hollywoodense y un empresario argentino. A todos les abrió las piernas, y las puertas del poder. Con arrogante actitud y estrafalario atuendo, lucra actuando como clon de una decadente doctrina que es simplemente una estafa. Su dignidad se mide en dólares; y su lealtad, en privilegios.

Cuando aprendiendo a manejar mató a un pobre ser humano, el sistema judicial cubano fue obligado a no mirar. La filantropía es linda, pero falsa.

Aleida Guevara March, con semblante funerario y sed de constante alabanza, en una guerra campal contra la naturaleza humana, hastía hablando del sueño del hombre nuevo, olvidando el insomnio del hombre actual. Cuando pongo mucho esmero, logro encontrar algo bueno hasta en un vulgar delincuente; no así en esta mujer que a ritmo de vino tinto insiste en continuar inflando su figura de farsante, usando como brillante escalera a un poseso padre al que únicamente vio en contadas ocasiones.

Un Ernesto Guevara sin culpa
Para los que creen que escribiendo pretendo hacer daño, liberar odios reprimidos, o buscar la simpatía de quienes con peligrosa vehemencia defienden posiciones extremas; espero que con este artículo reflexionen y entiendan que no pertenezco a la izquierda ni a la derecha. Y que para mí, los anarquistas veneran demasiadas reglas.

No son pocas las personas que comparan a Ernesto Che Guevara con Jack el destripador. Estoy de acuerdo con muchas de ellas, por ejemplo, ambos  estudiaron medicina. Hoy  no pretendo hablar de un padre tan polémico, sino de un hijo criticado, poco conocido, y con marcados valores, según mi punto de vista.

A Ernesto Guevara March, hijo de Aleida y El Che, lo acusan de ser egocéntrico. Y lo es, también es amable, cautivador, y extraordinariamente sensible. No es fácil ser uno mismo en una sociedad que se plantea igualitaria. El medio acentúa ciertas cosas, pero intentaré poner casi todo en  contexto.

Ernesto no conoció a su padre, nació en 1965  y aunque hubo víctimas de la revolución que merecen todo nuestro respeto y consideración, no podemos olvidar que corrían  tiempos de euforia y vientos de apasionamiento, las “barbas” fueron tan idolatradas como hoy la democracia. Esos hombres, devenidos en dictadores, representaron para muchos la imagen del héroe impoluto, el sol sin mácula.

Ernesto, semejante y diferente a sus tres hermanos mayores (Aleida, Camilo y Celia), se crió en Nuevo Vedado, estudió en la escuela primaria “Combatientes de Bolivia”, cursó la secundaria básica en la vocacional “Lenin”, y luego en el Pre del Vedado. Se hizo abogado, y les puedo asegurar sin temor a equivocarme que, con ese nombre, y la carga semántica que conlleva, ha sido para él tan influyente como el entorno adulador y el fantasma persistente de un padre ausente que, nos guste o no, le ha dado la vuelta al  mundo.

Hagamos un experimento. Tomemos una bandeja engrasada y sobre ella depositemos una porción idealizada de deterioro económico, la aderezamos con caos interno, manipulamos la mezcla hasta lograr una textura de apoyo entusiasta y adoración popular; llevamos el producto al horno, y después de polvorear la noche de cuchillos largos, está presto; se llama dictadura al plato. No es  complicado confeccionar una lista donde quepan los nombres de aquellos que realmente hicieron y hacen daño; pero no podemos incluir a los hijos por ser hijos.

Dotado de un pícaro encanto, Ernesto es un hombre de bien, a veces testarudo y por momentos temperamental, con un altísimo sentido de la amistad. Es un ser extrovertido y no proclive a confesiones, se ahoga en su propio volcán interior. Reconoce de buen grado sus errores, adora mantener su infancia aunque esté fuera de tiempo, y ha tenido que cargar con una injusta culpa endilgada. Entiendo que reconocer es más difícil que atacar; pero pregunte, averigüe, buscar información es muy fácil en un país donde pululan informantes ansiosos por ser sobornados. Los gatillos sólo se halan contra quienes lo merecen.

Periodistas independientes en la Base de Guantánamo

LA HABANA, Cuba, 31 de octubre  (Augusto Cesar San Martin, www.cubanet.org ) -Los periodistas independientes Adolfo Pablo Borrazá y su novia, Odalis Álvarez, supuestamente se encuentran retenidos en la Base Naval de Guantánamo desde hace más de una semana.

La pareja de comunicadores salió en una embarcación de dos motores el pasado viernes 14 del mes en curso, desde el poblado capitalino de Cojimar. Según declaró Regla Chaple,  madre de Borrazá, al menos trece personas los acompañaban en el intento de fuga que se dificultó por el mal tiempo.

El bote, fabricado por el grupo, quedó a la deriva durante siete días  debido al fuerte oleaje y a la pérdida de la brújula. La situación forzó a los tripulantes a pedir auxilio a una embarcación guardacostas estadounidense, y fueron rescatados sin que se lamentasen pérdidas humanas.

Excepto Adolfo Pablo y Odalis, el resto de los balseros fue entregado en horas de la mañana del lunes 24 a las autoridades cubanas. Uno de ellos explicó a Regla Chaple que, según le habían informado las autoridades norteamericanas, la pareja de periodistas sería trasladada hacia la Base Naval de Guantánamo.

Ambos periodistas colaboran con el periódico ¨Primavera Digital¨ y Cubanet. Adolfo Pablo Borrazá es autor del artículo “Peleas clandestinas” reproducido en este blog y que ha alcanzado un alto número de visitas.

¿Qué haremos con los oficiales de la policía política?

