Mario J. Viera
Por el decreto No. 74 del Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros con fecha 22 de agosto de 1980, el castrismo estableció el dia 20 de octubre de cada año como Día de la Cultura Cubana. Ese día pero de 1868, las tropas independentistas cubanas al mando de Carlos Manuel de Céspedes hacían su entrada triunfal en la ciudad de Bayamo a los acordes del himno La Bayamesa del patriota Pedro (Perucho) Figueredo.
Aquel himno con el correr de los años se convertiría en el Himno Nacional de Cuba.
Por el POR CUANTO 9 del Decreto se pretendía elegir una fecha que permitiera “conmemorar anualmente el surgimiento de la cultura cubana: independentista, antiesclavista, antimperialista y proyectada hacia el progreso social” y cuyo propósito esencial sería la pretensión de mostrar al castrismo como la continuidad de la gesta iniciada con el Grito de Yara el 10 de octubre de 1868 y los pretendidos “Cien años de Lucha” que proclamara Fidel Castro en 1968.
Para darle significado a la fecha una bloguista oficialista, que dice ser Licenciada en Filología y correctora del periódico Vanguardia, cita unas palabras referidas a Ramiro Guerra en las que este decía: “Por eso celebramos el DÍA DE LA CULTURA CUBANA, porque ese día cultura e historia se fundieron para entregarnos un símbolo de lo que somos y lo que defendemos”. Antes que todo se debe aclarar que el tal Ramiro Guerra no es Ramiro Guerra y Sánchez, el autor de Azúcar y Población en las Antillas y varias obras sobre la historia de Cuba quien muriera 29 de octubre de 1970 casi diez años antes de la proclamación del Decreto 74. Es lo normal en lo que escriben los oficialistas, manipulación; en este caso el nombre de una destacada figura de la cultura y la intelectualidad de la Cuba republicana.
Tenemos que preguntarnos ¿cuál es el símbolo de la conmemoración?, ¿lo que somos?, ¿lo que defendemos? Si algo es destacable en el conjunto de toda la población cubana, sometida a más de cinco décadas de indoctrinamiento, es la aberración cultural, la cultura de la miseria, la cultura del miedo, la cultura del doble estándar moral.
La cultura del castrismo es quizá la misma del origen del término latino colere, cuidado del campo o del ganado y no el concepto griego de paideia o ideal humano. Tal vez la cultura a lo castrismo tiene la connotación de otra de las palabras originales, cultus que sencillamente significa “Honrar con adoración” que en términos más vulgares pudiera identificarse como “culto a la personalidad”.
Para el régimen que aún subsiste en Cuba, el pueblo, el populacho es como el ganado obligado a seguir mansamente al toro fuerte, es decir al líder de la “gloriosa revolución” que ha tenido el mérito histórico de rebajar a Cuba hasta los niveles de un país del Tercer Mundo. Ese es el significado propio de la cultura del castrismo y no la cultura como acción de cultivar el conocimiento, o el espíritu, conque generalmente se identifica el concepto actual de cultura.
Como señala el antropólogo y sociólogo Denys Couche en La Noción de Cultura en las Ciencias Sociales, durante el siglo XVIII el vocablo “cultura sigue empleándose en singular, lo que refleja el universalismo y el humanismo de los filósofos: la cultura es algo propio del Hombre (con mayúscula), más allá de cualquier distinción de pueblos y clases. Progresivamente, 'cultura' se libera de los complementos y termina por ser usada para designar la “formación”, la “educación” de la mente. Luego, en un movimiento inverso al observado precedentemente, se pasa de “cultura” como acción (acción de instruir) a “cultura” como estado (estado de mente cultivada por la instrucción, estado del individuo que tiene cultura)”.
El gobierno de los Castro ha omitido liberar la cultura nacional como búsqueda para el cultivo de la mente, sustituyéndole por el adoctrinamiento ideológico de dogmas inamovibles e indiscutibles. La única verdad es la que dicta el gobierno. El resultado ha sido el de la involución de la cultura cubana y la formación de una anticultura nacional que se expresa en un español deformado hasta convertirse en jerga, y en la manifestación de la grosería generalizada. La cultura cubana ha degenerado en una cultura marginal desarraigada de sus raíces originales.
Si el pretendido origen de la celebración del Día de la Cultura de Cuba fue aquella época de rebeldía de los cubanos conducida por hacendados ricos que emprendieron el camino de separarse del poder colonial, hoy, la nación cubana ha perdido los bríos de rebeldía que la caracterizaron durante los años de las guerras independentistas y durante las convulsiones de la era republicana. Esa rebeldía del cubano se manifiesta solo en los pequeños y dispersos grupos de opositores que alzan su voz de rescate para la dignidad nacional. La cultura cubana, la legítima, hoy se expresa en las Damas de Blanco, en la actividad obstinada del periodismo independiente, en los pequeños grupos de intelectuales marginados que elaboran sus obras dentro del anonimato editorial. La cultura cubana también se ha exiliado esperando el día que pueda volver a la isla, aquel día cuando todas las escuelas del pensamiento se abrirán como flores de un campo labrado después de la lluvia.
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