lunes, 17 de octubre de 2011

La codicia de las grandes corporaciones

Sabina Covo. EL NUEVO HERALD

Manifestantes de Occupy Chicago protestan en el distrito financiero de la urbe el sábado. Scott Olson / Getty Images
Una de las provisiones más importantes que presenta el plan de empleos del presidente Barack Obama, vetado recientemente por el Partido Republicano, es incentivar a las empresas para que contraten a personas que están desempleadas. Esos que tienen su título universitario y técnico o esos que tienen experiencia laboral en vez de título pero no consiguen trabajo, o ese alguien que tiene ambos. Como Juan, por ejemplo, un banquero que fue despedido hace dos años y está desesperado.

Pero cuando lo llaman los agentes de empleo le dicen que les preocupa que esté sin trabajo porque las empresas quieren gente que esté activa. Lo triste es que ese Juan pudiera ser cualquiera de nosotros, en cualquier momento. La seguridad laboral no existe cuando hay tanto desempleado, y menos cuando muchas empresas grandes han encontrado la manera de ahorrar en la mano de obra, siguen enriqueciéndose, pagan poco en impuestos y sus directores siguen recibiendo salarios exorbitantes.

Ese mismo Juan entonces se une a Occupy Wall Street. Por una razón fundamental, rechaza la codicia de las grandes corporaciones. Léase bien: Juan no rechaza a las grandes corporaciones, no rechaza a la empresa privada, no rechaza una América capitalista y democrática. Juan rechaza la falta de ética de la empresa que despide porque dice no tener presupuesto, a una persona que está a punto de retirarse mientras los altos funcionarios no se bajan el sueldo cuando hay crisis, o el abuso a los empleados que trabajan horarios extendidos sin beneficios, o los engaños de ese presidente de empresa que lleva dos años prometiéndole a un empleado un aumento de sueldo por mérito pero se lo sube él.

Por esto no es sorpresa que uno de los líderes mundiales que apoya el movimiento sea el ex presidente polaco Lech Walesa, que ha dicho: “la crisis económica mundial ha provocado que la gente esté más consciente de que necesitamos cambiar al sistema capitalista”, porque se necesita “más justicia, más cosas en el interés de la gente y menos dinero por el dinero”. Recordemos que Walesa lideró el movimiento Solidaridad en la lucha anticomunista. Es posible querer un capitalismo sano, que abogue por los empleados y que tenga ética. Eso existió en este país, y en los últimos años, antes del presidente Obama, se vino abajo. La gran campaña contra Elizabeth Warren, porque encabezó un programa de la administración Obama para ayudar al consumidor estadounidense, es un ejemplo de muchos. Regular y abogar por la gente no es socialismo, y menos comunismo. Y protestar no necesariamente es solo de izquierda, la derecha cuando está en desacuerdo también lo ha hecho (como el Tea Party, por ejemplo).

¿Por qué les angustia tanto a los legisladores que les suban un poco los impuestos a los ricos y a las grandes corporaciones? Dudo que sea porque con esto van a dejar de contratar desempleados en Estados Unidos, porque en realidad hace mucho que no lo hacen. Es porque esos mismos donan a sus campañas y porque a muchos no les interesa que reelijan al presidente Obama. Los legisladores que votan no a un plan de empleos están cuidando su puesto de trabajo a expensas de la clase media de este país, porque saben que sin las donaciones no serán reelegidos. Así está quedando la democracia de este país, estamos siendo gobernados por las grandes corporaciones. Por la codicia de las grandes corporaciones.

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