José Antonio Fornaris Ramos

LA HABANA, Cuba, octubre, www.cubanet.org – Durante años, en disímiles situaciones, he tenido que ver el rostro y escuchar las voces de distintos oficiales de la policía política.
Durante una larga época, todos o casi todos se presentaban con nombres rusos. Eran los tiempos de la “ayuda desinteresada de la Unión Soviética”. Después del derrumbe del “socialismo real” en toda Europa, comenzaron a utilizar nombres propios de cualquier latinoamericano.
Pero lo mismo antes que ahora actúan de igual forma. Amenazan, ofenden, atemorizan y reprimen.
Este  24 de octubre tuve mi más reciente encuentro con ellos. A estos nunca los había visto. Uno se hace llamar Tomás y el otro Adrián. Tomás es el nuevo jefe de “Enfrentamiento a la Prensa” y Adrián es parte de ese equipo.
Temprano en la mañana nos citaron para la estación policial de Managua a Amarilis Cortina y a mí. El motivo era una reunión de colegas convocada para realizar un brindis por los 221 años del primer periódico que hubo en Cuba, “El Papel Periódico de La Habana”, que salió a la palestra un domingo 24 de octubre, fecha que la Asociación Pro Libertad de Prensa (APLP) , ha  retomado como Día del Periodista.
“La reunión que usted convocó hay que suspenderla”, dijo el jefe. “No podemos permitir que en esa casa (la de Amarilis Cortina) estén reunidos 20 o más contrarrevolucionarios”, agregó.
Más adelante insinuó que éramos “mercenarios”. Y luego aseguró que podía dejarme detenido en esa propia estación policial o trasladarme al municipio La Lisa.
No importa para nada que la Constitución de 1976 diga que todos los cubanos tenemos iguales derechos e iguales deberes, ni que no estuviéramos violando ninguna ley. Esas cosas no cuentan.
De todas formas, a partir de la una de la tarde, la hora en que estaba prevista, realizamos nuestra actividad que más que todo era de características histórico-culturales.  No existía ningún ánimo de confrontación, queríamos simplemente ejercer nuestro derecho a realizar ese tipo de encuentros.
Estos nuevos “enfrentadores a la prensa”, son hombres jóvenes, que pudieran, en un país normal, ocuparse de asuntos que le dieran beneficios materiales y morales a ellos y a la tierra donde les tocó nacer; pero lamentablemente se dedican a perseguir a otros ciudadanos que sólo desean para Cuba un régimen democrático.
Los oficiales de la Policía Política, o Seguridad del Estado, son ya como alienígenos, gente que actúa a las órdenes de otro mundo. La forma de gobierno existente en la isla pertenece a épocas oscuras de la humanidad.
Está más que probado que al grupo que lleva en el poder más de medio siglo, solo le interesa su negocio político y económico. Es lástima que exista una Policía Política que se dedique a cuidar los intereses de esa gente. Es tal la desgracia del  pueblo de Cuba, que, además, tiene que trabajar para pagar y mantener a toda esa Policía Política, que en buena medida es culpable  de la carencia de derechos políticos y económicos de la inmensa mayoría de los cubanos.
¿Qué se podrá hacer con todos estos agentes de la Policía Política tras el advenimiento de la democracia en la isla? Muchas cosas, pero la principal es darles la oportunidad de que se regeneren y conviertan en ciudadanos de bien.
NOTA DE EL FANTASMA
Ciertamente sí... ¿Qué deberá hacer con ellos la Cuba del futuro? Lo primero, hacer justicia sin reconocerles el principio de la obediencia debida. A ningún hombre o mujer se le puede aceptar que violenten sus principios porque algún superior se lo ordene. En Nuremberg, al concluir la Segunda Guerra Mundial, esa excusa fue denegada. Los odiosos criminales de las SS y de la Gestapo tuvieron que enfrentar su suerte.
Acosar a personas pacíficas, con amenazas, con arrestos y hasta con golpes, solo por no aceptar los dogmas impuestos por las altas esferas de la gerontocracia, constituyen delitos contra la humanidad. ¿Están conscientes de esta realidad esos jóvenes oficiales de la Seguridad del Estado? A ellos no les importa para nada; se sienten confiados de la inamovilidad del sistema tiránico impuesto en la isla y que tan bien ─ es un decir ─ defienden y sostienen ellos.
Se ocultan bajo nombres falsos, sin apellidos paternos o maternos, como si fueran engendrados en un artilugio elaborador de rufianes y  de esbirros sin que hayan sido engendrados de manera natural en el abrazo de un hombre y una mujer.
No son aberrados psicópatas, aunque algunos evidencian un definido comportamiento socio patológico, son mercenarios que actúan por la paga, por un módulo de ropa y por el disfrute de algún inestable privilegio.
¿Qué hacer con ellos? ¿Conocen ellos la historia republicana? Tal vez no sepan de la vendetta popular cuando cayera el gobierno del General Gerardo Machado, nuestro primer dictador, dirigida contra aquellos a los que el pueblo denominaba “apapipios” y formaban parte de los detestados cuerpos de seguridad del régimen conocidos como “porristas”. ¡Dios quiera, para beneficio de ellos, que rectifiquen antes de que suenen las trompetas del Juicio final!

domingo, 30 de octubre de 2011

Red Avispa: las misiones que no deben olvidarse

Edgerton Levy[1] CAFÉ FUERTE

El espionaje que la Dirección de Inteligencia (DI) cubana ha realizado dentro de Estados Unidos no persigue detener las actividades de supuestos terroristas, como falsamente se afirma a través de la intensa campaña internacional que tiene lugar desde La Habana por la liberación de los cinco espías.
El verdadero objetivo es dañar ─ en toda la dimensión que le sea posible ─ la seguridad nacional de Estados Unidos y prolongar la permanencia en el poder de la jerarquía castrista.
Tuve la certeza de este propósito desde los días en que comenzó mi preparación para venir como agente encubierto a Estados Unidos, a finales de 1991. Estados Unidos es considerado por el régimen como su principal enemigo. De los americanos esperan los mayores retos y contra ellos dirigen sus máximos esfuerzos. De ahí, la particular importancia que dan al trabajo de penetración e influencia en las esferas de gobierno, militar, académica, medios de prensa y organizaciones sociales. Ana Belén Montes, la espía sembrada por Cuba en la Agencia de Inteligencia del Departamento de Defensa, y el matrimonio de Kendall y Gwendolyn Myers, quienes por 30 años pasaron secretos del Departamento de Estado a La Habana, dan fe del empeño del régimen en vulnerar la seguridad nacional estadounidense.
Desde que a principios de los años 90 inició sus actividades en el sur de la Florida, la denominada “Red Avispa” dirigió esencialmente sus esfuerzos en esa dirección. La penetración del Comando Sur, mediante la “Operación Surco”, fue la máxima prioridad planteada por el general de brigada Eduardo Delgado Rodríguez, jefe de la Dirección de Inteligencia, aún antes de que el Comando Sur fuera trasladado para Miami, en 1997.
A mediados de 1996, el matrimonio compuesto por los agentes Joseph Santos y Amarylis Silveiro -quienes asumieron su culpabilidad y colaboraron con las autoridades estadounidenses- comenzó la realización de un levantamiento operativo del área donde se alzarían las edificaciones del Comando Sur. Las órdenes y la supervisión correspondían al oficial ilegal Hugo Soto. Ambos agentes habían sido originalmente preparados para trabajar contra la Estación Aeronaval de Roosevelt Roads, en Puerto Rico, antes de recibir instrucciones de reubicarse en la ciudad de Miami, debido al cierre de aquella instalación.

Vigilando el Comando Sur

Un segundo matrimonio compuesto por los agentes George y Marisol Gari se incorporó al estudio de la situación operativa del área donde se ubicaría el Comando Sur. Con posterioridad se sumó el agente Juan Emilio Aboy, quien había intentado previamente sin éxito, ingresar a la Marina de Guerra de los Estados Unidos. Aboy fue sorpresivamente deportado a Cuba en el 2005.
El oficial ilegal, Ramón Labañino, especializado en la penetración de objetivos militares, fue asignado para dirigir este empeño desde finales de 1996. Labañino ya había operado contra el Comando Sur en Panamá durante la segunda mitad de los 80.
A mediados de 1993, en su paso hacia Tampa, Florida, Labañino cumplió una misión contra la base de la fuerza aérea de Barksdale, Louisiana, sede de la 2da Ala de Bombarderos del tipo B-52 y donde entonces radicaba el Centro de Mando de Retaguardia del ya inexistente Comando Aéreo Estratégico. Fue a la base de Barksdale adonde fue llevado el presidente George W. Bush al producirse los ataques terroristas del 9/11 y desde allí emitió sus primeros mensajes a la nación ante la tragedia que conmovía a la nación americana.
Entre 1993 y finales de 1996 Labañino se mantuvo operando contra la base de la fuerza aérea de Mac Dill, en Tampa, Florida, donde se controla y dirige todo el tráfico aéreo militar de Estados Unidos hacia y desde el Caribe, Centro y Suramérica. Además, en Mac Dill entonces radicaban el Comando de Operaciones Especiales y el Comando Central, mando que tuvo la dirección de las operaciones Escudo y Tormenta del Desierto en el Golfo Pérsico a principios de la década del 90.
La directiva de trabajo que la Dirección de Inteligencia le asignó a Labañino decía textualmente: “El objetivo principal es lograr la penetración del Estado Mayor del Comando Sur, el cual comienza a funcionar en la nueva construcción radicada en Miami a partir de septiembre de 1997”.
A pesar de todos los esfuerzos que fueron realizados no pudieron lograr sus propósitos y fueron apresados el 12 de septiembre de 1998.
Otro de los principales objetivos a penetrar por esta red de espionaje fue la Estación Aeronaval de Key West. La Dirección de Inteligencia decidió asignar la tarea al agente Antonio Guerrero, quien por ser ciudadano americano no confrontaría mayores inconvenientes para lograrlo. Guerrero cumplió antes una breve estancia en Panamá, donde integró la red de ilegales entre 1991 y 1992, acumulando experiencias en el trabajo contra el Comando Sur. Se radicó en Key West a principios de 1993 con la orden de penetrar la Estación Aeronaval. Operó bajo la conducción del oficial ilegal alias Alberto Manuel Ruiz  y el código de “Operación Aeropuerto”.
La directiva de trabajo establecía: “El objetivo fundamental de la operación es radicar a Antonio Guerrero en Key West a fin de llevar a cabo la penetración y obtención de información de la estación aeronaval que hay en esa ciudad. Por otra parte, la obtención de relaciones que nos puedan suministrar información militar, política, biográfica y operativa, así como estudiar las organizaciones contrarrevolucionarias que pudieran existir en la zona y cumplimentar tareas de estudio de la situación operativa de la cayería, fundamentalmente de Key West”.

Documentación incautada

Guerrero mantuvo una permanente y constante observación sobre el curso habitual de la vida y las actividades militares que se desarrollaron en la Estación Aeronaval de Key West, y trasladó regularmente información de carácter militar a La Habana, hasta que fue apresado en septiembre de 1998.
El oficial ilegal Fernando González es otro de los espías apresados que realizó actividades contra instalaciones militares dentro de Estados Unidos. Durante el cumplimiento de una misión anterior, valorada por sus superiores en la Dirección de Inteligencia como exitosa, González pasó cuatro años residiendo bajo una falsa identidad en la ciudad de Fayetteville, Carolina del Norte, cerca de la que se encuentran  las bases de la fuerza aérea de Pope y Fort Bragg, sedes de la 82 División Aerotransportada y del Comando de Operaciones Especiales del Ejército de Estados Unidos.
En una entrevista con la cadena CNN en Oporto, Portugal, el 19 de octubre de 1998, semanas después de que la Red Avispa fuera desmantelada, Fidel Castro trató de desvirtuar los verdaderos objetivos de la actividad de inteligencia de este grupo. Castro admitió entonces que había enviado espías a Estados Unidos para infiltrarse en grupos exiliados y -según expresó- “conocer las actividades terroristas que desde allí se organizan y se financian contra Cuba. No nos interesan en absoluto informaciones militares de Estados Unidos”.
Pero resulta difícil imaginar cómo es que sus agentes pueden luchar contra supuestos terroristas cumpliendo tareas vinculadas a instalaciones militares americanas, contra las cuales dirigen sus operaciones.
Arribé a Miami con mi esposa e hijo a fines de junio de 1993 y tras los seis meses iniciales de asentamiento, tuve contactos directos con los oficiales ilegales Soto, Labañino, González y el jefe de la red, Gerardo Hernández, quien llegó en 1994.
Sin embargo, toda la información que he citado en este artículo proviene de la documentación que la Dirección de Inteligencia intercambió con sus oficiales ilegales en suelo americano y fue desclasificada como parte de la evidencia presentada en el juicio contra los cinco agentes cubanos. La red de espionaje castrista -valga recordarlo- sumaba más de 20 integrantes. Sólo se recoge aquí parte de sus misiones, pues el espectro de las tareas que cumplían era mucho más amplio.
Si como Castro y los personeros de su régimen afirman, los espías vinieron a Estados Unidos para prevenir acciones terroristas contra la isla, ¿por qué no solicitó entonces inmunidad para que sus oficiales operaran bajo las regulaciones establecidas por las leyes de este país?
No haberlo hecho ratifica lo que la evidencia presentada en el juicio puso de manifiesto: la Red Avispa tenía otras misiones ajenas a la vigilancia de organizaciones de exiliados en Miami.


[1] Edgerton Ivor Levy fue una pieza clave para el desmantelamiento de la Red Avispa, la mayor organización de espionaje cubano en la historia de EEUU. Siendo profesor de la  Universidad de La Habana fue captado y entrenado desde 1991 por la Dirección de Inteligencia cubana para cumplir acciones de espionaje en el sur de la Florida, pero su misión en territorio estadounidense fue informar al FBI. Tiene en preparación un libro testimonial sobre esos dramáticos acontecimientos de su vida.


ETECSA: de la vigilancia a la indiscreción

Yoani Sánchez

¿Cuántos teléfonos crees que son escuchados por la policía política? me preguntó aquel hombre que una vez trabajó para los órganos de inteligencia y ahora es sólo un apartado más. Aventuré un número de tres cifras, un modesto centenar, que provocó carcajadas en su rostro cruzado de arrugas. “Hasta mediado de los noventa estaban intervenidas cerca de 21 mil líneas y en este momento debe ser el doble por el aumento de los móviles”. El dato me lo confirmó otro señor cuya labor fue una vez fisgonear conversaciones ajenas e instalar micrófonos en viviendas de disidentes, funcionarios estatales y hasta artistas incómodos. El día que le escuché decir tan abultada cantidad me lo pasé sintiendo el ojo del Gran Hermano sobre cada árbol, en cada esquina de mi casa, pensando en la oreja indiscreta apostada en ese artilugio de pantalla y teclado que tengo en mi bolsillo.
ETECSA, la única empresa de telefonía del país, utiliza su condición de monopolio estatal sobre las comunicaciones para brindar al Ministerio del Interior servicios de escucha. No son delirios de mi mente afiebrada. He hecho la prueba de desarmar mi móvil, sacarle incluso la batería y salir de la ciudad; el nerviosismo de las “sombras” que custodian mi casa no se ha hecho esperar. Cuando envío mensajes de texto a alguien diciéndole que en un rato estaré en tal o más cual dirección, al llegar me encuentro a los inquietos muchachos que me siguen a todas partes. A veces me da por divertirme —lo confieso— e invito a través de mi celular a varios amigos para participar en alguna presentación de un libro oficial o en un evento organizado por una institución. El operativo resultante parece casi cómico, si no fuera porque evidencia los excesivos recursos —que deberían contribuir al bienestar del pueblo— destinados por el gobierno a esos menesteres.
El vigilado —sin embargo— también se puede convertir en vigilante. Empleados de ETECSA filtraron hacia las redes alternativas una base de datos con muchos detalles sobre los números telefónicos del país. Sin dudas, una violación de la discreción que debe tener toda compañía con la información de sus clientes. No obstante, eso ha servido para encontrar los teléfonos de quienes nos vigilan y denigran. Desde periodistas del Granma, miembros del Comité Central hasta altos oficiales de la policía política aparecen registrados con número de carnet de identidad y hasta dirección particular. Unas breves siglas delatan cuando el teléfono está pagado por un organismo estatal o cuando es privado, lo cual deja al descubierto el vínculo oficial de muchos que se dicen independientes. Por una vez, el minucioso inventario que han hecho sobre cada ciudadano nos ha servido para saber de “ellos”, para conocer que quienes escuchan al otro lado de la línea tienen un nombre y no sólo un seudónimo. Cualquiera podría ahora llamarlos, enviarles un mensaje, algo así como un breve y directo sms diciendo “¡Basta ya!”

El judío que miró a los ojos de los nazis.

Mario J. Viera

Howard Triest
Aquel joven de 22 años miembro del ejército norteamericano de facciones raciales que lo mostraban como un “ario” de pura raza, rubio, de ojos azules y que servía como traductor de los altos funcionarios nazi en una serie de entrevistas psiquiátricas luego de la derrota del nazismo era un judío.

En ese entonces, Estados Unidos estaba conduciendo esas entrevistas a reconocidos líderes nazis para construir el perfil psicológico de los asesinos. El intérprete era aquel joven militar que hablaba perfectamente el alemán y que sentía un profundo odio por aquellos que fueron responsables de la muerte de seis millones de judíos y, entre ellos, a sus progenitores. Su nombre, Howard Triest, que ahora tiene la edad de 88 años. Cuando apenas era un adolescente, había sido reclutado como soldado americano, prestando servicio como traductor.
Durante aquellas entrevistas, Triest pudo mirar directamente a los ojos de los poderosos nazis, aquellos que habían arrastrado al mundo a una terrible y despiadada guerra y al odio racial y al antisemitismo que ya se perfilaba en la Carta a Geimlich, redactada por Adolfo Hitler a solo diez meses de concluida la Primera Guerra Mundial.
Nacido en Munich en 1923, Howard Triest era un adolescente cuando conoció en sus propias carnes la persecución nazi. Un día antes de que Alemania lanzara  la invasión a Polonia había viajado con su familia a Luxemburgo con la intención de viajar a los Estados Unidos. Sin embargo, la familia no contaba con el suficiente dinero para sufragar el viaje por lo que decidieron enviar por delante a Howard. Sus padres y su hermana menor debieron esperar un mes más, lo que resultó fatal para los progenitores de Howrd. Habían sido capturados y remitidos al campo de exterminio de Auschwitz, en Oświęcim, Polonia, donde finalmente perderían la vida. Su hermana Margot fue llevada clandestinamente hacia Suiza y de allí pudo llegar a los estados Unidos donde vive aún.
Howard intentó alistarse en el ejército de Estados Unidos pero en su primer intento fue rechazado al no ser ciudadano americano pero en 1943 logra su propósito al recibir la ciudadanía. Destinado a Europa aterrizó en Omaha Beach un poco antes del D, la invasión a Normandía. Gracias a su fluido alemán comenzó a trabajar para la inteligencia militar.
En el verano de 1945 fue dado de baja, pero inmediatamente después empezó a trabajar para el Departamento de Guerra de EE.UU. como civil, y fue enviado a Nuremberg para asistir al mayor Leon Goldensohn con sus evaluaciones psiquiátricas de los defendidos que esperaban un juicio.

En 1945 estaba delante de aquellos a los que había visto como los tiranos, como los causantes de la muerte de sus padres, como los asesinos a quienes tenía que odiar; pero era él ahora quien estaba al mando. "Había visto a esta gente en sus tiempos de gloria, cuando los nazis eran los dueños del mundo. Estos dirigentes habían matado a la mayoría de mi familia, pero ahora yo estaba en control", había declarado Triest durante una entrevista.
Aquellos nazis no se imaginaban que era un judío quien les servía de traductor, incluso lo creyeron al ario típico. Así Triest pasó horas junto a ellos traduciendo las respuestas que daban. Al contemplarles, sentado frente a él les parecía gente común y corriente: “Si omites los nombres de estos nazis, y sólo te sientas y hablas con ellos, pudieran parecer como tus amigos y tus vecinos vecinos", consideró.
Aquellos hombres iban a ser juzgados en Nuremberg por crímenes de guerra. Allí estaban respondiendo a la inquisitoria psiquiátrica, hombres como Hermann Goering, el jefe de la fuerza aérea alemana, la Luftwaffe, Rudolf Hess, el segundo hombre de Hitler, el propagandista antisemita Julius Streicher y el tenebroso jefe de Auschwitz, Rudolf Hoess.
"Es una sensación muy extraña, estar sentado en una celda con el hombre que sabes mató a tus padres. (...) Lo tratamos con cortesía, mantuve mi odio bajo control cuando estaba trabajando allí. No podías dejar ver cómo te sentías realmente porque no sacarías nada de sus interrogatorios. Pero nunca le di la mano a ninguno de ellos", diría Triest rememorando aquellos días.
Se pretendía penetrar los mecanismos psicológicos que condicionan la mente humana para convertirles en una especie de Mr. Hyde; pero la verdad se ocultaba detrás del fanatismo de aquellos hombres: "¿Aprendimos algo de estas pruebas psiquiátricas? No. No encontramos nada anormal, nada que indicara algo que los hizo los asesinos que fueron. De hecho, eran bastante normales. La maldad y la crueldad extrema pueden ir con la normalidad. Ninguno mostró remordimiento. Dijeron que sabían que había campamentos, pero no tenían conocimiento de la aniquilación de gente.
Es una lástima que no pasaron por lo mismo que sus víctimas, que Hoess no haya sufrido en un campo de concentración de la misma forma que sus prisioneros".
Howard Triest todavía recordaba a aquellos terribles hombres. Uno por uno fue relatando su experiencia con ellos.
Cómo olvidar a Hermann Goering. Goering sería condenado a la pena de muerte por la horca, acusado de ser promotor de crímenes contra la humanidad y porque había sido una de las figuras prominentes del nazismo que se quería erradicar a toda costa de Alemania. Al igual que Wilhelm Keitel, había rechazado la muerte por ahorcamiento, pena que consideraba se reservaba para los traidores en Alemania. El prefería la ejecución por fusilamiento en honor a su alto rango militar, petición que le fue denegada.
Sin embargo, como se puede leer en Wikipedia, a menos de dos horas de la que se había señalado para su ejecución, Goering se suicidó ingiriendo una cápsula de cianuro de potasio el 15 de octubre de 1946. En su celda se encontró una carta en la que aseguraba que había sido el dueño de su propio destino. Nunca se supo cómo llegó el cianuro a sus manos, y es un misterio, dada la extrema vigilancia a la que estaban sometidos los jerarcas nazis. Se sospechó de su mujer Emmy aunque también de que pudo haber sobornado a los guardianes.

Hermann Goering, Mariscal del III Reich
Sobre su personalidad Triest señala: "Seguía siendo un hombre pedante; era el actor eterno, el hombre que estaba a cargo. Se consideraba a sí mismo como el prisionero número uno, porque Hitler y Himmler ya estaban muertos. Siempre quería la silla número uno en el tribunal.
Llegó a Nuremberg con ocho maletas, la mayoría llenas de drogas, pues era adicto, y le sorprendió que lo trataran como un prisionero y no como una personalidad famosa".
Rudolf Hess fue también otro para los que Triest actuó como traductor. Hess, había sido el diputado de Hitler hasta que huyó a Escocia, en mayo de 1941, volando en un bimotor Bf 110 que él mismo piloteara rumbo a Escocia. Tras burlar la vigilancia de las patrullas de la RAF  se lanzó en paracaídas, pero capturado fue recluido posteriormente en la Torre de Londres hasta el final de la guerra pese a que alegaba que había ido all para iniciar conversaciones de paz.
Rudolf Hess quien sería considerado como la “cara amable” del nazismo, en 1932 fue designado Presidente del Comité Central Nazi y, en 1933, elegido como parlamentario del Reichstag (parlamento alemán). Al ascender Hitler al poder como Führer, fue designado jefe del Partido Nazi y Ministro de Estado, ocupando casi todas las carteras, excepto de guerra y política exterior, llegando a ser el segundo en la jerarquía nazi, por delante incluso de Joseph Goebbels; a pesar de los cargos que se presentaron contra él,  Hess nunca presentó un perfil de líder.

Rudolf Hess
De Hess recuerda Triest: "Era como un zombi, pensaba que lo perseguían, incluso cuando estaba retenido en Inglaterra. Hizo paquetes de muestra de comida y nos daba algunos a mí y a los psiquiatras. Pedía que los analizáramos, pues pensaba que lo estaban envenenando.
Era un prisionero callado, que respondió algunas preguntas pero no entró en detalles. Nadie sabía cuánto había de actuación y cuánto era real, cuanto realmente podía recordar".
Fue juzgado en Nuremberg y condenado el 1 de octubre de 1946 a cadena perpetua y recluido en la prisión de Spandau, en la zona aliada de Berlín. Decaído y demacrado físicamente, fue inconsistente y exhibió reiteradamente lagunas mentales.
Dentro de sus obligaciones, Triest también estuvo cara a cara con el miembro de las Schutzstaffel (SS), el Obersturmbannführer (Teniente Coronel) Rudolf Hoess, fue uno de los encuentros más intensos que viviera por el recuerdo de la muerte de sus padres en Auschwitz, cuando el campo de concentración estaba bajo el control de Hoess.
En 1939, Hoess había sido nombrado comandante del campo de Auschwitz, que debía organizarlo desde 1940 y en cuyo mando permanecería hasta finales de 1943. En ese periodo alcanzó a relacionarse con el médico Josef Mengele. Durante su estancia en Auschwitz, Hoess organizó los asuntos administrativos en los asesinatos en masa de la Endlösung (Solución Final) del problema judío dictada por Heinrich Himmler.

Rudolf Hoess
"Tanto Goldensohn como yo estuvimos con él muchas veces. Algunas veces yo estaba a solas con él en su celda", explica Triest. "Era alguien muy normal. No parecía alguien que había matado a dos o tres millones de personas (...) Algunas veces yo estaba a solas con él en su celda".
Era mucho el odio que Triest sentía por aquel hombre, pero sabía que no podía delatarse y que tenía que controlarse. "La gente me solía decir: 'puedes vengarte, puedes llevarte un cuchillo a su celda'. Pero la venganza estaba en que yo sabía que estaba tras las rejas y que sería colgado. Así que sabía que iba a morir de todas formas. Matarlo no me hubiera hecho ningún bien".

Prisioneros del Campo de concentración de Auschwitz
Hoess escribió a mano sus memorias donde declaraba que él cumplía con la obediencia debida: "Por voluntad del Reichsführer de las SS, Auschwitz se convirtió en la mayor instalación de exterminio de seres humanos de todos los tiempos. Que fuera necesario o no ese exterminio en masa de los judíos, a mí no me correspondía ponerlo en tela de juicio, quedaba fuera de mis atribuciones. Si el mismísimo Führer había ordenado la solución final del problema judío, no correspondía a un nacionalsocialista de toda la vida como yo, y mucho menos a un Führer de las SS, ponerlo en duda"
Rudolf Hoess

Fue ahorcado en el antiguo campo de concentración de Auschwitz el 16 de abril de 1947.
Un incidente extraordinario ocurrió con Julius Streicher, cuyo periódico semanal Der Stürmer (El Atacante) alimentó mucho la histeria antisemita entre los alemanes.

Julius Streicher
"Era el más grande antisemita. Lo entrevisté con otro psiquiatra, el mayor Douglas Kelley. Streicher tenía unos papeles que no le quería dar a Kelley o a ninguna persona, porque decía que no quería que cayeran en manos judías. Finalmente me los dio. Yo era alto, rubio y de ojos azules. Él dijo: 'Se los daré al traductor porque sé que es un verdadero ario. Lo sé por la forma en que habla'.
Streicher habló conmigo durante horas porque creía que yo era un 'verdadero ario', saqué mucho más de él de esa forma".
Streicher había publicado su semanario Der Stürmer a partir de 1923 que llegó a ser un medio importante en la propaganda nazi por su vehemente antisemitismo. A diferencia del Völkischer Beobachter (El Observador del Pueblo) órgano oficial del Partido Nacional Socialista que pretendía mostrarse como un órgano serio, el tabloide Der Stürmer publicaba caricaturas groseras antisemitas, y artículos obscenos y pornográficos contra los judíos. Sus caricaturas mostraban judíos codiciosos y avaros, con cuerpos deformes y narices ganchudas, que mataban niños para utilizar su sangre.
El 1 de octubre de 1946 Streicher sería condenado a la pena muerte al considerarse que sus actividades de propaganda antisemita habían contribuido al genocidio. Fue ejecutado en la horca el 16 de octubre de 1946.
La historiadora Helen Fry ha recogido las memorias de Triest en un libro titulado “Dentro de la prisión de Nuremberg”.
Hoy Howard Triest espera que nunca se olvide la historia del Holocausto judío durante el periodo de dominio nazi. "Pero mira al mundo ahora. ─ dice ─ ¿Es más tranquilo? Algunas de las víctimas han cambiado, pero todavía las hay en todo el mundo".



LA CARTA A GEIMLICH DE ADOLFO HITLER

Hitler redactó la carta para Adolf Geimlich, un miembro del Aufklärungskommando (Comando de Inteligencia de la Reichswehr[1]), la oficina de inteligencia militar de Munich, como un intento de respuesta a una cuestión urgente: ¿cuál era la situación de los judíos en Alemania después de la derrota en la Gran Guerra y qué posición al respecto tomaban las fuerzas armadas?
Hitler se sentó en una máquina de escribir del ejército y redactó una suerte de ensayo de cuatro páginas, que fue recibido con beneplácito por sus superiores en el departamento de propaganda.
“Es su primer escrito político contando cuáles eran sus planes para los judíos. Es difícil que exista un documento más relevante para comprender la segunda Guerra Mundial: expone cuáles fueron las razones para llevar adelante esa guerra desde la cabeza misma de quien la impulsó, Adolf Hitler”, señaló a BBC Mundo Marvin Hier, decano del Centro Simon Wiesenthal, que adquirió la carta por US$150.000 y la ha puesto a la vista en el museo angelino.
Allí, el líder nacionalsocialista establece que “el antisemitismo es fácilmente caracterizado como un fenómeno emocional. Pero esto es incorrecto. El antisemitismo como un movimiento político no puede y no debe ser definido por impulsos emocionales sino por el reconocimiento de hechos”.
Esos hechos, dice, son postulados irrefutables, como que “el judaísmo es absolutamente una raza y no una asociación religiosa” o que los judíos responden al estereotipo de “acumuladores de riqueza” como un paso hacia la conquista del mundo a través del dinero.
Todo hombre va detrás de un objetivo mayor, sea la religión, el socialismo, la democracia. Para los judíos éstos son sólo un medio para un fin, la manera de satisfacer su deseo por el oro y la dominación”, expresó quien sería luego la cabeza del brutal Tercer Reich.
Y agregó después: “el antisemitismo que se alimenta de razones puramente emocionales siempre encontrará su expresión en la forma de pogroms (ataques violentos contra judíos). Pero el antisemitismo
basado en la razón debe llevar al combate y a la suspensión sistemática de los privilegios de los judíos… Su objetivo final, sin embargo, debe ser la eliminación sin compromisos de los judíos como tal”.

La Carta Geimlich comenzó a circular en 1988, casi 70 años después de la fecha registrada por Hitler en el papel.
Por entonces, una empresa que comerciaba documentos históricos en California se acercó al Centro Simon Wiesenthal, pensando que podría interesarle tener la carta en sus archivos.
Pero los expertos de esta asociación por los derechos humanos de los judíos, basada en Los Ángeles desde 1977, la rechazaron de plano. Les resultaba extraño que el entonces joven Hitler hubiera tenido acceso a una máquina de escribir.
Era un don nadie y para tener una máquina de escribir en esos días había que ser rico”, señaló a BBC Mundo el decano Marvin Hier, quien recordó además que la falsificación de documentos del nazismo era moneda corriente por esos años.
Cuando la fundación la descartó, la carta fue a parar a manos de un coleccionista privado, que desembolsó por ella US$270.000.
Tras la crisis financiera desatada en 2008, el particular se vio obligado a venderla para cubrir deudas y contactó al mismo dealer. Le ofrecieron poco más de la mitad de lo que había pagado dos décadas antes para ponerla de nuevo en el mercado.
Con el documento en mano, el comerciante volvió al Centro Wiesenthal. Entre tanto, con la ayuda de académicos de todo el mundo, Hier había recabado información que le permitía asumir que la carta era auténtica.
Siempre supimos que la firma era la de Hitler, pero para 2008 ya sabíamos que tenía acceso a una máquina. Hicimos una investigación sobre las máquinas de escribir que existían, que eran pocas, y sobre quiénes eran sus dueños. Y descubrimos que eran de uso frecuente en el ejército alemán, especialmente en el departamento de propaganda donde Hitler trabajada”, detalló el rabino.

Pero, ¿cómo fue que apareció este documento, más de cuatro décadas después de la derrota del nazismo?
Según los registros, la Carta Geimlich fue hallada en 1945 por un efectivo del ejército estadounidense enviado a Europa. En los últimos días del régimen, en las afuera de Núremberg, el soldado Arthur Ziegler se encontró con un archivo de documentos y objetos militares: mientras sus compañeros se llevaban medallas y gorras, él eligió documentos almacenados en cajas.
“Él ya no vive como para confirmar si buscaba o no papeles que tuvieran la firma de Hitler, no podemos saber cómo eligió qué sacar. Pero sí sabemos que se llevó una pila de documentos, los transportó consigo a su casa en Estados Unidos y los olvidó en un closet por años”, relató Marvin Hier a BBC Mundo.
A mediados de los ’80 –según suponen los especialistas-, algún familiar debe haberle sugerido que llevara la carta a un coleccionista de documentos. La vendió a una empresa del estado de Nebraska, que luego la volvió a comercializar y llegó a manos de Profiles in History, una de las principales compañías del rubro en Estados Unidos.
Ellos fueron quienes la ofrecieron reiteradamente al Centro Wiesenthal, según afirmó el rabino Hier.
En 1990, el experto en caligrafía Charles Hamilton verificó la autenticidad de la firma y, desde entonces, expertos alemanes, británicos y estadounidenses han revisado los papeles manchados por el tiempo para concluir que es ciertamente un documento original de 1919, escrito y rubricado por Adolf Hitler.


[1] La Reichswehr (defensa del imperio) fue la organización militar de Alemania desde 1919 hasta 1935, cuando el gobierno nazi la rebautiza como  Wehrmacht. Al final de la Primera Guerra Mundial, las fuerzas del Imperio Alemán se habían desintegrado. Muchas tropas se juntaron en el Freikorps (cuerpos libres), una colección de unidades paramilitares de voluntarios que estuvieron implicadas en choques con los revolucionarios espartaquistas entre 1918 y 1923.


 

sábado, 29 de octubre de 2011

La mojiganga de las Cumbres Iberoamericanas

Mario J. Viera.  Englewood, Florida

Concluye la que EFE denomina “cumbre sin sobresaltos y con poco poder de convocatoria”, la XXI Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y Gobierno. Una cumbre anémica sin la presencia de un importante número de jefes de Estado y con un rimbombante tema: “Transformación del Estado y Desarrollo”.
Ya se conocerá la Declaración de Asunción y ya se verá cuanta retórica barata será signada por los representantes de los países que integran la Cumbre Iberoamericana. Sea las que sean las conclusiones, positivas o negativas, tendrán el mismo resultado que las anteriores veinte: Papel mojado, nada que historiadores en el futuro resalten o citen por su influencia en las sociedades iberoamericanas.
Abrió el anfitrión del encuentro, el Presidente de Paraguay, Fernando Lugo, y comienza planteándose la “necesidad de redefinir y transformar el rol del Estado”, porque la región es la de mayor índice de desigualdad y “con mayores brechas y asimetrías subregionales a superar”, se lanza a continuación tras la utopía de “una nueva misión del rol del Estado donde se vuelve razonable pensarlo como agente proactivo para la promoción de la transformación productiva y el desarrollo socioeconómico de nuestros pueblos” y asegura que “los pueblos iberoamericanos apuntamos a construir un espacio donde el Estado ofrezca participación social (...) hay que adecuar las estructuras del Estado en función de la sociedad”.
Ya se verá como se plantea finalmente la adecuación de las estructuras estatales en función de la sociedad, quizá al estilo de los bolivarianos, quizá reduciendo la individualidad a tan solo una cifra dentro de la comunidad social.
No cabe duda, como dijera el presidente de Chile, Sebastián Piñera “Latinoamérica tiene tantas cumbres que parece una cordillera" y cuesta mucho escalar montañas y atravesar cordilleras. Aunque la mejor propuesta que se hizo para la celebración de las Cumbres fue la del presidente de Colombia, Juan Manuel Santos que no asistió al nuevo encuentro. Santos escribió en su cuenta Twitter: “Estamos promoviendo que (las) cumbres sean virtuales, lo que evitaría muchos viajes". Sí, mejor es celebrarlas por Skipe.
Como señalara una agencia noticiosa, sin la presencia de muchos jefes de Estado de la región, ni la asistencia del “irascible” Hugo Chávez, el protagonismo de la XXI Cumbre Iberoamericana, que antes poseía Fidel Castro, ahora se lo roba el mandatario ecuatoriano, el aún más irascible Rafael Correa que de tan irascible se convierte en risible.
No se midió Correa para actuar de un modo, digamos, poco político para hacerle un desplante al Presidente Lugo. Prepotente como siempre se puso de pie y lanzó sus rayos de Júpiter indignado contra la representante del Banco Mundial, y vicepresidenta para América Latina de ese organismo crediticio, Pamela Cox.
Tan pronto como la funcionaria fuera presentada para intervenir en la audiencia, Correa se dirigió a Lugo cuestionando: “¿Qué hace en esta cumbre una representante que defienda los grandes capitales, los intereses hegemónicos? ¿Por qué en este foro tenemos que escucharla?” Los que no estuvimos presentes en la Cumbre no nos queda más remedio que imaginarnos la cara que haya puesto el presidente uruguayo, debe haberse puesto colorado o morado. Indignado acusó al Banco Mundial como “uno de los heraldos del neoliberalismo en América Latina” y exigió, como si él fuera el líder natural de toda América Latina, “disculpas por el daño que el BM ha hecho a América Latina y al planeta
Buen apuro en que colocó el dictador ecuatoriano al presidente Lugo, quien intentó de moderar el ataque, consiguiendo solo nuevas andanadas de Correa: “Cuando llegamos al poder, nosotros (es decir, él) expulsamos al representante del Banco Mundial, porque chantajeó abiertamente a nuestro país. Pido disculpas señor Presidente, pero me retiro
Más tarde regresó para no perderse el almuerzo.
Sin embargo, Sergio Jelinek, el portavoz del Banco Mundial para América Latina, tiró a basura al distinguido dictador ecuatoriano: “Si Ecuador no quiere trabajar con el Banco Mundial es una decisión soberana del Gobierno, pero tampoco le vamos a rogar que trabaje con nosotros
Fuera de este incidente y de alguna bronquita entre Chile y la Bolivia bolivariana de Evo, todo concurrió con sonrisitas y estrechones de manos y... un ¡hasta luego! Para la próxima cita en España y seguir la mojiganga de siempre y hacernos reír un poco.